Coolidge, John Calvin (1872-1933).
Abogado y político estadounidense, vicepresidente bajo la presidencia de Warren Gamaliel Harding (1920-1923) y trigésimo presidente de los Estados Unidos de América (1923-1929).
Nació el 4 de julio de 1872, en Plymonth Notch (estado de Vernont), y murió el 5 de enero de 1933, en Northampton (estado de Massachusetts). A pesar de su origen rural, durante su mandato presidencial vetó en dos ocasiones un proyecto de ley federal de ayuda a la agricultura. Su política exterior fue negativa para el país al adoptar el principio aislacionista, roto tan sólo por la firma con México de un tratado bilateral de no agresión y con el apoyo, en el año 1928, al Pacto Briand-Kellogg. Su integridad y mano firme para acabar con la corrupción administrativa, heredada de la anterior administración, no evitó la posterior crisis económica de finales del año 1929.
Miembro de una familia granjera de clase media, Coolidge compaginó sus trabajos en la granja familiar con los estudios elementales. En el año 1891 ingresó en el Amhert College (estado de Massachusetts), institución especializada en la enseñanza de Filosofía y Letras, especialmente en el estudio de los clásicos, en la que Coolidge se graduó, cuatro años más tarde, con honores cum Laude. Entre los años 1895 a 1897, Coolidge estudió Derecho; comenzó a ejercer ese mismo año en Northampton.
Sus comienzos políticos
Debido a sus grandes dotes como abogado, Coolidge entró en la política en el año 1899, como concejal por el Partido Republicano en el ayuntamiento de su localidad, donde permaneció hasta el año 1916, primero como asesor jurídico y luego como alcalde. Antes de dar el gran salto político a Washington, Coolidge fue nombrado miembro de la Asamblea de Massachusetts, en el año 1905, y senador de su estado en 1911. Fue designado subgobernador, entre 1916 y 1918, y, finalmente, gobernador del estado, en septiembre de 1919, cargo en el que consiguió una extraordinaria fama política cuando puso fin con decisión y valentía a más de dos días de huelga general de las fuerzas del orden de la ciudad de Boston. En semejante crisis, Coolidge intervino para exigir a los 1.117 agentes de policía, sobre un total de 1.164, su inmediata vuelta al trabajo y a la normalidad, alegando que «en ningún lugar, en ninguna circunstancia, nadie tiene el derecho a la huelga si con ella pone en peligro la seguridad pública». Los huelguistas, convencidos de que nada podía modificar la tenaz voluntad del gobernador, no tuvieron más remedio que desconvocar la huelga, por lo que la ciudad volvió a recuperar la tranquilidad y seguridad de antaño.
A raíz de su excelente labor al frente del estado, Coolidge fue nombrado por la Convención Nacional republicana, convocada en Chicago el año 1920, candidato a la vicepresidencia acompañando al candidato presidencial Warren Gamaliel Harding, tándem que acabó ganando a la candidatura demócrata de James M. Cox y Franklin Delano Roosevelt, el 4 de marzo de 1921.
John Calvin Coolidge
Cuando tan sólo llevaba dos años como vicepresidente, la repentina muerte de Warren Gamaliel Harding, el 3 de agosto de 1923, convirtió a Coolidge en presidente del país. Heredó una situación política comprometida a todos los niveles: un partido devorado por varias facciones, un Congreso dominado por los demócratas y, por lo tanto, contrario a la política presidencial y, lo más grave, una administración desacreditada por los continuos escándalos financieros y por el alto grado de corrupción administrativa que llegaba hasta las más altas instancias del poder.
Adoptando frugalidad, un ascetismo político y honradez en sus decisiones, Coolidge se propuso devolver la dignidad a la presidencia del país y a la clase política en su conjunto. Para ello, la primera medida que tomó fue la de hacerse con las riendas políticas de su propio partido, a la par que dio comienzo a una profunda reforma económica aprovechándose de un ciclo de prosperidad aparente que sacudía a todo el país. Logró reducir la deuda pública en dos billones de dólares, bajó los impuestos directos y facilitó la concesión de créditos financieros por medio de la Reserva Federal, convencido de que era el Estado el que debía dirigir el equilibrio presupuestario. Así mismo, también llevó a cabo la práctica de la no intervención estatal en el funcionamiento de las empresas privadas, vetó el pago de los bonos de guerra a los veteranos de la Primera Guerra Mundial con el objetivo de ahorrar los gastos presupuestarios y mantuvo la misma política proteccionista de aranceles altos para los productos de importación con el fin de preservar el comercio y la producción industrial interior.
