Núñez del Prado, Marina (1910-1995): La Escultora Boliviana que Defendió la Identidad Indígena a través del Arte

Marina Núñez del Prado (1910-1995) es una de las artistas más destacadas de Bolivia y de Hispanoamérica, reconocida por su trabajo escultórico profundamente ligado a la tradición cultural de su país. Su carrera estuvo marcada por la perseverancia, la dedicación al arte y una pasión inquebrantable por plasmar en sus obras la identidad indígena de América Latina. Su estilo único, caracterizado por el uso de voluminosas formas redondeadas y materiales como el granito negro, el alabastro y el ónice blanco, la convirtió en una figura central en el panorama artístico mundial.
Orígenes y contexto histórico
Nacida en La Paz el 17 de octubre de 1910, Marina Núñez del Prado creció en un contexto donde las artes plásticas eran predominantemente dominadas por artistas masculinos, pero su determinación y talento la llevaron a forjar un camino único. Desde joven, mostró un profundo interés por las bellas artes y, particularmente, por la escultura. Sus estudios de artes plásticas en la Academia de Bellas Artes de La Paz marcaron el inicio de una carrera que revolucionaría la forma en que se entendía el arte en Bolivia y más allá de sus fronteras.
A lo largo de sus estudios, se sintió atraída por la obra de grandes maestros como Miguel Ángel, cuyas esculturas influyeron enormemente en su visión del arte. Con un enfoque decididamente innovador, Marina no solo se limitó a formarse como artista, sino que también optó por la enseñanza. En 1930, se graduó en la Academia de Bellas Artes de La Paz y fue nombrada profesora de escultura y anatomía artística, convirtiéndose en la primera mujer en obtener una cátedra en esta institución.
Logros y contribuciones
La carrera de Marina Núñez del Prado fue prolífica y estuvo marcada por una serie de logros que consolidaron su prestigio internacional. En su ciudad natal, comenzó a realizar exposiciones de su trabajo que se centraban en temas de gran relevancia social, especialmente en defensa de los derechos de los pueblos indígenas. Esta preocupación por el indigenismo fue una característica fundamental de su obra, algo que compartió con artistas contemporáneos como Cecilio Guzmán de Rojas. Juntos, trabajaron para dar visibilidad y dignidad a las culturas originarias de América Latina, un tema que seguiría siendo central en el trabajo de Marina a lo largo de su vida.
En 1938, Marina decidió dejar su puesto en la Academia de Bellas Artes para emprender un viaje por diversos países de América y el resto del mundo. Esta etapa fue crucial en su desarrollo como artista. Su estancia en países como Perú, Argentina, Uruguay, Estados Unidos y Egipto enriqueció su obra con nuevas influencias y perspectivas. En 1946, su exposición titulada «Mineros en rebelión» en Nueva York le valió una Medalla de Oro, reconociendo su excepcional talento y su capacidad para transmitir, a través de la escultura, las luchas de los pueblos trabajadores.
En 1948, Marina regresó a Bolivia, donde continuó su labor artística y su vinculación con la enseñanza. Uno de sus trabajos más emblemáticos de esta etapa fue la escultura Venus blanca, realizada en ónice blanco. Esta obra, junto a otras como Madre e hijo, reflejaba su profundo interés por la representación de la figura femenina y la conexión entre los seres humanos y la naturaleza. A lo largo de los años, su obra fue evolucionando hacia una forma de abstracción más pura, pero siempre mantuvo un vínculo con el figurativismo y lo orgánico, lo que le otorgó una singularidad que la distinguió de otros artistas contemporáneos.
Momentos clave de su carrera
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1930: Graduación en la Academia de Bellas Artes de La Paz y comienzo de su carrera como docente.
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1938: Viaje por América, Europa y Egipto, que enriqueció su obra y visión artística.
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1946: Medalla de Oro en Nueva York por su exposición «Mineros en rebelión».
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1960: Creación de Venus blanca y Madre e hijo, dos de sus esculturas más emblemáticas.
