Salomon, Erich (1886-1944).
Fotógrafo alemán nacido en Berlín en 1886 y fallecido en Auschwitz en 1944. Tardó muchos años Salomon en vincularse al mundo de la fotografía mas, cuando lo hizo, esta vinculación fue de las más fructíferas que la historia de este arte ha conocido.
Entre 1906 y 1909 estudió Zoología e Ingeniería en Berlín, para más tarde licenciarse en Derecho en Múnich y Berlín. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, realizando el servicio militar, fue hecho prisionero en un campo francés convirtiéndose en intérprete y portavoz de los detenidos. Al finalizar la guerra, comenzó a trabajar en la Bolsa de Valores y más tarde en una fábrica de pianos para fundar finalmente una agencia de alquiler de coches y motos con sidecar. Hacia 1926 empezó a trabajar en la editorial Ullstein, desarrollando actividades de relaciones públicas. Fue así como entró en contacto con la fotografía y, cuando decidió adquirir su primera cámara, una Ermanox, tomó una serie de imágenes que había realizado en un tribunal, llamando la atención sobre la forma en que las había conseguido; tanto es así que fueron publicadas en el Berliner Illustrierte y retribuidas con dos meses de sueldo.
En 1930 abandonó la editorial para trabajar como fotógrafo independiente para las publicaciones Berliner Illustrierte, Münchner Illustrierte Presse, Fortune, Life, Daily Telegraph y otras publicaciones de Ullstein. Tenía una manera especial de captar los acontecimientos políticos y sociales, “à la sauveté” que diría el maestro Cartier-Bresson años después; tenía el don de estar presente en todas partes pero sin hacerse notar, plasmando en sus imágenes toda la sutil fineza de sus observaciones.
Fue sin duda el fundador del reportaje fotográfico moderno. Para ello se apoyó en los avances tecnológicos que suponía la gran luminosidad del objetivo Ermanox y la utilización de placas de gran sensibilidad que no hacía necesario el uso de flash. Sus fotografías permitieron por primera vez a los lectores de prensa tener la sensación de estar realmente presentes en el instante en que ocurrían los acontecimientos. Se trataba de imágenes claras, frescas, sin pose ni composición previa, aparentemente improvisadas, pero que tenían la gran virtud de recoger las expresiones de los retratados en momentos en los que no eran conscientes de ello. Así, con ocasión de su asistencia a un debate político en el que la prensa gráfica no estaba invitada, Aristide Briand le descubrió y exclamó: “¡Allí está, el rey de los indiscretos!”.
A principios de los años cuarenta emigró a los Países Bajos y en 1943 fue descubierto por los nazis de Scheveningen. Dada su condición de judío, fue primero enviado a Theresienstadt y luego a Auschwitz, donde, junto a su esposa y su hijo Dirk, fue asesinado en 1944.
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