Immanuel Kant (1724–1804): El Filósofo que Transformó la Filosofía Moderna
Immanuel Kant (1724–1804): El Filósofo que Transformó la Filosofía Moderna
1. Contexto de vida y primeras influencias
Immanuel Kant nació el 22 de abril de 1724 en Königsberg, una ciudad del Reino de Prusia que hoy forma parte de Rusia bajo el nombre de Kaliningrado. Su vida transcurrió en el siglo XVIII, un periodo histórico marcado por la Ilustración, un movimiento intelectual que promovió el uso de la razón, la ciencia y el escepticismo ante las instituciones tradicionales, como la Iglesia y la monarquía absoluta. En medio de este contexto, la filosofía de Kant se desarrolló como una respuesta tanto a las tensiones del empirismo británico (figuras como Hume y Locke) como a la tradición racionalista continental (como Descartes y Leibniz). El siglo XVIII fue también la era de las grandes revoluciones: la Revolución Francesa (1789) y la Revolución Americana (1776) pusieron en cuestión los viejos sistemas de poder y abrieron la puerta a nuevas formas de pensamiento político y social. En este clima de transformación cultural y política, Kant representó el auge de la Ilustración en su país natal, siendo una figura central en la creación de una filosofía que respondiera a las inquietudes de la razón humana frente a los límites y la libertad.
Kant provenía de una familia modesta, de ascendencia escocesa, y fue el cuarto de una serie de once hijos. Su padre, un artesano especializado en trabajos de silla y cuero, fue una persona de principios estrictos que promovía una educación religiosa cristiana. La influencia de la madre, con una fe pietista muy marcada, fue esencial para que Kant recibiera una formación moral y religiosa estricta. Este contexto familiar fue crucial en los primeros años de Kant, pues en él se formaron las bases de su concepción ética y moral. De familia sencilla y de un estatus económico bajo, Kant experimentó desde joven las dificultades de la vida, lo que lo empujó a esforzarse por conseguir una educación de calidad.
1.3 Primeros estudios y educación
A los 8 años, Kant ingresó en el Collegium Fridericianum, una escuela de enseñanza secundaria basada en el pietismo, un movimiento religioso que enfatizaba la necesidad de una moralidad rigurosa y personal. Fue allí donde adquirió un dominio avanzado del latín y los clásicos, lo que constituyó la base de su posterior formación filosófica. En 1740, con tan solo 16 años, se inscribió en la Universidad de Königsberg, donde estudió filosofía, matemáticas y física, dos áreas que marcarían profundamente su carrera. Durante este periodo, Kant se sumergió en los trabajos de los filósofos modernos, como Leibniz y Newton, y comenzó a integrar ideas científicas y filosóficas en su propio pensamiento.
Su primer trabajo, Ideas para una verdadera estimación de las fuerzas vivas (1749), estuvo dedicado a la física y a la teoría de los cuerpos en movimiento, una obra que marcó el comienzo de su incursión en los estudios filosóficos y científicos. Sin embargo, los años que siguieron no fueron fáciles para Kant, ya que, tras la muerte de su padre en 1746, se vio obligado a ganarse la vida dando clases particulares. Fue en este período cuando comenzó a desarrollar su interés por la metafísica, la epistemología y otras áreas de la filosofía. Sin embargo, su independencia económica era limitada, lo que lo llevó a enfrentarse a desafíos tanto personales como intelectuales.
1.4 Influencias tempranas y primeros talentos
Kant desarrolló desde joven una curiosidad intelectual que lo llevó a estudiar una amplia gama de disciplinas. Su interés por las ciencias naturales, particularmente la física de Newton, la geometría de Euclides y la matemática, fue clave para el desarrollo de su pensamiento filosófico. El filósofo escocés David Hume, en particular, tuvo una profunda influencia sobre Kant. En 1769, Kant confesó que la lectura de Hume «lo despertó del sueño del dogmatismo». Hume había cuestionado las bases del conocimiento y la causalidad, lo que planteó a Kant la necesidad de desarrollar una teoría del conocimiento que pudiera reconciliar el empirismo y el racionalismo, dos corrientes filosóficas que hasta ese momento se habían mostrado irreconciliables.
La formación de Kant en la metafísica y su descubrimiento de las obras de Leibniz y Wolff también jugaron un papel decisivo en la formación de sus ideas. Sin embargo, fue el encuentro con la obra de Hume lo que forzó a Kant a replantearse la naturaleza misma del conocimiento humano. Este «despertar» le condujo a la resolución de uno de los problemas filosóficos más antiguos: ¿cómo es posible que conozcamos el mundo de manera objetiva y, a la vez, cómo podemos determinar los límites de ese conocimiento?
