Fontaine, Mademoiselle de la (1655-1738). La Bailarina Revolucionaria del Siglo XVII
Mademoiselle de la Fontaine fue una de las figuras más destacadas del ballet clásico francés, nacida en 1655. Aunque el verdadero nombre de esta excepcional bailarina sigue siendo un misterio, su legado perdura como una de las pioneras de la danza profesional en Europa. Su vida y su carrera se entrelazaron con algunos de los más importantes desarrollos artísticos de su tiempo, dejando una huella profunda en la historia de la danza. Su carrera culminó en una época en la que las artes escénicas en Francia vivían una etapa de esplendor, especialmente gracias al apoyo del rey Luis XIV y su amor por las artes.
Orígenes y contexto histórico
Nacida en el seno de una sociedad marcada por el esplendor de la corte de Luis XIV, Mademoiselle de la Fontaine se convirtió en una de las primeras bailarinas profesionales de la historia. En la Francia del siglo XVII, la danza estaba lejos de ser una carrera profesionalmente establecida. La influencia de la corte real, especialmente del rey Sol, quien era un gran amante de las artes, transformó la danza en una disciplina artística con una estructura más formal. Mademoiselle de la Fontaine, al igual que otras figuras de su época, fue parte esencial de la evolución de la danza, que pasó de ser una actividad social y cortesana a una disciplina profesional reconocida.
En 1669, Luis XIV fundó la Académie Royale de Danse, una institución destinada a organizar y profesionalizar la danza en Francia. Este fue un paso clave para establecer el ballet como una disciplina seria, y Mademoiselle de la Fontaine jugó un papel fundamental en la materialización de este cambio. La escuela de danza no solo fue el lugar donde se formaban los futuros bailarines, sino que también marcó el inicio de la institucionalización del ballet como arte profesional.
Logros y contribuciones
El debut de Mademoiselle de la Fontaine tuvo lugar en 1681 en el famoso teatro de la Académie Royale de Musique, con la obra Le Triomphe de l’Amour. Este hito la consagró como una de las primeras bailarinas profesionales, abriendo el camino para que otras mujeres pudieran seguir sus pasos en un ámbito dominado hasta entonces por hombres. En ese momento, la danza no solo era una forma de entretenimiento, sino que empezaba a ser reconocida como un medio para la expresión artística profunda.
A lo largo de su carrera, Mademoiselle de la Fontaine se presentó en numerosas producciones de la Académie Royale, destacándose especialmente en las tragedias líricas y tragicomedias que marcaron la vida cultural de la época. Entre las obras en las que participó se incluyen algunas de las más importantes de la época, como Persée (1682), Phaéton (1683), Amadis de Gaule (1684), Roland (1685), Le Temple de la Paix (1685) y Armide et Rénaud (1686), entre otras. Muchas de estas producciones contaron con la música de Lully, un compositor cuya obra desempeñó un papel central en la música francesa de la época.
En estas representaciones, Mademoiselle de la Fontaine no solo se destacó por su habilidad técnica, sino también por su capacidad para transmitir emociones a través de la danza. En cada actuación, ella lograba conjugar la gracia y el rigor técnico del ballet con la profunda expresión dramática que exigían las tragedias líricas y las tragicomedias de la época.
Momentos clave
A continuación, se destacan algunos de los momentos más importantes de la vida y carrera de Mademoiselle de la Fontaine:
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1681: Debutó en el teatro de la Académie Royale de Musique con Le Triomphe de l’Amour, convirtiéndose en una de las primeras bailarinas profesionales.
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1682-1693: Apareció como solista en una serie de importantes producciones de la Académie Royale, entre las que destacan Persée, Phaéton, Amadis de Gaule, Roland, Le Temple de la Paix, Armide et Rénaud, Acis et Galathée, Achille et Polixène, Le Palais de Flore y Didon.
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1692: Se retiró de los escenarios y se retiró al Couvent des Religieuses de l’Assomption, un convento en el que pasó el resto de su vida.
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1738: Mademoiselle de la Fontaine murió en París, dejando tras de sí una profunda huella en la historia del ballet.
Relevancia actual
Aunque su nombre pueda no ser tan conocido como el de otras figuras contemporáneas, el legado de Mademoiselle de la Fontaine sigue vivo hoy en día en el mundo del ballet. Su trabajo ayudó a cimentar las bases del ballet clásico francés, cuyas influencias se extienden hasta la actualidad. De hecho, muchos de los aspectos fundamentales de la danza clásica que siguen siendo enseñados hoy en las escuelas de ballet fueron desarrollados y perfeccionados por bailarines como ella.
Además, Mademoiselle de la Fontaine no solo fue una excelente bailarina, sino también una figura clave en el proceso de profesionalización de la danza en una época en la que las mujeres luchaban por obtener reconocimiento en el mundo de las artes. Al igual que otras grandes pioneras de su tiempo, ella allanó el camino para las generaciones futuras de bailarinas y coreógrafas, cuyo trabajo continuó evolucionando y dando forma al arte del ballet.
El legado de Lully en la música para ballet también es fundamental, ya que sus composiciones para muchas de las obras en las que Mademoiselle de la Fontaine participó siguen siendo consideradas como algunas de las mejores en la historia de la música clásica.
En resumen, Mademoiselle de la Fontaine fue una de las grandes pioneras de la danza profesional en Francia. Su carrera, marcada por una serie de éxitos en la Académie Royale, dejó una huella indeleble en la historia del ballet, que continúa siendo una de las formas de arte más veneradas en el mundo entero.
MCN Biografías, 2025. "Fontaine, Mademoiselle de la (1655-1738). La Bailarina Revolucionaria del Siglo XVII". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/fontaine-mademoiselle-de-la [consulta: 29 de septiembre de 2025].