Sontag, Susan (1933-2004).
Escritora estadounidense nacida en Nueva York el 16 de enero de 1933 y fallecida en la misma ciudad el 28 de diciembre de 2004, que está considerada un referente intelectual del siglo XXI, y uno de los más sólidos iconos intelectuales de una época. Fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2003.
La primera infancia de Susan Sontag tuvo como trasfondo los rascacielos de Manhattan. Era hija de un importador y exportador de pieles, Jack Rosenblat, y de su esposa Mildred Jacobson, ambos de origen judío. Eran un matrimonio adinerado que había hecho un buen patrimonio gracias a su negocio. Sin embargo, su trabajo les obligaba a viajar mucho y a pasar en China largas temporadas, por lo que Susan pasó la mayor parte de sus primeros años al cuidado de sus abuelos y de varias niñeras. Había cumplido cinco años cuando su padre murió de una afección pulmonar, y pocos meses después empezaron en ella los síntomas del asma. Buscando un mejor clima para su hija, Mildred decidió trasladar su residencia a Miami, y más adelante a Tucson.
Cuando hablaba de su niñez, Susan Sontag recordaba que fue un período más bien solitario, marcado por las ausencias de los padres primero, y después por el poco interés que su madre ponía en ella y en su hermana menor. Es posible que buscara su primer refugio en los libros y en el colegio, donde fue siempre una alumna brillante, tanto que tuvo que ascender de curso antes de los que le hubiera correspondido por motivos de edad. Por aquel entonces empezaba ya a leer libros escritos para un público adulto, y aún no había cumplido diez años cuando ya había leído a Víctor Hugo, a Balzac o a Edgar Alan Poe. Hizo también su primera aproximación al periodismo escribiendo e imprimiendo una revista que luego vendía a sus vecinos.
La madre de Susan volvió a casarse en 1945. Su segundo marido se llamaba Nathan Sontag, y aunque la niña sintió un lógico rechazo inicial por quien iba a ocupar el sitio de su padre, la boda no dio lugar a grandes traumas familiares. El único cambio notable fue el traslado de la familia a California. Allí, Susan se matriculó en el Instituto de North Hollywood y siguió leyendo vorazmente al tiempo que se convertía en directora del periódico del centro educativo, donde firmaba sus artículos con el nombre de Sue Sontag. Sus notas sobresalientes, la inteligencia que demostraban sus artículos y el respeto que despertaba entre sus condiscípulos, que habían pasado de considerarla «rara» a reconocer en ella un extraño talento, la llevaron a un puesto en el consejo escolar del Instituto, donde se graduó con dieciséis años. A continuación se matriculó en la Universidad de Chicago, un centro moderno, de alto nivel de exigencia académica. En la Universidad Susan trabajó duramente.
A los diecisiete años, se enamoró y se casó con uno de sus profesores, Philip Rieff. Aquella boda fue una sorpresa para algunos, pues era público que las preferencias sexuales de Sontag eran ambiguas. De hecho, había vivido un fugaz romance con otra intelectual, Harriet Sohmers. Nadie esperaba un matrimonio tan rápido, pero sucedió. En 1952, ya graduada Susan, tuvieron su primer hijo, David. Philip encontró una plaza de profesor en Cambridge, Massachussets. En 1954, Susan se matriculó en un programa de Filosofía en Harvard, donde se graduó antes de trasladarse a Oxford. Para entonces, y antes de cumplir los veinticinco años, ya había reconocido ante sí misma que la maternidad y la boda habían sido un craso error. Tras unos meses en Oxford, Susan siguió estudiando en París y viajó por varios países europeos. La efervescencia cultural francesa y las nuevas amistades que hizo durante ese período calaron en la autora, que tras su periplo europeo decidió regresar a Estados Unidos y separarse legalmente de su esposo. Obtenido el divorcio, pidió la custodia legal de David y se trasladó a Nueva York.
Hasta entonces, Susan Sontag había vivido del sueldo de su esposo y del montante de las becas que le concedieron y que servían para sufragar sus gastos en Europa. En Nueva York inició sus colaboraciones literarias, y también impartió algunas clases. Uno de sus alumnos fue Oscar Hijuelos, que ganaría el Premio Pulitzer con Los reyes del mambo tocan canciones de amor. En esa época, Sontag comenzó una relación estable con Irene Fornés e hizo lo que pudo por educar a David, creando entre los dos un vínculo tan estrecho como poco convencional.
A pesar de su intenso horario de clases, sus viajes y su dedicación maternal, Susan encontraba tiempo para escribir, y en 1961 había terminado la que sería su primera novela, El benefactor (inicialmente titulada Los sueños de Hyppolte) que llegó a manos del editor Roger Straus. En el mundo editorial, Straus era famoso por su sexto sentido, y se impresionó no sólo por la consistencia de las primeras páginas de la novela, sino también por el carisma de Susan. Aquella mujer de ojos oscuros y rizos castaños, que aún no había cumplido los treinta años, podía convertirse en una estrella. El editor pagó a Susan un modesto anticipo de quinientos dólares, pero se decidió a lanzarla como escritora.
