Jerjes I, Rey de Persia (485-465 a.C.).
(Khshayarsha o Xerxes o Serses) Rey persa, hijo de Darío I y de Atosa. Nada más hacerse con el poder pudo evitar que sus tres hermanastros mayores accedieran al trono, y una vez en él hubo de enviar a Egipto (de donde era faraón – de la XXVII dinastía-) un contingente de tropas para hacer frente a una rebelión que había estallado momentos antes de morir su padre. Solventada la misma, nombró sátrapa de Egipto a su hermano Aquemenes. Lo mismo hizo con Caldea, que también se había sublevado. Tras estos hechos, emprendió -para desquitarse de la derrota persa de Maratón- una expedición contra Grecia, que partió de Sardes en el 480 a.C. Después de varios eventos (apertura de un canal en el istmo del monte Athos, saqueo de Beocia y del Ática, paso de las Termópilas, incendio de Atenas), las tropas persas fueron sucesivamente derrotadas en las batallas de Salamina, Platea y Mícale. Las rebeliones de Babilonia, dirigidas por un tal Belshimanni, las reprimió duramente, destruyendo el templo Esagila de Marduk y demoliendo la ziqurratu o torre escalonada, así como fundiendo la estatua de oro macizo del dios en lingotes. Sus últimos años los dedicó Jerjes I a las construcciones (sobre todo en Persépolis, donde inició la edificación de la famosa Sala de las Cien Columnas) y a disfrutar de sus riquezas. Sin embargo, su intrigante esposa, Amestris, que persiguió a no pocos nobles, fue la causa de que Jerjes I muriera asesinado a manos del favorito Artábano, el eunuco Aspamitre, y Megabizos, hijo de Zopiros, yerno del rey. Jerjes I, tras ser exhumado en una tumba rupestre excavada en Naksh-i-Rustam, fue sucedido en el trono por su hijo Darío, que ocupó el trono sólo durante cuarenta y cinco días, al ser eliminado por Artábano que también deseaba ocupar el trono.