Félix de Latassa y Ortín (1733–1805): El erudito aragonés que preservó la memoria literaria de su tierra

Félix de Latassa y Ortín (1733–1805): El erudito aragonés que preservó la memoria literaria de su tierra

Introducción

Félix de Latassa y Ortín fue uno de los más destacados eruditos y teólogos españoles del siglo XVIII, cuya labor ha dejado una huella indeleble en la historia cultural de Aragón. Nacido en Zaragoza en 1733, Latassa dedicó su vida al estudio y recopilación de la literatura aragonesa, lo que culminó en su obra magna, las Bibliotecas de Escritores del Reino de Aragón, un extenso catálogo de autores que aún sigue siendo una fuente esencial de consulta en el ámbito académico. Su erudición, sin embargo, fue solo una de las facetas de una vida dedicada al conocimiento y la iglesia, marcada por una constante búsqueda de la verdad y la preservación del legado cultural de su tierra.

Orígenes y primeros años de vida

Félix de Latassa nació en una familia de la nobleza aragonesa, aunque sus orígenes no fueron los de una familia rica o poderosa. Hijo de Juan Latassa y Ortiz, natural de Navarra, y de María Ortín, la familia vivió una situación económica menos favorable debido a la decadencia de las rentas familiares. Su infancia transcurrió en Zaragoza, donde recibió una educación básica que marcó el inicio de su futura vocación intelectual. Desde joven mostró gran interés por los estudios y una inclinación natural hacia la erudición, lo que le llevaría a ingresar en la Universidad de Zaragoza, donde comenzó a formarse en las artes y la filosofía en 1749.

Formación académica y religiosa

Latassa ingresó en la Universidad de Zaragoza en 1749 para estudiar Artes y Filosofía, y en 1752 ya había alcanzado el grado de bachiller. Durante estos años, su aptitud para los estudios le permitió destacarse entre sus compañeros, y pronto se inclinó hacia los estudios teológicos. En 1757 comenzó a estudiar Teología, campo en el que alcanzaría el grado de bachiller en 1761. En este período, además de sus estudios formales, Latassa comenzó a tener contacto con algunos de los más relevantes maestros de la universidad, como Manuel Cabós, quien sería clave en su desarrollo profesional.

A lo largo de su carrera académica, Latassa mostró una dedicación total a la búsqueda del conocimiento, lo que le llevó a destacarse en las aulas como un joven prodigio en teología. Su confianza y habilidad como profesor de Teología fueron tan notables que, incluso antes de terminar sus estudios, fue llamado a ocupar posiciones docentes, lo que marcó el inicio de su reputación como uno de los eruditos más destacados de Zaragoza.

Carrera docente en la Universidad de Zaragoza

La labor docente de Félix de Latassa se desarrolló principalmente en la Universidad de Zaragoza, donde se destacó como profesor de Teología. Su capacidad para enseñar y su erudición le ganaron el reconocimiento de sus colegas, quienes confiaron en él para realizar sustituciones en clases y cátedras. Latassa se convirtió en un referente para sus estudiantes, y a lo largo de su carrera como docente, fue elogiado por su dedicación y su vasto conocimiento.

Su labor en la universidad no solo estuvo centrada en la enseñanza, sino también en la preservación del conocimiento. Durante su tiempo como profesor, Latassa se encargó de organizar y catalogar diversas colecciones de manuscritos, lo que a la larga le serviría de base para su obra más importante, las Bibliotecas de Escritores del Reino de Aragón.

Primeros logros en la erudición

Aunque su carrera religiosa se desarrolló en el curato de Juslibol, donde fue sacerdote y posteriormente racionero de la iglesia del Salvador en Zaragoza, Latassa encontró tiempo para dedicarse a su verdadera pasión: la investigación literaria. A partir de 1762, Latassa comenzó a reunir información sobre los escritores aragoneses, una labor que sería la piedra angular de su vida intelectual. Con el apoyo de su mentor, el catedrático de Teología Manuel Cabós, emprendió el proyecto que más tarde sería conocido como las Bibliotecas de Latassa.

Latassa dedicó años a la recopilación de datos sobre los escritores de Aragón, consultando manuscritos y documentos en diversas bibliotecas. Esta labor minuciosa lo llevó a establecer un catálogo exhaustivo que abarcaba desde los primeros siglos de la era cristiana hasta su propio tiempo, cubriendo un período de más de mil años de literatura aragonesa. La precisión y el rigor de su trabajo le permitieron elaborar una obra que, a pesar de su antigüedad, sigue siendo una referencia clave en el estudio de la literatura de la región.

Félix de Latassa no solo se destacó por su labor como académico, sino también por su implicación en el desarrollo cultural de Zaragoza. Fue miembro de la Asociación Aragonesa de Amigos del País, una sociedad que promovía el conocimiento y el progreso en Aragón, lo que reflejaba su compromiso con el fomento de la erudición en su tierra natal.

La obra magna: las Bibliotecas de Latassa

La obra por la que Félix de Latassa se inmortalizó en la historia de la erudición es su Biblioteca de Escritores del Reino de Aragón, un trabajo monumental que, aunque surgió en el contexto académico del siglo XVIII, sigue siendo una obra de referencia indispensable para la investigación sobre la literatura aragonesa. Su proyecto se enmarca dentro de una tendencia más amplia de la época, caracterizada por la recopilación de datos sobre los escritores de diversas regiones de España. En esta labor, Latassa se distingue por su exhaustividad y por su dedicación a los detalles, logrando un trabajo que es considerado un referente por su contribución al conocimiento de la literatura aragonesa.