1.5 Primeros trabajos y dificultades económicas
A lo largo de su vida, Kant experimentó la precariedad económica. Tras completar su educación universitaria, no recibió una cátedra inmediatamente. Durante los años de 1746 a 1754, Kant se dedicó a dar clases particulares y a vivir de una forma modesta. Su primer gran paso como pensador académico se produjo en 1755, cuando obtuvo el doctorado con la disertación Principiorum primorum cognitionis metaphysicae nova dilucidatio. Ese mismo año, Kant publicó de forma anónima su Historia universal de la naturaleza y teoría del cielo, que adelantaba algunas de las ideas sobre la formación del sistema solar que más tarde serían conocidas como la hipótesis de Kant-Laplace. Aunque la hipótesis no fue tomada en cuenta en su tiempo, resultó ser una propuesta muy cercana a la teoría que el físico Pierre-Simon Laplace desarrollaría en 1796.
Kant, al principio, abordó temas tan diversos como la física, las matemáticas, la lógica, la moral y el derecho. Fue un prolífico escritor, y a lo largo de las siguientes décadas, su producción intelectual se amplió considerablemente. Sin embargo, las dificultades económicas nunca lo abandonaron completamente, lo que lo obligó a seguir dependiente de su trabajo como docente y pensador independiente. Pese a estos desafíos, su dedicación al estudio y la investigación le permitió hacer una contribución invaluable al pensamiento filosófico de su época.
2. El auge de Kant como filósofo
2.1 Desarrollo de su carrera académica y filosófica
El año 1770 fue un punto de inflexión en la vida de Kant. En ese año, tras haber superado sus dificultades económicas y tras una vida de intenso trabajo, la Universidad de Königsberg lo nombró profesor ordinario de Lógica y Metafísica. Este ascenso marcó el comienzo de su carrera académica estable, aunque, a pesar de esta promoción, Kant vivió una existencia bastante aislada, concentrado en su trabajo filosófico y en su enseñanza. Sus estudiantes, aunque pocos en número, lo consideraban una de las mentes más brillantes de la época.
Fue en este periodo cuando Kant, tras la influencia de Hume y el despertar de su pensamiento crítico, comenzó a desarrollar lo que más tarde sería su obra más importante: Crítica de la razón pura (1781). Esta obra representaba una síntesis entre el empirismo británico, que subrayaba la importancia de la experiencia sensorial como base del conocimiento, y el racionalismo continental, que consideraba que la razón era la principal fuente de conocimiento. A través de la Crítica de la razón pura, Kant intentó resolver la contradicción entre estas dos corrientes, proponiendo que el conocimiento humano solo es posible mediante la interacción entre las percepciones sensoriales y las estructuras a priori que la mente impone sobre ellas.
Este giro hacia una filosofía crítica se consolidó tras la reflexión sobre la naturaleza de las condiciones del conocimiento humano. Kant estableció que, si bien no podemos conocer el «objeto en sí» (la cosa tal cual es), sí podemos conocer los «fenómenos», las cosas tal como se nos presentan a través de nuestras categorías mentales. Este enfoque innovador sentó las bases para lo que conocemos hoy como idealismo trascendental, una teoría que no solo cuestionaba la forma en que conocemos, sino también los límites de ese conocimiento.
2.2 La crítica de la razón pura: un giro radical
La Crítica de la razón pura fue publicada en 1781 y es considerada la obra central de Kant. En ella, Kant cuestiona si la metafísica puede ser tratada como una disciplina científica legítima. Para ello, realiza un análisis profundo de las capacidades humanas para conocer la realidad. Esta obra plantea una de las preguntas más fundamentales de la filosofía: ¿qué podemos conocer realmente?
Kant argumentó que la razón humana tiene ciertos límites. En lugar de asumir que podemos conocer la realidad tal como es (como lo pensaban los filósofos racionalistas), propuso que lo único que podemos conocer son los «fenómenos», las apariencias que la mente construye a partir de las impresiones sensoriales. A esta construcción de la realidad, Kant la llamó el «mundo fenomenal», y es aquí donde la razón desempeña un papel crucial, ya que organiza y estructura las experiencias sensoriales a través de categorías como el espacio, el tiempo y la causalidad.
Además, Kant propuso que la razón humana está condicionada por formas a priori, es decir, estructuras de la mente que no dependen de la experiencia, sino que son necesarias para que podamos comprender el mundo. Estas formas a priori son el espacio y el tiempo, que para Kant no son propiedades de los objetos, sino condiciones necesarias para que podamos percibirlos.
