Pedro Benjumea Durán (1945-2000): La vida y los toros de un valiente matador sevillano

Pedro Benjumea Durán, nacido en Herrera (Sevilla) el 29 de noviembre de 1945 y fallecido el 21 de noviembre de 2000 en San Sebastián de los Reyes (Madrid), es uno de esos personajes cuyo nombre quedó grabado en el corazón de los aficionados al mundo taurino. Su vida fue tan intensa y llena de altibajos que podría parecer un relato de novela. Desde su niñez, rodeado de toros, hasta su trágico final, la figura de Benjumea se distingue no solo por su valentía en el ruedo, sino también por las adversidades que tuvo que enfrentar a lo largo de su carrera.

Orígenes y contexto histórico

Pedro Benjumea creció en un entorno donde los toros formaban parte esencial de la vida cotidiana. Su padre era el mayoral de la ganadería de doña Enriqueta de la Cova, lo que le permitió al joven Benjumea estar en contacto con el mundo taurino desde su más tierna infancia. Rodeado de toros bravos y personas vinculadas a la tauromaquia, no es de extrañar que Pedro se sintiera atraído por el arte del toreo. Su paso por las calles de Herrera fue una preparación temprana para lo que más tarde sería su carrera como matador de toros.

A los pocos años de su iniciación en el mundo de los toros, Pedro Benjumea comenzó a tentar becerros y a practicar en la escuela taurina. Con su desmesurado valor, que más tarde sería una de sus características más notables, pronto se dio cuenta de que el toreo no solo era una pasión, sino una verdadera vocación. Esto lo llevó a dar el salto a la arena del ruedo profesional, un entorno altamente competitivo y lleno de desafíos.

Logros y contribuciones

La carrera de Pedro Benjumea comenzó a despuntar cuando, el 12 de septiembre de 1965, aún como novillero, hizo su primera aparición en el ruedo madrileño. Este acontecimiento marcó el inicio de una prometedora andadura que, aunque breve, estuvo llena de éxitos. Durante esos primeros años de su carrera, Benjumea cautivó al público con su valor y entrega, a pesar de que la fortuna no siempre estuvo de su lado. En varias ocasiones, sufrió cornadas que reflejaban el riesgo y la dureza del oficio, pero esto no hizo más que afianzar su determinación.

El 27 de febrero de 1967, Benjumea alcanzó uno de los momentos más esperados de su carrera: la toma de alternativa. Fue en la plaza de toros de Castellón de la Plana, donde el matador Julio Aparicio Martínez le cedió la pañosa y el estoque con los que Pedro Benjumea dio muerte al toro Saleroso de la ganadería de don Antonio Pérez de San Fernando. Este fue el primer gran paso para convertirse en matador de toros. En ese mismo año, se produjo otro hito en su carrera: la confirmación de su alternativa en la plaza de toros de Las Ventas (Madrid) el 19 de mayo de 1967, en el marco de la Feria de San Isidro. En esta ocasión, fue apadrinado nuevamente por Julio Aparicio y tuvo como testigo al matador Santiago Martín Sánchez (“El Viti”).

La temporada de 1967 fue excepcional para Pedro Benjumea. En ella participó en 84 festejos, lo que denotó su gran aceptación por parte del público y su capacidad para imponerse en el difícil y competitivo mundo del toreo. Sin embargo, como sucede con muchos toreros, la suerte no siempre acompañó a Benjumea, y durante los años siguientes su presencia en los ruedos comenzó a decrecer notablemente.

Momentos clave

El camino de Benjumea estuvo marcado por varios momentos clave que definieron su vida tanto dentro como fuera del ruedo. A pesar de los éxitos que había cosechado en sus primeros años como matador, la falta de oportunidades comenzó a pesarle. En 1974, Pedro Benjumea decidió tomar una medida extrema para llamar la atención sobre su talento: se tiró espontáneamente al ruedo en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, una acción que no fue bien recibida por las autoridades taurinas. Esta protesta le costó una sanción que le impidió torear en cualquier plaza española durante dos años.

Cuando finalmente pudo regresar a los ruedos en 1976, el daño estaba hecho. La falta de contrato y el desgaste psicológico de la sanción afectaron seriamente a su carrera. Entre 1979 y 1983, solo toreó en tres ocasiones, y tras su última actuación en 1983, se vio obligado a abandonar la profesión de manera temporal.

No obstante, Pedro Benjumea no se rindió completamente. En 1986, decidió regresar al ruedo, debutando en la plaza de toros de Mallorca. Sin embargo, sus esfuerzos por retomar su carrera fueron infructuosos, y tras un escaso número de contratos, optó por una nueva retirada. Esta vez, parecía definitiva.

Relevancia actual

Pedro Benjumea, aunque alejado de los ruedos en los últimos años de su vida, dejó una huella imborrable en el mundo taurino. En los últimos años de su vida, Benjumea se vinculó nuevamente al toreo, pero esta vez desde el ámbito familiar, apoyando la carrera de su hijo Javier, quien también mostró interés en seguir sus pasos. Sin embargo, el destino le jugó una mala pasada. El 21 de noviembre de 2000, el cuerpo sin vida de Pedro Benjumea fue hallado en un paraje de San Sebastián de los Reyes (Madrid). La causa de su muerte fue un suicidio, un triste desenlace que marcó el fin de la vida de uno de los toreros más valientes de su época.

El legado de Pedro Benjumea, aunque empañado por las dificultades personales que atravesó, sigue siendo recordado por los aficionados al mundo taurino. Su valentía en el ruedo, sus arranques de coraje y su amor por el arte del toreo han perdurado, y su nombre aún se menciona con respeto entre los seguidores de esta disciplina.

Pedro Benjumea es una de esas figuras trágicas y fascinantes que dejó una marca en la historia del toreo, y su vida sigue siendo objeto de reflexión para aquellos que lo conocieron y admiraron. Sin duda, su nombre será recordado por siempre en las crónicas del toreo español.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Pedro Benjumea Durán (1945-2000): La vida y los toros de un valiente matador sevillano". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/benjumea-duran-pedro [consulta: 16 de julio de 2025].