Moreno de Guerra y Navarro, José María (1777-1877).


Político liberal y articulista español, nacido en La Puebla, Córdoba, en 1777, y muerto en 1877.

Vida

Pequeño propietario agrícola, fue maestrante de Ronda. En 1810 manifestó su opinión contraria a que España hiciese la guerra a los insurgentes americanos, ya que argumentaba que esa guerra traería la pérdida de la libertad para España y América.

Colaboró en varias publicaciones, entre ellas el Redactor General de España. Por su liberalismo en el primer período absolutista, se le impuso una multa elevada a la que le fue imposible hacer frente, haciéndose cargo de ella su esposa, Josefa Macé y Lasqueitio. Hacia 1818 se refugió en Gibraltar; en su casa se imprimían textos clandestinos para la revolución, en parte redactados por él mismo. Conjurador activo en 1819, regidor del Ayuntamiento de Cádiz, en 1820, con el restrablecimiento de la Constitución y, en seguida, diputado a Cortes por Córdoba (en 1820-1822). Miembro de la Sociedad Patriótica de Cádiz en abril de 1820. El 11 de julio de 1820 presentó en las Cortes la proposición de perdón a los afrancesados. Fue vicepresidente de la Sociedad Patriótica de San Fernando en diciembre de 1820, y uno de los fundadores de la comunería. El 6 de mayo de 1821 pretendió en las cortes que se exigiera responsabilidades al ministro que había nombrado a Morillo capitán general de Castilla la Nueva, sin éxito.

En agosto de 1821, en vísperas de un viaje a Cataluña para comprobar los efectos económicos de las prohibiciones, se muestra partidario del librecambio, aunque con matices, según los géneros y provincias; no obstante, su interés se interesa con los propios de los consumidores, a los que no hay que sacrificar a los «intereses mezquinos de los industriales catalanes». Basa su pensamiento en el Contrato Social de Rousseau, y anuncia ya la grave escisión y el gran debate que sobre la cuestión se va a abrir en el s.XIX español.

En Barcelona fue muy respetado y agasajado, pero la incomprensión mutua fue muy grande. Publicó un importante Manifiesto a la Nación española (Cádiz, 1822), con varias reediciones y traducciones, en el que denuncia con valentía y clarividencia los problemas de España en aquel momento. Viajó a continuación por Europa, quizás para buscar apoyos a la causa nacional. No obstante, fue expulsado de Austria, embarcando hacia Ginebra en noviembre de 1822.

Miembro de la Sociedad Patriótica de Lacy (Barcelona, noviembre de 1822), fue, asimismo, redactor del Diario Gaditano (entre 1821 y 1822). Durante la escisión de febrero de 1823, fue comunero revolucionario.

Firmó una especie de testamento político (en el que manifestó su única confianza en Riego) en Cádiz, el 27 de junio de 1823. Desterrado a Canarias ese mismo año, pudo llegar a Gibraltar, aunque se vio obligado a pasar a Marruecos. Fernando VII pidió su entrega al emperador marroquí, aunque Moreno ya se había embarcado en Tánger, rumbo a Liverpool. Murió en la travesía, ignorándose la fecha exacta.

Obra y pensamiento político

Notable articulista, plasmó sus ideas liberales en multitud de artículos en varias publicaciones, especialmente en el Redactor General de España y en el Diario Mercantil de Cádiz. En muchas ocasiones, debido al talante político, eminentemente liberal, de algunas publicaciones, no aparece su nombre o, simplemente, firma los artículos con alguna inicial; reconoció como suyos todos los artículos firmados con la inicial M.

Probablemente sea suyo el artículo «Algunas observaciones relativas a las reflexiones de D. M. de C. insertas en los diarios mercantiles de 22 y 23 de Abril» (Cádiz; 1811) en el Diario Mercantil de Cádiz, donde trata la cuestión de los mandos ingleses en el ejército español. Lo mismo hay que decir del titulado «Sobre los aplausos del pueblo en las Cortes», en el mismo diario el 16 junio 1811, en el que se muestra de acuerdo con el fondo de la cuestión (la abolición del feudalismo), pero cree que esos aplausos perturban a la representación parlamentaria, aparte de que no puede tomarse como pueblo, en el sentido de toda la nación, a los congregados en las galerías.

Le obsesiona la imagen de la Revolución francesa, en la que, según dice, las tribunas de la Convención estuvieron ocupadas por hombres y mujeres asalariados, los cuales contribuyeron a derribar el trono después del altar, y se dieron a los más horribles excesos. Luego, defiende también las sesiones secretas.

