Senaquerib, Rey de Asiria (704-681 a.C.).
(Sin-akhe-eri-ba) Rey asirio, hijo y sucesor de Sargón II. Aunque había sido nombrado heredero, la muerte de su padre en Capadocia le creó serios problemas para alcanzar el trono. Resueltos los mismos, centró su reinado en resolver la cuestión de Babilonia, cuyo trono había heredado conjuntamente con el de Asiria. En Babilonia, un esclavo llamado Marduk-zakir-shumi II, aprovechando la muerte de Sargón II y la huida de Marduk-apla-iddina II, se había apoderado del trono. Sin embargo, duró poco tiempo, ya que Marduk-apla-iddina II pudo recuperar su gobierno con la ayuda de los elamitas. Ante estos hechos, Senaquerib reaccionó marchando contra Babilonia, obligando así a Marduk-apla-iddina II a huir por segunda vez. Senaquerib puso en el trono a Bel-ibni (702 a.C.), un noble caldeo de educación asiria. También en la zona de los Zagros diferentes tribus medas se habían sublevado. Senaquerib supo hacer frente victoriosamente a tal situación. Lo mismo ocurrió en el oeste, donde algunos principados, alentados por Egipto, intentaron eludir la tutela asiria. Por el sur, Marduk-apla-iddina II se lanzó nuevamente a recuperar su trono, empresa inútil, pues las tropas asirias se lo impidieron y le obligaron a huir por mar hacia el Elam. Al haber contado dicho rey babilonio probablemente con la complicidad de Bel-ibni, Senaquerib puso en el trono de Babilonia a su propio hijo mayor, Assur-nadin-shumi. Libre ya de preocupaciones (salvo unas cuantas campañas en el Tigris, en Cilicia y en el Tauro), Senaquerib pudo retirarse a Nínive, ciudad que hizo capital del Imperio y que convirtió en un verdadero foco de arte. Luego preparó el ataque definitivo contra el Elam, potencia a la que finalmente pudo derrotar. Sin embargo, tras unos cambios dinásticos producidos en dicho país motivados por una revolución palaciega, los elamitas lograron apresar al hijo de Senaquerib e imponer en Babilonia un rey, de nombre Nergal-ushezib. Senaquerib reaccionó violentamente con un ataque a caldeos y elamitas y tomó por fin Babilonia en el año 689 a.C. El comportamiento del rey asirio con respecto a Babilonia fue terrible, pues sus habitantes fueron deportados y su territorio anegado por las aguas del Éufrates. Resuelta así la cuestión babilónica, Senaquerib se dispuso nuevamente a poner fin al problema palestino (sus ciudades no le pagaban el tributo o se sublevaban) y a intentar la conquista de Egipto, empresa ésta en la que fracasó a causa de una terrible peste que lo detuvo en Pelusium. En Asiria, la desaparición del príncipe heredero había motivado una serie de crisis palaciegas y sordas luchas de influencia entre los demás hijos del rey, todos ellos aspirantes al trono de Asiria. Cuando fue nombrado el hijo menor, Assarhaddón, tenido de su esposa la reina Naqi’a (Zaqutu), como sucesor, los demás hermanos (Assur-mushetiq, Arad-Belit, Nergal-Mu[…] y Shaditu) pactaron entre ellos su eliminación. Senaquerib, advertido, pudo enviar a su hijo menor al exilio para librarlo así de una muerte segura. Como reacción, los conjurados asesinaron a su propio padre cuando éste rezaba en el templo de Nínive. El Libro 2 de los Reyes alude a que su muerte fue debida a uno de los toros alados del santuario que al caerse aplastó al rey.