Martín Sánchez, Santiago, «El Viti» (1938-VVVV)


Matador de toros español, nacido en Vitigudino (Salamanca) el 18 de julio de 1938. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de “El Viti”.

Vistió por vez primera el traje de luces en 1956, en un festejo menor celebrado en su lugar de origen; pero tan solo un año después ya intervenía en festejos picados. Tras foguearse en estas lides provincianas, el 18 de julio de 1960 compareció por vez primera ante la severa afición madrileña; y no pasó inadvertida esta su presentación en Las Ventas, ya que salió a hombros por la Puerta Grande del primer coso del mundo, tras haber cortado las dos orejas del segundo novillo de su lote.

Dispuesto a tomar la alternativa, se presentó en las arenas de la plaza Monumental de Las Ventas el día 13 de mayo de 1961, apadrinado por el diestro toledano Gregorio Lozano Sánchez (“Gregorio Sánchez”) y en presencia del coletudo sevillano Diego Puerta Diánez, que compareció en calidad de testigo. Aquella tarde, “El Viti” se doctoró dando lidia y muerte a estoque al toro Guapito, perteneciente a la vacada de don Alipio Pérez-Tabernero Sanchón.

El toreo sobrio, poderoso y mayestático de Santiago Martín (“El Viti”) pronto cautivó a la afición más selecta de una época que parecía condenada a sufrir la extravagancia tremendista de unos toreros cuya simple mención se hace odiosa para los amantes del Arte de Cúchares. En su primera temporada como matador de toros, “El Viti” lidió sesenta corridas, una menos que en la temporada siguiente (1962), en la que pudo haber alcanzado casi el centenar de actuaciones si no se hubieran cruzado en su veloz ascenso dos graves cornadas (una en Palma de Mallorca, y otra en las arenas de la Ciudad Condal). En 1963 torea en setenta y tres ocasiones en España, antes de acrecentar esta cifra en los cosos de México, Colombia y Perú. A partir de entonces, su fama de torero serio, seguro y elegante tendrá tanto predicamento en tierras de Ultramar como en los cosos de la Península Ibérica.

Fruto de este merecidísimo renombre fueron las setenta y siete corridas que toreó en 1964, y las sesenta y una en que intervino al año siguiente, a pesar de que un toro volvió a infligirle una severa cornada (de nuevo en las arenas mallorquinas). En 1966 firmó sesenta y ocho contratos, antes de que, habiendo cruzado otra vez el oceáno Atlántico, un morlaco lo hiriera en el ruedo de Santa Fe de Bogotá. Una vez repuesto, “El Viti” se enfrentó en 1967 a una de las campañas más accidentadas de su vida: en Barcelona, un toro le alcanzó en la oreja derecha; en Málaga sufrió una grave cornada en el muslo derecho; para colmo de males, su acostumbrado periplo por Hispanoamérica se vio retrasado por un inoportuno accidente de caza. Sin embargo, su valor y tenacidad quedaron patentes cuando, en vez de suspender en ese punto su temporada, viajó hasta América, donde el destino adverso que le había hostigado durante todo ese año le deparó otra grave cogida en la plaza de toros de Acho (Lima). A pesar de este grueso rosario de severos percances, Santiago Martín (“El Viti”) acabó la campaña de 1967 con un balance de sesenta y cuatro corridas toreadas, lo que da la justa medida del respeto con que gustaba de responder a los sentidos elogios con que de contino le agasajaba la afición.

No obstante, las secuelas de tantas heridas se dejaron notar en la campaña de 1968, máxime cuando el público madrileño dio por concluida la temporada taurina sin haber visto torear al “Viti” en la plaza Monumental de Las Ventas (aunque el diestro salmantino había pisado el ruedo de Vista Alegre, la segunda plaza de Madrid). Aquel año sumó un total de cincuenta y cuatro actuaciones, cincuenta y ocho en 1969, setenta y seis en 1970, y cincuenta y una en 1971, fecha en la que decidió retirarse del ejercicio activo del toreo. Sin embargo, cumplido su propósito en 1972, volvió a vestir el terno de luces en la campaña de 1973, en cuyo transcurso se anunció en sesenta y dos carteles. En 1974 lidió también sesenta y dos festejos, para acabar anunciando otra vez su retirada.

Tras un nuevo paréntesis de un año de duración, reapareció en la temporada de 1976 y estuvo toreando ininterrumpidamente hasta la de 1979 (ambas incluidas, a razón de cincuenta y tres corridas lidiadas en el primer año de la recién nacida democracia, las mismas en 1977, cuarenta y ocho en 1978, y cuarenta y una en 1979). Al finalizar esta última campaña se cortó definitivamente la coleta.

Además de las virtudes ya apuntadas (valor, sobriedad, elegancia y firmeza), “El Viti” sobresalió en su tiempo por la eficacia de que hacía gala a la hora de entrar a matar. Sus estocadas eran pausadas en su ejecución, certeras en su objetivo y fulminantes en sus efectos inmediatos. Tras la retirada de Santiago Martín, quedó un vacío difícil de llenar entre los aficionados que gustan de la adusta pureza del toreo mesetario.