Ladrón de Guevara, Diego (1641-1718).
Administrador colonial y eclesiástico español, nacido en Cifuentes en 1641 y fallecido en Ciudad de México el 9 de septiembre de 1718, que fue obispo de Panamá, Huamanga y Quito, presidente interino de la Audiencia de Panamá y vigésimo quinto virrey del Perú (1710-1716).
Su rama familiar estuvo vinculado con los Condes de Oñate y Escalante y con los miembros de la Casa del Infantado. Estudió el sacerdocio en el Real Colegio de la Universidad de Alcalá de Henares, y obtuvo los grados de bachiller y licenciado en cánones y leyes en la Universidad de Sigüenza, de la que fue profesor de código. Después asumió la canonjía magistral en las catedrales de Sigüenza y Málaga. El 8 de octubre de 1689 fue promovido a obispo de Panamá y en 1695 asumió interinamente la presidencia de dicha Real Audiencia y la gobernación de Tierra Firme. La Santa Sede le designó obispo de Huamanga el 2 de noviembre de 1898, cargo que fue asumido el 7 de julio de 1700. Allí realizó una visita pastoral y estableció la Universidad de San Cristóbal de Huamanga. En 1705 fue nombrado obispo de Quito, obispado del que tomó posesión el 31 de octubre de 1706.
A causa del fallecimiento de Castelldosrius y de la muerte de los obispos de Cuzco y Arequipa, que le precedían en el pliego de provisión que dicho virrey trajo cuando asumió el mando, la Corona le nombró en 1710 virrey del Perú. Hizo su entrada oficial en Lima el 30 de agosto de ese mismo año y recibió el poder de manos del gobernante interino y presidente de la Audiencia, Miguel Núñez de Sanabria.
En el gobierno económico puso especial empeño en incrementar los ingresos, tal y como quedó testimoniado en su Relación sumaria del estado que tiene la real hacienda en las cajas de este reino del Perú, firmada el 11 de octubre de 1711, que remitió a la Corona. En la misma afirmaba que, al asumir el poder, halló en las cajas reales la suma de 1.200 pesos y que era imposible que el gobierno cumpliera las obligaciones que debía afrontar. Tal situación se solucionó mediante una orden que obligaba a concentrar en Lima todos los beneficios de las minas de Potosí y Cajatambo y que se complementaba con el cobro de todas las deudas atrasadas. La producción minera de Huancavelica contribuyó al incremento del erario, especialmente cuando comenzó a explotarse la mina de San Diego de Guevara, a la que se iba a sumar la veta de oro de Veuntaya descubierta en Carabaya. Se impuso un mayor control sobre el sellado y quintado del oro. Con tales ingresos y ahorros se saldaron las deudas atrasadas de la Corona, que ascendían a 751.412 pesos, a pesar de estar dicho pago suspendido por Real Orden, y se ordenó que las cajas reales recurrieran al préstamo entre sí para cumplir con sus obligaciones. Esta generosidad extrema incrementó los recelos de la Corona que hizo continuas desautorizaciones a la gestión económica de Ladrón de Guevara, hecho que se vio agravado al hacerse pública la inexistencia de un control en los cobros del quinto real, de los derechos del comercio marítimo y de las multas procedentes del contrabando.
En el área de la defensa, la amenaza de los corsarios condujo a un relativo aumento de la escuadra y las tropas, además de lo cual se cursó una invitación a las naves francesas a sumarse a las defensas de El Callao. La paz de Utrecht de 1712 puso fin a la guerra con Inglaterra y animó al virrey a restar el apoyo económico a la Armada del Sur y disminuir los gastos en defensa. Pero el problema del corso subsistió a pesar del fin de la contienda internacional, y en 1715 los navíos ingleses capturaron dos barcos mercantes frente a Paita y se hicieron con un botín valorado en 400.000 pesos. Percatado de su error en desarmar la escuadra, el virrey hizo construir en Guayaquil el navío «Nuestra Señora de la Encarnación». En cuanto a política interna, destacó el estallido de la sublevación de esclavos negros en la hacienda Huachipa de Lima. Temeroso de que los alzados marcharan sobre la capital, el virrey encomendó la represión militar al gobernador de Huarochirí, Martín de Zamudio, quien cumplió su misión con éxito.
En el área del Patronato Real, se concluyó la reconstrucción de la catedral de Lima con 25.000 pesos procedentes de las Cajas Reales de Potosí. Fueron edificadas en la capital la iglesia de Santa Liberata, el templo de la Buena Muerte, el convento de los Mínimos de San Francisco de Paula y el monasterio de Santa Rosa de las Monjas. En 1713 llegaron a El Callao las monjas destinadas al monasterio de las capuchinas de Jesús, María y José. Por último, este gobernante hizo un donativo especial de 30.000 pesos para la erección del monasterio de Santa Teresa. Otra disposición importante en materia de gobierno interior fue la Real Cédula de 1714 que prohibía la fabricación de aguardiente de caña de azúcar con el fin de evitar su consumo entre los indios. En cuanto a instrucción, destacó la creación en la Universidad de San Marcos de la primera cátedra de Anatomía y mejoró la dotación económica de la cátedra de Método. Entre los desastres naturales más importantes estuvieron los terremotos que afectaron a Arequipa y Moquegua el 22 de octubre de 1715 y a Torata el 6 de febrero de 1716.
Las desautorizaciones de la Corona a la gestión económica del virrey motivaron que este renunciara al cargo y entregara el poder el 2 de marzo de 1616 al oidor regente Mateo de la Mata Ponce de León, quien poco después iba a traspasar el mando interino al arzobispo de Charcas Diego Morcillo. Mientras duró su juicio de residencia, Ladrón de Guevara permaneció en Lima. Una vez libre de la mayor parte de las acusaciones, se embarcó en El Callao con rumbo hacia Nueva España el 18 de marzo de 1718. Murió en Ciudad de México el 9 de septiembre de 1718 y sus restos fueron sepultados en la catedral de dicha ciudad.
Bibliografía
-
MENDIBURU, Manuel. Diccionario histórico biográfico del Perú. (Lima: 1933).
-
MILLA BATRES, Carlos (ed.). Compendio Histórico del Perú. Historia del siglo XVIII. (Lima: 1993).
-
TAURO, Alberto (ed.). Enciclopedia ilustrada del Perú. (Lima: 1987).
VP