Juliano, Flavio Claudio o El Apóstata (331-363): El último emperador pagano de Roma
Juliano, conocido como el Apóstata, fue un emperador romano que gobernó entre los años 361 y 363. Su figura es una de las más controvertidas de la historia del Imperio Romano, ya que, a pesar de ser parte de una dinastía cristiana, abrazó de manera ferviente las creencias paganas, desafiando así las tendencias religiosas dominantes de su tiempo. Hijo de Julio Constancio y hermanastro de Constantino, Juliano se destacó por su erudición, su lucha por revitalizar el paganismo y su intento de restaurar la gloria de las antiguas religiones romanas.
Orígenes y contexto histórico
Flavio Claudio Juliano nació en el año 331 en una época en la que el cristianismo ya comenzaba a asentarse como la religión dominante en el Imperio Romano. Su familia, sin embargo, pertenecía a una generación marcada por el cristianismo, especialmente por la figura de su hermano, el emperador Constantino. Constantino había sido el primer emperador romano en abrazar el cristianismo y había llevado a cabo una serie de reformas que favorecieron la expansión de esta religión. Sin embargo, Juliano fue educado de manera diferente: desde temprana edad, se alejó del cristianismo y se dedicó a los estudios clásicos, siendo tutorado por Mardonio.
En el año 351, Juliano abandonó a su tutor y se trasladó a Asia Menor y Atenas, donde continuó su educación bajo la tutela de filósofos, oradores y gramáticos. Fue en estos años cuando comenzó a desarrollar un profundo interés por la antigua religión pagana y los filósofos neoplatónicos. Su formación le permitió convertirse en un pensador brillante, con una visión religiosa que se alejaba de la doctrina cristiana dominante en su tiempo.
La ascensión al poder
En 355, Constancio II, su primo y emperador del Imperio Romano de Oriente, nombró a Juliano César y lo envió a las Galias para hacer frente a las amenazas de los pueblos germánicos, como los alamanes. Juliano demostró ser un líder militar hábil, obteniendo victorias decisivas, como la de Argentoratus (actual Estrasburgo). A lo largo de los años 356 a 359, Juliano siguió ganando batallas, restituyendo las fronteras del Rin y consolidando su reputación como comandante militar.
Sin embargo, la relación entre Juliano y Constancio II se fue deteriorando. Constancio, celoso de las victorias de Juliano y preocupado por su creciente popularidad, decidió emprender una campaña contra los persas, solicitando la ayuda de Juliano. Pero el ejército de Juliano, en lugar de seguir las órdenes de su emperador, se sublevaron y proclamaron a Juliano Augusto, es decir, emperador. Este evento ocurrió en el año 361, cuando Juliano tenía el control de las tropas y la lealtad de sus soldados.
Logros y contribuciones
Una vez que Juliano se proclamó emperador, comenzó a poner en práctica sus ideas de renovación política y religiosa. Juliano adoptó como uno de sus principales objetivos el restablecimiento de las creencias paganas, con la intención de frenar la expansión del cristianismo que había dominado las últimas décadas del Imperio Romano. Sin embargo, sus políticas fueron fuertemente criticadas por los sectores cristianos, que consideraban sus reformas como un ataque directo a la fe cristiana.
Política religiosa
Una de las primeras medidas que adoptó Juliano fue el restablecimiento de la libertad de cultos en todo el Imperio Romano, lo que permitió a los paganos ejercer su fe sin restricciones. Juliano no solo restauró los cultos tradicionales romanos, sino que también intentó revitalizar el paganismo mediante reformas profundas. Para ello, eliminó las ayudas económicas que los emperadores cristianos habían otorgado a los clérigos cristianos y las destinó a financiar los templos y sacerdotes paganos.
Juliano trató de implementar una serie de reformas dentro del paganismo, buscando crear una estructura religiosa más organizada y profesional, similar a la que los cristianos habían logrado con su jerarquía eclesiástica. Una de sus reformas más notables fue la creación de un sistema de sacerdotes oficiales, cuyos cargos se determinarían por méritos personales en lugar de por su origen social. Además, introdujo la noción de caritas, un concepto cristiano relacionado con la preocupación por los pobres, en el marco de la religión pagana, con la esperanza de que esto ayudara a atraer a más seguidores a los cultos tradicionales.
A pesar de sus esfuerzos por revitalizar el paganismo, Juliano encontró una fuerte resistencia por parte de los cristianos, quienes veían en sus reformas una amenaza directa a su creciente influencia. En 362, Juliano prohibió a los profesores cristianos enseñar en las escuelas, argumentando que no podían impartir conocimientos sobre mitos y dioses en los que no creían. Esta medida fue particularmente polémica y agudizó aún más la división entre paganos y cristianos.
En el ámbito económico, Juliano llevó a cabo una serie de reformas que buscaban reducir el gasto del Estado. Su objetivo era frenar la inflación y aliviar las cargas fiscales sobre las ciudades, especialmente aquellas que habían sido afectadas por las políticas de Constantino. Juliano eliminó numerosos funcionarios del gobierno y redujo los impuestos a las ciudades, además de devolverles los bienes comunales que Constantino había confiscado.
Juliano también trató de mejorar la situación de las clases más necesitadas mediante la distribución de alimentos y bienes, lo que le permitió ganar popularidad entre las masas. Su gobierno fue, en muchos aspectos, una reacción contra el derroche y el despilfarro que había caracterizado la administración de su predecesor.
Momentos clave
A lo largo de su breve reinado, Juliano vivió una serie de momentos decisivos que marcaron tanto su legado como su caída. Entre los más importantes se destacan:
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6 de noviembre de 355: Juliano es nombrado César por Constancio II y enviado a las Galias.
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361: Tras la sublevación de sus tropas, Juliano es proclamado emperador.
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362: Juliano emprende una serie de reformas religiosas y sociales, favoreciendo el paganismo sobre el cristianismo.
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363: Durante la campaña contra los persas, Juliano muere tras ser herido en combate.
Relevancia actual
Aunque Juliano el Apóstata gobernó solo dos años, su figura sigue siendo relevante en la historia de Roma, sobre todo en el contexto de la lucha entre el cristianismo y el paganismo. Sus reformas religiosas, económicas y sociales reflejan una época de grandes tensiones dentro del Imperio Romano, cuando las viejas creencias paganas se veían desplazadas por el cristianismo en ascenso.
La figura de Juliano ha sido objeto de numerosos estudios y análisis históricos. Su intento de restaurar el paganismo, en un momento en el que el cristianismo ya era la religión oficial, lo convierte en un personaje fascinante de la historia romana. Su legado sigue siendo objeto de debate, especialmente entre quienes ven en él una figura defensora de la libertad religiosa y quienes lo consideran un obstáculo para la consolidación del cristianismo en el Imperio.
Bibliografía
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Traducciones:
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GARCÍA BLANCO, J.- Discursos, Madrid, 1979-1982, (2 vols.)
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GARCÍA BLANCO, J. y JIMÉNEZ GAZAPO, P.- Contra los galileos. Cartas y Fragmentos. Testimonios. Leyes, Madrid, 1982.
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MCN Biografías, 2025. "Juliano, Flavio Claudio o El Apóstata (331-363): El último emperador pagano de Roma". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/juliano-flavio-claudio-emperador-de-roma [consulta: 16 de octubre de 2025].