Carpeaux, Otto Maria (1900-1978).
Ensayista, periodista, historiador y crítico literario austríaco-brasileño, nacido en Viena (Austria) el 9 de marzo de 1900 y fallecido en Río de Janeiro (Brasil) el 3 de febrero de 1978. Humanista fecundo y polifacético, hizo gala a lo largo de toda su vida de una asombrosa erudición, sobre todo en lo que se refiere a la crítica literaria, a la que aportó uno de sus textos fundamentales en lengua portuguesa: História da literatura occidental (Historia de la literatura occidental, 1959-1966).
Nacido en el seno de una familia austríaca formada por un judío y una católica, pasó la primera mitad de su vida en su Europa natal, cada vez más agitada por profundas convulsiones socio-políticas, entre las que cobró una singular preeminencia -por desgracia para él- el auge imparable del nazismo.
Desde niño hizo gala de una inusitada capacidad intelectual que, sumada a su innata curiosidad humanística, le permitió sobresalir brillantemente en sus estudios primarios y secundarios. En la Viena culta, refinada y cosmopolita en la que había venido al mundo, le resultó fácil forjarse por su cuenta una espléndida formación literaria, complementada por otros muchos estudios que realizó dentro de los programas educativos oficiales de diversos países europeos. Así, cursó en su localidad natal la carrera de Filosofía y Letras, que sólo completó por sugerencias de sus familiares, ya que al poco de haberla iniciado se matriculó en la Facultad de Ciencias de la misma universidad, donde obtuvo el grado de doctor merced a una brillantísima tesis centrada en el cerebro humanos. Y una vez concluidas ambas carreras, pasó a la ciudad alemana de Leipzig, donde dejó constancia de su amplitud de miras intelectuales al matricularse en la Facultad de Ciencias Matemáticas.
El joven Otto Karpfen -que así había quedado inscrito en el registro civil de Viena quien luego habría de elegir el nombre de Otto Maria Carpeaux- marchó a continuación a París para continuar enriqueciendo allí su ya brillantísima formación académica, a la que pronto añadió una licenciatura en Sociología. Poco después, haciendo gala de dos de las señas de identidad constantes en toda su biografía -la pasión por el estudio y la condición de viajero infatigable-, se afincó en Nápoles para cursar estudios superiores de Literatura comparada, y finalmente marchó a Berlín y realizó allí la carrera de Ciencias Políticas.
A su regreso a Viena, hizo valer estos últimos estudios y se convirtió en una de las figuras más destacadas de la prensa austríaca, en la que actuó por aquel entonces como comentarista de la enrarecida situación política que se vivía en toda Europa. Por aquel tiempo, decidió abandonar -por creencias propias que no tenían nada que ver con la amenaza nazi- la religión judía que había profesado desde su llegada al mundo, y abrazar a continuación la fe católica de la que tanto le había hablado su madre. Adoptó, entonces, en testimonio de este cambio de creencias religiosas, el sobrenombre de Maria para añadirlo a su nombre oficial de Otto, y durante algún tiempo añadió también a su firma el apelativo de Fidelis. Coincidiendo con dicha crisis espiritual, su creciente prestigio como politólogo -plasmado en sus artículos periodísticos y en los primeros libros que ya había dado a la imprenta- le permitió empezar a jugar un papel relevante en la vida pública de su nación, en calidad de hombre de confianza del primer ministro Engelbert Dollfuss, que estaba al frente de un gobierno de derechas.
Pasó, poco después, a ser la mano derecha del nuevo primer ministro, Schusschnigg; pero esta vertiginosa carrera ascendente de Otto Maria Karpfen en el ámbito de la política quedó drásticamente truncada en 1938, cuando, ante la constatada amenaza del nazismo (que había llegado ya a tomar el control político en Viena), se vio obligado a exiliarse con su mujer Helene a la ciudad belga de Amberes, donde a duras penas logró subsistir trabajando otra vez como periodista. Pero esta ocupación apenas le granjeaba las ganancias imprescindibles para subsistir, circunstancia que, sumada al funesto ambiente pre-bélico se vivía en Europa, aconsejó al humanista el abandono del Viejo Continente.
Huyendo, pues, del odio y la sinrazón hitlerianos, Otto Maria Karpfen recaló en Brasil, donde pronto halló acomodo y seguridad en la ciudad de Río de Janeiro. Allí, tal vez por confundir definitivamente a sus perseguidores nazis, renunció a su apellido original y adoptó el nombre de Otto Maria Carpeaux, con el que a partir de entonces habría de firmar todos sus escritos.
