Laín Entralgo, Pedro (1908-2001).


Médico, ensayista y profesor universitario español, nacido en Urrea de Gaén (Teruel) el 15 de febrero de 1908 y fallecido en Madrid el 5 de junio de 2001. Humanista fecundo y polifacético, combinó siempre sus hondos saberes científicos con su constante indagación en el legado histórico, artístico, literario y filosófico de la cultura occidental, y dejó impresa una extensa y fructífera producción ensayística que le sitúa entre las grandes figuras del pensamiento español de la segunda mitad del siglo XX.

Figura cimera de la universidad española contemporánea, fue profesor titular, catedrático y rector de la Universidad Complutense de Madrid, y doctor honoris causa por las universidades de San Marcos de Lima (Perú), Valencia y Toulouse. Fue, además, miembro de número de la Real Academia de Medicina (1946), de la Real Academia Española (1954) y de la Real Academia de la Historia (1962).

Escribió numerosos ensayos sobre la cultura y la sociedad hispanas (La generación del 98, 1945; España como problema, 1949; A qué llamamos España, 1971), medicina (Medicina e historia, 1941; Estudios de historia de la medicina y la antropología médica, 1943; La historia clínica, 1950; Historia de la medicina moderna y contemporánea,1954; La relación médico enfermo: historia y teoría,1967) y literatura (Menéndez y Pelayo, historia de sus problemas intelectuales, 1944; La antropología en la obra de Fray Luis de Granada, 1945; Bichat, 1947; La aventura de leer, 1956). También escribió las comedias Entre nosotros (1967) y Cuando se espera (1967), el drama histórico El Empecinado (1985) y el volumen de memorias Descargo de conciencia 1930-1960 (1976).

Vida

Hijo de un médico rural que prestaba sus servicios en la pequeña localidad aragonesa de Urrea de Gaén, cursó sus estudios elementales en su pueblo natal, donde pronto dio muestras de poseer una viva inteligencia natural que aconsejó a sus padres enviarlo a otras poblaciones mayores tan pronto como estuviera en condiciones de afrontar los cursos del bachillerato. Se desplazó, pues, a varias capitales de provincia próximas a su entorno (Soria, Teruel, Zaragoza y Pamplona) para recibir en ellas su formación secundaria, y comenzó a ampliar sus horizontes vitales en la Zaragoza de los años veinte, ciudad en la que recaló para iniciar sus estudios superiores de Medicina. En posteriores textos autobiográficos, Pedro Laín recordó la fascinación que causó a un humilde muchacho de pueblo como él la vida urbana, con sus tranvías eléctricos, sus militares uniformados recorriendo el Paseo de la Independencia, y su bullicioso ajetreo estudiantil en esa Facultad de Ciencias en la que se matriculó a mediados de la tercera década del siglo XX. Vivía, por aquel tiempo, en el casco antiguo de la capital maña, junto al Palacio de la Audiencia, donde unos familiares suyos regentaban una confitería desde la que el joven estudiante emprendía a pie, todos los días, el camino que le conducía hasta las aulas universitarias.

Consciente de la necesidad de trasladarse a otros centros superiores de mayor prestigio, abandonó Zaragoza para continuar sus estudios de Ciencias Químicas y Medicina en la Universidad de Valencia, de donde pasó poco después al campus de la Universidad Central de Madrid, en la que obtuvo su título de licenciado en Medicina. En la capital de España conoció a Milagros Martínez, una audaz e inteligente muchacha sevillana que superó todos los obstáculos de su época para convertirse en una de las primeras mujeres licenciadas en Ciencias Químicas en España, y que, tras compartir estudios con el joven aragonés, acabaría casándose con él.

Una vez licenciado, Pedro Laín Entralgo, que había orientado su especialización médica hacia el por aquel entonces novedoso ámbito de la Psiquiatría, decidió completar su formación superior en Viena, donde dicha disciplina había recibido un impulso decisivo desde comienzos de siglo merced a los estudios de Sigmund Freud (1856-1939). Este primer desplazamiento al extranjero, realizado en 1932, contribuyó a ampliar los objetivos de su voraz curiosidad intelectual, atenta a partir de entonces a las propuestas más novedosas que surgían en cualquier punto de Europa. De regreso a la Península Ibérica, afrontó sus primeros retos profesionales en calidad de médico de la Mancomunidad Hidrográfica del Guadalquivir, que le había contratado con la misión específica de atender no sólo los problemas sanitarios de sus empleados, sino cualquier otra adversidad relacionada con la problemática social y política del momento. En 1934 aceptó el puesto de médico de guardia en el Instituto Psiquiátrico Provincial de Valencia, ciudad en la que contrajo nupcias, en diciembre de dicho año, con su antigua compañera de estudios, y donde vino al mundo su primera hija en noviembre de 1935.

