Cabarrús, Francisco de (1752-1810).


Ilustrado francés nacido en Bayona el 8 de octubre de 1752 y muerto en Sevilla en 1810.

Hijo de Dominique Cabarrus y de Marianne Lalanne, ambos pertenecientes a sendas familias mercantiles, probablemente con lejano origen en Navarra. Realizó sus estudios en el Colegio de Condom y en los Oratorianos de Toulouse, y una vez concluidos regresó a Bayona. Sin embargo, las malas relaciones con su padre provocaron que en el año 1771 fuera enviado a España, primero al País Vasco español, después a Zaragoza, donde inquietan sus ideas reputadas demasiado libres, y finalmente a Valencia, a la casa de Antoine Galabert, comerciante francés, de Montpellier, establecido en la capital levantina.Galabert, casado con Vicenta Casanova, tenía varios hijos, uno de ellos una niña de 14 años, Marie-Antoinette, de la que se enamoró y con la que finalmente se casó sin solicitar los correspondientes permisos. El incidente, no raro en la España del siglo XVIII, según Zylberberg, determinó su futuro, ya que le impidió volver con su padre, y le obligó a hacer toda su carrera en España.En abril de 1773 su suegro decidió enviarle con su hermano Pierre Galabert, el cual tenía una jabonería en Carabanchel de Arriba, junto a Madrid. Allí nació Teresa, quien con el tiempo tendría fama internacional, pero de momento su padre parecía encerrado en una industria sin perspectivas, una industria triste, según la expresión de François Batbedat, primo de Francisco, quien va a resultar el consejero y mentor de Francisco en el ingreso de éste en el mundo de los grandes negocios. Batbedat, negociante en granos e hijo de un banquero de París relacionado con la Compañía de Caracas, enseña a su primo a ganar dinero, y éste inmediatamente le corresponde estableciendo relaciones en Madrid, que permiten a los Batbedat más amplios horizontes. De esta forma Francisco Cabarrús es nombrado corresponsal en Madrid de la gran Casa de Bayona Veuve Lalanne et fils, a la que provee de piastras a través de intermediarios en San Sebastián. No se limita a comprar y vender, sino que le interesa el mundo de la cultura y de las ideas.

El 15 de junio de 1776 ingresa en la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid y muy pronto será admitido en la tertulia particular del conde de Campomanes. Parece un éxito, y lo es, pero a Cabarrús le falta capital propio. Ya en 1774 François Batbedat había pensado en un préstamo, pero es en abril de 1777 cuando Cabarrús entra en una combinación con Carlos Aubery, ayuda de cámara del rey, quien con la garantía de Batbedat le consigue un préstamo de 200.000 reales de vellón, con los que funda en mayo su primera compañía de comercio, Francisco Cabarrus y Compañía, que a partir de 1778 pasa a llamarse Cabarrus y Aguirre, al asociarse Francisco con Jean Aguirre, un navarro francés (de San Juan de Pie de Puerto), propietario de un almacén de lanas en Carabanchel de Arriba, y cajero de la sede madrileña del Canal Imperial de Aragón. Imposible detallar aquí las operaciones de la Compañía: negocia sobre todo con trigo, piastras y aceite, y se extiende de Madrid a Cádiz y Valencia, algo menos al País Vasco y Cataluña, y siempre, lógicamente, a Francia. A pesar de las malas relaciones de Cabarrús con su padre, nunca se perdieron los contactos entre los Cabarrus, los Batbedat y los Lalanne, aunque estos contactos con frecuencia dejasen que desear.

El esfuerzo financiero que el Estado español tuvo que hacer para entrar en la guerra de Independencia de los Estados Unidos, contra Inglaterra, fue la gran oportunidad de Cabarrús, ya que el ministro de Hacienda, Miguel de Muzquiz, recurre a él en 1779 para el aprovisionamiento de las tropas aliadas, que se preparan para sitiar Gibraltar. El contrato, firmado el 13 de abril de 1780, extraordinariamente favorable para Cabarrús, se debe no sólo a la amistad reformista del ministro y del negociante, sino a que éste representa en ese momento tres casas: la suya propia, Etienne Drouilhet et Cie., banco francés de Madrid, y Veuve Lalanne et fils, de Bayona. Para poder cumplir, Cabarrús se asoció con otras casas, francesas y de Amsterdam. La acción de Necker contra los vales reales españoles, 1780 y siguientes, puso a Cabarrús en gran dificultad. Al final triunfó, pero alguno de sus asociados no salió contento de la aventura.En el año 1781 obtuvo su naturalización como español. El 31 de marzo de 1782 nacía la firma Cabarrus et Lalanne, mientras se disolvía Cabarrus et Aguirre, con indemnización a éste, y en 1783 Muzquiz era creado conde de Gausa, y Jean Drouilhet, conde de Carrión de Calatrava.

