Salazar, Antonio de Oliveira (1889-1970).
Político y gobernante portugués, nacido en Vimieiro (aldea del concejo de Santa Comba Dâo, distrito de Viseu) el 28 de abril de 1889 y muerto en Lisboa el 27 de julio de 1970. Dirigió con plenos poderes su país entre 1932 y 1968, e instituyó en Portugal el llamado Estado Novo, sistema de gobierno autoritario y corporativo.
Estudios y dedicación académica
Era hijo de Antonio de Oliveira y María do Resgate Salazar, ambos campesinos con pocos recursos. Tras recibir la formación primaria en su aldea, en 1900 fue enviado al Seminario de Viseu, con vistas a una posible ordenación. Recibió las órdenes menores en 1908, pero al poco abandonó los estudios eclesiásticos y decidió dedicarse a la enseñanza privada en el Colegio da Via Sacra (colegio religioso de la misma ciudad). Manifestó un gran interés por la Pedagogía, inclinación que le llevó en 1909 a pronunciar una conferencia sobre educación.
Entre 1910 y 1914 estudió Derecho en la Universidad de Coimbra y en 1912 participó en la reorganización del Centro Académico da Democracia Cristâ (Centro Académico de la Democracia Cristiana, CADC), del que era miembro desde 1911, y cuya sede había sido destruida por grupos anticlericales.También colaboró en el diario de la organización, el Imparcial (con el pseudónimo de Alves da Silva) y en Liberdade (Libertad, diario de Oporto). En las actividades de reorganización colaboró, junto a Salazar, Manuel Gonçalves Cerejeira, amigo de los tiempos de seminario -quien más tarde fue nombrado cardenal-arzobispo de Lisboa- y que por entonces era presidente del CADC, mientras que Salazar llegó a ser Secretario Primero de esta organización.
Tras finalizar la licenciatura realizó el Doctorado (su tesis fue O Ágio do Ouro e A Questâo Cerealífera, ‘El Comercio de Oro y la Cuestión Cerealística’) y obtuvo en ambos grados académicos calificaciones sobresalientes.
En 1917 fue profesor ayudante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Coimbra, y luego catedrático de Ciencia Económica en la misma Universidad desde 1918. Eran ya conocidas algunas claves de su pensamiento socio-político: limitaciones morales a las atribuciones del Estado, organización jerarquizada, importancia de la educación, vida integral (política, civil, religiosa…). En 1919, junto con otros profesores, fue temporalmente suspendido de sus funciones magisteriales al haber sido acusado de implicación en revueltas y propaganda monárquica («Monarquía del Norte», revuelta de Monsanto); no obstante, recuperó pronto su cátedra, tras publicar su declaración al expediente con el título de A Minha Resposta (Mi respuesta), en la que declaró que más importante que la forma de gobierno era una buena dirección política, la competencia administrativa y los valores de los responsables.
Actividad política
Los inicios: el Centro Católico y la difusión de su ideario
En 1921 comenzó su actividad política al ser elegido diputado por Guimarâes dentro del partido Centro Católico (del que era dirigente). Disgustado con la actividad parlamentaria, abandonó ese cargo inmediatamente y volvió a la Universidad. Se dedicó durante cuatro años a exponer sus ideas sociales y económicas en diversos congresos (Congreso Católico de Oporto, abril de 1922; Congreso de Asociaciones Comerciales e Industriales, en Lisboa en diciembre de 1923; Congreso Eucarístico de Braga, julio de 1924; Congreso Luso-Español para el Progreso de las Ciencias) y en el diario Novidades, siempre en representación del Centro Católico.
