Francisco Montes Reina (1805–1851): Paquiro, el Torero que Revolucionó la Lidia Española

Francisco Montes Reina (1805–1851): Paquiro, el Torero que Revolucionó la Lidia Española

Los Primeros Años de Francisco Montes Reina

Orígenes y Primeros Años
Francisco Montes Reina nació en Chiclana de la Frontera (Cádiz) el 13 de enero de 1805, en una familia sin antecedentes taurinos, lo que resultó poco común para alguien que llegaría a convertirse en una de las figuras más célebres del toreo español. Su padre, Juan Félix Montes, era el administrador de las propiedades del marqués de Montecorto, lo que le permitió a Francisco recibir una educación que, aunque no se puede considerar privilegiada, sí le dio una formación más avanzada que la de la mayoría de sus contemporáneos en el mundo taurino.

A pesar de la nobleza de su entorno, la familia Montes sufrió dificultades económicas cuando Juan Félix fue despedido de su puesto por el marqués. Esta súbita estrechez financiera obligó a Francisco a abandonar sus estudios. Inicialmente, comenzó a trabajar con un maestro albañil, pero esta ocupación no era acorde con su naturaleza y pronto se dio cuenta de que no podía conformarse con una vida tan rutinaria y poco estimulante. En lugar de quedarse atrapado en esa situación, optó por seguir su verdadera pasión: el toreo.

De Albañil a Toreador
Montes comenzó su contacto con el mundo taurino de manera muy peculiar. Utilizando una capa o manta, se adentraba en el campo en busca de toros que se escapaban de las dehesas cercanas a Chiclana, los cuales se habían dispersado por el terreno. Su misión era reconducirlos a su lugar de origen y cobrar una pequeña compensación por su esfuerzo. Sin formación formal en el toreo, Francisco se las ingenió para ganar la confianza de su comunidad, que pronto lo identificó como un joven prometedor con un coraje excepcional y un talento innato para la lidia de toros.

Este primer contacto con los toros fue el inicio de lo que se convertiría en una exitosa carrera. A pesar de no tener familia relacionada con el toreo, la habilidad que mostró en estos primeros encuentros fue suficiente para que los más experimentados toreros de la zona lo reconocieran como un futuro profesional. Su audacia y destreza lo llevaron a ingresar en algunas cuadrillas menores, donde comenzó a ganar notoriedad.

El Ascenso a la Fama
En 1830, Francisco Montes dio su primer gran paso hacia la fama. Fue incluido en un cartel como sobresaliente de espada en una corrida celebrada en Sevilla. Sin embargo, fue el 1 de junio de ese mismo año cuando realizó un acto que marcaría su carrera: en pleno ruedo de la capital andaluza, realizó un salto de garrocha, una suerte compleja y espectacular que nunca antes había sido vista en esa plaza. Este salto no solo demostró su valentía, sino también el dominio de su cuerpo y su capacidad para ejecutar movimientos arriesgados. Este tipo de exhibiciones no pasó desapercibido y consolidó a Francisco Montes como una de las promesas más grandes del toreo de la época.

La Primera Presentación en Público: 1830
Es probable que su relación con otros toreros de la región, como el chiclanero Jerónimo José Cándido, fuera clave para su entrada a la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, dirigida por el renombrado maestro Pedro Romero. La influencia de Cándido y la formación bajo el magisterio de Romero fueron fundamentales para que Montes perfeccionara su técnica. Las virtudes de Francisco, especialmente su fortaleza física, su valor inquebrantable y su habilidad para mantener la calma en el ruedo, lo hicieron destacar rápidamente en la Escuela. Montes pronto estaba listo para enfrentarse a los ruedos de Madrid y tomar su alternativa.

La Consagración de Paquiro como una Leyenda Taurina

La Alternativa y sus Primeros Triunfos
Francisco Montes tomó la alternativa el 18 de abril de 1831, en Madrid, un evento clave en la carrera de cualquier torero. En esta ocasión, fue Juan Jiménez, conocido como «El Morenito», quien le cedió un toro de la ganadería de Gaviria, con Manuel Romero como testigo. Aunque su debut no fue el más afortunado debido a la dificultad del toro y a un error técnico que marcaría su carrera, el acto estuvo lejos de desmotivar a Montes. Este tropiezo en su primera actuación de importancia no hizo más que mostrar la naturaleza perseverante de «Paquiro». A lo largo de ese mismo año, se presentó en Madrid en cinco ocasiones, demostrando una destreza y una audacia que cautivaron a la afición madrileña.

