Tomás Gutiérrez Alea (1928-1996): El arquitecto del nuevo cine cubano

Tomás Gutiérrez Alea (1928-1996): El arquitecto del nuevo cine cubano

Tomás Gutiérrez Alea, nacido en Santiago de Cuba el 11 de diciembre de 1928 y fallecido en La Habana el 16 de abril de 1996, es una de las figuras más emblemáticas y trascendentales de la historia del cine cubano y latinoamericano. Su obra, marcada por la crítica social, la innovación técnica y el compromiso político, lo consagra como un referente ineludible de la cinematografía de la segunda mitad del siglo XX. Con una filmografía rica y diversa, supo capturar las tensiones y aspiraciones de la Cuba revolucionaria, convirtiéndose en un cronista visual de su tiempo.

Orígenes y contexto histórico

Formado inicialmente en derecho en la Universidad de La Habana, Gutiérrez Alea encontró en el cine un medio más poderoso para expresar sus inquietudes y reflexiones. Su traslado a Italia para estudiar Dirección Cinematográfica en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma fue determinante: allí compartió estudios con Julio García Espinosa, forjando lazos que resultarían decisivos para el surgimiento del cine cubano contemporáneo.

El regreso de Gutiérrez Alea a Cuba coincidió con la efervescencia política y social que precedió y siguió al triunfo de la Revolución de 1959. En 1955, codirigió con García Espinosa el documental El Mégano, obra que anticipa la sensibilidad revolucionaria y crítica que caracterizaría su producción posterior. Entre 1956 y 1958, trabajó en Cine-Revista, donde realizó documentales, reportajes y cortometrajes humorísticos y publicitarios, consolidando sus habilidades técnicas y narrativas.

Con la creación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) en 1959, Gutiérrez Alea encontró la plataforma ideal para desarrollar su visión. Desde su fundación, el ICAIC se convirtió en el motor del cine cubano revolucionario, impulsando a directores comprometidos con la transformación social y cultural del país. El cineasta participó activamente en este proceso, convencido de que el cine debía ser un instrumento de cambio y reflexión.

Logros y contribuciones

El primer largometraje de ficción de Gutiérrez Alea, Historias de la revolución (1961), marca un hito en la cinematografía cubana. Con un tono épico y un enfoque documental, esta obra celebra la gesta revolucionaria, consolidando al director como un narrador privilegiado de la nueva Cuba.

En 1962, con Las doce sillas, inició su exploración de la comedia, género que dominaría en su primera gran obra, La muerte de un burócrata (1966). Esta película, influida por el humor negro de Berlanga y cargada de toques surrealistas, representa una crítica ácida a la burocracia y los absurdos del sistema revolucionario. Su tono satírico y su ingenioso guion convirtieron esta obra en un éxito, destacando por su capacidad para combinar el entretenimiento con la crítica social.

Pero sería con Memorias del subdesarrollo (1968) cuando Gutiérrez Alea alcanzó la cúspide de su carrera. Basada en la novela homónima de Edmundo Desnoes, esta película es considerada una obra maestra del cine latinoamericano. Narra la historia de Sergio, un intelectual burgués atrapado entre el desencanto de la vieja sociedad y la imposibilidad de integrarse en la nueva. Utilizando técnicas narrativas innovadoras, como el collage y el montaje documental, la película ofrece un análisis profundo de la sociedad cubana en la década de 1960. La voz en off del protagonista, la mezcla de materiales fílmicos y la exploración de la alienación social convirtieron a esta película en un referente mundial del cine comprometido.

A lo largo de su carrera, Gutiérrez Alea demostró una constante preocupación por la historia y la identidad nacional. En La última cena (1976), recreó la resistencia de los esclavos negros durante la colonización española, vinculando la lucha por la libertad con el espíritu revolucionario. Esta película subraya la importancia de la memoria histórica como elemento fundamental para la construcción de la identidad nacional.

Además de su labor como director, Gutiérrez Alea fue un prolífico ensayista y teórico del cine. Su obra Dialéctica del espectador, publicada en 1982, expone su visión sobre la relación entre la audiencia y la obra cinematográfica, consolidando su influencia más allá de la pantalla.

