Romero Freg, Ricardo (s. XX).
Matador de toros mejicano, cuyo nombre ha quedado perennemente ligado a la historia de la Tauromaquia merced a un vistoso lance de capote inventado por él, la fregolina, consistente en citar al toro como si se le fuera a ejecutar una gaonera, para pasarse la capa por detrás de la espalda de una mano a otra y formar así una especie de revolera. Es interesante observar que fue el citado Ricardo Romero Freg, y no su famoso tío Luis Freg Castro, el verdadero creador de la fregolina, por más que muchos aficionados europeos e hispanoamericanos, desconocedores de la figura taurina de Ricardo Romero, atribuyan a Luis Freg la invención de este bellísimo lance.
Por lo demás, el hecho de haber nacido en el seno de una familia tan vinculada al mundo del toro (en la que, además del citado Luis Freg, eran toreros sus hermanos -y, por tanto, tíos de Ricardo- Miguel y Salvador Freg Castro) fue determinante a la hora de marcar los derroteros profesionales del joven Ricardo Romero. Tras un período inicial de aprendizaje por su México natal, las buenas relaciones taurinas de su familia le permitieron cruzar el Atlántico para venir a presentarse, todavía en calidad de novillero, en las principales plazas españolas. Así, en la temporada de 1925, después de haber tomado parte en tres funciones de novillos verificadas en el pequeño coso madrileño de Vista Alegre, consiguió ser contratado para hacer su presentación oficial en la primera plaza del mundo.
Tuvo lugar esta comparecencia en el coso principal de Madrid el día 27 de agosto de dicha campaña de 1925, fecha en la que Ricardo Romero Freg no agradó con su toreo a la severa afición de la Villa y Corte. Así las cosas, desanimado por este fracaso inicial, decidió hacer las maletas y regresar a su lugar de origen, donde pronto obtuvo un mayor reconocimiento que, al cabo de un par de años, le permitiría obtener el grado de doctor en Tauromaquia.
En efecto, el día 12 de diciembre de 1927 Ricardo Romero Freg cruzó el redondel de la plaza de toros de El Toreo, dispuesto a tomar la alternativa que había de cederle su padrino, el coletudo madrileño Luis Moragas Fuertes («Luis Fuentes Bejarano»); el cual, bajo la atenta mirada del espada bilbaíno Martín Agüero Ereño, que comparecía en calidad de testigo, le cedió la muleta y el acero con los que había de trastear y despenar a un burel que había pastado en las dehesas charras de Piedras Negras. Este acceso al escalafón superior de los matadores de reses bravas sólo tuvo validez en suelo mejicano, pues el inspirado inventor de la fregolina no volvió a torear en suelo hispano, con lo que su alternativa quedó sin confirmar.