El toreo de Montes era ya famoso por su variado repertorio, que no solo incluyó el dominio de las clásicas suertes de capa, sino también saltos de garrocha y saltos a trascuerno, una suerte que implicaba saltar sobre el toro mientras este embestía, un truco arriesgado que dejó una huella profunda en la memoria del público. Además, fue en estos primeros años donde comenzó a popularizar una suerte conocida como «la tijera», que consistía en manejar el capote de manera que se citaba al toro para ser lanceado en un ángulo muy peculiar, como si estuviera realizando una verónica doble.

La Tauromaquia de Montes: Innovación y Liderazgo
En 1836, Montes dio un paso trascendental en su carrera con la publicación de su obra «Tauromaquia», en la que describió con detalle no solo su estilo y las suertes que había perfeccionado, sino también sus innovaciones en la forma de lidiar y matar toros. Esta obra, redactada por el periodista y poeta romántico Santos López Pelegrín, superó en complejidad y riqueza de detalles a la famosa «Tauromaquia» publicada en 1796 por José de la Tixera y Pepe-Hillo, uno de los más importantes toreros de la época anterior. Montes fue reconocido por su capacidad para realizar todos los tercios de la lidia con una meticulosidad rigurosa, siendo incluso conocido por su excelencia al picar los toros, una práctica que le valió el reconocimiento como el más severo y disciplinado director de lidia de su tiempo.

Además, Montes ganó fama como un torero «largo», capaz de realizar suertes en los que otros se veían limitados, lo que consolidó su reputación como el torero más completo de su época. Su pasión por el toreo no solo se expresaba en su habilidad técnica, sino también en el sentido de responsabilidad y dedicación que imprimía a cada actuación.

Los Años de Éxitos y Desafíos
Entre 1832 y 1836, Francisco Montes se consolidó como una de las figuras más importantes del toreo en España. Su valentía, su destreza técnica y su estilo variado conquistaron a los aficionados de la capital y de otras ciudades importantes como Zaragoza, donde llegó a matar hasta doce toros en una misma tarde en 1832. Esta hazaña, sumada a sus éxitos en Granada, Cádiz y Pamplona, amplificó aún más su nombre y lo consolidó como una figura de primer nivel en el circuito taurino.

Sin embargo, no todo fueron triunfos para Montes. En 1837, después de varios enfrentamientos con las autoridades taurinas y tras exigir que encabezara todos los festejos en los que participaba, a pesar de que algunos compañeros de cartel le superaban en antigüedad, Montes dejó de torear en Madrid. Este conflicto fue una muestra de su carácter indomable y su deseo de liderar las corridas a las que se presentaba, algo que en ocasiones no era bien recibido por otros toreros o empresarios de la plaza.

La Última Etapa de su Carrera
Después de retirarse temporalmente de los ruedos, Montes intentó entrar en el negocio del vino, pero sus problemas financieros y su creciente afición por el alcohol lo llevaron a una crisis personal. En 1848, tras haber invertido en el comercio de vino y estar a punto de arruinarse, Paquiro se vio obligado a abandonar esta actividad y volver a los ruedos. En 1850, su regreso fue espectacular: después de haber superado su adicción, Montes disfrutó de dos triunfos en Madrid y Sevilla, lo que hizo que los aficionados lo recibieran con gran entusiasmo.

Sin embargo, su vuelta a los ruedos fue breve. El 21 de julio de 1850, en Madrid, Montes sufrió una grave cogida cuando un toro le coló la pierna izquierda mientras intentaba torearlo al natural. La cornada fue tan grave que, a pesar de su fortaleza física, le impidió continuar con su carrera. Las lesiones, junto a complicaciones de salud derivadas de su anterior adicción al alcohol, aceleraron su retiro definitivo.

El Legado de Paquiro
Francisco Montes regresó a su Chiclana natal, donde la tristeza del retiro, sumada a las secuelas de la cornada, lo llevó a caer en un estado de melancolía. Apenas un año después de su retirada, el 4 de abril de 1851, Paquiro falleció a la temprana edad de 46 años. Su muerte dejó un vacío enorme en el mundo del toreo, pero su legado perduró.

El arte de Francisco Montes, su valentía inquebrantable y su contribución a la evolución del toreo, siguen siendo un referente en la historia de la tauromaquia. A lo largo de su carrera, Paquiro no solo mostró ser un torero excepcional en técnica, sino que también abrió nuevas posibilidades para futuros matadores al integrar innovaciones que perduran hasta el día de hoy. La figura de Paquiro, con su estilo audaz y su carisma único, quedó grabada en la memoria colectiva de los aficionados al toreo como uno de los grandes maestros del siglo XIX.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Francisco Montes Reina (1805–1851): Paquiro, el Torero que Revolucionó la Lidia Española". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/montes-reina-francisco [consulta: 28 de septiembre de 2025].