Colaboró en diversos números del Redactor, en los que trató diversos temas de política nacional, tales como la desigualdad en el ascenso de los militares, la oposición entre Regencia y Cortes, etc. Siguiendo al Morning Chronicle, extractado por la Gaceta de la Regencia, propone una línea militar para la defensa de España. En su «Confesión del cura Alba», entra en la polémica con el cura Fernando Jiménez de Alba en defensa de la Constitución. Expuso, asimismo, sus ideas contra las voces que proclamaban el desarme de los batallones de Voluntarios (en el artículo aparecido en el nº 393, el 11 de julio 1812, donde propone bombardear desde Mahón todos los puertos del Mediterráneo, y las bocas del Guadalquivir y del Guadalete); este artículo mereció la aprobación de Antonio Alcalá Galiano, quien lo defendió en otro artículo que apareció en la misma publicación (nº 395), el 13 de julio 1812.

También para el Redactor, es el probable autor de otro artículo aparecido en el nº 428 del 15 de agosto de 1812, en elogio de Wellington por la batalla de los Arapiles, de los lores ingleses y la defensa de los derechos del pueblo, y de la posible candidatura del príncipe Don Pedro (futuro emperador) al trono de España. Acaso es suyo también el firmado M.G. en el nº 443, del 30 de agosto 1812, sobre medidas urgentes político-militares. Sí es el autor de otro artículo aparecido en el nº 445, del 1 de septiembre de 1812, en el que se queja de que los responsables de la muerte de tres patriotas en Jerez (el 29 de julio de 1812), todavía estén vivos. En el nº 458 del 14 de septiembre de 1812, escribe sobre la necesidad de no adormecer al pueblo y de organizar un gran ejército nacional, y en el número siguiente denuncia la actitud dictatorial del general Pedro Agustín Echevarri en Córdoba, lo que le va a llevar, tras una pequeña polémica con el P. Antonio Ordóñez, muñidor electoral de Echevarri para regente, a publicar el Manifiesto de los verdaderos españoles, fechado por Echevarri en Córdoba a 12 de septiembre de 1812, sin más que añadirle alguna cursiva y comentario, que resalten el carácter de derecho divino del texto del general.

En otro artículo, aparecido en el nº 460 (16 de septiembre de 1812) del Redactor, expresa cierto desprecio por los jefes militares españoles, manifestando que «Wellington no podrá decir, como dijo Moore, que le habían enviado dos viejas ineptas -los generales Escalante y Bueno. Han ido Galluzo y Grimarest. Las Cortes han decretado que la Regencia busque jefes en todo el ejército, aunque sea entre los tambores«.

También pudiera ser suyo el artículo, firmado M.G., del nº 79 del Diario Mercantil de Cádiz (18 de septiembre de 1812), sobre el problema de la colaboración con el enemigo, la necesidad de una ley general y de tener en cuenta el verdadero interés público. En esta misma publicación (nº 464 del 20 de septiembre de 1812), se preguntaba que quién tenía la culpa de que durante quince días no se hubiera comunicado a Wellington el levantamiento del bloqueo de Cádiz. Como le contestase López Cancelada, replicó Moreno Guerra que no le convencían sus explicaciones en otro artículo (en el nº 467, del 23 de septiembre de 1812).

Es probable que sea suyo el artículo, firmado M., en el suplemento al Redactor del 30 de septiembre de 1812, sobre la formación de doce batallones en la Isla, aprovechando para ello «los oficiales de Marina sin destino, los quintos de Andalucía, y los excelentes sargentos y cabos con los que contamos«. Entre tanto, en el suplemento al Redactor del 3 de octubre de 1812, muestra su agradado por la carta que Carlota, hermana de Fernando VII, ha escrito en favor de la Constitución.

Vuelve a la carga contra Echevarri en el nº 504 y 511 del Redactor (30 de octubre y 6 de noviembre de 1812, respectivamente): en el primero insiste en que la Junta de Censura, aunque incitada dos veces por la Regencia, ha declarado la inocencia de su escrito, y lamenta que en España sólo se persiga al Robespierre, al Duende, a Gallardo, Pozo y Meade, y publica una carta de fray Juan de la Cruz, hecho prisionero por Echevarri por llevar y repartir en Córdoba unos ejemplares del Redactor, que le entregó él mismo. En el nº 522 (17 de noviembre de 1812), siguió la polémica contra el cura Alba, y se retrata con estas palabras, revelando su anhelo de revolución a la francesa: «Soy amante de la tranquilidad; pero veo que estos hombres avaros, egoistas y soberbios, no conocen que los pueblos han abierto los ojos, que los mueven con libertad por todas partes, que han disipado las sombras de la hipocresía, que no miran ya por medio de sus linternas mágicas, y que si ellos no ceden a la razón; si no obedecen de buena fe la CONSTITUCION que han jurado; si, en una palabra, se niegan a las precisas y necesarias reformas, y hay una reacción, lejos de llevarnos a la Inquisición (…) su suerte será la que por iguales causas sufrieron sus semejantes en otras revoluciones«.

