Julia Manuela Codesido y Estenós (1883–1979): Pintora peruana y pionera del expresionismo peruanista

Julia Manuela Codesido y Estenós (1883–1979): Pintora peruana y pionera del expresionismo peruanista

Contexto histórico y social del entorno donde nació Julia Codesido

Julia Manuela Codesido y Estenós nació el 5 de agosto de 1883 en Lima, Perú, en un contexto histórico marcado por el crecimiento del movimiento indigenista en América Latina y la expansión de las ideas feministas. A finales del siglo XIX y principios del XX, Perú vivía una época de profundas transformaciones sociales y políticas. El país estaba lidiando con la modernización, los efectos de la guerra con Chile (1879–1884) y la consolidación de la oligarquía criolla, mientras que al mismo tiempo, el pueblo indígena seguía siendo marginado tanto económica como culturalmente.

En este marco, Julia Codesido creció en una familia de alta posición social. Su padre, Bernardino Codesido Oyague, era un reconocido jurista y diplomático, lo que permitió a la familia vivir en diferentes países de Europa durante su niñez y adolescencia. Julia vivió en Suiza, Francia, Inglaterra y España, lo que le proporcionó una educación cosmopolita. Fue en esta Europa de la «Belle Époque», una época de florecimiento cultural y artístico, donde comenzó a interesarse por las artes visuales, especialmente la pintura.

Orígenes familiares, clase social e influencias tempranas

Hija de Bernardino Codesido y Matilde Estenós Carreño, Julia se benefició de un entorno familiar que valoraba la cultura y la educación. Aunque su padre nunca fue un gran impulsor del arte en un sentido directo, siempre apoyó el interés artístico de su hija, llevándola a museos y galerías en cada uno de los países en los que residieron. De esta forma, Julia comenzó a familiarizarse con las grandes obras maestras del arte occidental, lo que marcó un cambio en su destino y la orientó hacia la pintura.

Su hermana mayor, Matilde, era menos interesada por las artes y prefería los eventos sociales, mientras que su hermano Bernardino José se dedicó a estudiar ingeniería química en Suiza. En contraste, Julia se apasionó por la pintura y, al finalizar sus estudios en el Colegio San Pedro de Lima, decidió profundizar en esta disciplina. En sus primeros años, las influencias del arte europeo y los avances estilísticos de la «Belle Époque» estuvieron presentes en sus primeros trabajos.

Formación académica e intelectual

A los 35 años, tras vivir en Europa por más de una década, Julia regresó a Lima con su familia. En 1918, decidió inscribirse en la recién fundada Escuela Nacional de Bellas Artes, donde inició sus estudios de pintura, escultura y dibujo bajo la tutoría del pintor peruano Daniel Hernández, conocido por su estilo académico. Sin embargo, la verdadera transformación en su carrera artística ocurrió en 1919, cuando José Sabogal, uno de los principales exponentes del indigenismo en la pintura peruana, asumió un cargo como profesor auxiliar de la escuela.

Sabogal fue crucial en la evolución artística de Julia, quien comenzó a interiorizarse del ideario indigenista. El indigenismo, que planteaba una reivindicación de las culturas autóctonas peruanas, se convirtió en una de las principales corrientes de la pintura en Perú en ese momento. Julia fue una de las primeras artistas que se unió al movimiento y se convirtió en una de sus más destacadas exponentes. En 1922, cuando Sabogal se convirtió en profesor titular, Julia, junto a otros estudiantes, solicitó un cambio de taller para unirse al de Sabogal, y fue en ese espacio donde comenzó a desarrollar su identidad pictórica.

Primeros intereses y talentos observables

Desde sus primeros trabajos en la Escuela Nacional de Bellas Artes, Julia mostró una gran destreza técnica, lo que rápidamente le permitió destacarse entre sus compañeros. Fue precisamente en estos años cuando desarrolló una profunda admiración por la cultura andina y sus pobladores. Influenciada por Sabogal, Julia empezó a explorar las representaciones del indio peruano, al que veía como una figura humana cargada de fuerza, resignación y paciencia.

En sus primeras obras, como «Tapicera India» y «La Quena», se reflejaba una preocupación social que apuntaba a dar visibilidad y dignidad al indígena, una figura olvidada en la historia del Perú, a través de un lenguaje pictórico que reivindicaba su existencia y sufrimiento. Aunque su obra se enmarcaba dentro de la corriente indigenista, Julia no se limitó a imitar el estilo de Sabogal, sino que desarrolló su propio enfoque, el cual más tarde se conocería como el expresionismo peruanista de tendencia naif.

