Heliogábalo: El emperador adolescente

El breve y escandaloso reinado de Heliogábalo, que apenas duró cuatro años, se ha convertido en uno de los capítulos más vergonzosos de la historia de Roma imperial. Gobernó desde los 14 años, rodeado de controversias, excesos y comportamientos que desafiaron las normas sociales y religiosas de su tiempo.
Orígenes y ascenso al poder
Heliogábalo nació en Emesa, Siria, con el nombre de Bassian. Provenía de una familia prominente: su abuela, Julia Maesa, era hermana de Julia Domna, esposa del emperador Septimio Severo. Además, su padre y sus antecesores habían sido sacerdotes del dios fenicio Elagabal, conocido como el «Dios del Sol».
Desde joven, Heliogábalo fue nombrado sumo sacerdote de este culto. En el año 218 d.C., las legiones sirias, bajo la influencia de su ambiciosa abuela, lo proclamaron emperador con solo 14 años, desbancando al entonces emperador Macrino. Con su familia y una numerosa comitiva de nobles sirios, se trasladó a Roma, donde su estilo de vida y creencias religiosas rápidamente generaron descontento entre la nobleza romana.
Escándalos y excesos en Roma
Heliogábalo no renunció a sus costumbres ni a los rituales de su religión, lo que incluía prácticas que escandalizaron a la sociedad romana:
- Vestirse con ropas femeninas: Aparecía en público con vestidos de seda, una prenda que los romanos consideraban afeminada, y bailaba frente a senadores y militares.
- Cópulas rituales: Participaba en ceremonias que incluían orgías y sacrificios humanos, escandalizando a los magistrados romanos.
- Procesiones públicas: Realizaba desfiles que, en términos modernos, podrían considerarse comparables a marchas del orgullo, como parte de su culto al dios Sol.

Heliogábalo también intentó imponer su religión como culto oficial del imperio, algo que desató el rechazo entre los romanos, acostumbrados a la coexistencia pacífica de diversas creencias, pero leales a sus propios dioses.
Creciente indignación y caída
El estilo de vida y las imposiciones religiosas de Heliogábalo provocaron una creciente indignación entre el Senado, los militares y su propio círculo cercano. Su abuela, Julia Maesa, reconoció su error y comenzó a promover a su otro nieto, Alejandro Severo, como sucesor.
En el año 222 d.C., los pretorianos, hartos de los escándalos y excesos del joven emperador, lo asesinaron en una conspiración. Su cuerpo fue arrojado al Tíber o a la Gran Cloaca, según distintas fuentes históricas.
La leyenda negra de Heliogábalo
Tras su muerte, los historiadores romanos como Herodiano y Dion Casio retrataron a Heliogábalo como el epítome de la decadencia y el libertinaje. Aunque algunas de estas historias son probablemente exageraciones, su legado está marcado por episodios extravagantes, como la supuesta asfixia de invitados en un banquete con toneladas de pétalos de rosa.
Conclusión
Heliogábalo dejó un legado controvertido que combina hechos y leyendas. Su breve reinado simboliza una época de decadencia moral y rechazo a las tradiciones romanas, convirtiéndolo en una figura fascinante y polarizadora en la historia del Imperio Romano.
MCN Biografías, 2024. "Heliogábalo: El emperador adolescente". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/heliogabalo-el-emperador-adolescente [consulta: 28 de septiembre de 2025].