Momentos clave

La trayectoria de Gutiérrez Alea puede resumirse en una serie de momentos cruciales que definen su legado:

  • 1955: Codirige El Mégano, primer indicio de su sensibilidad social y política.

  • 1959: Con la creación del ICAIC, inicia una etapa de compromiso político y artístico.

  • 1961: Dirige Historias de la revolución, su primer largometraje de ficción.

  • 1966: Estrena La muerte de un burócrata, sátira de la burocracia revolucionaria.

  • 1968: Lanza Memorias del subdesarrollo, obra maestra del cine latinoamericano.

  • 1976: Dirige La última cena, explorando la historia de la esclavitud en Cuba.

  • 1993: Co-dirige Fresa y chocolate, su mayor éxito internacional.

  • 1996: Fallece mientras trabaja en su última película, Guantanamera.

Relevancia actual

El legado de Tomás Gutiérrez Alea permanece vigente como uno de los pilares fundamentales del cine latinoamericano. Su obra no solo documenta las tensiones de la Cuba revolucionaria, sino que también ofrece una reflexión universal sobre la relación entre el individuo y la sociedad, el arte y la política.

Fresa y chocolate (1993), codirigida con Juan Carlos Tabío, representa la culminación de su carrera y su consagración internacional. Esta película, que retrata la amistad entre un joven revolucionario y un artista homosexual, aborda la tolerancia, la diversidad y la libertad individual en un contexto marcado por la represión política y cultural. Ganadora del Oso de Plata y del Premio Especial del Jurado en el Festival de Berlín, y nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, esta obra consolidó a Gutiérrez Alea como un referente del cine mundial.

A pesar de su muerte en 1996, su influencia sigue viva. Su capacidad para cuestionar las contradicciones del proceso revolucionario, su humor corrosivo y su mirada profundamente humanista han inspirado a generaciones de cineastas y estudiosos. El ICAIC, institución a la que permaneció vinculado toda su vida, continúa siendo un motor para el cine cubano, perpetuando la visión crítica y comprometida que Gutiérrez Alea defendió con pasión.

Filmografía completa de Tomás Gutiérrez Alea

Cortometrajes:

  • 1946: La Caperucita roja.

  • 1947: Un fakir.

  • 1950: Una confusión cotidiana.

  • 1953: Il sogno de Giovanni Bassain.

  • 1955: El Mégano (codirector).

  • 1957: La toma de La Habana por los ingleses.

  • 1959: Esta tierra es nuestra (y montador).

  • 1960: Asamblea general.

  • 1961: Muerte al invasor (codirector).

  • 1962: La Habana 1762.

  • 1974: El arte del tabaco.

  • 1975: El camino de la mirra y el incienso.

  • 1977: La sexta parte del mundo; De cierta manera.

Largometrajes:

  • 1960: Historias de la revolución.

  • 1962: Las doce sillas.

  • 1964: Cumbite.

  • 1966: La muerte de un burócrata.

  • 1968: Memorias del subdesarrollo (y actor).

  • 1971: Una pelea cubana contra los demonios.

  • 1976: La última cena.

  • 1978: Los sobrevivientes.

  • 1983: Hasta cierto punto.

  • 1988: Cartas del parque.

  • 1991: Contigo en la distancia.

  • 1993: Fresa y chocolate.

  • 1996: Guantanamera.

Bibliografía recomendada

  • Evora, J. A.: Tomás Gutiérrez Alea, Madrid: Cátedra, 1996.

La figura de Tomás Gutiérrez Alea simboliza la unión entre arte, compromiso político y reflexión social. Su cine, siempre audaz e innovador, continúa siendo una referencia esencial para comprender las complejidades de la Cuba revolucionaria y la evolución del cine latinoamericano.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Tomás Gutiérrez Alea (1928-1996): El arquitecto del nuevo cine cubano". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/gutierrez-alea-tomas [consulta: 29 de septiembre de 2025].