Urgido a ganarse la vida de cualquier forma en un país desconocido donde no poseía bienes ni allegados, el humanista vienés desempeñó, durante un breve período de tiempo, las labores más simples y rutinarias en la prensa carioca; pero enseguida logró abrirse un cómodo hueco en las secciones culturales de los principales periódicos de Río de Janeiro, en los que publicó lúcidas y reveladoras reseñas críticas de obras y autores europeos que, por aquel tiempo, aún no habían llegado al lector brasileño -como el checo Franz Kafka y el austriaco Robert Musil-. Pero no sólo introdujo en los foros culturales de la América de habla portuguesa a los principales escritores contemporáneos que escribían en alemán, ya que también se ocupó de poner al día a la crítica literaria carioca, informando de las principales aportaciones teóricas de los grandes filólogos y pensadores del Viejo Mundo, como el italiano Benedetto Croce y los alemanes Wilhelm Dilthey y Walter Benjamin.
Políglota deslumbrante -que, ya por aquel entonces, dominaba a la perfección el alemán, el latín, el inglés, el francés, el italiano, el español, el catalán, el gallego, el provenzal, el flamenco y el serbocroata-, Otto Maria Carpeaux logró, en menos de un año, un control absoluto de la lengua portuguesa, a la que pronto habría de enriquecer con algunos de los ensayos más lúcidos y penetrantes del siglo XX. Quedó, así, perfectamente integrado en los principales foros académicos e intelectuales del Brasil de la época, y a tal extremo llegó su identificación con el país que tan hospitalariamente le había acogido, que en 1944 adoptó la nacionalidad brasileña, con la que habría de vivir durante el resto de sus días.
Pronto contó con la amistad y los elogios de las principales figuras de la intelectualidad brasileña de mediados del siglo XX, como Graciliano Ramos, Alceu Amoroso de Lima, Carlos Drummond de Andrade, Álvaro Lins de Barros, Antonio Callado, etc. Y, aunque estos contactos y sus innegables aptitudes le facultaban para ocupar algunos cargos académicos y políticos de gran relieve, prefirió seguir cultivando el periodismos cultural y la investigación literaria, materias en las que se consagró como una de las figuras cimeras de la intelectualidad mundial del siglo XX.
A mediados de los años sesenta -concretamente, a raíz del golpe militar que en 1964, bajo la dirección del general Humberto Castelo Branco, implantó un régimen dictatorial en Brasil-, Otto Maria Carpeaux evolucionó ideológicamente hacia posturas mucho más progresistas de las que había defendido hasta entonces, de tal modo que, en poco tiempo, se convirtió en una de las figuras intelectuales más respetadas de la izquierda brasileña. A partir de 1968, decidió abandonar definitivamente la crítica literaria para consagrar toda el vigor de su depurado estilo periodístico al comentario político (“meu coração está agora em outra parte”, confesó públicamente en uno de sus artículos), con lo que, en opinión de muchos, perdió gran parte de esa lucidez y clarividencia de las que había hecho gala en sus reseñas y ensayos anteriores, en aras de una militancia demasiado comprometida con la realidad inmediata de la situación política brasileña. A partir de entonces, sus artículos -que seguían surgiendo de su pluma por docenas- se vieron condenados a la discreta difusión de los pasquines y boletines semiclandestinos, y su imagen de intelectual de reconocido prestigio internacional quedó muy mermada ante la ciega adhesión a un compromiso político que le dictaba, en no pocas ocasiones, juicios e ideas banales.
Se convirtió, empero, por aquel tiempo en uno auténtico icono ideológico de los estudiantes progresistas y los intelectuales de la izquierda; pero esta fama, en lugar de reforzar la nueva orientación de sus escritos, le acercó aún más a la esterilidad y la simplificación de ideas y conceptos, con lo que su declive como pensador se despeñó por una pendiente irreversible. Por aquellos años postreros de su vida, Otto Maria Carpeaux era ya un hombre sumido por completo en el caos ideológico y la degradación emocional, pues, al tiempo que acentuaba este abrazo incondicional a las ideas más simples, experimentaba una fuerte crisis religiosa que le llevó a abandonar el catolicismo para abanderar un ateísmo amedrentado tras el que parecía asomar profundas dudas de agnóstico.
Víctima de un ataque al corazón, falleció en la capital carioca a comienzos de 1978.
