Andrés Piquer Arrufat (1711–1772): El Médico que Renovó la Ciencia y la Filosofía Médica en España

Andrés Piquer Arrufat (1711–1772): El Médico que Renovó la Ciencia y la Filosofía Médica en España

Los Orígenes y Formación Académica de Andrés Piquer

Contexto histórico y social

El siglo XVIII fue una época crucial para el desarrollo de la ciencia en Europa, en medio de un mundo aún marcado por las tradiciones del Antiguo Régimen, pero con una creciente irrupción de nuevas ideas científicas y filosóficas que darían forma a la Ilustración. España, durante este periodo, no fue ajena a estos cambios, aunque su desarrollo estuvo limitado por diversas restricciones políticas, sociales y económicas. A pesar de ello, fue en este contexto en el que Andrés Piquer Arrufat, nacido en 1711 en Fórnoles, un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, llegó al mundo.

La España del siglo XVIII estaba en una etapa de transición, marcada por la monarquía absoluta de los Austrias y luego los Borbones. El acceso a la educación era limitado y, para los jóvenes como Piquer, obtener una formación de calidad requería trasladarse a ciudades mayores como Valencia. La ciudad, en este periodo, se encontraba en pleno auge intelectual, siendo un punto neurálgico de la Ilustración española, donde diversos movimientos de renovación del pensamiento médico y científico estaban emergiendo.

Orígenes familiares y primeros años

Andrés Piquer nació en el seno de una familia humilde en el pequeño municipio de Fórnoles, en Teruel. En sus primeros años de vida, recibió una educación básica en su pueblo natal, donde se sentaron las bases para su futuro intelectual. La vida rural en la que creció Piquer le permitió observar la naturaleza y las prácticas populares de la medicina, lo que posiblemente despertó su curiosidad por los estudios científicos, especialmente la medicina.

Tras terminar su formación básica, Piquer se trasladó a la vecina localidad de Fresneda, donde cursó sus estudios secundarios entre 1721 y 1727. Esta etapa fue clave para su maduración intelectual, pues fue aquí donde comenzó a gestarse su vocación científica, impulsada por la influencia de los pensadores de la época y los maestros de la región. Su capacidad para absorber y procesar información, junto con la curiosidad por el mundo natural, marcaron el inicio de una carrera prometedora en las ciencias.

Formación académica y primeros contactos con la medicina

En 1727, Piquer dio el siguiente gran paso en su vida académica: se trasladó a Valencia para ingresar en la Universidad de Valencia, donde comenzó a estudiar Filosofía y Medicina. Durante su estancia en la universidad, estuvo bajo la tutela de varios catedráticos que ejercieron una gran influencia en su formación, siendo los más destacados Juan Bautista Longás, catedrático de Anatomía, y Antonio García Cervera, un médico de renombre que desempeñaba la cátedra de Medicina Práctica.

La medicina en la Valencia de la época estaba inmersa en un proceso de renovación impulsado por los avances científicos de la Ilustración. Piquer, influenciado por las ideas de García Cervera, adoptó una postura moderna frente a la medicina, alineándose con las tendencias iatromecánicas, que proponían que el cuerpo humano funcionaba como una máquina cuyo comportamiento debía entenderse a través de la observación y la razón, más que a partir de dogmas tradicionales. Cervera, a quien Piquer consideraba una de las figuras más importantes en la reforma de la medicina, defendía la medicina basada en la experimentación y la razón, un enfoque que Piquer abrazó por completo.

El estudio de la filosofía y la medicina en Valencia permitió a Piquer desarrollar una mentalidad científica profundamente racional, que le llevaría a convertirse en uno de los médicos más influyentes de su tiempo. Durante sus años en la universidad, también se vio influenciado por las ideas filosóficas de la Ilustración, que promovían la razón como la herramienta fundamental para entender el mundo.

