Rockefeller, John Davison (1839-1937).
Industrial y magnate del petróleo estadounidense, nacido el 8 de junio de 1839 en la ciudad de Richford (estado de Nueva York) y fallecido el 23 de mayo de 1937, en la localidad de Ormond Beach (estado de Florida). Fue la primera persona que creó un trust y el fundador de una impresionante fortuna familiar que perdura hasta nuestros días.
Hijo mayor de un médico rural que se dedicaba a la venta ambulante de todo tipo de remedios curativos y de una madre trabajadora y excesivamente religiosa, el joven John Davison Rockefeller comenzó pronto sus actividades comerciales, prácticamente en su primera época escolar, cuando tras salir de la escuela se dedicaba a la cría de gallinas, con cuya venta compraba especias que luego revendía a las gentes de su ciudad natal.
Tras ser abandonados por el cabeza de familia, ésta se trasladó a la ciudad de Cleveland, en el año 1843, donde Rockefeller aprendió los conocimientos básicos sobre diversas materias que posteriormente le serían de una gran utilidad: contabilidad, comercio general, redacción, etc. Dos años más tarde, cuando tan sólo contaba con 16 años de edad, Rockefeller entró a trabajar en la biblioteca municipal, lo que le permitió acceder a un curso de contabilidad y administración y recalar, ese mismo año, en la empresa de Cleveland Hewitt & Tuttle, firma integrada por comisionistas mercantiles y consignatarios de productos agrícolas, comerciantes en granos y otros productos del sector agrario. Después de permanecer cerca de tres años en dicha empresa, ganando de tres a cuatro dólares semanales, Rockefeller solicitó un aumento de sueldo, pero ante la taxativa negativa de la empresa, éste decidió despedirse para montar su propio negocio. Gracias a su espartano sistema de vida y a su dedicación religiosa dentro de la Iglesia baptista, imbuida por su madre, Rockefeller abrió su primer negocio junto con su socio Morris B. Clark, británico mayor que él y empleado de otra firma de comisionistas de Cleveland. A los 20 años de edad, el prometedor joven empresario contaba, además de con una cuarentena de clientes seguros y una cifra de ventas superior a los 100.000 dólares, con unas especiales condiciones para los negocios, esto es, clarividencia, pasión por el ahorro en los costes, capacidad excepcional para la organización y, sobre todo, una estrategia comercial ofensiva y novedosa para aquellos tiempos, cualidades todas ellas que hicieron posible que muy pronto forjase un gran imperio económico.
Rockefeller aprovechó de manera sensacional el inicio de la década de los años sesenta del pasado siglo en los Estados Unidos de América, la cual resultó clave para la historia del joven país americano. Los sucesivos gobiernos republicanos (Rockefeller votó y apoyó públicamente la candidatura de Abraham Lincoln) estaban preparando el terreno legislativo adecuado al desarrollo de la economía yanqui, para convertirla en la hegemónica en todos los territorios de la Unión. Rockefeller se sirvió de las ventas de terrenos del país (con sus minas y fuentes inagotables de energía por explotar) y del enorme potencial humano debido a la avalancha de personas llegadas del exterior para iniciar el definitivo despegue económico. El estallido de la Guerra de Secesión norteamericana, comenzada en el año 1861, resultó un auténtico infierno para la gran mayoría de los estadounidenses, pero unos cuantos, entre ellos la firma de Rockefeller, supieron sacar el mayor provecho del conflicto merced al tráfico de alimentos, materias primas y armas que toda guerra conlleva. La firma Clark & Rockefeller empezó a recibir una auténtica avalancha de pedidos provenientes del Ejército de la Unión, pero Rockefeller, demostrando una sagacidad extraordinaria y gran capacidad para adelantarse a los demás competidores, puso sus ojos en el naciente negocio del petróleo, apercibiéndose de las inmensas posibilidades económicas que tal negocio podía reportarle en una «economía de guerra», con un ejército escaso de aceite para el alumbrado y de queroseno, vital para su maquinaria de guerra.
Antes de volcarse de lleno en el negocio del petróleo, Rockefeller estudió detenidamente la cuestión para llegar a la conclusión de que lo verdaderamente importante del sector no era tanto el poseer pozos de extracción, sino el transportar el crudo y el refinarlo. Una vez que se convenció, Rockefeller invirtió, en el año 1863, 4.000 dólares en la creación de su segunda empresa, la Andrews, Clark & Co., ubicada en Cleveland, junto con su antiguo socio Clark, dos hermanos de éste último y un técnico británico, Samuel Andrews. El gran alza del petróleo (demanda superior a la oferta) permitió a la empresa de Rockefeller una serie de ganancias sustanciosas. El 8 de septiembre de 1864, John Davison Rockefeller contrajo matrimonio con la única mujer conocida de su vida, la también religiosa Laura Spelman.
