Jaureguibeitia Ibarra, Cástor, «Cocherito de Bilbao» (1876-1928). El torero que revolucionó el toreo de su tiempo
Jaureguibeitia Ibarra, Cástor, «Cocherito de Bilbao» (1876-1928). El torero que revolucionó el toreo de su tiempo
Cástor Jaureguibeitia Ibarra,
conocido popularmente como «Cocherito de Bilbao», nació el 20 de
diciembre de 1876 en Bilbao, España. Considerado uno de los toreros más
destacados de su época, su vida estuvo marcada por la pasión por los
toros y la determinación por destacar en un mundo altamente
competitivo. Aunque su carrera se desarrolló en una época de gran
transformación del toreo, Cástor se destacó por su estilo único y su
capacidad de innovar, dejando un legado imborrable en la historia
taurina.
Orígenes y contexto histórico
Cástor Jaureguibeitia Ibarra tuvo
unos comienzos humildes. Antes de entrar en el mundo de los toros,
probó suerte en diversos oficios como ebanista, carbonero y chófer de
automóviles. Fue precisamente de su trabajo como chófer que surgió su
apodo taurino, «Cocherito de Bilbao». Este sobrenombre, tan popular y
característico, llegó a convertirse en parte del folclore tradicional y
fue el que lo acompañó a lo largo de toda su carrera.
Su pasión por los toros lo llevó a
debutar como novillero en la plaza de toros de Bilbao el 10 de octubre
de 1897, con tan solo 21 años. Aunque al principio su carrera fue
modesta, su disposición y buenas maneras le aseguraron un futuro
prometedor. Durante sus primeros años como novillero, Cástor trabajó
arduamente para forjarse una reputación, y en poco tiempo comenzó a ser
reconocido en las plazas del norte de España.
Logros y contribuciones
A pesar de su prometedor comienzo,
Jaureguibeitia no llegó a torear en Madrid hasta el 2 de septiembre de
1900. Su carrera no fue una de esas ascensiones rápidas que suelen ser
comunes en la actualidad, sino que fue un proceso largo que culminó en
su alternativa, la cual recibió el 16 de agosto de 1904 en Madrid. En
esta ceremonia, Antonio Fuentes, uno de los toreros más importantes de
la época, le entregó los trastos de matar. Fue en este momento cuando
«Cocherito de Bilbao» se consolidó como torero, comenzando a ocupar un
puesto destacado en el escalafón taurino. Pronto alcanzó el cuarto
lugar en el ranking, por debajo de figuras como Ricardo Torres,
«Bombita», y Rafael González, «Machaquito».
El éxito de Cástor Jaureguibeitia
se debió no solo a su valiente actuación en las plazas, sino también a
su enfoque innovador del toreo. Aunque su estilo se mantuvo fiel a la
sobriedad de los adornos y la brevedad de la faena, valores
característicos del último tercio del siglo XIX, su constante búsqueda
de originalidad lo hizo destacar en un momento en el que el toreo
estaba siendo transformado por nuevos estilos.
Una de las características más
llamativas de su carrera fue su empeño por sobresalir en el segundo
tercio de la lidia. Según algunos relatos, Cástor llegó a clavar las
banderillas de manera extraordinaria, logrando hacer lo que pocos
toreros se atrevían a intentar. Incluso llegó a clavar hasta seis
banderillas a la vez, una hazaña que sorprendió a la afición.
Momentos clave
La carrera de «Cocherito de
Bilbao» estuvo llena de momentos clave, algunos de los cuales marcaron
su paso por los ruedos de España y América. Tras su alternativa, el
torero vasco disfrutó de un éxito considerable, especialmente en plazas
importantes de la geografía española. Sin embargo, no todo fueron
victorias para Cástor. En 1906, se vio involucrado en un conflicto con
el empresario de la plaza de Madrid, a raíz de la controversia sobre
los sueldos de los toreros que lidiaban toros de la ganadería de Miura.
Esta disputa le privó de la oportunidad de brillar en la temporada
madrileña.
En 1909, Jaureguibeitia viajó a
América, donde ya había tenido experiencias previas en México en 1905.
Fue en este periplo por el continente americano donde vivió algunas de
las mejores temporadas de su carrera, especialmente en 1910, cuando
rivalizó con otros toreros de la talla de Rafael Gómez Ortega, «El
Gallo». Sin embargo, a partir de 1912, la competencia de figuras como
José Gómez Ortega, «Joselito», y Juan Belmonte comenzó a opacar su
estilo, lo que marcó el inicio de su declive.
Uno de los momentos más trágicos
de su carrera ocurrió en 1913, cuando un toro de la ganadería de Pérez
Tabernero lo corneó gravemente en el pecho en la plaza de toros de
Burgos. Esta herida marcó un punto de inflexión en su carrera, ya que,
aunque continuó toreando, su salud se vio afectada de manera
considerable.
En 1919, Cástor Jaureguibeitia se
despidió de la afición madrileña y, el 31 de agosto de ese mismo año,
se retiró de manera oficial en su ciudad natal de Bilbao, donde cortó
la coleta, una tradición que simboliza el retiro definitivo de los
ruedos.
Relevancia actual
Aunque la figura de «Cocherito de
Bilbao» no puede competir con el renombre de otros toreros como
«Joselito» o Belmonte, su legado en el toreo es incuestionable. Su
estilo, caracterizado por la sobriedad y la brevedad de sus faenas,
representaba los valores puros de una época en la que el toreo aún
conservaba su esencia tradicional. A pesar de que su toreo no fue capaz
de resistir la comparativa con los estilos más modernistas de su época,
Cástor Jaureguibeitia dejó una huella profunda en la historia del toreo.
La figura de «Cocherito de Bilbao»
se mantiene viva en la memoria de la afición taurina gracias a su
dedicación, a su voluntad de innovar y, sobre todo, a su amor por la
fiesta taurina. Aunque no logró la inmortalidad que otros toreros
alcanzaron, su nombre sigue siendo parte fundamental de la historia del
toreo.
A lo largo de los años, su figura
ha sido objeto de múltiples homenajes, y su vida sigue siendo estudiada
por los historiadores del toreo como un ejemplo de sacrificio y
perseverancia. Cástor Jaureguibeitia, con su apodo de «Cocherito de
Bilbao», sigue siendo un referente para las nuevas generaciones de
aficionados al toreo, quienes reconocen en su legado una parte esencial
del alma del toreo tradicional.