Averroes (1126-1198).


Filósofo, médico y jurista hispano-árabe, representa la culminación del pensamiento árabe medieval. Con él arranca un conocimiento más certero de Aristóteles, que ejercerá su influencia más intensa en la filosofía europea durante los siglos XIII-XV. Existe una muy clara concordancia con Santo Tomás en lo que se refiere a la común admiración por el Estagirita, aunque, naturalmente, media entre ambos el credo islámico y el credo cristiano.

Vida y obras.

Fue el más ilustre filósofo, médico y jurista de la España musulmana. Nacido en Córdoba y muerto en Marrakesh (Marruecos), estudió medicina, derecho, filosofía y astronomía. Descendiente como era de una familia de juristas, también él ejerció como juez en Sevilla y Córdoba. En esta ciudad se desempeñó, además, como médico. Recomendado por su paisano Ibn Tufail, entró al servicio de la corte bajo los reyes almohades Yusuf y Ya-‘qub al-Mansur, quienes le prestaron ayuda y protección, de tal modo que cuando en 1195 fue acusado de hereje, no fue condenado a muerte sino al exilio. En 1198 fue reclamado por la corte de Marrakesch, donde murió pocos meses después de su llegada. Sus restos fueron trasladados a Córdoba. Se hizo tan célebre por sus comentarios sobre Aristóteles, que en Occidente se ganó el apelativo de el Comentador.No todos sus escritos han llegado hasta nosotros, y de los que se conservan (la mayoría en lengua árabe), no existe todavía una edición crítica completa. Entre sus obras podemos enumerar:Obras filosóficas: Los Comentarios a Aristóteles, de los cuales existen el Comentario mayor (1180), en el que explica frase por frase el corpus aristotélico; el Medio, en el que explica el conjunto de los textos, y el Pequeño comentario o paráfrasis (1169-78). También comentó La república de Platón.Obras originales: Sentencia resolutiva declarante del modo en que la filosofía está unida a la religión; Explicación del método de argumentar sobre los principios de la religión e indicación de las ambigüedades y errores heréticos debidos a la interpretación del texto sagrado; Adición al problema del conocimiento eterno; La incoherencia de la incoherencia (refutación a la obra de al-Ghazzali La incoherencia de los filósofos); Sobre la posibilidad de la conexión entre el entendimiento material y el entendimiento separado; Solución del problema: eternidad o creación del mundo.Derecho y ciencia: Punto de partida para el jurista excelente y límite extremo para el mediocre; Principios generales de medicina, conocido como el Colligeto en la Edad Media.En medio de su amplísima erudición, debida a un espíritu insaciable de saber comparable a las inquietudes del Renacimiento, Averroes posee como originalidad una actitud «crítica» en sentido kantiano frente a la filosofía y teología tradicionales.

Aspectos de su doctrina.

Relaciones entre filosofía y religión.

La gran inquietud de Averroes, musulmán fiel y convencido, consistía en profundizar en las relaciones entre filosofía y religión. Ésta fue la razón de sus comentarios de Aristóteles. Para él la religión verdadera se encuentra en la revelación contenida en los libros sagrados hebreos, cristianos y musulmanes. El Corán, base de la única religión verdadera, está dirigido a todos los hombres, pero no todos tienen la misma capacidad de comprensión. La verdad auténtica sólo la alcanzan los filósofos, que basan sus conocimientos en demostraciones rigurosas y absolutamente lógicas. Ellos constituyen una minoría. Los teólogos discuten acerca de temas probables, de tipo dialéctico, mientras que la gran mayoría de los hombres se conforma con discursos exhortativos y retóricos como los del Corán. Es obligación de los filósofos descubrir, más allá del sentido literal del libro sagrado, la idea oculta bajo las imágenes y los símbolos.En el Corán se ofrece una religión natural, de acuerdo con las enseñanzas de la experiencia común, y capaz de ser entendida por la mayoría de la gente que no va más allá de la imaginación en su forma de entender. En este contexto se ubican las dos pruebas sobre la existencia de Dios propuestas en el Corán. Primera: el mundo no puede deberse al acaso, sino que es obra de un creador, porque todo él está adaptado y ordenado para mantener la vida del hombre, de los animales y de las plantas. Todo lo que existe está orientado al servicio del hombre. La segunda: la admirable disposición y coordinación de todas las cosas entre sí, exige un creador. Esto constituye la religión natural a la cual podrían haber llegado los hombres a través de las cosas sensibles (shahid), con la sola fuerza de su razón, aunque con mucho trabajo, después de largo tiempo y con riesgo de muchos errores.Pero el Corán ofrece también otras doctrinas reveladas, y su originalidad con respecto a otros libros sagrados consiste en que ha expuesto los tres principios esenciales de toda religión en un lenguaje asequible a todos los hombres; es decir, en el nivel de la imaginación. Esos tres principios son: la creencia en Dios creador del mundo, la creencia en la existencia de los ángeles y en la misión de los profetas, y la creencia en la vida del más allá con el premio o castigo correspondiente a cada uno.Esta enseñanza se dirige a todos los hombres. Pero a los filósofos y científicos no les ofrece ideas concretas, sino «sugerencias» (gha’ib) en torno a una realidad suprasensible que deben desarrollar en el plano de la religión.