También en el Redactor, en el nº 525 (20 de noviembre de 1812), se refiere a la publicación de los documentos sobre el duque de Ciudad Rodrigo en la Abeja, habla de la imprudencia de Ballesteros, y manifiesta que la causa de la animadversión contra la Abeja estriba en que este periódico se ha mostrado partidario del cambio de Regencia, lo mismo que viene diciendo él con motivo de la confirmación del «revoltoso y sedicioso» Echevarri. En el nº 552 (17 de diciembre de 1812), lamenta que no se cumpla la Constitución, y que los diputados, que la redactaron, no hayan sabido darle efectividad. Puede ser suyo el artículo aparecido en el nº 573 (7 de enero de 1813), firmado M.G., en el que comprueba que casi todos los defensores de la Inquisición fueron, en su día, agraciados por Godoy o por José Bonaparte (al que llama Pepe Botellas). Siguió su combate en el nº 586 (20 de enero de 1813), sobre las elecciones de compromisarios en la parroquia del Sagrario, y la ventaja conseguida en ellas por el clero (nº 597, 31 de enero de 1813), artículo en el que pregunta si después del Sr. Labrador ha venido de Francia algún otro condecorado del Antiguo Régimen, para tenerlo presente cuando haya que formar nueva Regencia. En el nº 586 (20 de enero de 1813) escribe sobre cómo se movió el clero en las elecciones del 20 de diciembre, y en el nº 601 (4 de febrero de 1813), pone el ejemplo honroso de la Junta de censura de Cádiz que, por acuerdo del 2 de julio de 1812, permitió a todos los ciudadanos consultar su libro de actas.

En la misma publicación, en el nº 608 y 611 (11 y 14 de febrero de 1813, respectivamente) escribe sobre la determinación de las Cortes de admitir en su seno a Jiménez Hoyo, y rechazando cualquier insinuación de que él, Moreno Guerra, pudiese ser Regente. En el nº 616 (20 de febrero de 1813), lamenta el desprecio del cabildo gaditano a la invitación para la ceremonia de abolición de la Inquisición, y plantea la urgencia de resolver el problema de los diezmos. En los nºs 619, 624 y 639 (23 y 28 febrero, y 15 marzo 1813, respectivamente), sostiene una polémica con Francisco Javier Pérez sobre el marqués de Labrador. En el nº 668 (13 de abril de 1813), ataca los escandalosos negocios eclesiásticos de Andalucía, y pide que en España se acabe con los diezmos, y en el nº 675 (20 de abril de 1813), elogia al obispo de Jaén y a la ilustrada Universidad de Baeza; en el nº 676 (21 de abril del mismo año), se declara cordobés, perteneciente «a una familia y casa de las más agricultoras de las Andalucías, sin mezcla de empleados civiles ni eclesiásticos (todos chupones estériles) sino contribuyentes productivos«. En el nº 688 (3 de mayo de 1813), defiende al barón de Casa Davalillo, jefe político de Córdoba, de los ataques del Procurador. No sé si será suyo el artículo firmado Moreno (en el Redactor, nº 711, del 26 de mayo de 1813), sobre la suciedad de Cádiz : «en un país donde ha habido dinero para pagar al Procurador, falta para encalar las fachadas«.

Suya es también la «Carta de un Regular de Córdoba a un amigo residente en Cádiz» (nº 716 del Redactor, 31 de mayo de 1813), carta que indica que «las luces en España están siete estados bajo tierra«.

Con su nombre y apellido firma dos artículos: el primero en Cádiz, el 30 de mayo de 1813, en el nº 719, en contra del Procurador, que le acusaba de cleromanía: «pero no, está con los párrocos frente a la aristocracia canoniguil«; y el segundo, en el nº 751 (5 de julio de 1813), con una manifestación de su amistad con el mariscal de campo Joaquín Virués. Asimismo, una trova antiservil, imitada de la Raquel de García de la Huerta, firmada J. M. de G., pudiera ser suya, aunque no es seguro. Sólo con la inicial publica un artículo, en el nº 801 (24 de agosto de 1813), sobre la plaga de perros sin dueño y de lobos hambrientos que padece la provincia de Cádiz. De nuevo, en el suplemento del 3 de septiembre de 1813, habla de las rivalidades suscitadas artificialmente (Cortes-Regencia, Cádiz-Madrid), y sobre el hecho de que los que abandonaron la patria se llamen ahora patriotas.

El último artículo en el Redactor se publica en el nº 872 (3 de noviembre de 1813), y versa sobre la situación en el Perú: «siendo tan costoso llevar un soldado desde Cádiz al Callao, la calidad debe suplir al número, todos los que vayan deben haber sido preparados con una buena instrucción y táctica europeas«. Dentro de que todavía cree posible la reconquista de América, no falta lógica en su posición.

Bibliografía

  • GIL NOVALES, Alberto. Las sociedades patrióticas. (Madrid; Tecnos, 1975).

  • Diario Mercantil de Cádiz [confróntense los números citados].

  • Redactor general de España [confróntense los números citados].

A. GIL NOVALES.