Mañara Vicentelo de Leca, Miguel (1627-1679). El religioso español que transformó la caridad en Sevilla
Mañara Vicentelo de Leca, Miguel (1627-1679), un hombre profundamente devoto y generoso, marcó un antes y un después en la historia de la caridad en Sevilla. Nacido en la ciudad hispalense, vivió una vida llena de contrastes, transitando desde los lujos y privilegios de la nobleza hacia una existencia dedicada completamente al servicio de los más necesitados. Conocido principalmente por su labor al frente de la Hermandad de la Santa Caridad, Mañara fue una figura clave en la transformación social y religiosa de su tiempo. Su legado perdura en las instituciones que fundó, en su ejemplo de humildad y generosidad, y en su dedicación a los pobres y enfermos de Sevilla.
Orígenes y contexto histórico
Miguel Mañara nació en Sevilla en 1627 en una familia noble y acomodada. Su madre lo educó religiosamente, inculcándole valores de fe y devoción desde temprana edad. A los ocho años, en 1635, Mañara ingresó en la orden militar de Calatrava, una de las órdenes más prestigiosas de la época. Durante su juventud, se destacó como un caballero noble y hacendado, ganándose un lugar en la sociedad sevillana por su riqueza y linaje. Sin embargo, la literatura novelesca, especialmente desde mediados del siglo XIX, trató de encasillarlo como el prototipo del caballero aventurero y sacrílego, una imagen que no corresponde con la realidad.
Aunque es cierto que Mañara era un joven altivo y orgulloso, los testimonios de sus contemporáneos y los documentos de la época desmienten la visión de un hombre impío. De hecho, en su juventud ya era conocido por su devoción religiosa, mostrando un gran respeto por Dios, la Virgen y el sacramento del altar. Además, su generosidad en las limosnas, inspirada por el ejemplo de sus padres, lo convirtió en una figura respetada en su comunidad.
Logros y contribuciones
La vida de Mañara dio un giro radical tras la muerte de su esposa, Gerónima María Antonia Carrillo de Mendoza y Castrillo, quien falleció en 1661 sin dejar descendencia. A raíz de esta tragedia, Mañara experimentó lo que él mismo describiría como una «conversión». Decidió abandonar las vanidades del mundo y dedicarse por completo a Dios y a la ayuda de los más necesitados. Este giro en su vida fue impresionante para quienes lo conocían, ya que se desprendió de gran parte de su patrimonio y comenzó a practicar la mortificación y el ayuno.
En 1662, Mañara se unió a la Hermandad de la Santa Caridad, una cofradía sevillana dedicada a la recogida de limosnas, el enterramiento de los desamparados y la asistencia a los enfermos. Pese a la oposición de algunos miembros de la hermandad, Mañara fue admitido y se comprometió a realizar tareas de caridad, como pedir limosna por las calles y asistir a los entierros de los más pobres.
En 1663, Mañara fue elegido Hermano Mayor de la Hermandad, cargo que ocuparía hasta su muerte en 1679. Durante su mandato, trabajó incansablemente para impulsar la labor de la Hermandad, convirtiéndola en la principal institución de caridad de Sevilla. Fundó el primer hospicio de la ciudad en 1664, utilizando unas instalaciones de las reales atarazanas, donde los pobres y enfermos eran acogidos y atendidos. El hospital fue un lugar de refugio para aquellos que no tenían otro sitio donde ir, y los hermanos de la Caridad se encargaban de cuidarlos durante la noche y transportarlos a los hospitales de la ciudad cuando era necesario.
La construcción de una nueva iglesia para la Hermandad, que comenzó en 1674, fue otro de los grandes logros de Mañara. Con la ayuda de limosnas y su propio patrimonio, consiguió que se erigiera un templo digno de la labor que realizaba la cofradía. El retablo mayor y las capillas laterales fueron decorados por artistas renombrados de la época, como Murillo y Valdes Leal, quienes dejaron su huella en esta obra de gran trascendencia.
Momentos clave en la vida de Mañara
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Contradicciones juveniles: En su juventud, Mañara era conocido por ser un caballero de alta alcurnia, con una actitud algo altiva y orgullosa, pero también por su devoción religiosa y generosidad hacia los pobres.
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La conversión: La muerte de su esposa en 1661 fue el punto de inflexión en su vida. Mañara se retiró al desierto de las Nieves, donde se confesó y decidió dedicar su vida a la caridad.
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Ingreso en la Hermandad de la Santa Caridad: En 1662, Mañara se unió a la Hermandad de la Santa Caridad, una organización benéfica dedicada a ayudar a los pobres y enfermos de Sevilla.
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Fundación del hospicio: En 1664, Mañara inauguró el primer hospicio de Sevilla, destinado a acoger a los más desamparados de la ciudad.
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Construcción de la iglesia de la Santa Caridad: Con el tiempo, Mañara logró construir una nueva iglesia para la Hermandad, decorada por artistas como Murillo y Valdes Leal.
Relevancia actual
El legado de Mañara perdura en la ciudad de Sevilla, donde su trabajo al frente de la Hermandad de la Santa Caridad sigue siendo recordado y admirado. La iglesia de la Santa Caridad, que él ayudó a construir, se mantiene como uno de los principales puntos de referencia de la ciudad, tanto por su valor arquitectónico como por la misión social que cumple hasta el día de hoy.
Además, su vida continúa sirviendo de inspiración a aquellos que dedican su tiempo y recursos al servicio de los más necesitados. La figura de Mañara es un símbolo de cómo la fe y la generosidad pueden transformar la vida de una persona y, por ende, la de toda una comunidad. Aunque su vida estuvo marcada por un profundo sufrimiento, especialmente durante sus últimos años, Mañara nunca perdió la esperanza en Dios ni en su misión de ayudar a los demás.
La humildad y el sacrificio de Mañara son ejemplos de caridad cristiana que siguen siendo relevantes en la actualidad, no solo en Sevilla, sino en otras partes del mundo donde la pobreza y el sufrimiento son realidades diarias. En este sentido, su vida puede verse como un llamado a la acción, un recordatorio de que el bienestar de los demás debe ser una prioridad en la vida de cada uno de nosotros.
La muerte de Mañara y su legado
Mañara falleció el 9 de mayo de 1679 a la edad de 52 años, después de haber dedicado 16 años de su vida al servicio de la Hermandad de la Santa Caridad. Su muerte fue muy sentida en Sevilla, y al día siguiente, un gran número de personas acudió a su funeral, donde fue enterrado sin ataúd, en la entrada de la iglesia de la Caridad, como él mismo había solicitado. En su tumba se inscribieron las palabras: «Aquí yacen los huesos y cenizas del peor hombre que ha habido en el mundo. Rueguen a Dios por él», una frase que refleja su profunda humildad y arrepentimiento.
A pesar de su propio juicio sobre sí mismo, Mañara fue reconocido por todos como un «varón santo», el «padre de los pobres» y un «espejo de santidad». Su vida, dedicada por completo a la ayuda de los necesitados, sigue siendo un ejemplo luminoso de la verdadera caridad cristiana.
Bibliografía:
Mañara Vicentelo de Leca, Miguel. MCN Biografías.
MCN Biografías, 2025. "Mañara Vicentelo de Leca, Miguel (1627-1679). El religioso español que transformó la caridad en Sevilla". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/mannara-vicentelo-de-leca-miguel [consulta: 24 de junio de 2025].