Harald Lander (1905-1971): El genio coreográfico que transformó el ballet clásico
Harald Lander (1905-1971) es recordado como uno de los artistas más influyentes en la historia del ballet, un hombre cuyo legado dejó una huella imborrable tanto en la danza danesa como en la francesa. Su habilidad para fusionar la tradición con la innovación y su dedicación al arte del ballet le aseguraron un lugar destacado en la historia de la danza. Nacido en Copenhague el 25 de febrero de 1905, Lander se destacó como bailarín, coreógrafo, maestro de ballet y director artístico. A lo largo de su vida, Lander transformó el Real Ballet Danés y la Ópera de París con una serie de coreografías que han perdurado hasta nuestros días.
Orígenes y contexto histórico
Harald Lander nació bajo el nombre de Alfred Bernhardt Stevnsborg en Copenhague, en una época en la que la danza clásica europea experimentaba transformaciones significativas. En su juventud, Lander comenzó su formación en la Escuela del Real Ballet Danés, donde fue instruido por Hans Beck y Gustav Uhlendorff. Fue allí donde cultivó las habilidades técnicas que lo catapultarían a una exitosa carrera. Debutó en el Real Ballet Danés en 1923 y, solo dos años más tarde, tuvo la oportunidad de desempeñarse como solista en una reposición del ballet Lejos de Dinamarca de Auguste Bournonville, un momento crucial en su carrera.
En 1925, su formación dio un giro internacional cuando se unió al célebre bailarín y coreógrafo ruso Mikhail Fokine, quien lo llevó a los Estados Unidos para perfeccionar su técnica. Durante los dos años que pasó en América, Lander estudió con algunos de los grandes nombres de la danza, como Ivan Tarasov y Adolf Bolm. Este periodo en los Estados Unidos fue fundamental para su desarrollo como artista, ya que le permitió experimentar con diferentes estilos y tendencias de la danza, lo que influiría notablemente en sus futuras obras.
Logros y contribuciones
Harald Lander es especialmente conocido por su prolífica carrera como coreógrafo y director artístico del Real Ballet Danés. Durante su tiempo como director entre 1932 y 1951, Lander contribuyó enormemente al repertorio de la compañía danesa, creando numerosas coreografías que siguen siendo fundamentales en la danza clásica.
Algunas de sus obras más destacadas incluyen Tata (1932), Diana (1933), y La Valse (1940), una pieza que interpretaba la elegancia del vals de manera brillante. También fue responsable de la creación de Thorvaldsen (1938), Rhapsodie (1949) y Salut for Auguste Bournonville (1949), una pieza que rendía homenaje al célebre coreógrafo danés.
Lander no solo se destacó por su capacidad para crear nuevas obras, sino también por su habilidad para reinterpretar los clásicos. Fue un experto en recuperar las coreografías de Bournonville, que consideraba fundamentales para el desarrollo del ballet danés. Además de su trabajo en el Real Ballet Danés, Lander fue nombrado coreógrafo residente de l’Opéra de París en 1951, donde dejó su marca con obras como Les Indes Galantes (1952) y Concerto aux Étoiles (1956).
Durante su tiempo en París, también dirigió la Escuela de Ballet de l’Opéra entre 1956 y 1963, una posición clave que le permitió influir directamente en la formación de nuevos talentos. En esta etapa, Lander desarrolló su estilo único, que combinaba una técnica impecable con una gran sensibilidad artística.
Obras de Harald Lander
A lo largo de su carrera, Lander creó una impresionante cantidad de obras, muchas de las cuales son parte integral del repertorio clásico hasta el día de hoy. A continuación, se presenta un listado con algunas de las coreografías más representativas que compuso para diversas compañías:
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Tata (Henriques, 1932)
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Diana (Poulenc, 1933)
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Shepherds and Chimney Sweep (Enna, 1934)
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Svinedrengen (Hye-Knudsen, 1936)
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Den Lille Havfrue (Henriques, 1936)
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Thorvaldsen (Hye-Knudsen, 1938)
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La Valse (Ravel, 1940)
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Qarrtsiluni (Riisager, 1942)
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Quasi una Fantasia (Beethoven, 1945)
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Étude (Czerny y Riisager, 1948)
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Rhapsodie (Liszt, 1949)
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Salut for Auguste Bournonville (varios, 1949)
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Caprichos de Cupido (Lolle, 1952)
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Les Indes Galantes (Dukas y Busser, 1952)
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Concerto aux Étoiles (Bartók, 1956)
La diversidad de compositores que influyeron en sus coreografías refleja su capacidad para trabajar con una gran variedad de estilos musicales, desde las composiciones clásicas de Beethoven hasta las de compositores del siglo XX como Schubert, Ravel, Liszt y Poulenc.
Momentos clave en la carrera de Harald Lander
A lo largo de su carrera, Harald Lander vivió varios momentos clave que definieron su trayectoria y consolidaron su posición como uno de los más grandes coreógrafos del siglo XX:
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1923-1925: Su debut en el Real Ballet Danés. Lander comenzó su carrera profesional en su ciudad natal, debutando en una reposición de Lejos de Dinamarca.
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1925-1927: Estudio con Mikhail Fokine. Su asociación con Mikhail Fokine en los Estados Unidos fue crucial para su desarrollo artístico.
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1932-1951: Director artístico del Real Ballet Danés. Durante este período, Lander creó muchas de sus obras más conocidas y dejó una marca profunda en el repertorio del ballet danés.
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1951-1956: Coreógrafo residente de l’Opéra de París. En esta etapa, Lander continuó creando innovadoras coreografías para el ballet francés.
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1956-1963: Director de la Escuela de Ballet de l’Opéra. Fue responsable de la formación de nuevas generaciones de bailarines, influenciando el futuro del ballet en Francia.
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1963: Regreso a Copenhague. Tras un periodo prolongado en París, Lander regresó a Copenhague para trabajar como coreógrafo invitado en el Real Ballet Danés, contribuyendo a la preservación de las coreografías de Bournonville.
Relevancia actual
La influencia de Harald Lander perdura en la danza clásica contemporánea. Sus obras siguen siendo interpretadas por importantes compañías de ballet alrededor del mundo. Su capacidad para innovar y mantener la esencia del ballet clásico lo convierte en una figura esencial en la historia del arte de la danza. Los ballets que creó para el Real Ballet Danés y la Ópera de París continúan siendo puntos de referencia para bailarines y coreógrafos que buscan equilibrio entre técnica y expresión artística.
Su legado también se extiende a través de las coreografías que recuperó y preservó, como las de Auguste Bournonville, lo que contribuyó a la perpetuación del estilo danés en el ballet clásico. Además, su influencia como director y maestro de ballet sigue siendo relevante en la formación de nuevas generaciones de bailarines.
Harald Lander, quien falleció en 1971, no solo dejó una marca indeleble en la historia del ballet, sino que también estableció un puente entre las tradiciones del ballet clásico y las nuevas tendencias de la danza, asegurando su relevancia más allá de su tiempo.
MCN Biografías, 2025. "Harald Lander (1905-1971): El genio coreográfico que transformó el ballet clásico". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/lander-harald [consulta: 28 de septiembre de 2025].