Frente a los católicos monárquicos, se mostró partidario de la aceptación de la República: «Nosotros, católicos, tenemos, en primer lugar, el deber de prestar obediencia a los poderes constituidos, a las autoridades, a las leyes y a las órdenes emanadas de aquellas autoridades». Profundamente influido por el francés Maurras, reafirmó sus ideas acerca de la necesidad de contar con una buena administración estatal (que no existía por entonces según su opinión), siempre sin imponerse a las cuestiones humanas más profundas. Para él, la sociedad era un todo. En 1925 volvió a presentarse a elecciones, ahora como candidato por Arganil, pero no fue elegido. No obstante, contaba con el apoyo de algunos sectores políticos (los católicos conocedores de la doctrina social eclesiástica promulgada por León XIII, los funcionalistas que apoyaban gobiernos competentes, los partidarios de reformas políticas que fortaleciesen el Estado) y sociales (clases medias tradicionalistas, clases campesinas).
Del ministerio de Hacienda a la Presidencia del Consejo de Ministros
El 28 de mayo de 1926 el general Gomes da Costa derribó el gobierno portugués y encabezó él uno nuevo (adversario del Partido Republicano Democrático) junto con otros dos militares, Mendes Cabeçadas y Fragoso Carmona. El 30 de mayo Salazar fue nombrado ministro de Hacienda (Finanças) del 2º gobierno, presidido por Mendes Cabeçadas. Días después, el 17 de junio, terminó sus funciones al hacerse con el poder Gomes da Costa, que se mantuvo hasta que el 9 de julio, momento en que Carmona obtuvo el mando único.
Salazar apenas tuvo oportunidad de exponer su proyecto de acción ante el gobierno del país. Vuelto a su cátedra, volvió a ser requerido para tareas de gobierno el 26 de abril de 1928, de nuevo como ministro de Hacienda. Dada la mala gestión que llevaron a cabo los sucesivos titulares de esta cartera entre 1926 y 1928, que endeudaron al país y lo colocaron al borde de la dependencia extranjera (en 1927 se había solicitado un empréstito a la Sociedad de Naciones, que impuso la tutela de la organización sobre la economía portuguesa a cambio del préstamo), obtuvo los poderes especiales que para su desempeño había solicitado ya en 1926, ahora especificados en Condiciones de la reforma financiera. Según las mismas, para equilibrar los presupuestos podía limitar los gastos de todos los ministerios, departamentos e, indirectamente, de los municipios; de este modo controlaba toda la labor de gobierno. A cambio, destinó los presupuestos a actividades productivas, según su esquema de aplicación: lograr un equilibrio financiero, que estabilizaría la moneda y aumentaría la producción, logrando así afrontar en condiciones las cuestiones sociales (buena organización económica, orden público) y políticas (fortalecimiento del Estado, centralización administrativa, supresión de partidos).
En 1929 había hecho desaparecer el déficit, aumentado las reservas de oro y equilibrado importaciones y exportaciones. Convertido en sostén del régimen militar, al año siguiente recibió, sin abandonar la cartera de Finanzas, el ministerio de Colonias, aunque sólo provisionalmente: en su corta labor en este ministerio promulgó la Carta Colonial. El mismo año, en el discurso del 4º Aniversario de la Dictadura Nacional, atacó la «demagogia» parlamentaria, y por entonces elaboró un completo programa de reformas de gobierno. Sus fuentes eran el tomismo y la doctrina social de la Iglesia, y cierto estatalismo (sin llegar al totalitarismo) y consideración de la historia de Portugal; el objetivo era la constitución de un Estado fuerte y corporativo. Comenzó a poner en práctica estas ideas el 5 de julio de 1932, cuando fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros (primer ministro) por el presidente Carmona.
Promotor del Estado Novo Corporativo
Tras tomar posesión de la presidencia del Consejo de Ministros, encargó un proyecto de Constitución que fue aprobado en referéndum el 19 de marzo de 1933, y que finalmente promulgó el 11 de abril. Ello significó la institución del Estado Novo Corporativo, autoritario en lo político e intervencionista en lo social y económico, y que apelaba a la solidaridad nacional presidida por el Estado para superar conflictos partidistas. Estaba sostenido por la Uniâo Nacional (Unión Nacional), partido existente desde 1930 y legalizado en 1932, que integraba a católicos, monárquicos y nacional-sindicalistas, y que acabó por identificarse con la estructura del Estado como partido único, del que Salazar era también presidente.