El estallido de la Guerra Civil (1936) sorprendió a Pedro Laín Entralgo en la ciudad norteña de Santander, hasta la que se había desplazado para tomar parte en un congreso de especialistas en Psiquiatría. Pronto sus afinidades ideológicas -escoradas hacia posiciones conservadoras- le empujaron a ponerse al lado de los militares sublevados, por lo que, desde la capital cántabra, pasó a Pamplona y ofreció su colaboración a las tropas nacionales que dominaban ya aquella zona del país. Afiliado al movimiento político de orientación fascista Falange Española y de las JONS, en el transcurso de la contienda fratricida se significó por sus frecuentes colaboraciones en los órganos de propaganda y difusión de este partido (como la revista Arriba España), y llevó a tal extremo su colaboración con los sectores más reaccionarios de la política española que, en 1938, fue nombrado director de la Sección de Ediciones del Servicio Nacional de Propaganda (germen de la futura Editora Nacional).

Acabada la guerra, se unió a otros intelectuales que simpatizaban con sus ideas para emprender diversas iniciativas encaminadas a la regeneración de la vida cultural del país, entre las que resulta obligado recordar la fundación de la revista literaria Escorial (1940), cuya dirección asumió en los primeros compases de su andadura. Dependiente de Falange Española y fundada -además de por el propio Laín Entralgo- por otros escritores falangistas como Dionisio Ridruejo (1912-1975), Luis Rosales (1910-1992), Luis Felipe Vivanco (1907-1975), Antonio Marichalar (1893-1973), Juan Ramón Masoliver (1910-1997) y Antonio Tovar (1911-1985), la revista Escorial se proponía contribuir directamente a la reconstrucción de la cultura española dentro de lo que por aquel entonces se denominó «el nuevo orden europeo», y con la pretensión de recoger el testigo de otras prestigiosas publicaciones anteriores a la Guerra Civil, como Revista de Occidente, Cruz y Raya y La Gaceta Literaria. Pero esta tibia vocación «europeizante» y -con muchas limitaciones- aperturista (en las páginas de Escorial se pretendía dar cabida a algunos autores españoles exiliados que habían permanecido neutrales durante el conflicto bélico) no fue vista con buenos ojos por parte de las nuevas autoridades franquistas, que pronto comenzaron a depurar a numerosos intelectuales falangistas «de procedencia dudosa», lo que dio pie al distanciamiento de Laín Entralgo de la actualidad política, rememorado al cabo de muchos años por el propio escritor turolense con estas palabras: «reviso atentamente mi pasado español y encuentro en él algo de lo que debo arrepentirme: erré por ingenuidad, por desconocimiento, más de una vez por deficiencia«.

Apartado, pues, de las lides políticas, Pedro Laín Entralgo se consagró a su profesión médica, a su vocación docente y a su infatigable labor intelectual. En 1942 ganó la Cátedra de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense de Madrid -en la que, previamente, había ejercido la docencia en calidad de profesor de Psicología Experimental-, que ocupó durante casi cuarenta años (1942-1978); y en 1943 fundó, dentro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Instituto Arnau de Vilanova de Historia de la Medicina. Ocho años después, su fecunda actividad dentro de los foros universitarios le condujo hasta el rectorado de la Universidad Complutense, al frente del cual permaneció durante sólo un lustro (1952-1957), pues las labores de administración y representación inherentes al cargo le impedían centrarse de lleno en sus tareas docentes, ensayísticas e investigadoras. Se le recuerda, eso sí, en su paso por el rectorado de la principal universidad española, por sus esfuerzos para llevar a cabo uno de los intentos más serios de apertura intelectual durante los primeros años del franquismo.

Profesor invitado y conferenciante asiduo en los más destacados foros académicos de Italia, Alemania e Hispanoamérica, Pedro Laín Entralgo repartió, a partir de entonces, su tiempo en el desempeño de las actividades intelectuales derivadas de su triple condición de académico (de Medicina, de la Historia y de la Lengua), sin descuidar por ello una fructífera carrera de escritor que pronto le convirtió en una de las figuras más relevantes del pensamiento español contemporáneo, heredero del legado de otros intelectuales católicos como algunos de los autores de la Generación del 98, el filósofo madrileño José Ortega y Gasset (1883-1955) o el pensador donostiarra Xavier Zubiri (1898-1983). Continuó, asimismo, colaborando asiduamente en los principales rotativos y revistas de todo el país, y fue uno de los fundadores de la prestigiosa publicación Cuadernos Hispanoamericanos. Jubilado de su profesión docente en 1978, su asombrosa capacidad intelectual y laboral se mantuvo activa hasta el momento de su muerte, sobrevenida en la madrugada del 5 de junio de 2001, en su domicilio madrileño, cuando ya había rebasado los noventa y tres años de edad.

