Lima e Silva, Luís Alves de. Duque de Caixas (1803-1880).
Militar y político brasileño, nacido el 25 de agosto de 1803 en la Hacienda denominada de São Paulo en la Vila de Porto Estrêla, en el estado de Río de Janeiro, y fallecido el 7 de mayo de 1880 en la hacienda de Santa Mônica en el mismo estado. Fue el gran pacificador de los focos rebeldes que, tras la declaración de Independencia de Brasil, fueron brotando en diferentes puntos, principalmente en Bahía, São Paulo, Minas Gerais y Río Grande do Sul, logrando de esta forma la unificación del país. También, en el exterior, destacó en campañas en los países fronterizos con Brasil defendiendo su integridad. Fue presidente del Consejo de Estado en los años 1855, 1861 y entre 1875 y 1878.
Sus antepasados pertenecieron a destacadas familias como los Silva, Fonsecas, Limas Brandões, Soromenhos y Silveiras, familias profundamente ligadas a la tierra y al cultivo del café, con una tradición militar fuerte, que dieron figuras importantes al ejército, pero también a la vida política. Entre sus tíos, alrededor de una docena de ellos fueron mariscales de campo. Su abuelo, José Joaquim de Lima e Silva, fue hidalgo caballero de la Casa Real portuguesa y comendador de la Orden de Avis. Luís Alves de Lima e Silva fue hijo del mariscal de campo Francisco de Lima e Silva, regente del imperio, senador y protagonista de un hecho fundamental, ya que fue la persona que, el 2 de diciembre de 1825, llevó en sus brazos para presentar en la Corte al recién nacido que más tarde llegaría a ser Pedro II. Su madre fue Marian Cândida de Oliveira Belo.
Su primer contacto importante con los militares fue en noviembre de 1808 cuando, con tan sólo cinco años de edad, y como era costumbre, tomó plaza como cadete en el primer regimiento de infantería. Más adelante, el 25 de agosto de 1817, el mismo día que cumplió catorce años, juró bandera. Al año siguiente decidió matricularse en la Academia Real Militar. El 12 de octubre fue promovido a alférez dentro de la quinta compañía del primer Batalhão de Fuzileiros da Guarnição da Corte, y perteneciendo a ese mismo batallón, fue ascendido a teniente el 2 de enero de 1821. Cursó con éxito los estudios de infantería así como el de las demás materias que lo completaban, terminando de esta forma su formación. Dejó la academia al final del año 1821.
Pocos meses después, fue proclamada la Independencia de Brasil por Pedro I. Este primer emperador formó el Batalhão do Imperador, realizando una austera selección entre los militares, tanto oficiales graduados como soldados, lo que dio lugar a una unidad de elite. Él mismo llevó a cabo el acto de reclutamiento que tuvo lugar en el Campo de São Cristovão. Luís Alves de Silva perteneció a este batallón hasta su disolución en 1831. En su cargo de teniente, recibió la bandera del imperio en la primera ceremonia militar del Brasil independiente celebrada el 10 de noviembre de 1822.
La emancipación política de Brasil de las Cortes de Lisboa trajo consigo reacciones en contra, como la que mantuvo el brigadier portugués Inácio Luis Madeira de Melo, que se negó a reconocer la segregación de la metrópoli. Tras varias revueltas y combates, y después de recibir ayuda de Portugal, se mantuvo fuerte en la ciudad de El Salvador, acto que llevó al general Pedro Labatut a sitiar la ciudad. El emperador decidió enviar refuerzos en marzo de 1823, y envió al Batalhão do Imperador al mando del coronel José Joaquim Alves de Lima, que llevó entre sus ayudantes oficiales a su sobrino Luís Alves de Lima; éste tuvo allí su bautismo de fuego. Gracias al cerco de esta unidad, junto con la realizada por mar al mando del almirante Cochrane, el 2 de julio de 1823, se llegó a dominar a los rebeldes, de modo que el brigadier Madeira abandonó Brasil marchando a Portugal. El orden quedó restablecido en la ciudad y Alves regresó a Río de Janeiro siendo ascendido a capitán el 22 de enero de 1824; también recibió el titulo de Cavaleiro da Ordem do Cruzeiro el 17 de febrero de ese mismo año.
Con su nuevo cargo fue enviado a combatir un nuevo foco de sublevación que dio lugar a lo que se denominó “Guerra Cisplatina” (véase Provincia Cisplatina). La lucha tuvo una duración de casi cuatro años, entre 1824 y 1828. Su origen fue el intento de segregación de Brasil de las tierras de la Banda Oriental, transformada en provincia Cisplatina. El Imperio vio una provocación en ello y envió sus tropas urgentemente, las cuales sufrieron grandes derrotas. Luís Alves de Silva Lima destacó de nuevo por sus cualidades personales y militares. La contienda terminó con una convención el 27 de agosto de 1828, que tuvo la mediación de Inglaterra. Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata renunciaron a las tierras disputadas, asistiendo así la creación de un nuevo país, La República Oriental de Uruguay.