A lo largo de sus estudios, Piquer demostró una gran aptitud y dedicación, lo que lo llevó a graduarse en Medicina en 1734. Este logro marcó el comienzo de su carrera profesional, que estaría fuertemente influenciada por los principios de la ciencia moderna que Piquer había asimilado durante sus años en la universidad.

El Desarrollo Profesional de Piquer y su Impacto en la Medicina

Carrera inicial y primeros logros

Tras obtener su título de Medicina en 1734, Andrés Piquer se enfrentó a los desafíos típicos de cualquier joven médico en una época en la que las oposiciones a plazas académicas y cargos médicos eran el principal camino para consolidar una carrera. En sus primeros años profesionales, Piquer se presentó a diversas oposiciones, entre ellas las de la cátedra de anatomía de la Universidad de Valencia y las de médico titular del Hospital General de Valencia. Aunque no consiguió sus primeros objetivos, los ejercicios que presentó en las oposiciones fueron tan brillantes que contribuyeron a afianzar su prestigio como médico en la ciudad. Estos primeros intentos de obtener un cargo académico reflejaban su ambición por promover el cambio dentro de la medicina española.

Paralelamente a su labor académica, Piquer comenzó a destacar como médico de consulta privada. Gracias a su creciente reputación, logró conseguir una clientela excelente y fue comisionado en varias ocasiones para estudiar problemas sanitarios que afectaban a la población. Un ejemplo destacado de su trabajo como médico comisionado fue su intervención en el caso de las muertes por pulmonía en Fanzara en 1739. Piquer, a través de una disección anatómica, demostró que las muertes se debían a inflamaciones del pulmón, un diagnóstico que reafirmaba su enfoque científico y empírico, alejado de las explicaciones tradicionales.

Durante este periodo, Piquer también publicó su primer libro importante, titulado Medicina vetus et nova (1735), que sería un hito en su carrera. Este texto representaba una síntesis de la medicina tradicional y moderna, y se ofrecía como una guía para la juventud médica española. En él, Piquer exponía su postura de la medicina como una ciencia basada en la observación, la razón y la experiencia, en lugar de adherirse a sistemas cerrados y dogmáticos. La obra tuvo una notable recepción, consolidando aún más su nombre dentro de los círculos académicos y médicos.

Colaboración con figuras clave de la Ilustración

En 1741, Piquer entabló una amistad que sería crucial para su carrera: la relación con Gregorio Mayáns Síscar, uno de los grandes intelectuales y figuras centrales de la Ilustración valenciana. Mayáns fue una figura clave en la renovación del pensamiento científico y humanístico en España, y su influencia sobre Piquer fue significativa, tanto en términos de su formación filosófica como en su carrera profesional.

Gracias a la intervención de Mayáns, Piquer consiguió en 1742 las oposiciones a la cátedra de Anatomía de la Universidad de Valencia, cargo que ocupó con gran dedicación hasta 1751. A lo largo de estos nueve años en la cátedra, Piquer se destacó por su enfoque práctico de la enseñanza, en línea con la tradición de la escuela valenciana de medicina. La demostración de disecciones anatómicas y la enseñanza de la medicina a través de la práctica directa fueron pilares de su trabajo educativo. Piquer hizo de la enseñanza un elemento central de su carrera, realizando más de veinticinco disecciones prácticas anualmente para sus estudiantes, un esfuerzo que le permitió consolidarse como una figura de referencia en la formación de jóvenes médicos.

Durante este periodo, Piquer también fundó una obra literaria considerable, continuando con su publicación de textos médicos que reflejaban la nueva corriente de pensamiento de la medicina racional y experimental. En 1745, Piquer publicó su Física moderna, racional y experimental, un texto que introducía los avances más recientes en el campo de la física y la medicina, aunque con un enfoque aún influenciado por el empirismo y la filosofía cartesiana. A pesar de la limitación de sus conocimientos sobre la física matemática, este texto se convirtió en una de las primeras obras en español que trataba la ciencia de la física moderna de manera comprensible para los estudiantes de medicina.