Primeras decisiones y acciones que marcaron su camino

El paso de Julia hacia el indigenismo fue un proceso gradual, pero decisivo. En sus primeros años en la escuela, su formación académica se centró más en los enfoques tradicionales de la pintura europea, pero fue la ideología indigenista de Sabogal la que definió su camino artístico. En 1922, tras la creación del movimiento «Evolución Femenina», Julia también comenzó a involucrarse en la lucha por los derechos de las mujeres. Junto con otras artistas e intelectuales, se unió a la campaña para la reforma del Código Civil peruano, que en ese entonces sometía a las mujeres casadas al poder de sus esposos.

Aunque Julia Codesido es más conocida por su contribución artística, su activismo social fue también fundamental en su vida. Se convirtió en una figura clave en el movimiento feminista de su época y participó activamente en las primeras organizaciones que luchaban por la emancipación de la mujer peruana. Estas dos facetas, la artística y la social, nunca estuvieron separadas en su vida y fueron esenciales para su desarrollo como una de las figuras más destacadas del arte peruano del siglo XX.

Desarrollo de su carrera artística

Después de finalizar sus estudios y tras haberse consolidado como una de las artistas más prometedoras de su generación, Julia Codesido comenzó a ganar reconocimiento en el mundo artístico peruano. Su involucramiento con el indigenismo, sumado a su sensibilidad social, hizo que su obra se destacara por una profundidad emocional y una expresión auténtica del Perú profundo, especialmente de las comunidades indígenas.

Logros profesionales y el apoyo de la crítica

En 1929, la revista vanguardista Amauta, dirigida por el marxista José Carlos Mariátegui, publicó varias de las obras de Julia, lo que le permitió ganar visibilidad en el panorama cultural nacional e internacional. Los cuadros «Tapicera India», «La Quena», y «Indio Aimara» fueron elogiados por su capacidad para transmitir la riqueza cultural y emocional de las comunidades indígenas, usando un lenguaje visual que trascendía las simples representaciones estéticas. La crítica de la época se mostró fascinada por la carga emocional y la fidelidad con la que Julia representaba a los pueblos originarios.

El artículo publicado en Amauta en 1928 no solo reconoció su destreza técnica, sino también su capacidad para integrar la pintura con un mensaje político y social. Esta obra fue fundamental para consolidar a Julia dentro del círculo indigenista y fue una de las primeras muestras de la repercusión de su arte más allá de las fronteras de Perú.

Relaciones clave y alianzas en su carrera

Julia Codesido no solo trabajó en solitario, sino que también formó parte de un círculo de artistas y activistas que compartían sus ideales. Entre sus principales influencias y aliados se destacan figuras como José Sabogal, quien fue su mentor en los primeros años, y las destacadas pintoras Teresa Carvallo y Carmen Saco. A través de estas relaciones, Julia profundizó su comprensión del arte como herramienta de lucha política y social.

En 1930, el fallecimiento de su padre, Bernardino Codesido, marcó un periodo de duelo en la vida de Julia, aunque también representó un punto de inflexión en su carrera. Durante este tiempo, Julia fue nombrada profesora en la Escuela Nacional de Bellas Artes, lo que consolidó su lugar como una de las figuras claves en la enseñanza y la difusión del arte en el Perú. Su cercanía con otros artistas indigenistas y feministas, como Carmen Saco, permitió que Julia continuara vinculando su arte con la lucha por la dignificación del indígena y los derechos de las mujeres.

Obstáculos significativos y la evolución de su estilo

A pesar del éxito de sus exposiciones y la buena acogida de su trabajo en revistas y galerías, Julia Codesido enfrentó varias dificultades a lo largo de su carrera. En los años treinta, la escena artística peruana comenzó a volverse más académica y menos comprometida con los ideales revolucionarios que ella había adoptado. La moda del indigenismo, inicialmente vinculada a una lucha por la visibilidad y los derechos de los pueblos originarios, fue perdiendo su carga reivindicatoria en favor de un enfoque más folclórico.

Julia nunca abandonó su compromiso con el indigenismo. A pesar de la transformación de la corriente que la había impulsado, continuó desarrollando su estilo único, que mantenía los elementos tradicionales de la pintura peruana, pero con una fuerte carga emocional. Fue en este periodo cuando su estilo personal emergió con más claridad. Julia adoptó un expresionismo peruano de fuerte tendencia naif, que permitía que sus cuadros expresaran una visión sincera y universal de la cultura peruana sin caer en los convencionalismos del folclorismo.

Cambios ideológicos y transformaciones personales

Durante la década de 1940, los cambios en la política y la sociedad peruana afectaron también a los artistas, y Julia Codesido no fue la excepción. Aunque ella continuó abrazando los ideales indigenistas y feministas que habían sido esenciales en su desarrollo, las tensiones dentro del movimiento artístico peruano y la evolución de sus propios intereses personales la llevaron a replantearse algunas de sus estrategias pictóricas. En 1943, Julia renunció a su puesto como profesora de la Escuela Nacional de Bellas Artes en un acto de solidaridad con Sabogal, quien también había dejado su cargo como director.

