Carlos Francisco de Croix (1703–1778): Virrey de la Nueva España y Reformista de la Colonia
Carlos Francisco de Croix (1703–1778): Virrey de la Nueva España y Reformista de la Colonia
Contexto y Orígenes
Nacimiento y Orígenes Familiares
Carlos Francisco de Croix nació el 1 de enero de 1703 en Lille, una ciudad de Flandes francés, en el seno de una familia noble flamenca. Su padre, quien ostentaba el título de marqués, y su madre pertenecían a una línea de nobleza con profundas raíces en la región, vinculadas al servicio militar y diplomático. La residencia familiar, el Château des Prévôtées, se encontraba en un entorno de privilegio, donde su hermano, el Marqués de Heuchin, también desempeñaba una importante función dentro de la aristocracia local. En este ambiente, Carlos Francisco creció rodeado de influencias que forjaron su carácter militar y administrativo.
Desde joven, su destino parecía predestinado a seguir una carrera ligada a la nobleza y el ejército, campos en los que su familia había servido al rey de Francia. Su educación fue cuidadosamente diseñada para cumplir con las expectativas de su estatus, enfocándose en una formación militar rigurosa, junto con una educación formal que incluyó aspectos de la administración pública. Los valores de la nobleza francesa, como el honor, el deber y la lealtad a la corona, fueron parte integral de su crianza y marcarían su futura carrera.
Formación y Primeros Años de Carrera
A los 21 años, Carlos Francisco de Croix decidió seguir los pasos de su familia y se alistó en el regimiento de Reales Guardias Walonas, una unidad militar prestigiosa que formaba parte del ejército español, al servicio del rey Felipe V. Esta decisión fue el primer paso en su carrera, que rápidamente lo llevaría a ocupar puestos más altos en las fuerzas armadas. Su habilidad y destreza en el campo de batalla lo llevaron a ser reclutado en la Compañía Flamenca de Reales Guardias de Corps, unidad élite encargada de proteger a la realeza española.
En 1731, de Croix acompañó al infante don Carlos, quien más tarde sería conocido como Carlos III, a Parma, un evento clave en su carrera. Durante esta misión diplomática, fue elegido para comunicar a Felipe V, quien se encontraba en Sevilla, el estado de salud y bienestar de su hijo, lo que fortaleció aún más su vínculo con la familia real. Su compromiso con la monarquía española le permitió ganarse la confianza de los reyes y obtener ascensos dentro del ejército.
Pronto fue ascendido a brigadier, lo que marcó el comienzo de su reconocimiento en las filas militares. En 1734, fue nombrado coronel del regimiento de infantería de Flandes, y su carrera continuó ascendiendo gracias a sus logros en la guerra. Fue reconocido por su valentía y liderazgo en campañas clave, como la toma de la ciudad de Pavía y el sitio de Tortosa, entre otras batallas importantes de las Guerras de Italia. Estos logros no solo aumentaron su prestigio personal, sino que también cimentaron su posición dentro de la estructura militar española.
Ascenso en la Carrera Militar
Los años posteriores trajeron una serie de ascensos para el joven marqués de Croix. Fue nombrado mariscal de campo y, en 1750, teniente general, cargos que le otorgaron una considerable influencia dentro del ejército y en la corte. Durante esta etapa, se destacó no solo en las campañas bélicas, sino también en su capacidad para organizar y administrar el ejército en tiempos de paz. Su habilidad para gestionar los recursos y coordinar las tropas le permitió consolidar una reputación de eficiencia y competencia en las más altas esferas militares.
En sus primeros años como oficial, de Croix también se distinguió por su capacidad administrativa y estratégica. Fue nombrado gobernador de la plaza de Ceuta, un enclave militar clave en el norte de África, y luego comandante general de Andalucía, lo que le dio una vasta experiencia en la gestión de territorios coloniales. Su labor en estas posiciones consolidó su reputación como un líder competente y comprometido con la monarquía española.