Este enfoque rompió con las ideas anteriores de filósofos como Descartes y Leibniz, quienes creían que la razón era capaz de conocer la esencia de las cosas. La Crítica de la razón pura transformó la filosofía al proponer que, si bien la mente humana puede construir un conocimiento del mundo, dicho conocimiento está limitado por las estructuras mentales que lo organizan. Kant propuso, en términos simples, que nunca podemos conocer la «cosa en sí», solo el modo en que las cosas se nos presentan.
2.3 La ética y la crítica de la razón práctica
La influencia de la Revolución Francesa y el espíritu de la Ilustración también se reflejaron en la obra ética de Kant, en especial en la Crítica de la razón práctica (1788), donde desarrolló su teoría moral. En esta obra, Kant responde a la cuestión de cómo debemos actuar, estableciendo un principio fundamental que guiaría su ética: el imperativo categórico.
El imperativo categórico es la idea de que las acciones humanas deben basarse en principios que podrían ser universalizados sin contradicción. Es decir, las personas deben actuar de acuerdo con reglas que pudieran ser aplicadas a todos sin generar conflictos. Esto se resume en una de las formulaciones más conocidas de Kant: «Actúa solo según aquella máxima por la cual puedas, al mismo tiempo, querer que se convierta en una ley universal».
Para Kant, la moralidad no depende de las consecuencias de nuestras acciones, sino de la intención detrás de ellas. El deber moral es autónomo y universal, lo que significa que cada individuo tiene la capacidad de legislar moralmente para sí mismo, sin depender de ninguna autoridad externa, ya sea religiosa o política. Esta noción de moralidad autónoma fue revolucionaria para su época, ya que colocaba al individuo como el centro de la ética y la toma de decisiones morales.
2.4 La relación entre el derecho, la libertad y el Estado
En su Metafísica de las costumbres y otros escritos, Kant desarrolló su teoría sobre el derecho y el Estado. Para él, el derecho tiene como finalidad garantizar la libertad de los individuos dentro de una sociedad. Kant argumentaba que la libertad de acción solo podía existir dentro de un marco jurídico que regulase las relaciones entre las personas, asegurando que los derechos de unos no se vean vulnerados por las acciones de otros.
La idea de un Estado legítimo se basaba en la idea de un contrato social: los ciudadanos aceptan seguir las leyes del Estado a cambio de la protección de sus derechos. Sin embargo, Kant también reconoció la necesidad de un gobierno constitucional que, a través de leyes justas, garantizara la paz y la libertad. En este sentido, Kant estaba adelantado a su tiempo, ya que, además de abogar por una política interna de justicia, propuso la creación de una «paz perpetua» entre las naciones, basada en una legislación internacional que regulase las relaciones internacionales y evitara los conflictos bélicos.
2.5 La influencia de la Revolución Francesa en su pensamiento
La Revolución Francesa, que comenzó en 1789, tuvo un gran impacto en Kant. Aunque se mostró inicialmente entusiasta ante los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, también reconoció los peligros de un exceso de idealismo. En obras como La paz perpetua (1795), Kant exploró cómo los ideales de la Revolución Francesa podrían extenderse a la política internacional, proponiendo la creación de una federación de naciones libres para evitar futuras guerras.
Sin embargo, Kant también criticó las manifestaciones violentas de la revolución, como el Terror, pues su ética y su visión política eran fundamentales para mantener el orden y la libertad dentro de un marco legal. Su visión de la paz perpetua incluía un sistema de cooperación entre naciones, pero también resaltaba la necesidad de un orden moral universal basado en la razón y la justicia.
3. Últimos años, legado y reinterpretaciones
3.1 Últimos años de vida y su retiro de la vida pública
A lo largo de su vida, Kant llevó una existencia más bien solitaria y disciplinada. Su rutina diaria era estricta y se caracterizaba por la puntualidad, un rasgo que se convirtió en una especie de leyenda en la ciudad de Königsberg. De hecho, sus vecinos afirmaban que, cuando salía a caminar, era imposible equivocarse en la hora, pues Kant siempre salía a la misma hora y por la misma ruta. Sin embargo, su vida intelectual fue intensa hasta sus últimos años, dedicándose de lleno a la enseñanza y a la escritura.
En sus últimos años, la salud de Kant comenzó a deteriorarse. Hacia finales de la década de 1790 y principios de 1800, su visión se deterioró gravemente, y su memoria también comenzó a fallar. A pesar de su decrepitud física, Kant siguió trabajando en sus escritos filosóficos hasta su último aliento. En su obra póstuma Opus postumum (editada en el siglo XX), se encuentran fragmentos que reflejan su trabajo inacabado y sus últimas reflexiones.
Immanuel Kant falleció el 12 de febrero de 1804, a los 79 años, en Königsberg. Su muerte fue tranquila, y, según se dice, pronunció las palabras «es ist gut» («está bien») antes de expirar. Kant pasó la mayor parte de su vida en Königsberg, un lugar que, simbólicamente, representaba la estabilidad y el orden, tal como sus ideas filosóficas lo hacían para la filosofía moderna.
