Chindasvinto. Rey visigodo (642-653)


Rey de la España visigoda, que sucedió a Tulga, y a quien consiguió usurpar el trono mediante una conjura; posteriormente se hizo elegir por los nobles y ungir por los obispos el 30 de abril del 642.

A pesar de que ya era un anciano de 79 años, su gran energía y fuerza de carácter hicieron someter a su autoridad al clero y a la nobleza; con el fin de asegurarse su posición frente a cualquier revuelta, una de sus primeras medidas fue ejecutar a 200 godos de las familias más nobles y a 500 de las familias de rango inferior, además de ordenar muchos destierros y confiscaciones de bienes.El VII concilio de Toledo celebrado el 16 de octubre del 646 consintió y respaldó sus actos, endureciendo las penas a aplicar a cualquiera que se alzase contra el rey e incluso contra los clérigos que le prestasen apoyo.Sofocada toda oposición, dio al reino un estado de orden y tranquilidad no conocido antes, para después instaurar la monarquía hereditaria, asociando al trono a su hijo Recesvinto mediante una proclamación realizada el 20 de enero del 648. Desde esa fecha y hasta la muerte del anciano el 30 de septiembre del 653, Recesvinto fue, de hecho, el rey de los visigodos en nombre de su padre.A pesar de ser implacable en sus actos políticos, Chindasvinto es recordado en los anales de la Iglesia como un gran benefactor, a la cual hizo grandes donaciones de tierras y privilegios. Saneó la hacienda publica, en parte mediante las confiscaciones de bienes a los rebeldes, en parte por la implantación de un más efectivo y justo sistema recaudatorio. En el terreno militar, emprendió una campaña para sofocar una rebelión de los vascones y otra de los lusitanos. Como legislador promulgó multitud de leyes, tanto referidas a aspectos políticos del reino, como relativas a la vida económica y social. Inició, con la colaboración del prestigioso clérigo Brulio de Zaragoza la elaboración de un código legislativo único para godos e hispanorromanos, que sería terminado y promulgado por su hijo Recesvinto.Parece que los últimos años de su vida los ocupó en actos de piedad y beneficencia. Fundó el monasterio de San Román de la Hornija, en la ribera del Duero, para que a su muerte reposasen sus restos en un sepulcro junto a los de su esposa Riciberga, cuyo epitafio escrito por Eugenio de Toledo, le define como: «impío, injusto e inmoral».