Por la variedad y profundidad de su obra, así como por sus brillantes méritos contraídos a lo largo de su prolongada dedicación a la docencia y a la divulgación de los más diversos conocimientos, fue distinguido con algunos de los honores y galardones más prestigiosos del ámbito académico e intelectual, entre los que destacan el Premio «Montaigne» de la Fundación Von Stein, de Hamburgo -que vino a reconocer, en 1976, su valiosa aportación a la cultura europea-, y el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades -que le fue otorgado en 1989-. Asimismo, recayeron en su figura y en su obra el Premio «Nacional de Teatro» -por sus críticas en la prensa periódica publicadas entre 1970 y 1971-, el Premio de Periodismo «Ramón Godó Lallana» (1974), el Premio «Aznar» de Periodismo (1980), el Premio de Teatro «Hermanos Machado» (1985) -que reconoció la calidad de su pieza dramática El Empecinado-, el Premio «Menéndez Pelayo» (1991), el Premio Internacional de Ensayo «Jovellanos» -otorgado, el 29 de enero de 1999, a su obra Qué es el hombre (Evolución y sentido de la vida)-, y el Premio Nacional de Investigación Humanística «Ramón Menéndez Pidal» -que le fue concedido en junio del año 2000, cuando ya había rebasado los noventa años de edad-. Fue, además, miembro de número de la Real Academia de Medicina (1946), de la Real Academia Española (1954) y de la Real Academia de la Historia (1962); y en 1982, tras la dimisión de Dámaso Alonso (1898-1990), fue elegido director de la Real Academia Española, cargo que ostentó por espacio de un lustro (1982-1987).

Obra

Para encuadrar el alcance de la producción impresa de Pedro Laín Entralgo en las coordenadas históricas y culturales que lo delimitan, conviene empezar por el recuerdo de las palabras con las que el propio escritor turolense definió su labor intelectual, quien se veía a sí mismo como «historiador de medicina, antropólogo, y ensayista y dramaturgo de domingo, por supuesto profesor universitario, hombre que ofrece a la incierta juventud lecciones sobre lo que él sabe o debe saber, y que a veces tiene la fortuna de suscitar en el alma de alguno de sus oyentes o lectores, la voluntad de acompañarle por los caminos de su particular disciplina académica«.

Estudios y ensayos sobre Medicina

Esta firme vocación didáctica quedó bien patente en su abultada bibliografía sobre historia de la Medicina y, en general, sobre los más diversos aspectos relacionados con su profesión facultativa, en la que resulta necesario mencionar algunos títulos de obligada presencia en todas las bibliotecas universitarias, como Medicina e historia (1941), Estudios de historia de la medicina y la antropología médica (1943), Estudios y apuntes sobre Ramón y Cajal (1945), La historia clínica (1950), Historia de la medicina moderna y contemporánea (1954) -obra que el propio autor revisó y amplió en 1970-, Dos biólogos: Claudio Bernard y Ramón y Cajal (1956), La curación por la palabra en la Antigüedad clásica (1958), Enfermedad y pecado (1961), Marañón y el enfermo (1962), La relación médico enfermo: historia y teoría (1967) -una de sus obras que mayor impacto causó entre los científicos de su especialidad-, El médico y el enfermo (1969), La medicina hipocrática (1970), Historia universal de la medicina (1972-73) -obra colectiva realizada por un equipo sometido a su dirección-, La medicina actual (1973), Gregorio Marañón: vida, obra y persona (1976) y, entre otros títulos, El diagnóstico médico: historia y teoría (1982), Santiago Ramón y Cajal (1982) y Antropología médica (1984).

En algunas de estas obras, Pedro Laín se limitó a profundizar, desde un punto de vista meramente científico, en los estudios médicos propios de su especialidad; pero, en la mayor parte de ellas, su condición de pensador le llevó a proyectarse sobre la historia y la sociedad, siguiendo las pautas ensayísticas trazadas por Gregorio Marañón (1887-1960), cuya línea de trabajo y pensamiento halló una sólida continuidad en los ensayos médicos del humanista turolense.