Este período de constante reflexión y búsqueda personal se reflejó en su trabajo, que se volvió más introspectivo y filosófico. Su obra no solo se centraba en los aspectos sociales y políticos de la realidad peruana, sino también en los aspectos espirituales y universales de la vida humana. Sus viajes frecuentes por el interior del Perú, donde se sumergía en el contacto con la naturaleza y las comunidades rurales, también le ayudaron a encontrar una paz interior que se reflejaba en sus cuadros, xilografías y acuarelas.

Últimos años de vida y consolidación de su legado

A medida que avanzaba en su carrera, Julia Codesido experimentó un giro en su vida personal y profesional. En los años 50, su vida se tornó más tranquila, aunque marcada por la soledad, ya que varios de sus seres queridos fallecieron. En 1945, perdió a su hermana Matilde y, en 1950, a su hermano Bernardino José. A pesar de estas pérdidas, Julia continuó siendo una figura clave en la escena artística peruana y en el círculo de artistas e intelectuales comprometidos con las causas sociales y feministas.

Impacto en su época y percepción de su obra durante su vida

A lo largo de su vida, Julia mantuvo su compromiso con la lucha social, especialmente en lo que respecta a la reivindicación de los pueblos indígenas y los derechos de las mujeres. Su arte estuvo indisolublemente ligado a su postura política, lo que le permitió ser una figura que trascendió las fronteras de la pintura y se convirtió en un símbolo del activismo cultural en el Perú. Sin embargo, durante sus últimos años, su obra fue reconocida principalmente por su valor estético y su técnica, más que por su mensaje político.

En la década de 1950, Julia se alejó gradualmente de la vida pública, buscando la paz y la tranquilidad en su hogar en Pueblo Libre. A pesar de la disminución de su participación activa en las exposiciones, continuó trabajando en su estudio y desarrollando nuevas obras que reflejaban su constante evolución artística.

Reinterpretaciones históricas posteriores a su muerte

Tras su fallecimiento en 1979, la obra de Julia Codesido fue redescubierta y apreciada con mayor profundidad. En vida, su arte ya había sido elogiado en Perú y el extranjero, pero fue después de su muerte cuando se comenzó a valorar con mayor claridad su contribución al indigenismo y al arte feminista. Sus telas, xilografías y óleos comenzaron a formar parte de colecciones en museos internacionales, como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo de Arte de San Francisco, y el Jeu de Paume en París, lo que ayudó a consolidar su lugar en la historia del arte moderno.

Su arte fue interpretado no solo como un testimonio de la vida de los pueblos indígenas, sino también como una reflexión profunda sobre las luchas sociales, culturales y políticas que caracterizaron su época. A través de su pintura, Julia se convirtió en una portavoz de las voces silenciadas, uniendo la estética con el activismo social.

Influencia duradera y legado

El legado de Julia Codesido perdura hasta el día de hoy. Su enfoque artístico, que fusionaba el indigenismo con un estilo personal y expresionista, sigue siendo una inspiración para generaciones de artistas peruanos y latinoamericanos. Julia no solo fue una de las artistas más importantes de su generación, sino también una figura fundamental en el movimiento de mujeres intelectuales y en la lucha por los derechos de las mujeres en el Perú.

Su dedicación a la pintura y su profunda conexión con la identidad y la cultura peruana, especialmente con las comunidades indígenas, le aseguraron un lugar en la historia del arte de América Latina. A través de sus obras, que siguen siendo exhibidas en museos de todo el mundo, Julia Codesido dejó una huella imborrable en la pintura peruana, que continúa siendo estudiada y admirada por su valentía, su autenticidad y su capacidad para trascender las fronteras de su tiempo.

Cierre narrativo

Julia Codesido y Estenós vivió una vida llena de dedicación al arte, la política y la cultura peruana. A lo largo de su carrera, su arte se enriqueció con las luchas sociales y políticas de su tiempo, especialmente el indigenismo y el feminismo, temas que nunca dejó de abordar en sus obras. Aunque los años finales de su vida estuvieron marcados por la soledad y el retiro del público, su legado perdura, no solo en la historia del arte peruano, sino en las generaciones que aún hoy se inspiran en su compromiso con la justicia social. Su obra sigue siendo un testimonio vibrante de la riqueza de la identidad peruana y de la resistencia cultural frente a los desafíos de su época. Julia Codesido será recordada no solo como una gran pintora, sino como una mujer valiente que luchó por lo que creía, tanto en el arte como en la vida.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Julia Manuela Codesido y Estenós (1883–1979): Pintora peruana y pionera del expresionismo peruanista". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/codesido-y-estenos-julia-manuela [consulta: 28 de septiembre de 2025].