La Biblioteca de Escritores del Reino de Aragón no fue una obra única, sino que se dividió en dos partes principales: la Biblioteca Antigua y la Biblioteca Nueva. Ambas son testimonios de su incansable trabajo de recopilación, clasificación y análisis de las obras y autores que, a lo largo de los siglos, habían formado parte del panorama literario de Aragón.

La Biblioteca Antigua (1796)

La Biblioteca Antigua fue la primera parte de este vasto trabajo, publicada en 1796 en dos tomos gruesos. En ella, Latassa incluyó a los escritores aragoneses desde los primeros años de la era cristiana hasta el año 1500, cubriendo la literatura de la época antigua y medieval. Esta primera parte fue un desafío para Latassa, pues muchos de los autores que él mencionaba eran figuras poco conocidas o cuyos trabajos no habían sido preservados en su totalidad. No obstante, el erudito, a base de minuciosas búsquedas en archivos y bibliotecas, consiguió reunir una gran cantidad de información que permitió hacer justicia a la memoria de esos autores olvidados.

A lo largo de la obra, Latassa no solo se centró en los autores de literatura escrita, sino que también incluyó a aquellos que destacaron en otras disciplinas, como la filosofía, la teología y la historia, lo que amplió considerablemente el alcance de su catálogo. Este enfoque tan completo le permitió ofrecer un panorama detallado del desarrollo intelectual y literario de Aragón durante la Edad Media, un campo que, en ese momento, carecía de una recopilación adecuada.

La Biblioteca Nueva (1798–1802)

Dos años después de la publicación de la Biblioteca Antigua, Latassa continuó su labor con la Biblioteca Nueva, que abarcaba a los escritores aragoneses desde el año 1500 hasta su tiempo. Esta segunda parte fue aún más ambiciosa que la primera, ya que incluyó una mayor cantidad de autores y obras, reflejando la riqueza cultural y literaria del Renacimiento, el Barroco y la Ilustración.

La Biblioteca Nueva fue publicada en seis volúmenes entre 1798 y 1802 en la ciudad de Pamplona, y se considera la culminación del esfuerzo de Latassa por recopilar y sistematizar la producción literaria de su tierra. Esta parte de la obra abarcó una amplia gama de géneros, desde la poesía y la narrativa hasta los tratados científicos y filosóficos, destacando la diversidad del pensamiento aragonés en el período moderno. Además, Latassa incorporó referencias a los autores más contemporáneos, lo que le permitió dar una visión actualizada de la evolución de la literatura aragonesa en su propio tiempo.

Los esfuerzos por completar la obra tras su muerte

Félix de Latassa falleció en 1805 sin haber completado completamente su proyecto de las Bibliotecas de Latassa. Sin embargo, su obra fue tan influyente que, a lo largo del siglo XIX, se realizaron diversos intentos por completar la recopilación de datos que él había comenzado. Uno de los esfuerzos más importantes en este sentido fue llevado a cabo por Miguel Gómez Uriel, archivero y bibliotecario del Colegio Aragonés de Abogados, quien en 1884 reeditó la obra de Latassa, ampliándola con nuevos datos y documentos encontrados entre los papeles del erudito aragonés.

Lamentablemente, una parte considerable del trabajo de Latassa se perdió durante la invasión napoleónica, cuando las tropas francesas requisaron y destruyeron numerosos documentos en la biblioteca del autor. A pesar de estos contratiempos, la reedición de Gómez Uriel y las reimpresiones posteriores han asegurado la supervivencia y el uso académico de la Biblioteca de Escritores del Reino de Aragón. Estas ediciones han sido cruciales para el estudio de la literatura aragonesa y han permitido que la obra de Latassa sea accesible a generaciones posteriores de investigadores.

Legado y relevancia actual

El legado de Félix de Latassa es, sin duda, uno de los más importantes en la historia de la erudición española. A través de su Biblioteca de Escritores del Reino de Aragón, Latassa no solo preservó una gran parte de la memoria literaria de su tierra, sino que también proporcionó una base sólida para futuros estudios sobre la literatura de Aragón. Su obra ha perdurado a lo largo de los siglos, siendo fundamental para los estudios literarios y la investigación histórica sobre la región.

Gracias a las reediciones y, más recientemente, a la iniciativa de la Universidad de Zaragoza, la Biblioteca de Latassa ha sido puesta a disposición de los académicos a través de plataformas digitales, lo que permite un acceso aún más amplio a la obra. De este modo, el trabajo de Latassa sigue siendo un pilar esencial para comprender no solo la literatura aragonesa, sino también la historia cultural de España en general.

Félix de Latassa y Ortín, con su dedicación a la preservación del conocimiento y su incansable labor de erudición, dejó un legado que perdura hasta nuestros días. Su obra no solo sigue siendo de utilidad académica, sino que también simboliza la importancia de la erudición en la construcción de la memoria colectiva y cultural de una región.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Félix de Latassa y Ortín (1733–1805): El erudito aragonés que preservó la memoria literaria de su tierra". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/latassa-y-ortin-felix-de [consulta: 29 de septiembre de 2025].