Di Cavalcanti, Emílio (1897-1976).
Pintor brasileño nacido el 5 de septiembre de 1897 en Río de Janeiro y muerto en la misma ciudad en 1976. Emiliano Augusto de Albuquerque Melo, su verdadero nombre, ocupa un lugar muy importante dentro de la historia del arte de Brasil. Fue un «perfecto» carioca, condición de la que estaba muy orgulloso, y representó el papel de precursor del movimiento modernista, que terminaría consolidando Cándido Portinari.
Fue hijo de un teniente del ejercito y sobrino del líder de la abolición de la esclavitud en el Brasil, José do Patrocinio, en cuya residencia nació y vivió hasta que a los tres años se trasladó con su familia al barrio carioca de Sâo Cristóvâo, donde pasó su infancia y la mayor parte de su adolescencia. Su madre se llamó Rosália. Di Cavalcanti reconoció en sí mismo los elementos más característicos de la personalidad de su madre, la gracia, el romanticismo y la prodigalidad. Ambos llevaron todo esto al exceso.
En 1916 se matriculó en la Escuela Libre de Derecho de Sâo Paulo pero decidió no ser abogado y abandonó los estudios jurídicos antes de terminar el curso. Tampoco quiso sermilitar como su padre. Autodidacto, jamás quiso recibir formación artística. Nunca compartió la educación que se impartía en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Desde muy joven comenzó a relacionarse con el mundo de la literatura y del arte. Con 19 años tuvo su primera exposición en el Salón de los Humoristas, donde participó con sus caricaturas, en las cuales se pudo intuir su gran estatura artística. Ilustró numerosos libros; el primero de ellos fue la Balada dos Enforcados, traducción de un libro de Oscar Wilde en 1921, en el cual se percibe la influencia del ilustrador inglés Aubrey Beardsley. Otro libro que incluyó sus dibujos fue Juca Mulato, de Menotti del Picchia. Muy pronto Di Cavalcanti fue un nombre conocido en los medios artísticos e intelectuales. En sus primeros cuadros reflejó un espíritu innovador y una rebeldía frente al gusto conservador de la mayoría. Se mostró siempre en continua lucha con el academicismo convencional, que provenía de la segunda década del siglo XX y había mantenido al país apartado de la realidad artística existente en otros lugares, especialmente en Europa.
De Di Cavalcanti partió la idea inicial para la celebración de una semana de arte moderno que tuvo lugar en 1922, en Sâo Paulo, donde se exhibieron las últimas novedades artísticas traídas por las familias ricas y aristocráticas de esa ciudad. Su intención fue claramente provocadora; así lo expresó él personalmente: “Le sugerí a Paulo Prado nuestra semana, que sería de escándalos literarios y artísticos«. Se trató de un acontecimiento histórico, confuso, controvertido y claramente anti-académico; principalmente por esta razón se escogió la ciudad de Sâo Paulo por ser más libre del academicismo que tan fuertemente pesaba en Río de Janeiro, sede de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Sus frutos se verían en los años siguientes, ya que el movimiento anti-académico creó una organización fuerte, que renovó profundamente el arte brasileño.
En 1923, Di Cavalcanti realizó su primer viaje a Europa. Allí mantuvo contacto con intelectuales y artistas como Jean Cocteau, Miguel de Unamuno, Braque, Matisse y Picasso. El encuentro con la obra del pintor español fue una revelación de su propio temperamento, sobre todo en lo referente al estilo con el que pintaba las mujeres. Picasso fue el pintor que más influyó en su trayectoria artística.
Aunque Di Cavalcanti regresó a Río de Janeiro en 1925, volvió a vivir en París desde 1935 hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En ese período su estilo evolucionó hacia el expresionismo. Mostró una fuerte oposición a la corriente abstracta, una lógica consecuencia de su sensualidad y romanticismo. Su figurativismo, por otra parte, se centró en la representación de la figura humana. Las mulatas fueron su gran pasión: «La mulata entró en mi técnica como una búsqueda de la síntesis de la sensualidad brasileña, en su naturaleza total«. Algunas de las obras que las recogen son Mujeres en la calle, Tres mujeres y Rostro de mujer. Pintó también imágenes de samba, del carnaval, flores y frutas, y plasmó tanto la alegría como el sufrimiento y el drama cotidiano. Son ejemplo de ello Naturaleza muerta con frutas y jarra y Jarrón con flores.
La vida fue para Di Cavalcanti un espectáculo bello y fascinante. El mismo dijo: «Sólo el amor alimenta mi vida y me dio siempre el orgullo de existir«. Supo compaginar perfectamente su personalidad con su obra; sus cuadros reflejan su sensibilidad, su encanto, su coherencia. Fue un artista alegre, muy humano y de una gran fuerza. Su arte fue admirado y comprendido desde la alta burguesía hasta el hombre más sencillo, pero ante todo destaca su obsesión por Brasil y por su ciudad natal, verdaderas fuentes de inspiración para un arte que logró una dimensión universal.
Di Cavalcanti expuso en París, Lisboa, Nueva York, Buenos Aires, Montevideo, Amsterdam, Berlín, Bruselas y Londres, y tuvo una sala especial en la VI Bienal de Sâo Paulo en 1963. Sus cuadros se encuentran repartidos por todos los museos y colecciones particulares del mundo.
Entre sus libros destacan Reminiscencias liricas de um perfeito carioca y Viagem da minha Vida. También colaboró como cronista en periódicos y revistas. El gran Vinicius de Moraes le dedicó estos versos:
“Poeta el más cariocapintor el más brasileñoEntidad la más dilectaDe mi Río de Janeiro– Perdón mi hermano poeta:¡Nuestro Río de Janeiro¡«
Bibliografía
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MARTINS, Luis:50 Anos de pintura 1922-1971(Graficos Brunner Llda. Sao Paulo, Brasil, 1971)
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SANTOS PEIXOTO, Maria Elizabete: Pintura Moderna Brasileña, Colección Roberto Marinho (Río de Janeiro, Brasil, 1987)
T. Bandrés Sierra