Galba, Servio Sulpicio (general romano, 189-ca. 135 a. C.).
General y político romano nacido probablemente en Roma en el año 189 a. C. y muerto hacia el año 135 a. C. Participó en las campañas llevadas a cabo en contra de los lusitanos entre los años 151 y 149 a. C.
Apenas se disponen de datos biográficos sobre los primeros años de la vida de Galba, aunque lo más probable es que recibiera una educación esmerada, debido a su pertenencia a una noble familia patricia. Así según marcaba la costumbre, para ocupar los puestos más altos de la administración romana, inició su instrucción militar tras alcanzar la edad viril, y durante los primeros años ocupó los puestos más bajos del escalafón aunque, como otros jóvenes patricios, recibió un trato privilegiado con respecto al resto de ciudadanos y ascendió rápidamente (véase: Cursus honorum). Así su nombre aparece por primera vez como tribuno militar del ejército de Paulo Emilio, que debió protegerle y aconsejarle en los primeros momentos de su carrera, de los que apenas tenemos testimonio.
A la edad de 38 años, en el año 151 a. C., Galba recibió de manos del Senado el título de pretor. Con la concesión de dicho nombramiento, se le entregaba el mando de las legiones instaladas en la provincia Ulterior de Hispania. Así éste recibió instrucciones precisas para que se reanudaran las hostilidades en contra de los lusitanos, que se habían rebelado contra la autoridad romana años antes; aunque su antecesor en el cargo M. Atilio Serrano, después de haber efectuado importantes conquistas, como la de Oxthraca (Crato), había firmado la paz con los insurrectos.
Una vez en Hispania, Galba se dirigió a los territorios sobre los que tenía jurisdicción y poco tiempo después inició las campañas contra los lusitanos. Así durante sus primeras intervenciones en la Península, el general cosechó notables éxitos que aumentaron su prestigio en Roma. Pero poco tiempo después, sufrió una grave derrota donde sucumbieron aproximadamente 7.000 mil de sus hombres, lo cual le obligó a buscar refugio en la actual ciudad de Carmona. Galba, decidido a recuperar el control de la situación, en la mencionada ciudad inició la reorganización de su ejército y preparó a sus hombres para atacar nuevamente a los lusitanos. Además el pretor de la Ulterior contó con el apoyo de su colega de la Citerior, Lucio Licinio Lúculo, que tras conocer la situación en la que se encontraba Galba corrió a prestarle su apoyo. Así ambos, penetraron nuevamente en territorio lusitano y devastaron todas las regiones que encontraron a su paso, aunque tras sufrir una nueva derrota, se vieron obligados a negociar.
Galba, que no tenía intención de firmar la paz, era consciente de la situación de extremada pobreza en que vivían la mayoría de los lusitanos, así decidió utilizar su debilidad en su propio provecho. De este modo en las negociaciones de paz, según el historiador Apiano, éste se comprometió a entregar tierras fértiles a los lusitanos, que atraídos por tales promesas, decidieron negociar con el enemigo y abandonaron sus hogares para tomar posesión de las nuevas tierra que el pretor les iba a entregar. Tras la llegada al punto de encuentro, como prueba de su buena voluntad, lo lusitanos entregaron sus armas, tras lo cual fueron divididos en tres grupos y conducidos a un llano de las proximidades. Llegados a este punto, muy pocos sospecharon de las verdaderas intenciones de Galba, que rápidamente dio la orden a sus soldados de liquidar a todos los que allí se encontraban, salvo a un pequeño número que decidió perdonarles la vida con el fin de venderlos como esclavos. La masacre fue total y fueron muy pocos los que sobrevivieron; según la tradición el propio Viriato, que debía ser un niño en aquellas épocas, se encontraba entre los supervivientes. Los historiadores romanos se hicieron eco de la extremada crueldad del pretor, aunque discrepan en las cifras totales de muertos, ya que según éstos podrían oscilar entre los 8.000 que aporta Valerio Máximo y los 30.000 que aporta Suetonio.
Tras finalizar su mandato en la Hispania Ulterior, Galba regresó a Roma, donde el Senado cuestionó su actuación en tierras lusitanas por considerarla deshonrosa. Así en el año 149 a. C. se abrió causa judicial contra él. Valerio Máximo en su obra Hechos y dichos memorables, se hace eco del proceso y afirma que: ‘Serbio Galba había sido vivamente atacado desde lo alto de la tribuna (del Senado) por las arengas de Libón, tribuno de la plebe, porque en su calidad de pretor en España y a pesar de haber empeñado su palabra, había matado a gran número de lusitanos; y Marco Porcio Catón, de edad muy avanzada, había escrito, para apoyar la acción del tribuno, un discurso que luego incluyó en sus Orígenes. El acusado, asumiendo toda la responsabilidad, comenzó, entre lágrimas, a recomendar al pueblo sus hijos de pequeña edad y el hijo de Galo, su pariente próximo. Esta súplica aplacó a la asamblea; y el que debía ser condenado por una sentencia unánime no tuvo apenas ningún voto en su contra. Así pues aquel juicio fue presidido, no por la equidad, sino por la compasión, puesto que Galba, que no podía esperar la absolución por su inocencia, la obtuvo por la piedad que inspiraron sus hijos‘. Hay que señalar que la teoría que mantiene Valerio Máximo no fue la más aceptada entre los historiadores contemporáneos sino que muchos de ellos afirmaron que gracias al enorme botín que Galba había obtenido en tierras lusitanas pudo ganarse el favor de sus jueces al pagarles una importante cantidad de dinero.
A pesar del escándalo la carrera de Galba continuó con normalidad tras su absolución. En el año 144 a. C., cuando contaba con 45 años, fue elegido cónsul junto con Aurelio Cota, y una vez más intentó regresar a Hispania para hacerse cargo de la guerra que se llevaba a cabo en contra de los lusitanos. Pero parece que la intervención de Escipión Emiliano, que ocupaba el puesto de censor, fue crucial para que éste permaneciera en Roma durante todo su mandato.
Galba permaneció en el Senado hasta la fecha de su muerte y destacó, como afirma el propio Cicerón, por sus cualidades como orador. Se desconoce el lugar exacto donde se produjo su fallecimiento, aunque lo más probable es que muriera en Roma en el año 135 a. C., cuando contaba con 54 años de edad.
Bibliografía
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CGS