Meses después, ya en 1933, complementó la Constitución con el Estatuto do Trabalho Nacional (‘Estatuto Nacional del Trabajo’) y los Sindicatos Nacionais (‘Sindicatos Nacionales’). Asimismo en 1933 creó la Polícia de Vigilância e Defensa do Estado (‘Policía de Vigilancia y Defensa del Estado’, PVDE) y el Secretariado da Propaganda Nacional (‘Secretariado de Propaganda Nacional’), encomendado a António Ferro. A través de estas medidas, reforzó los medios de represión, para no necesitar de la solicitud de apoyo (con el que no obstante contaba en estos momentos) mediante sufragios.
Uno de los sectores integrantes del régimen, el nacional-sindicalista, fue apartado del gobierno al ser exiliados sus dirigentes tras una sublevación fallida en 1935. En 1936, iniciada la Guerra Civil Española (que tuvo gran efecto en Portugal), asumió nuevos poderes al hacerse cargo de los ministerios de Guerra (hasta 1944) y Asuntos Exteriores (Negócios Estrangeiros, hasta 1947), que añadió a la cartera que ya poseía de Hacienda (hasta 1940): desde la cartera de Guerra reorganizó el ejército portugués. El 19 de mayo del mismo año creó las organizaciones patrióticas Mocedade Portuguesa (‘Juventud Portuguesa’), y el 30 de septiembre la Legiâo Portuguesa (‘Legión Portuguesa’).
Oposición y apoyos a su gobierno. Su política interior y exterior
De 1933 a 1945: el Estado autoritario
Ya en la década de los años 30 hubo una oposición activa a su régimen por parte de algunos sectores políticos, en 1934, 1935 y 1936 hubo varias revueltas: la de 1936 organizada por los marineros de los buques Afonso de Albuquerque y Dâo, en apoyo del Frente Popular español, tras lo cual fue creada la Legión Portuguesa; en 1937 un grupo de anarquistas hicieron explotar una bomba a su paso, sin que sufriese heridas. Salazar pudo salvar la contestación de esos sectores gracias al temor popular a cambios extremos, a la vista de lo tenso de la situación internacional. También en los 40 hubo cierta oposición del Partido Comunista Portugués (PCP) y otros (republicanos, socialistas), pero nunca con la suficiente fuerza revolucionaria.
En la época correspondiente a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) gozó de gran estabilidad, salvo las sucesivas huelgas de 1942, 1943 y 1944. Contó con el apoyo del ejército, las clases medias rurales y urbanas, e igualmente con el sostén de parte de los trabajadores y empresarios. Tuvo buenas relaciones con la Iglesia católica, y el 7 de mayo de 1940 firmó en Roma un Concordato y un Acuerdo Misionero con la Santa Sede.
Apoyó la sublevación militar de 1936 en España y reconoció el gobierno del general Franco en abril de 1938. En marzo del año siguiente firmó con éste un tratado de amistad, en virtud del cual se constituyó el Bloque Ibérico. En febrero de 1942 se entrevistó con el dictador español en Sevilla, en el que posiblemente influyó para que no apoyase de forma armada a la Alemania nazi. Él mismo mantuvo igualmente la neutralidad portuguesa en la Segunda Guerra Mundial, pero cuando desapareció el riesgo de invasión alemana (1943), permitió el establecimiento de importantísimas bases aliadas en las islas Azores en coherencia con la tradicional amistad con Inglaterra (fue incluso nombrado doctor Honoris causa por la Universidad de Oxford en abril de 1941).