Caixas fue promovido a mayor el 2 de diciembre de 1828. La noche del 6 al 7 de abril de 1831, Pedro I se vio obligado a abdicar ante los cuerpos que le fueron cercando en São Cristovao. Aunque Luís Alves de Lima permaneció fiel al soberano, finalmente comprendió que lo mejor para Brasil era la abdicación, lo que dio lugar a un periodo largo de regencia, hasta julio de 1840, cuando Pedro II llegó a la mayoría de edad. Su padre, Francisco de Lima Silva, que llegó a ser regente del imperio, estuvo en el cuartel de infantería de la Corte en los campos de Santana, frente al pueblo agitado y las tropas amotinadas. Durante el periodo que duró la regencia se sucedieron rebeliones y motines en varias provincias y lugares, en parte debido al Ato Adicional del 21 de agosto de 1834 que dio mayor autonomía a las provincias. Unas revueltas reclamaron la vuelta de Pedro I, otras fueron luchas sociales entre partidos o mostraron sus desacuerdos con el Gobierno. Luís Alves de Lima Silva, fue enviado para implantar el orden en algunas de ellas, después de que ya hubiera demostrado su talante pacificador en la sublevación de Bahía y en la Guerra de Cisplatina. Siendo teniente coronel, puso orden en la provincia de Maranhão, donde se libró un duro enfrentamiento entre las diferentes clases sociales y entre los dirigentes locales, agravados por la crisis agraria. Conocida como la «Revolução da Balaiada» (1839-1840), tomó su nombre por el negocio que tenía uno de sus lideres, Manuel Francisco dos Anjos Ferreira. Existió una confrontación entre dos bandos, los Bentevis y los populares Balaiados, dando lugar a luchas crueles, violentas y sangrientas. Los revolucionarios no mostraron ni una buena organización ni un proyecto político definido. Caixas manifestó la conveniencia de la unión entre todos, creó la Divisão Pacificadora y por fin, en recompensa a sus servicios, recibió el titulo de barón de Caixas el 18 de julio de 1841 y fue promovido a brigadier.
Al año siguiente brotaron fuertes discrepancias entre los liberales y los conservadores en las provincias de São Paulo y Minas Gerais. Los liberales acusaron a los conservadores de autoritarios. Los desórdenes fueron agravándose hasta que el 17 de mayo estalló la revolución en Sorocaba. Caixas fue enviado como comandante en jefe y con carta blanca para sofocar la rebelión. Tras el combate de Venda Grande logró entrar fácilmente en Sorocaba el 20 de junio, De esta forma venció en tan sólo un mes a los paulistas. De vuelta a Río de Janeiro, recibió la orden de reprimir la rebelión de Minas Gerais. Se dirigió a Ouro Preto y derrotó a los rebeldes en veinte días. Fue promovido entonces a mariscal de campo.
La revuelta que más tiempo le costó dominar fue la de Río Grande do Sul, porque los rebeldes mantuvieron una guerra de guerrillas, fácil de llevar a cabo por la naturaleza y extensión del terreno y por su propia idiosincrasia. Fue la «Revolução Farroupilha». Esta sublevación comenzó alrededor de 1835 por las diferencias surgidas entre el gobierno regente y los lideres locales, agravadas por las dificultades económicas. La finalidad buscada fue, la separación y la autonomía propia de ese territorio de Brasil. A finales de 1842 Caixas fue nombrado presidente de la provincia de Río Grande do Sul y comandante en jefe del ejército en operaciones. Entró en Porto Alegre el 12 de noviembre para tomar posesión de ambos cargos. Estas fueron las palabras del ministro de la Guerra, conde de Lajes: «Eu nao fiz um coronel, fiz um general que há de pacificar o Río Grande do Sul«. Fue difícil combatir con los rebeldes, Caixas utilizó con los farrapos, que perseguían la idea de la separación del poder central, la misma táctica o forma de lucha que había utilizado con éxito, en otras contiendas, la vía de la persuasión y la concordia, anteponiéndolas ante la fuerza y sobresaltando la importancia de la unidad nacional. Tuvo dificultades en saber contra quién luchaba y cuáles eran sus jefes, pero también aprendió y empleó sus mismos métodos para combatir. Buscó vías de negociación y tras la derrota de los rebeldes en Porongos al final de 1844, se llegó a un acuerdo definitivo firmándose la paz entre ambos bandos el 25 de febrero de 1845, con el Tratado de Ponche Verde. Con él consiguieron entre otros pactos, una amnistía total, un respeto por sus bienes, el pago de las deudas adquiridas por la guerra y la entrada voluntaria, tanto en el ejercito imperial bajo los mismos cargos que ostentaban, como en el Gobierno de su provincia. Una vez instaurado el orden, Caixas fue nombrado senador por Río Grande do Sul, al mismo tiempo se le reafirmó su cargo de mariscal de campo y se le concedió el título de conde.