En cuanto a la política exterior, Coolidge se mostró inamovible respecto al pago de la deuda contraída por los aliados y países perdedores con Estados Unidos tras la Gran Guerra, circunstancia que no le impidió adoptar una actitud más flexible a la hora de establecer un calendario cómodo para hacer efectivo dichos pagos, además de impulsar el Plan Young de ayuda económica a Alemania, la gran perdedora.
Firme defensor de una política aislacionista y de prudencia en las relaciones exteriores, Coolidge fue partidario del establecimiento de un clima de paz y de entendimiento entre todas las naciones, conforme al espíritu conciliador surgido tras la terrible contienda bélica. No en vano, Coolidge instó a su secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores), Frank Billing Kellogg, a que ratificase, junto con su homólogo francés, Aristide Briand, la firma del Pacto de Briand-Kellogg, en agosto de 1928, por el que ambas naciones condenaban la guerra como instrumento para resolver los conflictos internacionales, y al que se adhirieron inmediatamente 63 Estados más. Coolidge también moderó la política intervencionista de las pasadas administraciones de su país en Latinoamérica, como demostró con la firma de un tratado bilateral en México que puso fin a la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países, establecida en el año 1917 como consecuencia de la nacionalización por parte del Gobierno mejicano de su industria petrolífera, en la que los Estados Unidos tenían importantes inversiones.
Su integridad y mano firme para acabar con la corrupción y el período de prosperidad económica propiciaron su reelección para una segunda presidencia, en el año 1924. Venció con contundencia a sus dos oponentes, el demócrata Davis y a Robert Latóllete, candidato de una tercera fuerza política de efímera existencia, el Partido Radical Progresista. El eslogan de su campaña era Keep cool with Coolidge (Mantén la calma con Coolidge).
Durante su segundo mandato presidencial, reafirmó su política exterior aislacionista, basada en el mantenimiento de buenas relaciones, distensión y desarme, pero sin firmar acuerdos políticos con segundos países que pudieran comprometer al país, salvo el ya aludido Pacto Briand-Kellogg, el cual no pasaba de ser más que una declaración de principios. Coolidge destacó por votar dos veces consecutivas el proyecto de ley McNavy-Hangen, en 1927 y 1928, por el que se pretendía mejorar la calidad de vida de los pequeños y medios agricultores y superar los niveles de producción de las cosechas, alegando la necesidad de un recorte presupuestario para controlar la inflación.
Su falta de iniciativa política en el transcurso de su segundo mandato decepcionó a gran parte de su electorado, acostumbrado a una actuación presidencial más activa, pasividad que contribuyó, sin duda alguna, a la especulación sin freno que desembocó en el funesto crac de Wall Street, en octubre de 1929, meses después de haber abandonado la presidencia. La causa de tan significativo cambio de actitud en Coolidge parece ser que se debió a la trágica muerte de su hijo, en julio de 1924, de la que nunca logró reponerse. Así pues, en una conferencia que dio en Rapid City (estado de Dakota del Sur), Coolidge anunció su decisión de no presentarse a la reelección presidencial de finales de 1928. Dejó el puesto de candidato republicano a Herbert Clark Hoover, que resultó finalmente elegido presidente.
Retirado de toda actividad política, Coolidge pasó el resto de su vida en Northampton, donde escribió su autobiografía y varios artículos periodísticos sobre temas económicos y políticos, textos que se publicaron en Boston. El mismo año de su retiro, Coolidge fue nombrado director de la New York Life Insurance Company (Compañía de Seguros de Vida de Nueva York), en la que permaneció hasta su muerte, causada por un ataque al corazón, en enero de 1932.
Bibliografía
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HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, Mario: Historia de los Estados Unidos de América: de la República burguesa al Poder presidencial. Madrid: Marcial Pons, 1997.
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JONES, Maldwyn. A: Historia de los Estados Unidos (1607-1992). Madrid: Cátedra, 1995.
C. Herráiz García.