Investigaciones y publicaciones clave

Piquer fue un médico profundamente comprometido con la investigación y la aplicación de nuevas ideas científicas a la medicina. A lo largo de su carrera, publicó varios escritos que influyeron tanto en la práctica médica como en el pensamiento filosófico contemporáneo. Uno de los textos más importantes fue su Tratado de calenturas (1751), en el cual ofreció una descripción detallada de las fiebres y su tratamiento, un tema central en la medicina de la época. Este tratado se basaba en la observación clínica directa y en el análisis de los síntomas, siguiendo el enfoque racional que Piquer defendía.

En su Tratado de calenturas, Piquer no solo abordó la teoría de las fiebres, sino que también discutió la importancia de la higiene y la intervención médica oportuna. En sus escritos polémicos (1746-1748), Piquer defendió la necesidad de erradicar viejos enfoques médicos que aún se mantenían vigentes en la España de su tiempo. En particular, participó en debates sobre la tuberculosis, criticando las prácticas arcaicas que aún se empleaban en el tratamiento de la enfermedad y proponiendo alternativas más modernas basadas en la observación y la experiencia directa.

En definitiva, la primera etapa de la carrera de Piquer estuvo marcada por su habilidad para combinar la medicina práctica con la reflexión filosófica, convirtiéndose en un defensor del conocimiento empírico y racional. A medida que su prestigio crecía, también lo hacía su influencia sobre la nueva generación de médicos, lo que preparó el terreno para su posterior ascenso a la corte madrileña.

Transición a Madrid y Madurez Profesional

El ascenso a la Corte y la influencia de García Cervera

En 1751, Andrés Piquer decidió dar un paso crucial en su carrera y trasladarse a Madrid, donde sería nombrado médico de cámara supernumerario del rey Fernando VI, lo que representó un avance significativo para su carrera. Aunque en un principio se pensó que su traslado a la Corte fue impulsado por su amigo y mentor Gregorio Mayáns Síscar, investigaciones posteriores han mostrado que fue en gran medida debido a la intervención de Antonio García Cervera, uno de sus antiguos maestros en Valencia, quien había sido nombrado médico regio y cuya influencia fue determinante para que Piquer alcanzara este puesto.

A su llegada a la Corte, Piquer continuó demostrando su destreza profesional. Su trabajo en la Corte, además de sus consultas y diagnósticos médicos, lo vinculó a importantes círculos de poder y conocimiento, lo que le permitió ser parte activa del entorno intelectual y científico de la época. Su ascenso fue tan notable que, en 1752, fue designado vicepresidente de la Real Academia Médico-Matritense, un cargo de prestigio que consolidó su influencia dentro de la comunidad médica. Además, Piquer pasó a formar parte del tribunal del Protomedicato, una institución encargada de supervisar la salud pública y regular la formación médica en España.

Este periodo en Madrid marcó un cambio significativo en la trayectoria de Piquer, tanto en su carrera profesional como en sus planteamientos científicos. Aunque continuó siendo un médico de cámara del rey, su actividad se amplió hacia los discursos académicos y la participación en debates sobre la evolución de la medicina. A lo largo de su carrera, pronunció importantes discursos sobre la tradición médica española, los sistemas médicos contemporáneos y la historia de la medicina árabe, lo que subrayó su profundo conocimiento no solo de la medicina práctica, sino también de la teoría filosófica y científica que la sustentaba.

Impacto en la Real Academia Médico-Matritense

Una de las instituciones más destacadas en la que Piquer dejó su huella fue la Real Academia Médico-Matritense, un órgano clave en la reforma de la medicina española. En 1752, Piquer fue designado vicepresidente de esta academia, donde participó activamente en discusiones sobre la enseñanza médica y el progreso científico. En la academia, Piquer destacó por sus discursos sobre los sistemas médicos, pronunciando intervenciones clave en los años 1752, 1768 y 1770. En ellos, defendió las innovaciones científicas que comenzaban a dar forma a la medicina moderna, destacando la importancia de los avances en la observación clínica y la experimentación científica.