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1972: Traslado a Perú y matrimonio con el escritor peruano Jorge Falcón.
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1984: Inauguración de la Fundación Casa-Museo Núñez del Prado, en honor a su legado.
El trabajo de Marina no solo estuvo marcado por su habilidad técnica, sino también por su capacidad para jugar con la luz y la forma, creando contrastes dramáticos entre zonas de luminosidad y sombras. Su uso del volumen y los espacios vacíos es un ejemplo de su maestría escultórica, logrando que sus obras parecieran cobrar vida propia, como si de un organismo se tratase.
Relevancia actual
Marina Núñez del Prado dejó un legado que sigue siendo relevante en la actualidad. Su obra no solo fue un reflejo de su pasión por el arte, sino también un testimonio de la lucha por la visibilidad de las culturas indígenas de América Latina. A lo largo de su vida, se ganó el reconocimiento de grandes artistas internacionales como Pablo Picasso, Constantin Brancusi, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou y Franz Tamayo, entre otros. Este círculo de artistas y escritores fue testigo del impacto que Marina tuvo en la cultura de su tiempo.
En cuanto a premios y distinciones, su obra recibió una impresionante cantidad de reconocimientos internacionales, incluyendo la Medalla de Oro a la Mejor Exposición del Año en La Paz, el Primer Premio de Escultura en la I Bienal Hispanoamericana de Arte en Madrid, y la Gran Cruz de la Orden del Sol del Perú, entre otros. Además, su obra fue expuesta en más de 160 exposiciones individuales en países de todo el mundo, incluyendo España, Italia, Francia, Alemania, Japón y Estados Unidos.
Marina también fue reconocida por su contribución a la cultura con títulos honoríficos como el doctorado «honoris causa» otorgado por la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz en 1972.
La Casa-Museo Núñez del Prado
En 1984, se inauguró oficialmente la Fundación Casa-Museo Núñez del Prado, un espacio dedicado a preservar su legado artístico y cultural. Esta institución se ha convertido en un importante centro de estudio y difusión de su obra, permitiendo que las nuevas generaciones descubran y se inspiren en su trabajo.
La Casa-Museo alberga una vasta colección de sus esculturas, así como documentos y objetos personales que permiten conocer más sobre su vida y su visión del arte. Este espacio, además de ser un homenaje a su talento, es un símbolo de la importancia de conservar y valorar el patrimonio artístico de Bolivia y de Hispanoamérica.
La figura de Marina Núñez del Prado sigue viva no solo en sus obras, sino también en los muchos artistas e instituciones que la reconocen como una pionera de la escultura moderna en América Latina. Su contribución al arte ha trascendido fronteras y sigue siendo una fuente de inspiración para generaciones de artistas y admiradores del arte contemporáneo.
Obras destacadas
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Venus blanca: Escultura femenina realizada en ónice blanco, una de las más representativas de su obra.
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Madre e hijo: Otra obra destacada en ónice blanco, que refleja la conexión entre madre e hijo a través de formas suaves y orgánicas.
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Cóndor: Una imponente escultura que se conserva en el Museo Nacional de Arte de La Paz, que simboliza la grandeza de las culturas andinas.
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India: Escultura que explora la figura femenina indígena, otro de los temas recurrentes en su trabajo.
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Con la vida en los hombros: Obra que expresa la carga emocional de los pueblos indígenas, representando a una mujer que lleva el peso del mundo sobre sus hombros.
Marina Núñez del Prado no solo fue una de las escultoras más importantes de Bolivia, sino que también se convirtió en una figura clave en la historia del arte latinoamericano. Su trabajo sigue siendo una celebración del arte como medio de expresión, reflexión y lucha.
MCN Biografías, 2025. "Núñez del Prado, Marina (1910-1995): La Escultora Boliviana que Defendió la Identidad Indígena a través del Arte". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/nunnez-del-prado-marina [consulta: 30 de septiembre de 2025].