Obra
Lo más sorprendente de la obra crítica de Otto Maria Carpeaux es que, a pesar de estar concebida -en su mayor parte- como textos de naturaleza periodística, no muestra en su conjunto, en modo alguno, los rasgos de fragmentación y dispersión característicos de este tipo de escritos. Ante bien, ya desde la primera recopilación de críticas literarias que publicó en Brasil bajo el título de A cinza do purgatório (Río de Janeiro, 1942), se aprecia nítidamente que todos sus artículos parecen formar parte de una magna obra, orgánica y unitaria, planteada como un proyecto de trabajo paciente y sostenido que habría de desarrollarse a lo largo de toda una vida.
Surgieron, así otras recopilaciones de estudios y críticas que vinieron a consolidar esa obra en marcha de Otto Maria Carpeaux, entre las que cabe mencionar las tituladas Origens e Fins (1943), Respostas e Perguntas (1953), Retratos e Leituras (1953), A literatura alemã (1954), Pequena bibliografia crítica da literatura brasileira (1955), Presenças (1958), A literatura grega e o mundo romano (1958), Livros na mesa (1960) y, entre otras, Novelas alemãs (1963).
Coincidiendo con la aparición de estas dos últimas obras, vieron la luz también las primeras entregas de los ocho volúmenes que conforman su monumental obra maestra, História da literatura occidental (Río de Janeiro: O Cruzeiro, 1959-1966). En este espléndido trabajo, redactado entre 1944 y 1945, el humanista vienés no sólo expuso una minuciosa visión panorámica de las Letras occidentales (desde la literatura clásica hasta nuestros días, con especial atención a algunas culturas literarias poco o mal estudiadas, por la polaca, la escandinava o la propia literatura brasileña); sino que, además, divulgó algunas de sus ideas teóricas más firmes acerca de la escritura de ficción, que para él -avalado por el pensamiento de Hegel– no surge de la nada, sino que se forja en el Tiempo histórico y, en consecuencia, está sujeta al ritmo dialéctico de cada época. En consecuencia, Carpeaux propone que el hecho literario sea analizado siempre desde dos enfoques: la coyuntura social en la que se produce (de la que, por reafirmación o negación, siempre es mero reflejo), y el Espíritu objetivo de su tiempo (al que se presta como expresión estilística).
Otras ideas notables del pensamiento crítico de Carpeaux -y, en general, de su amplia concepción del hecho intelectual y creativo como manifestación específica del ser humano- diseminadas por su espléndida Historia de la Literatura occidental son la necesidad de asociar indisolublemente historia y crítica, la obligación de prestar idéntica atención a todas las creaciones (sin parar mientes en la mayor o menor importancia de obras y autores precursores o epigonales, conceptos que desprecia en su particular entendimiento de la crítica), y el intento de ofrecer en todo momento un análisis de las obras paralelo al desarrollo de las ideas.
Al margen de los títulos ya citados en parágrafos precedentes, Otto Maria Carpeaux escribió otros muchos libros a lo largo de su fructífera andadura vital; entre ellos, conviene recordar A batalha da América Latina (1965), O Brasil no espelho do mundo (1965), Heinrich Heine, 1797-1856 (1967), As revoltas modernistas na literatura (1968), Uma nove história da música (1968), Vinte e cinco anos de literatura (1968), Hemingway: tempo, vida e obra (1971), Reflexo e realidad (1978) y la publicación póstuma Sobre letras e artes (1992). Y, entre los más de ciento sesenta artículos y ensayos breves que dejó diseminados por diversas publicaciones periódicas, cabe traer a colación los titulados «Jacob Burckhardt, profeta da nossa época», consagrado a uno de los humanistas que más admiró Carpeaux durante toda su vida, el teólogo e historiador suizo Jacob Christoph Burckhardt, estudioso de la cultura de la Grecia clásica y el Renacimiento italiano; «A idéia da universidade e as idéias das classes médias», texto que presenta muchos puntos comunes con las ideas de Ortega y Gasset en La rebelión de la masas (1930); y «A Revolução Européia», una lúcida y sugerente reflexión sobre las connotaciones etimológicas del término «revolución».
Bibliografía
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BOSI, Alfredo. Relendo Carpeaux, en Sobre letras e artes-Otto Maria Carpeaux (São Paulo: Alexndria, 1992).
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COUTINHO, Galeão. «A França e o fenômeno Carpeaux», en Folha da Manhã, 24 de febrero de 1944.
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LINS, Álvaro. «Um novo companheiro», en Jornal de crítica. Segunda Serie (Río de Janeiro: José Olympio, 1943).