En 1765, su carrera militar lo llevó a ser nombrado virrey de la Nueva España, un territorio clave en el imperio español. Este nuevo destino sería el que marcaría el cenit de su carrera, aunque también lo sumergiría en la compleja y a menudo turbulenta realidad política y social de las colonias americanas. Antes de partir hacia el virreinato, de Croix ya había demostrado ser un experto en la organización de las fuerzas armadas y un administrador eficaz, habilidades que serían cruciales en su misión para implementar las reformas borbónicas en la Nueva España.
El Virreinato y las Reformas en Nueva España
Nombramiento y Llegada a Nueva España
En 1765, tras años de servicio en diversos frentes, Carlos Francisco de Croix fue nombrado virrey de la Nueva España, un puesto que ocuparía en una de las etapas más decisivas de la historia virreinal de México. La Nueva España, en ese momento, atravesaba una situación crítica, marcada por los resquicios dejados por la Guerra de los Siete Años (1756-1763), que había debilitado las posiciones de España en América. Tras la ocupación inglesa de La Habana y Manila en 1762, la fragilidad del imperio se evidenció y se hicieron evidentes las deficiencias en las defensas del virreinato.
El 3 de mayo de 1766, de Croix zarpó de Cádiz en el navío Dragón, junto con el arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana, quien también se dirigía a la Nueva España. Su llegada a Veracruz el 10 de julio y la entrada oficial en la Ciudad de México, el 25 de agosto del mismo año, fueron momentos simbólicos que marcaron el comienzo de su mandato. Una vez en la capital, el virrey juró su cargo en la Sala del Acuerdo del Palacio Real, un acto formal que sellaba su entrada en el escenario político de uno de los virreinatos más importantes del imperio español.
A su llegada, la Nueva España se encontraba en plena transformación. Carlos III había emprendido un proceso de reformas administrativas y militares que buscaban fortalecer el imperio y reorganizar los territorios coloniales, y el marqués de Croix tenía la misión de consolidar y ejecutar estas reformas. De hecho, el virrey llegó en un momento clave, en el que el visitador general, José de Gálvez, y el inspector general, Juan de Villalba, se encontraban ya implementando medidas de modernización. Estas reformas, que incluían la reorganización administrativa y la militarización de las colonias, serían uno de los ejes principales de su mandato.
Reformas Administrativas y Defensa
Una de las prioridades más urgentes para el marqués de Croix fue la reorganización de la defensa de la Nueva España. Tras las amenazas de invasión durante la Guerra de los Siete Años, el virrey adoptó medidas drásticas para garantizar la seguridad de los territorios del virreinato. Bajo su dirección, se reorganizaron las milicias coloniales, se completaron regimientos existentes, y se levantaron nuevos, muchos de los cuales fueron compuestos por soldados extranjeros enviados desde España.
Una de las mayores preocupaciones del virrey fue la mejora de las defensas en los principales puertos del virreinato, Veracruz en el Atlántico y Acapulco en el Pacífico. El marqués de Croix promovió una serie de obras en ambos puertos para hacer frente a posibles amenazas extranjeras. Estas medidas, aunque costosas, eran necesarias para asegurar el control sobre los territorios españoles en América y protegerlos de las potencias enemigas, especialmente de Inglaterra, que había demostrado ser una amenaza real para las colonias.
A pesar de los esfuerzos del virrey para fortalecer la defensa, el período de su mandato estuvo marcado por rumores constantes de invasión. Uno de los más destacados fue el supuesto plan de invasión inglesa conocido a través de un misterioso arquitecto francés, identificado como Mr. Guiller, en 1766. Aunque el temor no se materializó en una invasión real, estos rumores provocaron inquietud en los funcionarios coloniales y llevaron a una movilización de tropas y recursos para hacer frente a lo que, en última instancia, resultó ser una amenaza sin fundamento.