Los dos niveles del conocimiento.

El eje de la filosofía de Averroes consiste en la diferencia entre el conocimiento humano, shahid, y el divino, propio del gha’ib.El conocimiento humano, basándose en las cosas sensibles y humanas, es de los sentidos y de la imaginación, y no alcanza el conocimiento adecuado objetivo, el cual se define como «unidad e identidad perfecta bajo todo aspecto entre el sujeto y el objeto». El conocimiento humano es de los universales (inteligibles) y de los individuos, por lo cual mantiene necesariamente una inevitable pluralidad al no estar nunca los inteligibles totalmente desligados de las formas imaginativas. Además es incompleto, porque no capta la esencia de las cosas, sino sólo los «accidentes» de las sustancias.El conocimiento divino intuitivo, por el contrario, no depende de las cosas exteriores a la mente, sino que las cosas dependen de su conocimiento, que es la causa y razón de la existencia de ellas, y abarca la infinidad de todas juntas. No se basa en la multiplicidad debida a la clasificación de los seres, sino en la unidad orgánica de la esencia de los seres, en cada uno de los cuales se manifiesta la sabiduría divina, unidos entre sí según un orden y coherencia. Dios, conociéndose a sí mismo, produce las cosas, y ese conocimiento es en sí la concreta realidad objetiva del mundo.Al doble conocimiento corresponden dos modos en la realidad: la realidad nouménica del universo, que es el objeto del conocimiento intuitivo divino. Ese conocimiento divino es a la vez idéntico a Dios, porque la actividad cognoscitiva de Dios es la misma actividad productora del mundo. En esta realidad nouménica el mundo es «una creación continua» de la fuerza inmanente en él. Averroes llega así a una concepción panteísta del mundo semejante a la de Giordano Bruno o Spinoza.El otro modo es la realidad fenoménica, objeto del conocimiento discursivo cuya mayor realización se da en la filosofía griega con Platón y Aristóteles. Según Averroes, el mérito de estos filósofos está en haber reconocido la necesidad de la existencia de una realidad nouménica superior (Principio supremo, Dios), pero erraron al hablar de ese primer Principio en términos derivados del conocimiento empírico. No se puede pensar en la voluntad divina al modo de los agentes de la realidad fenoménica. Averroes señala su posición al respecto en esta escueta afirmación: «Dios conoce las cosas no porque tenga un determinado atributo, sino porque éstas son producidas por él en cuanto él las conoce». O sea, que la actividad cognoscitiva de Dios es por sí misma creadora del mundo.

Cosmología.

Siendo el conocimiento de Dios el origen del mundo, está claro que éste, lo mismo que su hacedor, no puede tener principio ni fin. Es nuestra mente quien concibe el principio y el fin del mundo, al considerar la realidad bajo la categoría subjetiva del tiempo. Averroes trata el problema de la distinción entre tiempo verdadero (tiempo-duración) y tiempo abstracto (tiempo-medida) en su breve tratado Solución al problema: creación o eternidad del mundo. El tiempo verdadero no se compone de momentos temporales separados por un principio y un fin. Debe ser considerado, más bien, como una circunferencia en la que todo punto es al mismo tiempo principio y fin de un arco. El tiempo abstracto es el tiempo abstraído de la realidad del mundo, que se le aplica como medida, y es representado como línea recta (ya sea ésta finita o infinita). Con el descubrimiento de la idea de tiempo verdadero, Averroes ha superado la posición de la filosofía antigua y medieval. Recordemos que la noción intuitiva del infinito, al menos como principio heurístico, está presente tanto en la ciencia moderna (Newton) como en la filosofía (Spinoza).

Acercamiento al Entendimiento agente.

El ideal de la actividad humana es el conocimiento de Dios y el camino es el estudio de sus obras, es decir, del universo. Para Averroes, la mente humana es capaz de alcanzar ese conocimiento intuitivo. Podría decirse, según él, que lo que nos une a Dios no es la ascesis mística, sino la ciencia.

Pensamiento sobre la ética.

Averroes aceptó plenamente los principios de su fe y consideró las prescripciones religiosas como la mejor manera de salvaguardar el bienestar de los hombres. La tradición religiosa no se opone a la filosofía, porque ésta es una mezcla de la revelación y de la razón. En su teodicea Dios aparece como creador del bien por el bien, y del mal por el bien que de él se sigue. El problema de la predestinación lo afronta sobre la base de que nuestras acciones tienen dos tipos de causas: unas son externas, pero también hay otras «creadas por Dios en nuestro interior». Gracias a estas últimas causas el hombre es dueño de sus acciones, y por lo tanto se puede hablar de mérito humano.

Bibliografía.

  • ALONSO, M.: Teología de Averroes. Estudios y documentos, Madrid, 1947.

  • DE MENDIZABAL, R.: Averroes, un andaluz para Europa, Madrid, 1971.

  • LOMBA, J.: El principio de individuación de Averroes, Madrid, 1936.