En 1784 fue nombrado consejero de Hacienda, y entonces llegó la idea de la creación del Banco de San Carlos. Cabarrus lo había propuesto en carta a Campomanes, fechada el 30 de septiembre de 1780, y repetida a Floridablancaen diciembre. Se trataba de crear una Caja de descuentos en Madrid y, en seguida dos, en Madrid y en Cádiz. Ideas recogidas en Memorial que presentó a S.M. para la formación de un Banco Nacional (Madrid, 1782). No obstante, había una contrincante, la Compañía de los Gremios, y a ella pareció en un primer momento inclinarse el rey. Pese a todo, el Banco se fundó el 2 de junio de 1782, y sus comienzos fueron difíciles, por la hostilidad de los Gremios, por cierta xenofobia y adversión a las novedades, pero también por la desconfianza entre los capitalistas de que el Estado español fuese capaz de cumplir sus obligaciones. Resulta innegable el efecto positivo de este Banco, y por tanto de la acción de Cabarrús, a pesar de todos los pesares. Pero no hay que canonizar al personaje: Zylberberg señala en su libro que con frecuencia recurría a jugadas en beneficio personal, a costa de los intereses públicos que el Banco representaba (por ejemplo en 1784).

Ahora bien, esto no es incompatible con la figura ilustrada de nuestro personaje, manifiesta en obras como Memoria al Rey N.S. Carlos III para la extinción de la Deuda Nacional y arreglo de contribuciones (San Lorenzo, 1783) y, sobre todo, Elogio del Excmo. Sr. Conde de Gausa (Madrid, 1785), trabajo leído en la Sociedad Económica de Amigos del País. Su enciclopedismo está claro, pero su pensamiento resulta contradictorio: discípulo de Rousseau y partidario del Contrato Social, elogia la monarquía absoluta, a la que atribuye el papel de destructora de las estructuras feudales. Liberal antes de que el sistema sea una realidad en España, pero obtiene para el Banco el monopolio de la exportación de plata. Hay una veta inmediata, sensible, de contacto con la realidad, que es uno de los mayores atractivos de Cabarrús.

Fue nombrado miembro del consejo de administración del hospital de Madrid, diputado de Caridad y diputado del Común, logró también la creación de la Compañía de Filipinas sobre la base de la de Caracas, de la que era accionista desde 1781. La Compañía de Filipinas se fundó el 10 de marzo de 1785 (Cabarrús formaba parte de su dirección), después de vencer la resistencia de los fabricantes de indianas de Barcelona y de sedas de Valencia. Al mismo tiempo seguía teniendo sus negocios particulares, extendidos incluso a Francia. Tanto éxito le proporcionó también numerosos enemigos.En enero de 1788 presentó su dimisión como director del Banco de San Carlos, que le fue rechazada, pero se nombró una comisión que averiguase la verdadera situación financiera del Banco. El informe, ya en 1789, le fue favorable, pero circularon rumores que le acusaban de haber comprado espléndidamente a los miembros de la misma. En este año recibió su título.

Dentro de la línea ilustrada publicó su Elogio de Carlos III (Madrid, 1789). Con el nuevo ministro de Hacienda, conde de Lerena, no se llevaba bien. El 30 de mayo de 1790 se le prohibió abandonar Madrid, y como se descubriese una carta suya en la que decía que Lerena era una especie de jefe de contrabandistas, fue detenido el 22 de junio de 1790. Esto le llevó, en carta del 28 de junio de 1790 a su hermano Pierre-Etienne, a no considerarse ya español (un país donde pueden darse impunemente semejantes atentados). Salió de prisión en 1792, a la caída de Floridablanca, fue rehabilitado en 1795, compró fincas en Francia, incluidos bienes nacionales, y lo mismo que otros negociantes franceses en España, las circunstancias pesaron sobre su condición nacional, española o francesa. Godoy le protegió por sus intereses en Francia, porque acaso la hija Teresa, amiga de Barras, podía ayudarle. El 12 de noviembre de 1797 Godoy le nombró embajador en París, donde llegó el 3 enero 1798, con su amiga la mujer del ayudante de plaza Colón, nombrado para facilitar las cosas cónsul general en la capital de Francia.

Consejero de Estado, en 1803 fundó en Barcelona una nueva compañía de comercio, puesta discretamente bajo la dirección de Jacques Joumard. En 1804 aparece Cabarrús detrás de algunas de las operaciones de Ouvrard (los malsines no dejan de recordar que después de Barras ha pasado a ser la amante de Ouvrard, y le ha dado nietos a Cabarrús). Este publica Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública …al Señor D. Gaspar de Jovellanos y precedidas de otras al Príncipe de la Paz (Madrid, 1808), con varias ediciones posteriores, obra que ejercerá gran influencia.

Ya comenzada la invasión francesa Cabarrús se encontró con Jovellanos en Zaragoza, entusiasta como siempre por la libertad. Según testimonio del ilustre asturiano, quedaron en volverse a ver en Jadraque, pero en Agreda tomó el camino de Navarra. En Burgos, en medio de ejércitos franceses, admitió del rey José el nombramiento de ministro de Hacienda.

Escribió Consideraciones de un español a sus conciudadanos, en las que en forma de cartas imaginarias mostraba las ventajas del Estatuto de Bayona. Su Informe como ministro de Hacienda, Madrid 28 de julio de 1808, se publica en las Memorias de José I. Por un decreto de abril 1809 la Junta Central le consideró reo de alta traición. Es interesante la Exposición hecha a Su Majestad sobre la deuda pública (Madrid, 1809). Un manuscrito fechado en Madrid el 3 de julio de 1784, y una carta manuscrita, en Carrión de Calatrava, el 28 de abril de 1785, anuncia Libros Madrid, Catálogo 60, 1995.

Bibliografía

  • «Archivo Histórico Nacional», Estado, legajo 10 C.

  • Catálogo alfabético de los documentos referentes a títulos del Reino y Grandezas de España conservados en la sección de Consejos suprimidos. 3 vols. Madrid, 1951.