Es también en esta época de principios de los sesenta cuando Susan Sontag empezó a colaborar con una de las «biblias» culturales del momento, la revista Partisan Review. Sus artículos impresionaron por su profundidad, por su autoridad, por la prodigiosa capacidad de la joven Susan para el análisis y la crítica.
El Benefactor no estaba escrita pensando en el gran público. Es una novela complicada, con una fuerte carga autobiográfica (cosa normal en un primer trabajo) y en cierta forma pretenciosa. Cuando se publicó, en 1963, la crítica desplegó todo su entusiasmo hacia el libro y hacia la autora. Pero hubo algo más: el interés de las revistas femeninas hacia una voz nueva que provenía de una mujer cuyo atractivo físico era indudable (y que fue convenientemente explotado por la editorial mediante las fotografías promocionales). El público, sin embargo, respondió mucho peor, y comercialmente la primera edición de la novela fue un fracaso. Esto supuso una decepción para Susan y obligó al astuto Straus (editor de seis Premios Nobel) a replantearse la carrera de su más reciente descubrimiento, orientándola más bien hacia el ensayo. Fue entonces cuando la autora empezó a trabajar en el que sería su primer gran éxito: Notas sobre lo Camp, un brillante trabajo de análisis sobre un fenómeno cultural que nadie hasta entonces había abordado desde una perspectiva teórica. De alguna forma, Sontag fue capaz de dar una dimensión intelectual a una cuestión que se tenía por frívola, inaugurando así una nueva forma de contemplar (y de juzgar, y de entender, y de criticar) los referentes culturales. Susan Sontag había inaugurado una nueva forma de mirar que la confirmó como figura de las letras americanas. Había llegado para ella el momento del despegue.
Empezó para Susan Sontag la época de la fama. Era requerida para pronunciar conferencias de un lado a otro del océano. La petición de colaboraciones en diferentes medios era constante. Se convirtió en una figura mediática de proporciones colosales. En 1966 apareció su segundo libro de ensayos, Contra la interpretación, una recopilación de veintiséis escritos ya publicados, donde hay textos sobre cine, teatro y filosofía la tiempo que se expone la particular visión del a autora sobre la interpretación y el análisis de la crítica, a la que reprocha que fije toda su atención en el contenido de la obra pasando de puntillas sobre el concepto de estilo. De nuevo, las ventas fueron discretas, pero su editor sabía que sólo tenía que esperar: algún día, cada obra de Sontag se vendería a diario en una veintena de países.
A pesar de que se había consagrado como ensayista, Sontag hizo otro intento como novelista escribiendo Death kit, que se publicó en 1967 y tampoco despertó entusiasmo. Para Susan, el final de la década de los sesenta fue también el momento del firme compromiso político. Participó en manifestaciones y protestas en contra de la Guerra de Vietnam, y llegó a realizar una gira por la zona del conflicto bélico, experiencia que relatará en Viaje a Hanoi. Su posición política le llevó a criticar positivamente la revolución castrista en Cuba, a donde viajó a finales de 1968. Un año más tarde publicaría la colección de ensayos Estilos radicales. En esa época sus viajes se multiplican mientras su hijo David, ya un adolescente, pasa mucho tiempo solo. La historia de Susan se repetía, sólo que ahora era ella la madre ausente y David el hijo solitario que se cría sin padres.
Su siguiente trabajo fue de corte cinematográfico, una película titulada Dúo para caníbales realizada en colaboración con la que entonces era su amante, la actriz y productora sueca Nicole Stephane. El filme, que fue definido como «una parábola sobre el poder», funcionó relativamente bien. A esas alturas cualquier cosa que Susan escribiera era muestra de atención y hasta de adoración. Se había convertido ya en una autora de culto, en el modelo perfecto de la artista-feminista. Era el símbolo de lo que podía significar la mujer en el nuevo mundo que se estaba creando. Elabora a continuación el guión de Hermano Carl. Vendrían luego otros trabajos cinematográficos, y por supuesto más artículos y conferencias. Entre los proyectos de Sontag estaba, a principio de los setenta, el de escribir un libro sobre la revolución cubana, pero su luna de miel con el régimen de Castro terminó cuando protestó públicamente, junto a otros intelectuales, por el trato que se había infligido al escritor disidente Heberto Padilla. Rodó luego un documental en Israel, y en 1975 publicaba Fascinating fascism, un alegato en contra de la realizadora alemana Leni Riefenstahl, que había simpatizado abiertamente con la causa nazi.
