Hernando Escalante: el cofundador olvidado de Santafé de Bogotá

La historia de la conquista de América está repleta de nombres conocidos, pero también de figuras clave que han quedado en un segundo plano. Hernando Escalante, conquistador español del siglo XVI, es uno de esos protagonistas discretos pero fundamentales. Su papel como cofundador de Santafé de Bogotá, al lado de Gonzalo Jiménez de Quesada, lo convierte en una figura histórica de notable importancia en la configuración del Nuevo Reino de Granada.

Orígenes y contexto histórico

La vida de Hernando Escalante se sitúa en el contexto de la conquista española del continente americano, un proceso complejo que transformó radicalmente la geografía política y cultural del siglo XVI. En aquellos años, la corona española impulsaba expediciones hacia territorios desconocidos en busca de riquezas, evangelización y dominio territorial.

Poco se sabe sobre el origen exacto de Escalante, pero es altamente probable que naciera en la península ibérica a comienzos del siglo XVI, y que como muchos jóvenes de la época, se sintiera atraído por las promesas de fortuna y gloria en el Nuevo Mundo. Fue parte de una generación de hombres que cruzaron el Atlántico para incorporarse a campañas militares y fundaciones de ciudades que servirían como centros neurálgicos del poder español en América.

Su historia se enlaza directamente con la del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, quien lideró la expedición al altiplano cundiboyacense, en el actual territorio colombiano, en busca de oro y nuevas tierras para la corona. Fue en el marco de esta empresa que Escalante participó activamente en la fundación de una de las ciudades más importantes de Sudamérica: Santafé de Bogotá.

Logros y contribuciones

El principal aporte histórico de Hernando Escalante fue su papel determinante en la fundación de Santafé de Bogotá en 1538. Esta ciudad no solo se convirtió en la capital del Nuevo Reino de Granada, sino también en un eje estratégico para la expansión y consolidación del dominio español en el norte de Sudamérica.

La fundación de una ciudad implicaba mucho más que simplemente plantar una cruz y proclamar soberanía. Involucraba la organización del trazado urbano, la definición de autoridades locales, el establecimiento de templos, plazas y estructuras administrativas. En este proceso, Escalante desempeñó funciones clave, colaborando estrechamente con Jiménez de Quesada en la toma de decisiones políticas y estratégicas que definirían el futuro de la región.

Además, se le atribuye un papel activo en la pacificación y sometimiento de las poblaciones indígenas del altiplano, en especial de los muiscas, quienes habitaban la región antes de la llegada de los españoles. Aunque este aspecto de su legado es controversial desde la óptica moderna, fue considerado esencial en el modelo de colonización de la época.

Su nombre, sin embargo, ha sido opacado por la figura más prominente de Jiménez de Quesada, aunque diversas crónicas mencionan su presencia y participación directa en los acontecimientos más relevantes de la fundación de Bogotá.

Momentos clave

El momento cumbre en la vida de Hernando Escalante fue, sin duda, el año 1538, cuando se llevó a cabo la fundación de Santafé de Bogotá. Este acto tuvo lugar en el altiplano de los Andes, en el corazón del territorio muisca, y se formalizó como un asentamiento permanente bajo dominio español.

Escalante formó parte de la comitiva encargada de organizar el primer cabildo de la ciudad, lo cual consolidó su autoridad y legitimó su rol como fundador. A partir de ese instante, Bogotá comenzó a desarrollarse como un centro administrativo y religioso, atrayendo a otras figuras del poder colonial.

Otro episodio significativo fue su participación en las expediciones posteriores que tenían como objetivo extender el control español más allá de Bogotá. Estas campañas contribuyeron a la delimitación del Nuevo Reino de Granada y fortalecieron la presencia hispana en territorios aún no explorados o dominados.

Sin embargo, como ocurrió con muchos conquistadores de su tiempo, la vida de Escalante no fue ampliamente documentada, y buena parte de su trayectoria posterior a estos eventos es desconocida. Su paso por la historia se registra más como una huella en las piedras fundacionales que como una figura estelar en los libros oficiales.

Relevancia actual

Hoy, el nombre de Hernando Escalante rara vez aparece en los relatos populares de la conquista, pero su impacto histórico permanece inscrito en los orígenes de una de las principales capitales latinoamericanas. La historia moderna de Bogotá no puede entenderse sin reconocer a aquellos primeros hombres que participaron en su nacimiento como urbe colonial.

Además, su figura representa a un tipo de conquistador muchas veces silenciado por la historia tradicional: aquel que, sin ostentar títulos rimbombantes ni protagonizar grandes gestas individuales, fue pieza esencial en los procesos de transformación territorial, social y política.

Desde el punto de vista académico, cada vez hay un interés mayor por rescatar las figuras secundarias de la conquista, como Escalante, quienes complementan y enriquecen la narrativa general. En este sentido, su participación en la fundación de Bogotá es objeto de revisiones históricas que intentan dar mayor visibilidad a su contribución.

El reconocimiento de Escalante también permite reflexionar sobre el proceso de fundación de ciudades en el continente americano y sobre el modo en que múltiples actores intervinieron en una tarea colectiva que definió el curso de la historia latinoamericana.

Un legado firme en la historia hispanoamericana

Hernando Escalante dejó una huella profunda, aunque discreta, en el devenir del continente. Su participación activa en la fundación de Santafé de Bogotá lo posiciona como uno de los pilares en la historia de Colombia y del proyecto imperial español en América.

A pesar del escaso reconocimiento en la historiografía popular, su figura simboliza el esfuerzo colectivo de los conquistadores que, más allá de las figuras centrales, contribuyeron de forma decisiva a la creación de nuevas estructuras sociales, políticas y urbanas.

La memoria de Escalante vive, por tanto, en las calles de Bogotá, en su arquitectura colonial, y en los relatos que, poco a poco, recuperan su nombre como parte fundamental del inicio de una nueva era. Así, su legado se integra al mosaico de identidades que conforman la historia hispanoamericana, y su nombre merece ocupar un lugar destacado entre los constructores del Nuevo Mundo.