Al poco tiempo de surgir las primeras desavenencias graves en el seno de la empresa, ésta fue puesta a la venta mediante el sistema de subasta pública, en la que Rockefeller y Andrews pujaron conjuntamente contra su antiguo socio Clark en una dramática pelea económica por hacerse con el control de la firma. Finalmente, Rockefeller se hizo con la firma por un valor de 72.500 dólares, a la que rebautizó con el nombre de Rockefeller & Andrews. Gracias al revolucionario proceso para refinar el crudo que Andrews inventó, la empresa creció de manera meteórica, lo que le permitió a Rockefeller ampliar su visión del negocio petrolero mediante acuerdos con diversas refinerías para el transporte del crudo por medio de la construcción de enormes oleoductos, así como la fundación de una nueva empresa, la Rockefeller, Andrews & Flager, con participación de su hermano William y varios destiladores más, y la obtención de licencias de transporte para diversos estados gracias a los sobornos y presiones de todo tipo, preparando así el advenimiento de la que sería su primera gran empresa personal, levantada con un capital de un millón de dólares, la Standard Oil Company of Ohio o ESSO. Ante de eso, Rockefeller asignó a su hermano un puesto en Nueva York, como encargado de la exportación, y a Henri M. Flager la misión de enlace entre la empresa y las compañías ferroviarias que estaban encargadas de distribuir la mercancía.
El 10 de enero de 1870, Rockefeller fundó oficialmente la Standard Oil Company of Ohio, desarrollando desde ese momento una guerra sin cuartel contra la competencia. Dos años más tarde, Rockefeller poseía refinerías en Cleveland, Pittsburgh y Filadelfia, acaparaba capacidad para reorganizar, en el año 1872, todo una red de líneas ferroviarias rivales, la South Improvement Company; se aseguraba así la adecuada distribución de su petróleo y el control de los oleoductos. Entre los años 1875 a 1878, el 80% de la capacidad de refinados del país había sido absorbida, de un modo u otro, por la Standard Oil, estableciendo un monopolio de hecho sobre el petróleo. El porcentaje de monopolio creció en el año 1890, con el 95% del total, todo ello a pesar del grave proceso de crisis por el que la economía estadounidense estaba sufriendo desde los años 1870, con la caída de precios agrícolas en el mercado y el consiguiente hundimiento de los valores bursátiles, la cual afectó también a la minería y al ferrocarril. El marasmo económico, no obstante, fue aprovechado por los grandes magnates del país para aumentar la concentración monopolista y de capitales. De todos ellos, Rockefeller fue, nuevamente, el que mejor supo aprovechar la coyuntura.
Una vez que Rockefeller hubo recorrido las etapas fundamentales en la carrera monopolista (control de precios y reparto de mercados), éste completó el proceso mediante la creación de una entidad que asumiera y superara, a un tiempo, ambos procesos, esto es, la creación de un verdadero trust (confianza), el primero del mundo. Así pues, a principios del año 1882, Rockefeller creó la Standard Oil Trust, después de haber reorganizado otra vez todas sus empresas y formar un grupo de filiales que abarcaban la concentración, refinado, transporte y venta del petróleo, todo bajo la dirección única y directa de Rockefeller. Esta dirección colectiva de un sólo organismo con intereses múltiples permitió la formación de una única organización, basada en la reducción de gastos generales, la eliminación de fricciones internas y de competencias externas, y, además, la formación de una entidad comercial cuyos intereses se extendían por todas las áreas de la economía estadounidense. La nueva empresa de Rockefeller capitalizaba, en el año 1886, 70 millones de dólares y unos beneficios próximos a los 15 millones anuales, constituyéndose en el modelo a seguir en el modelo capitalista estadounidense.
En el año 1889, Rockefeller recreó su viejo trust tras llegar a varios acuerdos con importantes hombres de negocios que, sólo en apariencia, nada tenían que ver entre sí. Gracias al amparo directo del presidente McKinley, Rockefeller levantó la Standard Oil Company of New Jersey, con un capital de 110 millones de dólares.
En suma, Rockefeller, a parte de las cualidades para los negocios, supo articular su poderoso trust alrededor de un contexto político adecuado para sus intereses, creando un poderosísimo lobby (grupo de presión económico) muy próximo a la presidencia y entorno a los más importantes e influyentes políticos de su país, lo cual trajo consigo que los múltiples ataques políticos y persecuciones legales de que fue objeto se diluyeran en la nada. No obstante, la presión creciente de la masa popular contra su fortuna, creada en base al monopolio, y la presión constante del Partido Demócrata, con la ley anti-trust de Sherman (1890) y la ley contra las tarifas de favor, la Interstate Commerce Act (1887), provocaron que Rockefeller disolviera su trust cansado de las investigaciones oficiales y de la loca carrera por mantener la vigencia del monopolio y, en especial, de los numerosísimos enemigos que se había granjeado por la maraña de secretos y trampas legales que hicieron posible la creación de su imperio. Rockefeller nombró a John Archbold, uno de sus antiguos rivales, gerente principal de sus empresas para convertirse, a partir de ese momento, en el único contacto que su fundador mantuvo con la empresa.
