Shohei Imamura (1926-2006)


Director de cine japonés, nacido en Tokio en 1926, falleció el 30 de mayo de 2006 de un cáncer de hígado. Se le considera un maestro, ha ganado la Palma de Oro del Festival de Cannes en dos ocasiones, por La balada de Narayama (1983) y por La anguila (1997).

Nació en una familia de clase media-alta formada por su padre, médico, en Tokio. A pesar de esta primera inmersión cultural, tomó contacto desde pequeño con otros aspectos de la sociedad japonesa de post guerra. Durante un breve periodo, después de 1945, Imamura estuvo envuelto en negocios en el boyante mercado negro de la venta de cigarrillos y alcohol.Recuerdos de ésta época se reflejan en la sensibilidad que se vislumbra en sus películas cuando retrata las clases bajas.

Estudió Historia occidental en la universidad de Waseda, pero pasaba la mayor parte de su tiempo en actividades artísticas (teatrales) y políticas. Ha mencionado la visión de Rashomon, de Kurosawa, como un fuente temprana de inspiración, y declaró que lo vio como un claro indicador de un nuevo tipo de libertad de expresión posible del Japón de esa era.

Después de graduarse en 1951, Imamura comenzó a trabajar de asistente para Yasujiro Ozu en varias películas, tales como Tokio monogatari (Historias de Tokio) (1953), aunque Imamura no se sentía demasiado cómodo con la manera contenida en que Ozu mostraba a la sociedad japonesa. «Siempre quise hacer preguntas acerca de los japoneses, porque es la única gente que estoy calificado para describir», dijo, de sus intenciones, que diferían radicalmente de Ozu en cuanto a los elementos expresivos. Imamura se ha sorprendido que sus films fueran apreciados en el exterior. Los críticos han subrayado su estilo humanista e inconformista, su pasión por personajes desheredados del poderoso Japón que emergió de sus propias cenizas tras la Segunda Guerra Mundial, y la denuncia del cambio de la tradición por el consumismo.

En 1954 Imamura dejó los estudios Shochiku para tener mejores beneficios en Nikkatsu. Trabajó, como asistente de dirección, para Yuzo Kawashima, y firmó una co-autoría con él para una de sus obras maestras, Bakumatsu taiyoden (El Sol en los últimos días del Shogunato), (1957). Más adelante, editó un libro sobre su maestro, dedicado a la influencia que ejerció Kawashima sobre él.

En los estudios Nikkatsu Imamura filmó su primera obra, Nusumareta yokujo, (Deseo robado) (1958). A través de esta historia sobre actores trashumantes, inaugura algunos de los temas, eccéntricos y controvertidos, que jalonarían su carrera como director. Los estudios, sin embargo, no compartían sus entusiasmo por estas tendencias más radicales, y le obligaron a realizar una serie de filmes más desleídos, comedias basadas en canciones populares, y otras de similar calibre, con las que el director no estaba contento.

Con Buta to gunkan (Cerdos y acorazados) (1961), Imamunra pudo por fin plasmar su estilo personal en una salvaje historia acerca de una base militar norteamericana en Yokosuka, y el impacto en las clases bajas del lugar. Fuertemente impresionados por el film, y por lo que percibieron como sentimientos anti americanos, la compañía Nikkatsu no le permitió rodar otro proyecto hasta pasados 2 años. Sus siguientes películas Nippon konchuki (La mujer insecto) (1963), Akai satsui (Intenciones de asesinato, o Deseo pecaminoso) (1964), no mostraron que él estuviera dispuesto a rebajar el tono. A través de estas 3 películas Imamura ya se había labrado un nombre, comodirector dotado de una poderosa visión, y uno de los mejores elementos de la nueva generación de directores japoneses (la llamada Nueva Ola japonesa). Imamura confesó que veía como lo haría un antropólogo cultural, declaró que «me gusta hacer películas desprolijas, y estoy interesado en las partes más bajas del cuerpo humano y en las partes más bajas de la estructura social», y me pregunto por aquello que diferencia a los humanos de los otros animales. ¿Qué es un ser humano? Yo busco la respuesta trabajando en mis películas«.

Para poder explorar en estos temas más libremente y sin interferencias, Imamura creó los estudios que llevan su nombre en 1965. Su primera obra independiente fue una adaptación de la novela de Akiyuki Nosaka, Eorogotoshi-Tachi (Los pornógrafos) (1965). Para ayudar a las interpretaciones que podían hacerse del film, Imamura colocó un subtítulo aclaratorio: Una introducción a la Antropología a través de los Pornógrafos. A continuación realizó su primer proyecto documental, Ningen Johatsu (Un hombre desaparece) (1967). Su película del año siguiente, Kamigami no Fukaki Yokubo (El profundo deseo de los dioses) (1968), es una investigación sobre la confrontación de las sociedades tradicional y moderna japonesas en una isla del sur. Fue una producción de alto coste que recaudó poco en las taquillas, por lo que Imamura se planteó volver a los pequeños formatos documentales durante toda la década siguiente, Nippon Sengochi Madamu onboro no Seikatsu (Historia de la posguerra contada por una cmarera) y Karayuki-san (La construcción de una prostituta) fueron dos de esos proyectos más típicos, que enfocaban ambos uno de sus temas favoritos, mujeres fuertes que sobreviven en la periferia de la sociedad japonesa.

Volvió luego a las formas más tradicionales de la ficción narrativa con Fukushu suruwa wareniari (La venganza es mía) (1979), aunque la historia del asesino serial trataba eventos reales ocurridos antes, en 1963.

Imamura fundó luego la Academia Japonesa de Imágenes en Movimiento en el Colegio Vocacional de Yokohama, en 1975, donde se han formado grandes creadores, como Takashi Miike y el coreano Hwang Byung-Guk. Luego realizó dos secuelas con producciones importantes, una nueva versión de Los últimos días del Shogunato, y una nueva adaptación de la novela de Keisuke Kinoshita Narayama bushiko (La balada de Narayama). Esta se convertirá en su obra más conocida, en la que describe la tradición ancestral, basada en la necesidad de dejar a los ancianos en lo alto de las montañas, expuestos al invierno, para morir en soledad. Por esta obra monumental recibió la Palma de Oro en 1983, luego de que Kurosawa lo hubiera recibido en 1980 por Kagemusha.

La financiación de Lluvia negra (1989), película que describía los efectos de la radiación en pueblos cercanos a Hiroshima no le reportó beneficios, casi arruinando a su empresa, y se demoró 8 años en volver a dirigir. Aunque ganara con ella el premio al Director del Año en la Academia Japonesa de Cine en 1990.

Retornó a los sets con La anguila (1997), en que el personaje, un desasogado oficinista mata a su esposa, pero aprende a convivir en sociedad luego de salvar la vida a una suicida. Cuando recibió su segunda Palma de Oro en Cannes por La anguila, declaró …»soy un apasionado de los seres humanos, casi me siento devorado de pasión por ellos». Dr Akagi, (1998) es otro relato de personajes inestables, con el trasfondo de una descripción de los diferentes modos de ejercer la medicina. Comenzó a concentrarse en la enseñanza del cine en su propia escuela de cine y televisón, de donde han salido excelentes realizadores.Su último trabajo fue en un film surcoreano de 2002, 2009 Memorias perdidas, en el que actúa, interpretando a un historiador.

Imamura ya había firmado la autoría de más de 20 largometrajes, como lo hicieran los cineastas clásicos japoneses como Ozu, Kurosawa y Mizoguchi.