Malaver García, Jaime (1930-VVVV).
Matador de toros español, nacido en La Algaba (Sevilla) el 25 de diciembre de 1930. Es padre del torero madrileño Jaime Malaver Peláez.
Tras prodigar sus primeros capotazos por tientas y capeas de su Andalucía nata, con tan sólo dieciséis años de edad vistió su primer traje de luces, debut que tuvo por escenario nada menos que el coso de la noble y antigua plaza malagueña de Ronda. Un año después, en 1947, se presentó por vez primera en calidad de novillero en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, donde hizo frente a su primer festejo picado.
Comienzos tan prometedores (al menos, por la calidad de los ruedos que los albergaron) dieron paso a una segura andadura novilleril que, el día 1 de junio de 1950, desembocó en las arenas de la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid), donde, en compañía de los novilleros Pablo Lalanda y Pablo Lozano, se enfrentó con reses bravas del hierro de Montalvo. Su actuación de aquella tarde fue muy valorada por la selecta afición de la Villa y Corte, lo que le permitió dar cumplido remate a aquella temporada de 1950 habiendo firmado veintiocho ajustes.
Tras un año más de militancia en el escalafón novilleril (durante la campaña de 1951, en la que intervino en dieciocho novilladas), afrontó la temporada de 1952 con el firme propósito de ganar la borla de doctor en tauromaquia. Así las cosas, el 13 de abril de aquel año compareció de nuevo ante la afición hispalense de la Maestranza, flanqueado en los carteles por su padrino, el matador peruano -aunque nacido en Buenos Aires- Raúl Acha Sanz («Rovira»), y por el diestro gaditano Rafael Ortega Domínguez, que comparecía en calidad de testigo. «Rovira» puso en manos del animoso toricantano los trastos con los que éste había de lidiar y dar muerte a estoque al toro Barbero, marcado con el hierro de don Salvador Guardiola. Al término de dicha faena, cuando Jaime Malaver quiso ejecutar la suerte suprema, Barbero le infligió una grave cornada.
Sin embargo, la mala fortuna que le asedió durante su toma de alternativa no fue óbice para que afrontara, en el transcurso de aquella misma temporada, la confirmación de ese grado de doctor en tauromaquia. En efecto, el día 13 de julio de 1952 hizo de nuevo el paseíllo en la arena de la Villa y Corte, en donde su padrino, el coletudo mejicano Luis Briones Siller, le facultó para torear y despenar a un astado perteneciente a la ganadería de Aleas. Testigo de dicha confirmación, el diestro albaceteño Manuel Navarro Salido confirmó, a su vez, aquella misma tarde la alternativa del espada mejicano Jorge Aguilar González («El Ranchero»).
No tuvo suerte Jaime Malaver García con las no demasiadas oportunidades que se le brindaron en su condición de matador de toros, por lo que pronto mudó el oro del traje de luces por la plata del vestido propio de los subalternos. Así, en calidad de banderillero, se especializó en auxiliar el toreo ecuestre de varios caballeros rejoneadores, hasta que en la temporada de 1969 se cortó la coleta y abandonó definitivamente el ejercicio activo del toreo.