En 1846 pasó a desempeñar el cargo de senador, junto a su padre, que tenía el mismo puesto. En 1850 el imperio decidió enviarlo para dar fin a las pretensiones del dirigente argentino, Juan Manuel de Rosas y a las del dirigente uruguayo Manuel Ceferino Oribe y restablecer el orden en las provincias orientales. Nombrado presidente de la provincia de Río Grande do Sul en junio de 1851 y recibido el cargo de comandante en jefe del ejército brasileño, organizó sus tropas y buscó la alianza con el general argentino Justo José Urquiza. La reorganización de los dos ejércitos comenzó en septiembre y en diciembre la campaña contra el general Oribe terminó con su derrocamiento. Una vez liberado Uruguay el punto de mira se fijó en Rosas. Un nuevo convenio se firmó entre Brasil, Uruguay, Corrientes y Entre Ríos. En febrero de 1852 el ejercito de la alianza derrotó a Rosas en la batalla de Montes Caseros y éste se refugió en un barco inglés, muriendo en el exilio. Caixas, nombrado teniente general, recibió la medalla de oro de la Campaña de Uruguay. El 26 de junio de 1852 le fue concedido el título de marqués.
Al regresó a Río de Janeiro, asumió la Presidencia del Consejo de Estado, que compaginó con la cartera de Guerra entre 1855 y 1857; volvió a ocupar estos cargos por segunda vez en 1861. Entre 1858 y 1864 fue consejero de guerra.
Su participación en la Guerra de Paraguay, de 1864 a 1870, fue muy importante, ya que aportó nuevamente sus conocimientos y sobre todo su habilidad militar. Varios fueron los motivos que llevaron a ese país, gobernado por Francisco Solano López, a la guerra. Entre las principales estuvo su interés para la libre navegación a través del Río de la Plata y el deseo de una mayor proyección en el continente. El conflicto tuvo una duración de cinco años. Los choques empezaron en noviembre de 1864. En su defensa, Brasil, Argentina y Uruguay se unieron en el Tratado da Tríplice Aliança, que quedo formalizado y firmado en mayo de 1865. La habilidad de Caixas como estratega fue decisiva en las brillantes victorias de diciembre de 1868 en Avai y en Lomas Valentinas, donde Solano tenía instalado su cuartel general. Con la ocupación de la capital, Asunción, en enero de 1869 y la muerte de Francisco Solano Lopez en la batalla de Cerro Corá en marzo de 1870 se dio por finalizada la guerra, que fue devastadora para Paraguay; el país quedó destrozado y la población reducida a la mitad. Caixas, cansado y con la salud afectada, había dejado el mando de las tropas aliadas, regresando a Río de Janeiro.
Entre 1875 y 1878 ocuparía la presidencia del Consejo por tercera vez, buscando la reconciliación de todos los brasileños. Fue notable la solución de la questao religiosa al conceder la amnistía a los obispos Vital de Oliveira y Macedo Costa, que se habían rebelado. Como ministro de Guerra en 1875, intentó cambiar los reglamentos militares para lograr su modernización.
Hay que anotar que Caixas fue más militar que estadista. Sus palabras, su pensamiento, su actuación, así lo indican: “A verdadeira bravura do soldado é nobre, generosa e respeitadora dos princípios da humanidade. A propriedade de quem quer que seja, nacional, estrangeiro, amigo ou enimigo, é inviolável e sagrada; e deve ser tão religiosamente respeitada pelo soldado do exercito imperial, como a sua própria honra. O que por desgraça a violar será considerado indigno de pertencer ás fileiras do exercito, assassino da honra e reputação nacional, e como tal severa e inexoravelmente punido«. Ni fue ambicioso, ni se dejo influir por las riquezas. Respetó la dignidad humana, tanto hacia sus soldados como a sus enemigos: “é a Providência Divina que de mim tem feito um instrumento de paz para a terra em que nasci”. Por todos estos valores fue nombrado “Patrono” del ejercito brasileño y el 25 de agosto, fecha de su nacimiento, se conmemora el “Dia do Soldado”.
El 6 de enero de 1833 se había casado con Ana Luisa de Loreto Carneiro Viana, de 16 años. La pareja tuvo tres hijos, Ana, nacida en 1833, Luisa, en junio de 1836 y Luís, en diciembre de 1847, muerto en 1862. Ana Luisa, su mujer, falleció el 23 de marzo de 1874.
Caixas fue enterrado en el cementerio de São Francisco de Paula, en el Largo de Catumbi. El 30 de agosto de 1949 sus restos, junto con los de su esposa, fueron trasladados al panteón en la Plaza de Caixas, frente al Palacio Duque de Caixas.
Bibliografía
-
BARROSO, G. Caixas. Río de Janeiro, 1953.
-
MORAES, E. V. O Duque de Ferro: aspectos da figura de Caixas. Río de Janeiro, 1937.
-
PAULINO, J y GRANDE, H. Dois grandes do civismo brasileiro: Luis Alves de Lima Silva e Antonio Castro Alves. Río de Janeiro, 1980.
T. Bandrés Sierra