El de 1975 sería una año crucial para Susan Sontag: un chequeo rutinario (al que se sometió por consejo de su hijo) reveló que padecía un cáncer de mama. La autora tuvo que enfrentarse a una cirugía radical, pero también a los protocolos de una enfermedad ante la que muchos bajaban la voz, como si se tratase de una vergüenza. Entre los tratamientos que le ofrecieron, Sontag optó por el que recomendaba una quimioterapia muy agresiva, aún sabiendo que las secuelas físicas (eso sí, temporales) serían muy evidentes. Y, de todas formas, las posibilidades de supervivencia no eran muy altas. Los biógrafos de la escritora, Carl Rollyson y Lisa Paddock, aseguran que la reacción de Susan cuando le hablaron de que sólo el diez por ciento de los pacientes de cáncer se recuperaban, fue «bueno, pues alguien tiene que integrar ese diez por ciento«.
La enfermedad y su tratamiento ocuparon tres años de la vida de Sontag. Ella estaba decidida a plantar cara a la muerte. De su actitud vital, también de sus miedos y su sufrimiento, del contacto con otros pacientes, nació el ensayo «La enfermedad y sus metáforas». Para Sontag el cáncer fue una experiencia terrible y dolorosa de la que salió en cierta forma reforzada como persona. No hay que olvidar también que la enfermedad prácticamente la arruinó: carecía de seguro médico, y hubo de costear a sus expensas (y a la de muchos amigos que acudieron en su ayuda) un tratamiento especialmente gravoso. Mientras estaba enferma apareció su libro Sobre la fotografía, un lúcido ensayo acerca de un arte que siempre la fascinó. El libro fue un éxito de ventas, al igual que La enfermedad y sus metáforas, que apareció después.
Comenzaron para la autora años de intensa actividad en los que publicó el libro de relatos Yo, etcétera, Bajo el signo de Saturno o Leyendo a Susan Sontag. Dirigió también su cuarta película, Excursión sin guía, y fue elegida presidenta del PEN Club internacional. En 1987 publicó su libro de memorias Peregrinaje, y después la novela En América, National Book Award en 2000. En 1989 apareció El SIDA y sus metáforas, una honda reflexión sobre la peste de las postrimerías del siglo XX, y en 1992 la novela El amante del volcán, que obtuvo un sonoro éxito de ventas en Europa y en EEUU. En el terreno personal, estos son los años de una estrecha relación con otro símbolo de la cultura finisecular estadounidense: la fotógrafa Annie Leibovitz.
En los años siguientes, Sontag siguió escribiendo, viajando y trabajando por y para la literatura. Su compromiso con las libertades, que le llevó a condenar desde distintos regímenes totalitarios independientemente de su orientación política, a la persecución de escritores como Salman Rushdie, siguió siendo uno de los pilares de su vida y su tarea. Como muestra de su talante valga decir que, ante el drama de la guerra de los Balcanes, Sontag viajó a Sarajevo para dirigir su particular revisión de la obra de Samuel Beckett Esperando a Godot, bajo el título Godot en Sarajevo. La iniciativa, que fue tachada de oportunista por algunos colegas y que recibió muchas críticas, fue contestada por la propia Sontag de la siguiente manera: había viajado a Sarajevo a sus expensas, y ella misma había corrido con todos los gastos de producción del proyecto.
Poco después, en 1998, se enfrentaría de nuevo a una reproducción de su cáncer de mama, que combatió con un tratamiento especialmente doloroso del que llegó a recuperarse. Sin embargo, en marzo de 2003 se le diagnosticó leucemia. Ese mismo año fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, junto con Fatema Mernissi, y con el Premio de la Paz de los libreros alemanes, «por su compromiso con el pensamiento libre».
Murió en Nueva York en diciembre de 2004 y fue enterrada en París el 17 de enero de 2005, en el célebre cementerio de Montparnasse. El día de su muerte, su amigo el escritor Salman Rushdie la definió como «una gran artista literaria, una pensadora original e intrépida que luchó siempre por la verdad, y una infatigable aliada en muchas batallas«. En uno de sus últimos artículos, publicado en mayo de 2004, Sontag afirmaba: «La historia recordará la guerra de Irak por las fotografías y vídeos de las torturas cometidas por los soldados estadounidenses en la cárcel de Abu Ghraib«.
Bibliografía
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SONTAG, S. Contra la interpretación, Barcelona, Seix Barral, 1969
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SONTAG, S. Sobre la fotografía, Edhasa, Barcelona, 1981
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SONTAG, S. Yo, etcétera, Barcelona, Seix Barral 1983
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SONTAG, S. La enfermedad y sus metáforas, Barcelona 1985
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SONTAG, S. Estilos radicales, Barcelona, Muchnick Editores 1985
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SONTAG, S. El sida y sus metáforas, Barcelona, Muchnick Editores 1985
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ROLLYSON, C. y Paddock, L. Susan Sontag. Barcelona, Circe, 2002.