Ortega y Frías, Ramón (1825-1883).
Literato, nacido en Granada en 1825 y muerto en 1889. Autor de una amplia obra, no ha tenido aún la fortuna de que algún estudioso se ocupe de ella. En su haber cuenta alrededor del centenar de novelas. Fue hombre de ideas progresistas, antimonárquico y anticlerical aunque, como anota Juan Ignacio Ferreras, no está claro si es por convicción o por seguir una moda literaria. El narrador describe sobre estos temas, aunque no los presenta de manera problemática.
Intenta colocarse tras la estela del gran maestro de la novela por entregas Manuel Fernández y González, pero carece de su imaginación y de su calidad. Con todo, escribió entre setenta y cien gruesas novelas. Abunda en estereotipos y tópicos y, en general, estamos ante una producción narrativa poco cuidada y «demasiado folletinesca«, que Ferreras describe en los siguientes términos: «Ortega y Frías sólo cree en la acción, en la peripecia llevada con toda la velocidad posible, descuida o ignora completamente el paisaje o el universo novelesco y sus obras suelen componerse de un eterno diálogo, entreverado de cintarazos, estocadas y puñaladas» (La novela por entregas, p. 163).
En su abundante repertorio cultiva prácticamente todos los temas propios del mundo de la entrega, aunque lo hace con escasa originalidad. Escribió numerosas novelas históricas de aventuras: pocas sobre la Edad Media (Guzmán el Bueno, 1857; El Cid Campeador, 1874) y muchas sobre el reinado de Felipe II, rey que aparece retratado con tintas muy negativas, tal como era costumbre entre los narradores liberales (El Caballero Relámpago, 1855; Las justicias de Felipe II, 1878; El gran tirano. Secretos de Felipe II, 1880; La agonía de un déspota. Últimos días de Felipe II, 1881-82). Las más populares entre las historiales, reeditadas en varias ocasiones, fueron El tribunal de la sangre o Los secretos del Rey (1867) y El monaguillo de las Salesas (1868). Fue en este tipo de obras en el que Ortega y Frías logró sus mayores éxitos populares y artísticos. Suele introducir en ellas el dualismo moral: el traidor frente al héroe o la heroína, todo revestido de un cierto color histórico, pero más interesado por la aventura. También escribió historias noveladas sobre personajes literarios (Cervantes, 1859), leyendas (El trovador, l860) y de historia americana (Conquista de Méjico por Hernán Cortés, 1874). Cejador le supone igualmente autor del drama histórico Viriato, del que carecemos de información.
No menos abundantes son las novelas llamadas de «costumbres contemporáneas» que pintan aspectos curiosos de la sociedad, tratados a veces en clave de farsa, o asuntos sociales con tintes sentimentales. Al dualismo moral pertenecen títulos como Rostros blancos y conciencias negras (1865), El hijo pródigo (1866), Lobos y ovejas (1866), Víctimas y verdugos (1869), La gente cursi (1872), Honor de esposa y corazón de madre (s.a.). En ellas emplea una estructura parecida a la de las novelas históricas, aunque ahora ambientada en el espacio actual del siglo XIX. De tendencia social escribió varias, pero entre las más recordadas citaremos una que defiende el cantonalismo, Insurrección federal de 1873, en dos volúmenes, hecha en colaboración con E. Llofríu y Sagrera.
Una de sus obras más recordadas fue una novela de crímenes, muchas veces reeditada, titulada La casa de Tócame Roque o Un crimen misterioso (1877), en la que realiza una crítica de la Inquisición que aparece revestida de todos los tópicos novelescos («negra, secreta, subterránea, con encapuchados, potro del tormento y verdugos cruelísimos«, según resume Ferreras). Rindió tributo a la moda de los bandoleros en El rey de los bandidos, o Los secuestrados de Andalucía (1877).
Quizá lo más original, por infrecuente, sea una serie de novelas en las que relata viajes a tierras lejanas y extrañas, llenas de fantasía e imaginación, con aventuras supuestamente vividas por aventureros y exploradores extranjeros: Un mundo desconocido. Exploraciones del Capitán Mister Greed (1871-72), Un año entre salvajes. Viajes y aventuras del Doctor Smith (1875), Los mares de arena y las ciudades subterráneas. Viajes del capitán Milton (1882), e Islas maravillosas. Aventuras del capitán Bristol (1882-83).
El estilo de Ortega y Frías es descuidado y hace un uso abusivo de los recursos propios del género (interjecciones e interrogaciones, abundantísimo diálogo para llenar papel…), pero sus novelas son de una lectura entretenida y fácil que agradó mucho a sus apasionados.
Bibliografía
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AA. VV.: Historia de la Literatura Española. Siglo XIX (I), coord. G. Carnero, Madrid, Espasa Calpe, 1997, 8, pp. 675- 695.
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FERRERAS, J. I.: La novela por entregas (1840-1900), Madrid, Taurus, 1972.
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PALACIOS FERNÁNDEZ, Emilio: «La novela por entregas», en AA. VV., Historia de la Literatura española e hispanoamericana, coord. E. Palacios Fernández, Madrid, Orgaz, 1980, V, pp. 85-119.
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ROMERO TOBAR, Leonardo: La novela popular española del siglo XIX, Madrid, Ariel, 1976.
E. PALACIOS FERNÁNDEZ