Ensayos sobre «el tema de España»

Al margen de la recién mencionada influencia de Gregorio Marañón, en los escritos ensayísticos de Laín Entralgo sobre la cultura y la sociedad españolas queda bien patente la huella del filósofo José Ortega y Gasset, tanto en los aspectos formales (hondura y claridad expositiva, expresada con un lenguaje sobrio y elegante que constituye la principal seña de identidad de su estilo terso y refinado), como en el plano de los contenidos (preocupación por el «tema de España», y, en especial, por la complejidad espiritual del pueblo español y por el conflicto entre los valores culturales de la España tradicional y la modernidad artística e intelectual procedente de Europa). En esta línea de pensamiento, Pedro Laín puede ser considerado también como un continuador del trabajo iniciado por los autores de la Generación del 98, si bien en su caso concreto la preocupación por España se centra en la realidad actual del país, sin retrotraerse a esa pérdida del poder colonial que marcó el comienzo de las inquietudes regeneradoras de los noventayochistas. Por último, puede señalarse en su obra ensayística centrada en este aspecto de la realidad nacional una clara concomitancia con el quehacer intelectual de otro ilustre discípulo de Ortega y Gasset, el pensador vallisoletano Julián Marías, quien parte en sus escritos de la misma conciencia católica que anima todas las reflexiones de Laín Entralgo.

El científico, el profesor, el historiador, el escritor y el crítico literario que conviven juntos en la persona del humanista turolense aúnan aquí sus esfuerzos para abordar algunos aspectos de la cultura y la sociedad hispanas tan relevantes como los analizados en las páginas de Sobre la cultura española (1943), La generación del 98 (1945), España como problema (1949), La espera y la esperanza (1957), Una y diversa España (1968), A qué llamamos España (1971) y Más de cien españoles (1981). Mención especial merecen los textos destinados exclusivamente a estudiar la situación actual de la enseñanza superior en España, entre los que destacan El problema de la universidad (1968), Sobre la universidad hispánica, La universidad en la vida española, La universidad, el intelectual y Europa, etc.

Crítica literaria y textos de creación

En su faceta de escritor, Pedro Laín Entralgo se significó como uno de los ensayistas más fecundos de su tiempo, con numerosos volúmenes dedicados a teorizar sobre la novela, el teatro y la crítica literaria. Entre ellos, cabe recordar aquí algunos tan notables como los titulados Menéndez y Pelayo, historia de sus problemas intelectuales (1944), La antropología en la obra de Fray Luis de Granada (1945), Bichat (1947), La aventura de leer (1956) y Mis páginas preferidas (1958). Otros ensayos suyos dignos de mención son Historia desde el corazón (1942), Las generaciones de la historia (1945), Viaje a Sudamérica (1950); Cajal y el problema del saber (1952); Palabras menores (1952); Reflexiones sobre la vida espiritual de España (1953), Ocio y trabajo (1960), Teoría y realidad del otro (1961), La empresa de ser hombre (1963), Panorama histórico de la ciencia moderna (1963) -escrito en colaboración con José M.ª López Piñero, catedrático de Historia de la Medicina en la Universidad de Valencia-, Sobre la amistad (1972), Antropología de la esperanza (1978), Cuerpo y alma (1991), Creer, esperar, amar (1993), Esperanza en tiempos de crisis (1994), Alma, cuerpo, persona (1995) e Idea del hombre (1996). A mediados de la década de los setenta, el humanista turolense dio a la imprenta sus memorias, bajo el elocuente título de Descargo de conciencia. 1930-1960 (1976).

Su singular vinculación al arte de Talía no se limitó al ejercicio de la crítica teatral en diferentes rotativos y revistas, sino que alcanzó también las mieles del estreno en tres ocasiones. Fueron, en efecto, llevadas a los escenarios sus comedias Entre nosotros (1967) y Cuando se espera (1967), así como su drama histórico El Empecinado (1985), que, como ya se ha apuntado al comienzo de estas líneas, se hizo merecedor del prestigioso premio teatral «Hermanos Machado». Hasta los momentos postreros de su longeva existencia se mantuvo activa la capacidad intelectual y laboral de quien había alabado el esfuerzo personal con estas hondas palabras: «El trabajo tiene un valor fundamental en la vida. El hombre realiza su vida, modificando poco o mucho el mundo en el que existe. La imaginación y el trabajo hacen la historia, y la tarea fundamental del hombre es contribuir con el suyo a la empresa de que la humanidad vaya adelante«.

Bibliografía

  • ALBARRACÍN TEULÓN, Agustín. Pedro Laín: Historia de una utopía (Madrid: Espasa-Calpe, 1994).

  • ALBARRACÍN TEULÓN, Agustín. Retrato de Pedro Laín Entralgo (Barcelona: Círculo de Lectores, 1988).

  • ORRINGER, Nelson Robert. La aventura de curar: la antropología médica de Pedro Laín Entralgo (Barcelona: Galaxia Gutemberg, 1996).

  • PARADA, María Rosario de. Pedro Laín Entralgo (Zaragoza: Diputación General de Aragón. Servicio de Publicaciones [col. «Memoria de Aragón»], 1999).