3.2 El impacto de la filosofía kantiana en su tiempo
Durante su vida, Kant experimentó cierta resistencia y críticas a sus ideas, especialmente debido a la dificultad de su lenguaje y la complejidad de sus argumentos. Sin embargo, al mismo tiempo, sus obras atrajeron a un número creciente de seguidores y discípulos. La filosofía kantiana fue un pilar fundamental en el desarrollo del idealismo alemán, una corriente que sería continuada por figuras como Johann Gottlieb Fichte, Friedrich Wilhelm Joseph Schelling y Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
Aunque no fue ampliamente reconocido por todos durante su vida, el impacto de la Crítica de la razón pura y sus otras obras fue fundamental para la filosofía moderna. Su insistencia en los límites del conocimiento humano, en la importancia de la ética autónoma y en la necesidad de un orden moral universal influenció profundamente a los filósofos posteriores. A nivel político, la idea kantiana de un Estado que garantizara la libertad y la justicia a sus ciudadanos, y la visión de una federación de naciones como camino hacia la paz mundial, tuvieron un eco considerable, especialmente en el siglo XIX y en la formulación de conceptos como el derecho internacional.
3.3 Reinterpretaciones posteriores y el legado de Kant
Tras su muerte, la filosofía de Kant fue reinterpretada y modificada por diferentes corrientes filosóficas, pero su influencia fue indiscutible. Filósofos como Hegel consideraron que Kant había llegado a las conclusiones correctas, pero que su enfoque «transcendental» no era suficiente para abordar el devenir histórico y social de la humanidad. El idealismo alemán, que se desarrolló en gran medida como una reacción y continuación de las ideas de Kant, pasó a ser uno de los movimientos filosóficos más influyentes del siglo XIX.
El pensamiento kantiano también fue crucial para el desarrollo de la epistemología moderna. Las ideas de Kant sobre la relación entre sujeto y objeto, y su insistencia en los límites del conocimiento, sentaron las bases para la filosofía contemporánea, especialmente en los campos de la fenomenología y la hermenéutica. Filósofos como Edmund Husserl y Martin Heidegger se basaron en las ideas kantianas para desarrollar sus propias teorías sobre la percepción, la conciencia y el ser.
Además, el enfoque de Kant sobre la moralidad autónoma y el imperativo categórico fue de gran relevancia para el desarrollo de la ética moderna. Filósofos como Jean-Paul Sartre y Emmanuel Levinas, influenciados por Kant, buscaron expandir y replantear las cuestiones éticas en términos de libertad, responsabilidad y la relación entre el individuo y los demás.
3.4 Kant y la Ilustración: la transformación de la filosofía
El legado de Kant es, en muchos aspectos, el legado de la Ilustración misma. En el contexto de su tiempo, Kant representaba la culminación de un proyecto intelectual que buscaba emancipar al ser humano de la ignorancia, la superstición y la autoridad externa, y poner el énfasis en el uso autónomo de la razón. Su famosa frase «Sapere aude» («Atrévete a saber») es un reflejo de este impulso hacia la liberación intelectual y moral.
En sus escritos sobre la Ilustración, Kant argumentó que esta debía ser vista como el proceso de salida del hombre de su «minoría de edad», que él definía como la incapacidad de hacer uso de su razón sin la guía de otro. De esta manera, Kant estableció la Ilustración como un proyecto continuo, en el que la razón humana no solo debía emanciparse, sino también cuestionar constantemente los límites impuestos por la tradición, la religión y las estructuras de poder.
Hoy en día, las ideas de Kant siguen siendo fundamentales para comprender el desarrollo de la filosofía moderna, la ética, el derecho y la política. Su pensamiento crítico no solo marcó el fin de la filosofía moderna temprana, sino que también sentó las bases para la filosofía contemporánea. En su mirada sobre la autonomía del individuo, la libertad, la moralidad universal y la crítica al conocimiento, Kant ofreció una visión del ser humano que sigue resonando profundamente en los debates filosóficos actuales.
En definitiva, el pensamiento de Kant sigue siendo un referente en la reflexión filosófica. Su capacidad para fusionar la teoría del conocimiento, la ética y la política le ha conferido un lugar central en la historia de la filosofía, que perdura a lo largo del tiempo y sigue siendo de crucial relevancia para las nuevas generaciones de pensadores y ciudadanos del mundo.
MCN Biografías, 2025. "Immanuel Kant (1724–1804): El Filósofo que Transformó la Filosofía Moderna". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/kant-immanuel [consulta: 28 de septiembre de 2025].