El virrey también tuvo que lidiar con los efectos de la militarización de la sociedad novohispana. La organización de tropas y la movilización de recursos generaron sentimientos encontrados entre la población. Si bien las nuevas reformas se implementaron para garantizar la seguridad y el orden, muchos habitantes de la Nueva España, especialmente en las ciudades más grandes, se vieron afectados por las constantes levas de soldados y las exigencias de los militares. La situación fue especialmente tensa en las zonas rurales, donde los campesinos y comerciantes se sintieron gravemente perjudicados por las medidas tomadas.
Conflictos Internos y Reformas Sociales
Además de los desafíos militares, el virrey se enfrentó a un conjunto de conflictos internos derivados de las reformas sociales y económicas implementadas en el virreinato. La imposición de nuevas leyes y la reorganización administrativa generaron tensiones con la Audiencia de México, el principal órgano judicial del virreinato. El virrey se apoyó firmemente en las reformas impulsadas por José de Gálvez, el visitador general, pero no siempre obtuvo el respaldo de la Audiencia, lo que dio lugar a disputas constantes.
Uno de los episodios más conflictivos fue la promulgación de varias medidas para regular las armas personales y evitar la ociosidad en la población. Estas reformas fueron diseñadas para mejorar el orden público y erradicar la delincuencia, pero encontraron resistencia por parte de los sectores más influyentes de la sociedad, que vieron en ellas un ataque a su autonomía y libertad. Las tensiones llegaron a tal punto que el virrey fue acusado por algunos miembros de la Audiencia de actuar de forma autoritaria, tomando decisiones sin consultar a los demás órganos del poder colonial.
Uno de los eventos más controvertidos de su mandato fue la expulsión de los jesuitas, un episodio clave de las reformas borbónicas en América. En la madrugada del 24 de junio de 1767, siguiendo órdenes de la Corona, de Croix y Gálvez llevaron a cabo una operación secreta para ocupar las misiones y colegios jesuitas en todo el virreinato. Los padres jesuitas fueron arrestados y enviados a Veracruz, desde donde serían deportados a España. Esta acción, que fue ejecutada de manera decisiva y meticulosa, generó una gran resistencia popular, lo que derivó en una serie de rebeliones en varias regiones del virreinato.
La brutalidad de las medidas tomadas, incluyendo las ejecuciones y condenas a trabajos forzados, mostró el costo de la imposición de la autoridad real. La represión de estas rebeliones, que fueron encabezadas por José de Gálvez, resultó en más de 80 ejecuciones y cientos de destierros, lo que dejó una huella profunda en la sociedad novohispana.
Últimos Años, Legado y Reflexiones
Finalización de su Mandato y Sucesión
El mandato del marqués de Croix en la Nueva España culminó en 1771, cuando fue reemplazado por Antonio María de Bucareli. A lo largo de su administración, de Croix implementó reformas sustanciales que transformaron el sistema político, económico y social del virreinato. Sin embargo, su mandato estuvo marcado por una serie de tensiones con los distintos actores coloniales, desde la Audiencia hasta las clases populares. La implementación de políticas de reforma, como la militarización de la población y la expulsión de los jesuitas, dejó una sociedad dividida, y aunque sus acciones tuvieron un profundo impacto, su figura nunca alcanzó la prominencia que la de otros virreyes como José de Gálvez.
El proceso de sucesión fue relativamente tranquilo, ya que el monarca Carlos III había autorizado al marqués de Croix a dejar el virreinato sin pasar por el juicio de residencia, un procedimiento obligatorio para los virreyes al final de su mandato. Esta medida especial permitió que el virrey regresara rápidamente a España, acompañado por su sobrino Teodoro de Croix, quien también desempeñó funciones importantes en las colonias. En septiembre de 1771, tras su regreso, fue recibido en la corte, donde Carlos III le otorgó un reconocimiento por sus servicios, otorgándole una pensión de doce mil pesos en 1774.