Rockefeller entró en el siglo XX con un pie diferente. Poseía un monopolio extendido por todo el mundo, una imagen pública mejorada gracias a la labor un gabinete de prensa y relaciones públicas y una vida familiar estable, pero no logró contrarrestar la maquinaria de acoso y derribo montada contra su imperio y persona. Las persecuciones judiciales contra Rockefeller se produjeron durante los dos mandatos presidenciales de Theodore Roosevelt. En el año 1907, la filial Standard Oil of Indiana fue condenada al pago de una multa de 25 millones de dólares como culpable de 1.462 casos de actuaciones ilegales, la cual no se llegó a hacer nunca efectiva debido a las demoras y recursos interpuestos. Pero, sin duda alguna, la puntilla que provocó la definitiva disolución de la Standard Oil Company of Nueva Yersey fue la aplicación estricta, en el año 1911, por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, de la ley anti-trust Sherman. Aunque la ley no acabó con la empresa, Rockefeller abandonó de manera activa el mundo de los negocios y la dirección de su imperio, recayó sobre sus mejores ejecutivos y hombres de confianza.
La aparición en el mercado petrolero internacional de la Royal Dutch-Shell, a principios de siglo, Rockefeller perdió el práctico monopolio mundial del petróleo, circunstancia a la que se sumó la irrupción de nuevos empresarios y magnates, como Jean Paul Getty.
Durante el período más álgido de su imperio, Rockefeller llegó a alcanzar la increíble cifra de 500 millones de dólares de fortuna personal, con una renta anual de 60 millones. Su imperio aglutinaba bancos (National City Bank, Farmer´s Loan and Trust), las filiales y empresas dependientes directamente de la Standard, intereses en minas de cobre en Montana, de hierro en Minnesota y en gas y transportes públicos de Nueva York, grandes participaciones en la línea ferroviaria de la Union Pacific y Middle West y accionista principal de la United States Steel Comporation (la mayor productora de acero del mundo).
Debido a un gran sentido moral, ético y religioso, inculcado desde muy pequeño por su madre, Rockefeller no dejó de practicar obras de caridad y de beneficencia verdaderamente espléndidas, práctica que se remontaba a sus tiempos juveniles de empleado en Cleveland, en los que daba pequeñas aportaciones para el mantenimiento de la pequeña iglesia baptista, prácticas que realizó siempre sin el afán propagandístico de que hicieron gala otros insignes millonarios de su época. En el año 1891, Rockefeller invirtió 45 millones de dólares en la reconstrucción de la Universidad de Chicago, de la que fue presidente. En el año 1901 se inauguró oficialmente el Rockefeller Institute for Medical Research (Instituto Rockefeller para la Investigación Médica), el primero de ese tipo en los Estados Unidos de América, inspirado en otras instituciones similares como el Instituto Pasteur de París. Dos años más tarde, en 1903, nació el General Education Board, gracias a la donación de Rockefeller de 96 millones de dólares, con el objetivo de educar a las poblaciones más marginales de su país, en especial la de color. En el año 1910, creó la Fundación Rockefeller, con la misión de administrar la enorme fortuna familiar, cediendo para ello 50 millones de dólares a cada uno de sus tres depositarios en títulos de la Standard Oil para constituir el fondo inicial del organismo. Rockefeller fue acusado de oportunismo y de intentar desviar gran parte de su fortuna al emprender tan magno proyecto poco antes de la sentencia que el Tribunal Supremo iba a dictaminar contra el monopolio de su empresa. Pero, tres años más tarde, éste pudo convencer a las autoridades judiciales de su país de las buenas intenciones de la obra, la cual fue aprobada oficialmente y dotada de sus propios estatutos. La última obra filantrópica de Rockefeller fue la creación del Memorial Laura Spelman Rockefeller, integrado en el programa de actividades de la propia Fundación del año 1918.
De su matrimonio con Laura Spelman, Rockefeller tuvo cuatro hijas y un hijo, John Davison Rockefeller júnior, éste último graduado en la Universidad de Brown y que se dedicó por entero a las obras y actividades filantrópicas de la familia.
Bibliografía
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KUTZ, M: Rockefeller Power. (Barcelona: Ed. Euros. 1975).
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PUJOL, Carlos (coord): Forjadores del mundo contemporáneo. volumen nº 4. (Barcelona: Ed. Planeta. 1979).
CHG