Podestá, José J. (1858-1937).


Dramaturgo y empresario teatral argentino miembro de una familia dedicada al espectáculo que constituyó la primera compañía de teatro popular argentino: Los Hermanos Podestá.

Consiguió su mayor éxito con la puesta en escena de la obra teatral considerada como la precursora del teatro argentino: Juan Moreira, adaptación de la novela homónima de Eduardo Gutiérrez. Por una circunstancia especial, el circo familiar de los Podestá, compuesto por artistas criollos -uruguayos y argentinos, es decir, rioplatenses- fue invitado, en 1884, por una renombrada compañía circense internacional. Ésta era la Compañía de los Hermanos Carlo, especialista en números ecuestres, que estaba a punto de despedirse de Buenos Aires y buscaba un espectáculo que, de alguna manera, demostrara su reconocimiento a un medio que lo había acogido con efusividad. Juan Moreira (1879) era la novela de un periodista y autor local, Gutiérrez, muy leída y celebrada desde su aparición, casi un lustro antes, como folletín en uno de los diarios de la época. El autor había aceptado trasladar su narración a la pantomima ecuestre, que era lo que se ofrecía comúnmente en los circos; pero indicó que a los artistas extranjeros de los Carlo iba a serles difícil adecuarse a las exigencias de un problemática tan ajena, y recomendó que, por lo menos el protagonista, Juan Moreira, fuese criollo. Se invitó específicamente a José J. Podestá, que se encontraba actuando como «Pepino el 88» con su circo en la ciudad, pero al aceptar le siguió toda la familia.Juan Moreira, en pantomima, podía ser en 1884 una novedad circense, aunque el tema era bien conocido por la novela y por su antecedente fundamental más inmediato: el poema Martín Fierro, de José Hernández, cuya primera entrega databa de 1872. Debe tenerse en cuenta que el género al que se recurría era muy común en los circos internacionales, dado que entre las distintas pruebas se ofrecían pantomimas de variado carácter -cómicas, dramáticas, sentimentales, de aventura-, interpretadas por los artistas extranjeros que, al no necesitar hablar, eran perfectamente entendidos por los públicos de todas las latitudes. Los cirqueros rioplatenses se hallaban habituados también a las pantomimas y por ello José J. Podestá no titubeó al hacerse cargo del gaucho perseguido. Juan Moreira se estrenó con gran éxito y, tras trece funciones, la pantomima quedó de lado al seguir los Hermanos Carlo su gira hacia Brasil.Juan Moreira, aun en pantomima, significaba un rescate de lo propio -por los elementos participantes y el contenido-, de un contorno con directa proyección histórico-social que había estado pasado por alto desde hacía muchos años en los escenarios nacionales. Se hablaba del hombre del campo ganadero criollo, que procedía de las vaquerías coloniales de comienzos del s. XVII y, como no se le había tenido en cuenta en la nueva organización político-económica que se estaba dando al país y, como estorbaba, se le perseguía y se le acorralaba. Con este drama se inició realmente el teatro con temas de espíritu nacional apoyados en la figura del gaucho. Una vez cumplidos por los Podestá los compromisos que les unieran ocasionalmente a los Carlo, los cirqueros criollos siguieron recorriendo las plazas habituales de Argentina y Uruguay, olvidando por completo las representaciones de Juan Moreira. En 1886 el circo de los Podestá se hallaba en una localidad de la provincia de Buenos Aires, y resolvieron incorporar la pantomima al espectáculo. Tuvieron mucho éxito de público, pero alguien que había asistido al espectáculo preguntó por qué los intérpretes hacían ademanes y gesticulaban sin decir ninguna palabra. José J. Podestá comprendió que ya no existía con su gente el problema del lenguaje que tanto podía incidir en la representación hablada de un circo internacional (en el circo de los Carlo, la actriz que interpretaba la esposa de Moreira hablaba sólo italiano). Podestá se dedicó a remontar la pantomima con parlamentos extractados de la novela de Gutiérrez. A partir de ese momento, con una vida escénica de la pieza como obra dramática, se fueron añadiendo nuevos personajes -como el gracioso Cocoliche-, y se cambió el baile campesino primitivo, poco vistoso, por un pericón que permitía un despliegue coreográfico más atractivo, a cargo de toda la compañía. Con los cambios y añadidos que se habían ido produciendo a partir de 1886, en 1890 se logró con la obra un auténtico éxito popular bajo la carpa colocada en un espacio céntrico de la ciudad de Buenos Aires. Este triunfo significó el inicio del «drama gauchesco» en el teatro rioplatense. Se pusieron en escena otras obras adaptadas, como Martín Fierro (1872), de José Hernández. El ciclo fue clausurado por los mismos Podestá en 1896 con Calandria, no ya drama, sino comedia de picaresca campesina, que pertenecía a Martiniano Leguizamón, prestigioso intelectual de la época. Fue el mayor éxito de la compañía y está considerada como la mejor obra del teatro criollo de la década de los años 1870. Al entregar su obra a los Podestá, el autor había pedido que no fuera representada en el picadero del circo, sino sobre el escenario de una sala teatral, a pesar de que requería de escenario y pista para los números ecuestres. Así se hizo, y los artistas circenses pudieron demostrar que se estaban transformando en intérpretes dramáticos. Después de este montaje la compañía se dividió, y José Podestá adquirió el Teatro Apolo que dedicó a representaciones teatrales de gusto popular. La compañía de los Podestá fue una escuela práctica para los actores que luego se ocuparon de representar las obras del «drama gauchesco», del «zarzuelismo criollo» y del sainete porteño.

Bibliografía

  • AA.VV. Escenario de dos mundos. Inventario teatral de Iberoamérica, Madrid, El Público, Centro de Documentación Teatral (Ministerio de Cultura), 1989.