La partida del marqués de Croix de la Nueva España marcó el fin de una etapa de reformas profundas, aunque también dejó una sensación de incomodidad entre diversos sectores de la sociedad. Las tensiones con la Audiencia y la implementación de reformas tan drásticas, como la expulsión de los jesuitas, hicieron que su figura fuera percibida con ambivalencia. Mientras que algunos lo veían como un defensor de la Corona y un reformador necesario, otros lo consideraban un líder autoritario, cuya mano dura había causado graves sufrimientos a la población.
Impacto de su Gobierno
A pesar de las críticas y los conflictos que marcaron su mandato, las reformas del marqués de Croix tuvieron un impacto duradero en la estructura política y administrativa de la Nueva España. En particular, sus esfuerzos por reorganizar la defensa del virreinato y fortalecer sus instituciones militares fueron un punto clave para la estabilidad del imperio español en América. Su trabajo en la organización de las milicias y la construcción de defensas en los puertos estratégicos, como Veracruz y Acapulco, permitió al virreinato mantenerse relativamente seguro frente a las amenazas externas durante su mandato.
La colaboración con el visitador general José de Gálvez también dio lugar a una serie de reformas administrativas que facilitaron la centralización del poder en manos de la Corona. Aunque muchos de los proyectos impulsados por ambos funcionarios no se completaron durante el mandato de Croix, sentaron las bases para una reorganización futura, incluida la creación de nuevas intendencias y la mejora de la recaudación fiscal.
La política económica implementada por el virrey también dejó su huella, a pesar de las dificultades económicas que enfrentó el virreinato. A través de una serie de reformas fiscales y la implementación de nuevas fuentes de ingresos, como el control de los estancos y la regulación de los impuestos, el marqués de Croix ayudó a aliviar parcialmente las deudas del virreinato. Sin embargo, la situación económica seguía siendo frágil y muchos de sus esfuerzos para fortalecer la economía novohispana no dieron frutos inmediatos.
Reflexión Final
La figura de Carlos Francisco de Croix sigue siendo una de las más complejas del periodo virreinal en Nueva España. Su legado está marcado por una profunda ambivalencia, debido a la naturaleza autoritaria de sus reformas y a las tensiones generadas por su forma de gobernar. Por un lado, fue un funcionario eficiente que implementó una serie de reformas estructurales que permitieron a la Nueva España mantenerse firme frente a las amenazas externas. Por otro lado, su enfoque autoritario y las duras medidas adoptadas, como la expulsión de los jesuitas y la represión de las rebeliones populares, lo convierten en una figura controvertida en la historia del virreinato.
A pesar de su contribución al fortalecimiento del imperio español, el marqués de Croix nunca alcanzó la fama de otros virreyes más populares, como José de Gálvez, cuya figura eclipsó muchas de las reformas impulsadas por el marqués. Aún así, su legado perduró, ya que sentó las bases para muchas de las reformas que seguirían en la década de 1770 y más allá. Las reformas fiscales, la reorganización de las defensas y la modernización administrativa que impulsó fueron elementos clave en la evolución de la Nueva España, aunque los costos sociales de su implementación dejaron una marca profunda en la sociedad colonial.
Carlos Francisco de Croix, un hombre nacido en la nobleza flamenca y ascendido a la alta jerarquía del imperio español, representa una figura que, aunque eclipsada en parte por otros actores de su tiempo, dejó una huella indeleble en la historia de México y del imperio español en América. Su figura sigue siendo un símbolo de los esfuerzos por modernizar y centralizar el poder en el imperio español, aunque a un costo significativo para las estructuras sociales y económicas de las colonias.
MCN Biografías, 2025. "Carlos Francisco de Croix (1703–1778): Virrey de la Nueva España y Reformista de la Colonia". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/croix-carlos-francisco-de [consulta: 19 de octubre de 2025].