Piquer también dedicó esfuerzos a la reforma de la enseñanza médica en España, una tarea que consideraba crucial para el desarrollo de la ciencia médica en el país. En 1767 y 1768, participó en importantes informes sobre la mejora de los métodos de enseñanza en las universidades españolas, proponiendo un enfoque más empírico y práctico que el sistema tradicional basado en la teoría y el dogma. Estos esfuerzos fueron fundamentales en el contexto de la Ilustración española, un movimiento que buscaba modernizar las estructuras académicas y científicas del país.

Cambio de perspectiva científica: De la medicina iatromecánica al empirismo racional

A lo largo de su carrera, Piquer experimentó un profundo cambio en su enfoque científico. Durante sus primeros años, había sido un firme defensor de la medicina iatromecánica, una corriente que veía al cuerpo humano como una máquina que debía ser comprendida a través de los principios de la física y la mecánica. Esta visión, influenciada por pensadores como Hermann Boerhaave y el cartesianismo médico, le llevó a adoptar un enfoque muy estructurado y mecanicista de la medicina, en el que la observación y la experimentación eran fundamentales para comprender los procesos fisiológicos.

Sin embargo, al llegar a Madrid, Piquer pasó por una evolución intelectual que lo alejó de los sistemas cerrados y dogmáticos. En su discurso De medicinae experimentalis praestantia (1752), Piquer atacó abiertamente el iatromecanismo y adoptó una postura más radicalmente empirista. Su nueva visión defendía una medicina basada principalmente en la observación directa y en la experiencia clínica, sin recurrir a sistemas preestablecidos. Este cambio de enfoque se reflejó en la tercera edición de su Medicina vetus et nova (1758) y en la segunda edición de su Tratado de las calenturas (1760), en las que comenzó a adoptar un «empirismo racional», centrado en la importancia de la observación directa y la experiencia práctica por encima de las teorías abstractas.

Este giro hacia un empirismo más puro lo llevó a alejarse de las teorías de los sistemas médicos tradicionales, influenciado por las ideas de médicos europeos contemporáneos como Gerhard van Swieten, Giovanni Battista Morgagni, y Albrecht von Haller, quienes también promovían un enfoque más observacional y menos dogmático de la medicina. Además, Piquer adoptó un profundo respeto por las observaciones clínicas realizadas por Thomas Sydenham y los escritos de Hipócrates, los cuales se convirtieron en referencias clave para su trabajo.

Con su postura empírica, Piquer pasó a ser un firme defensor de la importancia de la observación detallada y precisa de los pacientes, lo que marcó un hito en la medicina de la época. A través de esta nueva perspectiva, Piquer contribuyó a la modernización de la medicina española y europea, alineándose con las corrientes científicas más avanzadas de su tiempo.

Legado y Últimos Años de Piquer

Últimos años y muerte

Los últimos años de Andrés Piquer estuvieron marcados por su consolidación como una figura esencial en el campo de la medicina, tanto en la Corte madrileña como en el ámbito académico. A pesar de la notable actividad científica que desarrolló en Madrid, Piquer comenzó a retirarse progresivamente de la vida pública debido al avance de la edad y las exigencias del entorno académico. Sin embargo, siguió siendo un referente intelectual en la medicina española y continuó participando en importantes debates científicos hasta su muerte en 1772.

Durante este tiempo, Piquer se dedicó a la revisión y ampliación de sus obras anteriores, haciendo ajustes significativos en los enfoques de la medicina que defendía. Se centró en actualizar sus escritos médicos a medida que nuevas ideas y métodos se imponían en la medicina europea. Fue precisamente durante este periodo cuando sus obras experimentaron nuevas ediciones y revisiones, reflejando su evolución personal y profesional.

Piquer falleció en Madrid en 1772, dejando un legado considerable en la medicina y la filosofía científica. A pesar de ser una figura de gran renombre en su tiempo, su influencia en la medicina española no siempre fue completamente reconocida en el largo plazo, en parte debido a la falta de una sistematización más profunda de sus ideas, que a menudo adoptaban un tono ecléctico. No obstante, su enfoque innovador sobre la medicina empírica y su ruptura con los sistemas médicos dogmáticos sentaron las bases de la medicina moderna en España.

