Eduardo Chillida (1924-2002). El escultor español que moldeó el espacio con hierro, luz y piedra

Eduardo Chillida es uno de los escultores más influyentes del siglo XX. Su obra, cargada de profundidad conceptual y expresiva, transformó el lenguaje de la escultura contemporánea y lo situó como referente internacional. Nacido en San Sebastián en 1924, su trayectoria artística desbordó los límites de lo convencional al incorporar el espacio, la luz y los materiales naturales como ejes fundamentales de su creación. La evolución de su trabajo refleja una incansable búsqueda de lo esencial, una simbiosis entre forma y vacío que conecta directamente con la filosofía, la arquitectura y la naturaleza.
Orígenes y contexto histórico
Eduardo Chillida Juantegui nació el 10 de enero de 1924 en San Sebastián, Guipúzcoa, en el seno de una familia vasca profundamente arraigada a su tierra. Esta conexión con el paisaje y la identidad vasca sería una constante a lo largo de toda su vida y obra. En 1943 inició estudios de arquitectura en Madrid, aunque pronto abandonó esta carrera para enfocarse en el dibujo y la escultura. Esta formación inicial no fue en vano, ya que su sensibilidad arquitectónica impregna toda su producción escultórica.
Su paso por París entre 1948 y 1950 fue decisivo. Allí conoció a artistas como Pablo Palazuelo, con quien entabló una amistad duradera, y tuvo su primer contacto con los circuitos artísticos europeos. Participó en exposiciones como el Salón de Mayo y Les Mains Éblouies, donde presentó su primera obra abstracta, Metamorfosis. En 1951, se instaló definitivamente en Hernani, donde comenzaría su etapa de madurez.
Logros y contribuciones
Chillida exploró una diversidad de materiales, desde el hierro hasta el hormigón, el acero, la madera y el alabastro. Cada uno de ellos fue elegido con un profundo respeto por su naturaleza, buscando siempre un diálogo entre la materia y el espacio.
Entre sus contribuciones más destacadas se encuentran:
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Introducción del concepto de “dibujo en el espacio”, influido por Julio González.
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Investigación sobre la luz y la transparencia en la escultura.
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Incorporación del vacío como elemento compositivo fundamental.
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Creación de monumentos públicos que interactúan con el entorno natural.
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Diálogo constante entre arte y filosofía, especialmente con el pensamiento de Heidegger.
Fue galardonado con importantes premios internacionales, como el Gran Premio de Escultura de la Bienal de Venecia (1958), el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1987), y el Premio Internacional Novecento.
Momentos clave
La carrera de Chillida estuvo marcada por momentos de gran significación, tanto creativa como institucionalmente. Entre los más destacados se encuentran:
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1948-1950: Estancia en París. Primeras obras figurativas en yeso y terracota.
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1951: Realización de Ilarik, su primera escultura abstracta en hierro.
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1958: Premio de Escultura en la Bienal de Venecia.
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1961: Premio Kandinsky. Realiza Abesti Gogora I.
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1965: Finaliza la serie Elogio de la luz en alabastro.
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1969: Conoce a Martin Heidegger y colabora en Der Kunst und der Raum.
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1971: Profesor visitante en Harvard; colabora con Jorge Guillén.
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1990: Exposición retrospectiva en la Bienal de Venecia; instala Elogio del horizonte en Gijón y Gure Aitaren Etsea en Guernica.
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1998: Galardonado con el Lifetime Achievement Award. Retrospectiva en el Museo Reina Sofía.
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2000: Inaugura la casa museo Chillida-Leku en Hernani.
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2002: Fallece en su ciudad natal.
Este recorrido muestra cómo Chillida evolucionó desde formas más figurativas hacia una abstracción profundamente espiritual, donde cada obra es un diálogo entre el arte, el pensamiento y el espacio que la rodea.
Relevancia actual
Eduardo Chillida sigue siendo un artista de referencia internacional. Sus esculturas, repartidas en museos y espacios públicos de todo el mundo, como el Museo Reina Sofía de Madrid, la Tate Gallery de Londres o el Guggenheim Museum de Nueva York, continúan inspirando nuevas generaciones de artistas, arquitectos y pensadores.
Su proyecto más ambicioso y simbólico, la montaña de Tindaya, en Fuerteventura, permanece aún como una idea en desarrollo. Concebido como un homenaje al vacío y a la luz, este proyecto monumental aspiraba a horadar el interior de una montaña sagrada para crear un espacio cúbico de 50 metros de lado. A pesar de su complejidad técnica y las controversias que ha suscitado, el proyecto mantiene vivo el debate sobre la fusión entre naturaleza, arte y espiritualidad.
En el mercado del arte, su obra también ha alcanzado gran valor. En 2006, Elogio a la arquitectura IV fue subastada por dos millones de euros en Sotheby’s, marcando un récord para su producción.
Legado institucional
La apertura de la casa museo Chillida-Leku en Hernani permitió conservar y difundir su legado. Este espacio, concebido como una prolongación de su obra, alberga una parte significativa de su producción y permite al visitante experimentar la interacción de sus esculturas con el paisaje.
Homenajes póstumos
En abril de 2006, el Museo Guggenheim de Bilbao presentó una exposición colectiva en la que 45 artistas rindieron homenaje a Chillida con obras dedicadas a su memoria. Este acto subrayó el impacto duradero de su visión artística y su influencia transversal en distintas disciplinas.
Obras icónicas y presencia internacional
La obra de Chillida se distingue por su capacidad para dialogar con el entorno. Entre sus piezas más emblemáticas se encuentran:
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El peine del viento (1953): ubicada en los acantilados de San Sebastián, esta escultura monumental en acero dialoga con el mar Cantábrico y se ha convertido en símbolo de la ciudad.
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Elogio del horizonte (1990): instalada en Gijón, sobre el cerro de Santa Catalina, es una obra abierta al cielo y al mar, invitando a la contemplación.
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Gure Aitaren Etsea (1990): en Guernica, como homenaje a la memoria colectiva vasca.
Además, su presencia en colecciones y museos de prestigio es vasta. Algunas instituciones que albergan su obra son:
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Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
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Fundación Maeght, Saint Paul-de-Vence
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Nationalgalerie, Berlín
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Staatsgalerie, Stuttgart
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Tate Gallery, Londres
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Galleria Nazionale, Roma
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Hishhorn Museum, Washington
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Art Institute, Chicago
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Muséum of Fine Arts, Houston
Chillida, arte en diálogo con la eternidad
Eduardo Chillida transformó la escultura en una disciplina filosófica y sensorial. A través de sus piezas, no solo exploró la forma, sino también el espacio, el vacío, la luz y la materia. Su compromiso con la libertad, la verdad y el pensamiento le permitió trascender los límites del arte y convertirse en un creador universal.
Su investidura como doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid en el año 2000, reconoció esta trayectoria vital ligada a los grandes valores del ser humano. Su legado, protegido y difundido desde Chillida-Leku, sigue vivo, recordando que la escultura puede ser también una forma de mirar, de habitar y de comprender el mundo.
MCN Biografías, 2025. "Eduardo Chillida (1924-2002). El escultor español que moldeó el espacio con hierro, luz y piedra". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/chillida-eduardo [consulta: 28 de septiembre de 2025].