Polibio (ca.200-post118 a.C.).
Historiador griego, nació en Megalópolis. Su padre fue Licortas, un importante político aqueo que fue nombrado varias veces estratego de la Liga aquea. Durante su niñez recibió una esmerada educación y, más tarde, se inició en la carrera política: así, en el año 169 a. C. fue nombrado hiparco de la Liga aquea. Tras la batalla de Pidna, fue deportado en calidad de rehén junto con otros mil aqueos a Roma, donde en teoría se debía instruir un juicio. Sin embargo, su estancia en Roma no fue la propia de un prisionero, pues Polibio entró pronto en contacto con la aristocracia romana aficionada a la cultura griega. De ese modo, Polibio trabó amistad con Escipión Emiliano, al que seguramente acompañó a España (en el año 151 a. C.) y a Africa. Cuando en el año 150 a. C. los aqueos supervivientes (tan sólo unos 300) regresaron a su patria, Polibio volvió con ellos, aunque no permaneció mucho tiempo en su ciudad. Así, en el año 146 a. C., estuvo presente en la destrucción de Cartago a manos de Escipión, quien además le proveyó de los barcos necesarios para realizar una expedición por la costa africana hasta el Atlántico. De vuelta a su patria, hubo de desplegar sus habilidades diplomáticas tras la caída de Corinto a manos de Mumio e intentar suavizar las asperezas con Roma, donde consiguió una buena posición para sus conciudadanos. Tras esta actuación, volvió a su patria, donde murió a una edad avanzada a consecuencia de una caída de caballo. Antes de su muerte, visitó Alejandría y es posible que asistiera al cerco de Numancia en el año 133 a. C.
Obra
Algunas de sus obras menores como el panegírico de Filopemén, las Taktiká, su tratado Sobre la habitabilidad de la zona ecuatorial o su monografía Sobre la guerra numantina se han perdido. Con todo, se conserva aproximadamente un tercio de su gran obra histórica, en la que en un principio Polibio pretendía narrar los acontecimientos que iban desde la Segunda Guerra Púnica hasta Pidna, un período comprendido entre los años 220-168 a. C. en que Roma conquistó su posición de dueña del mundo. La obra de Polibio constaba de 40 libros, cada uno de los cuales comprendía, por lo general, una olimpíada o media según la abundancia de acontecimientos de cada año (esta forma de cómputo fue establecida con anterioridad por Timeo de Tauromenio). Los libros 1 y 2 constituían una breve introducción en la que se narraban de manera sucinta los principales acontecimientos de los años 264 a. C. (comienzo de la Primera Guerra Púnica) hasta el 220 a. C., con lo que Polibio enlazaba con la obra de Timeo de Tauromenio. Este plan varió con el tiempo, pues Polibio amplió su visión histórica y dedicó su relato a mostrar cómo Roma había ido conquistando su primacía absoluta en el dominio de la política, lo que le llevó a dilatar su historia hasta el año 146 a. C., en que Cartago fue destruida, y el 144 a. C., año de la destrucción de Corinto (sucesos narrados en los libros 30-39). De los restantes libros sabemos que los libros 3-5 se ocupaban de los sucesos de Italia y Grecia hasta el año de Cannas (el 216 a. C.); en el libro seis, Polibio desarrollaba su teoría sobre las constituciones y realizaba un análisis de la constitución romana. A partir del libro 7 comenzaba una narración analística, en la que se recogían año por año los acontecimientos más importantes de Oriente y Occidente. Esta exposición por años se rompía en el libro 12, en el que Polibio exponía sus críticas contra la antigua historiografía, y se volvía a retomar en los libros siguientes hasta llegar al libro 29, en que se narraban los sucesos del año 168 (año de la batalla de Pidna). De esta ambiciosa historia sólo se conservan en la actualidad los libros 1-5, mientras que del resto sólo poseemos fragmentos más o menos extensos.
Polibio, historiador
En lo que se refiere al método histórico empleado por Polibio, es el propio autor quien nos lo expone a lo largo de su obra. De ese modo, Polibio se declara seguidor de Tucídides y de su historia científica, pero, claro está, existían diferencias entre ambos. De ese modo, para Polibio la historia debía de ser ante todo útil para el político y el militar, por lo que era preciso abandonar toda narración de genealogías o mitos. En este mismo sentido, Polibio criticaba la inclusión de discursos ficticios (algo que sí se encuentra en la obra de Tucídides). Para él, la finalidad de la historia era ante todo proporcionar un conocimiento objetivo de los hechos (políticos y militares); por ese motivo, Polibio arreció sus críticas contra autores como Filarco, representante la llamada historia dramática. Por otro lado, Polibio se mostró partidario de la historia universal tal y como la había desarrollado Éforo frente a la historia monográfica, pues, en su opinión, era la única manera de tener una perspectiva global que pudiese explicar el fenómeno histórico en su conjunto y, en el caso concreto de su historia, desentrañar las claves del creciente poder de Roma.
De esa manera, el manejo directo de los documentos (actas, leyes, inscripciones, cartas, etc.) y un conocimiento exacto del terreno en que se desarrollan los hechos son obligaciones indispensables que debía cumplir el historiador, quien también podía ayudarse de los relatos historiográficos de otros autores y de su propia experiencia. En este sentido, dentro de la obra de Polibio resuenan los ecos de autores como Filarco o el romano Fabio Píctor. En el pensamiento de Polibio llama la atención la importancia que adquiere la Fortuna o Tyché, lo que no es más que una muestra del pensamiento un tanto confuso de la época helenística: los dioses habían dejado su puesto a otras fuerzas y creencias en un intento de explicar lo irracional. Pero, en realidad, esta alegoría de la Fortuna como caprichosa directora del destino no cierra el paso a una explicación más objetiva y racional sobre el poder de Roma y su dominio: Roma, según Polibio, se encaminaba hacia la cumbre gracias a sus propios méritos, que él, como historiador, intenta explicar. En opinión de éste, el pilar fundamental sobre los que se asentaba el dominio de Roma era fundamentalmente su constitución mixta, que participaba de las características de las tres principales formas de gobierno (este excurso sobre la constitución romana se inserta en el libro 6): monarquía representada por el consulado, oligarquía representada por el senado y democracia representada por la participación del pueblo en las instituciones; de todos modos y conforme a su teoría del cambio cíclico, Roma no podría escapar a esa ley fundamental de la historia que implicaba el seguro declive del poder tras una época de madurez y esplendor.
Estilo
En lo que respecta al estilo de su obra, Polibio se sirve del dialecto ático tal y como era común en la koiné helenística: su lengua recuerda, así, a la lengua burocrática de las cancillerías, con un estilo poco elegante y carente en muchos sentidos de atractivo para sus lectores. Esto que, en principio, podría parecer un defecto se convierte por el contrario en una virtud de su prosa, que resulta extremadamente precisa, con lo que se consigue dotar al relato de una apariencia de objetividad, necesaria y obligada en toda historia. De este modo, a pesar de la opinión de Dioniso de Halicarnaso (quien afirmaba que nadie era capaz de soportar lectura de esta obra hasta el final), la historia de Polibio se convirtió en un relato clave para conocer los sucesos de esos años, por lo que tuvo numerosos seguidores.
Bibliografía
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PÉDECH, P., La Méthode historique de Polybe, 1964.
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CUNTZ, O., Polybios und sein Werk, 1902.
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BURY, J. B., Ancient Greek Historians, 1909.
Teresa Jiménez Calvente