El legado de Piquer en la medicina y la filosofía

Andrés Piquer dejó un legado significativo tanto en el ámbito médico como filosófico. Aunque su obra no fue tan sistemática ni tan profunda como la de otros grandes pensadores de la Ilustración, su contribución a la modernización de la medicina española fue crucial. Su enfoque empírico, basado en la observación directa, y su rechazo de las teorías cerradas representaron una importante renovación en la medicina de su tiempo. Piquer no solo participó en la transformación de la teoría médica, sino que también jugó un papel activo en la reforma de la educación médica, buscando una enseñanza más práctica y centrada en la experiencia.

Uno de los aspectos más destacados de su legado fue su aproximación a la historia de la medicina. A través de sus discursos y escritos, Piquer contribuyó a preservar y actualizar el conocimiento médico antiguo, como lo demuestran sus traducciones de las obras de Hipócrates y sus comentarios sobre las prácticas médicas de los antiguos y modernos. Esto le permitió no solo acercar a los médicos españoles a los avances contemporáneos, sino también darles una perspectiva histórica de la medicina que les permitiera integrar lo antiguo y lo moderno de manera crítica.

La figura de Piquer también es relevante dentro del marco más amplio de la Ilustración española, ya que, aunque fue influenciado por las ideas de autores como Hermann Boerhaave y René Descartes, también integró las aportaciones de médicos de la «Alte Wiener Schule», así como los avances de la medicina empírica de figuras como Giovanni Battista Morgagni. Esto reflejó su capacidad para absorber diversas corrientes científicas y filosóficas, adaptándolas a la realidad española de su época.

Además, su trabajo sobre la medicina árabe y su defensa de la importancia de la medicina española del Renacimiento, plasmada en sus Obras póstumas publicadas por su hijo en 1785, destacó su profunda admiración por las contribuciones de los médicos árabes y su esfuerzo por reivindicar la tradición médica española. Estas obras continúan siendo valiosas como testimonio de su pensamiento y como una referencia para los estudios de la historia de la medicina.

Reflexión sobre su legado en la historia de la ciencia

El legado de Andrés Piquer, aunque no tan celebrado como el de otros grandes nombres de la ciencia, fue fundamental para la evolución de la medicina en España y en Europa. Su influencia perduró principalmente a través de sus textos médicos y sus traducciones, los cuales marcaron la transición hacia un enfoque más moderno y empírico en la práctica médica. Si bien en vida Piquer no alcanzó el reconocimiento universal que merecía, su obra sentó las bases para futuras generaciones de médicos y científicos que adoptaron una visión más crítica y científica de la medicina.

En cuanto a la psiquiatría, Piquer realizó también un aporte importante, con la primera descripción de lo que podría considerarse como la psicosis maníaco-depresiva, aunque las interpretaciones modernas han revisado esta clasificación en el contexto de su época. No obstante, esta contribución pionera demuestra cómo Piquer, con su enfoque clínico, abrió nuevas puertas en el entendimiento de enfermedades mentales, algo que influiría más tarde en el desarrollo de la psiquiatría como disciplina científica.

Su obra, en conjunto con la de otros pensadores contemporáneos de la Ilustración, fue esencial para el desarrollo de una ciencia médica más moderna en España, que integraba tanto la observación directa como la reflexión filosófica, y que apostaba por la educación médica como una vía para avanzar en el conocimiento científico. De este modo, Andrés Piquer es recordado no solo como un médico destacado, sino como un intelectual fundamental en la construcción del pensamiento médico y científico de la España moderna.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Andrés Piquer Arrufat (1711–1772): El Médico que Renovó la Ciencia y la Filosofía Médica en España". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/piquer-arrufat-andres [consulta: 18 de octubre de 2025].