De 1945 a 1968: la «democracia orgánica»
Acabada la Segunda Guerra Mundial, los opositores a Salazar mostraron mayor actividad: se habían organizado en 1944 en el Movimento de Unidade Nacional Antifascista (‘Movimiento de Unidad Antifascista Nacional’, MUNAF) y luego en el Movimento de Unidade Democratica (‘Movimiento de Unidad Democrática’, MUF). Aunque fue un momento muy crítico para la continuidad del régimen de Salazar, las elecciones legislativas de 1945 y 1949 (la candidatura de la oposición estaba representada por Norton de Matos) y el apoyo aliado a Portugal (para evitar la influencia soviética) acallaron las disidencias. En julio de 1949 logró la entrada de Portugal en la OTAN.
En 1951, cuando murió el presidente Carmona, ocupó interinamente su cargo hasta la elección de Craveiro Lopes (9 de agosto). Frenados sus planes de crecimiento durante la guerra por la falta de materias primas y maquinaria y la desorganización del comercio, durante la posguerra -periodo llamado de la «democracia orgánica»-, fomentó planes de nuevo desarrollo económico: equilibrio de la moneda portuguesa, el escudo; y, muy especialmente, potenciación de la industria y de los sectores financieros. No obstante, ese desarrollo tuvo lento desenvolvimiento; tampoco el corporativismo se mostró efectivo en la justa redistribución de bienes. Con ocasión de las elecciones presidenciales de 1958 fue especialmente problemática la candidatura del general Humberto Delgado, que aglutinó descontentos: elegido al fin en aquellas el candidato oficial, Américo Thomaz, Delgado no aceptó los resultados por la manipulación del régimen y encabezó la más activa oposición a Salazar. En 1961 organizó con ayuda de Henrique Galvâo el asalto al cuartel de Beja y al buque portugués Santa María, para suscitar la atención mundial, y en 1965 fue finalmente muerto en emboscada en España por la policía política portuguesa, la PIDE (Polícia Internacional e de Defensa do Estado, ‘Policía Internacional y de Defensa del Estado’).
Para evitar situaciones parecidas, Salazar reformó en 1959 la Constitución para sustituir la elección directa del Presidente por la de un colegio electoral restringido (sistema aplicado en las elecciones de 1965, últimas del periodo de gobierno de Salazar). También en los años 60, otro de sus principales centros de atención fue la política exterior; reasumió la cartera de Defensa (abril de 1961) para intentar, en medio de la corriente descolonizadora, el mantenimiento de las colonias portuguesas, aunque esta misión fue una tarea de gran dificultad. Así, a finales de 1961 no se pudo evitar la ocupación de Diu, Damago y Goa por el ejército indio. La constitución de Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Sâo Tomé e Príncipe y Timor Oriental en provincias de Ultramar no evitó los graves levantamientos armados que se produjeron en algunos de estos territorios (en Angola, desde 1961; en Guinea desde 1963; en Mozambique desde 1964); asimismo, fue presionado por diversos países africanos, y la ONU recomendó medidas contra Portugal hasta que no se retirase de los mismos. Mientras tanto, continuaba el sistema de vigilancia que había impuesto sobre el país.
Apartamiento del gobierno y desaparición del régimen
En septiembre de 1968 sufrió un derrame cerebral, que le mantuvo en un hospital hasta febrero de 1969. Sin haber recuperado por completo el movimiento, murió en su casa de Lisboa en julio de 1970. Desde el comienzo de su enfermedad había sido sustituido como Presidente del Consejo de Ministros por Marcelo Caetano, quien mantuvo el Estado Novo instituido por Salazar hasta la Revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974, promovida por un grupo de oficiales jóvenes y secundada por gran parte del ejército. Con plenos poderes, se caracterizó por su decisión y constancia en la acción de gobierno; sin embargo, era de costumbres austeras, y no gustó de las apariciones públicas características de los gobernantes de otros regímenes en que se inspiraba, como el fascista italiano de Mussolini.
Bibliografía
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