Peggy Ashcroft (1907-1991). La talentosa actriz británica que brilló en el teatro y el cine

Peggy Ashcroft, nacida como Edith Margaret Emily en Croydon (Surrey) en 1907, se destacó como una de las actrices más importantes de su generación en Gran Bretaña. A lo largo de su carrera, que abarcó más de cinco décadas, Ashcroft demostró una extraordinaria versatilidad, trabajando tanto en teatro, cine y televisión. Su capacidad para interpretar una amplia variedad de personajes, desde heroínas shakesperianas hasta complejas figuras contemporáneas, la convirtió en una figura clave de las artes escénicas del siglo XX.
Orígenes y contexto histórico
La carrera de Peggy Ashcroft se vio influida por los profundos cambios sociales y culturales que marcaron su época. Nacida en 1907, en pleno auge del teatro clásico británico, la actriz se formó en un ambiente donde el teatro tenía una gran relevancia en la vida cultural de Reino Unido. Siendo una joven prometedora, comenzó a estudiar en la Royal Academy of Dramatic Art (RADA), donde desarrolló una base sólida para su carrera artística. Aunque sus primeros papeles fueron modestas, su talento pronto emergió, y se unió al circuito teatral profesional, comenzando su andadura en el West End.
A finales de la década de 1920 y principios de los años 30, el teatro británico estaba experimentando una evolución con una creciente incorporación de obras de autores contemporáneos, junto con los clásicos de Shakespeare. Esta transformación, marcada por un creciente interés por la modernidad en las artes, permitió que Ashcroft, con su frescura y radiante presencia, se insertara con facilidad en la escena teatral de la época.
Logros y contribuciones
La carrera de Peggy Ashcroft fue un viaje de continua evolución artística. En sus primeros años, brilló por su capacidad para interpretar personajes complejos, destacándose por su enfoque natural y profundamente conmovedor. Su debut en el West End ocurrió en 1929 cuando interpretó a Naemi en Jew Suss, una obra que le permitió demostrar su habilidad en el escenario. Aunque algunos críticos, como James Agate, consideraron que su actuación era demasiado «ligera» para los grandes papeles de la tragedia clásica, su potencial como actriz era incuestionable.
Su primer gran logro se produjo en 1930, cuando asumió el papel de Desdémona en una producción de Otelo protagonizada por Paul Robeson. Esta interpretación fue históricamente significativa no solo por su habilidad actoral, sino también porque sus actuaciones generaron controversias racistas en la época. A pesar de estas dificultades, su carrera despegó, y se ganó la admiración de críticos y públicos. En 1932-1933, durante la temporada en el Old Vic, Ashcroft interpretó una serie de papeles claves que consolidaron su reputación. Entre estos, destacan Julieta en Romeo y Julieta, Rosalind en Como gustéis, y Lady Teazle en La escuela de los escándalos. Estos papeles no solo le brindaron el reconocimiento, sino también el respeto por su dominio del drama clásico y su capacidad para dotar a cada personaje de una profunda humanidad.
A lo largo de su carrera, Ashcroft trabajó con algunos de los actores y directores más importantes de su época. Entre sus colaboraciones más célebres está la larga asociación con el actor y director John Gielgud, con quien formó una dupla artística que perduró durante muchos años. Su interpretación de Beatriz en Mucho ruido y pocas nueces (1950) y su Cleopatra en Antonio y Cleopatra (1953) junto a Michael Redgrave son considerados algunos de los logros más significativos de su carrera.
Ashcroft fue también miembro fundador de la Royal Shakespeare Company, una de las instituciones más importantes del teatro británico, y fue parte esencial de numerosas producciones emblemáticas, como su interpretación de Beatriz y Cleopatra. Su capacidad para adaptarse a papeles tan diversos, que abarcaban desde la comedia ligera hasta los dramas más intensos, la hizo indispensable en el repertorio de la compañía. Además, su interpretación de Hedda Gabler en 1954, bajo la dirección de John Gielgud, y su papel como Shen Teh en La buena persona de Setzuan de Bertolt Brecht (1954) fueron fundamentales para consolidar su reputación.
Momentos clave de su carrera
A lo largo de su vida, Peggy Ashcroft estuvo involucrada en una serie de momentos clave que marcaron su carrera, tanto en el teatro como en el cine. A continuación, se mencionan algunos de los hitos más significativos:
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1930: Desdémona en Otelo, que suscitó reacciones racistas.
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1932-1933: Éxito rotundo en el Old Vic, con papeles como Julieta, Rosalind y Lady Teazle.
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1950: Interpretación de Beatriz en Mucho ruido y pocas nueces, junto a John Gielgud.
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1953: Cleopatra en Antonio y Cleopatra junto a Michael Redgrave.
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1954: Hedda Gabler y Shen Teh en La buena persona de Setzuan.
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1961: Mme. Ranevsky en El jardín de los cerezos de Chéjov.
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1968: Directora de la Royal Shakespeare Company.
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1975: Winnie en Happy Days de Samuel Beckett.
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1981: Última actuación como la condesa de Rousillon en Bien está lo que bien acaba.
Cada una de estas etapas representa un paso fundamental en la consolidación de Ashcroft como una de las actrices más importantes del teatro británico, y también subraya su capacidad para adaptarse y crecer dentro de una industria teatral que constantemente evolucionaba.
Relevancia actual
Hoy en día, la figura de Peggy Ashcroft sigue siendo relevante, no solo por su contribución a la cultura teatral de su tiempo, sino también por su influencia en las generaciones futuras de actores y actrices. A través de sus interpretaciones y su compromiso con las artes, Ashcroft dejó una marca imborrable en el mundo del teatro y el cine británico. La Royal Shakespeare Company, en particular, sigue siendo una de las instituciones más prestigiosas en el mundo del teatro, y su legado se sigue celebrando.
Su impacto se extiende más allá del escenario. Ashcroft, comprometida con la política y los derechos de los artistas, fue una defensora activa de los intereses del teatro en el Arts Council y participó en el comité artístico de la English Stage Company. Este activismo también ayudó a mejorar las condiciones de trabajo de los actores y a asegurar la continuidad del teatro de calidad en el Reino Unido.
En su ciudad natal, Croydon, el teatro local lleva su nombre desde 1962 en su honor. Esta distinción refleja el profundo respeto y admiración que se le tenía tanto en su ciudad como a nivel nacional.
El cine y la última etapa
Aunque Peggy Ashcroft es principalmente conocida por su trabajo en el teatro, su carrera cinematográfica también dejó huella. Tras retirarse de los escenarios a finales de los 70, Ashcroft apareció en una serie de películas que la presentaron a una nueva generación de admiradores. Uno de sus papeles más notables fue en La joya de la corona (1984), una serie de televisión en la que interpretó a una mujer de gran poder y presencia. Además, en ese mismo año, participó en la película Pasaje a la India dirigida por David Lean, por la que recibió el premio Oscar a la mejor actriz secundaria.
La última interpretación de Ashcroft fue en 1981, cuando encarnó a la condesa de Rousillon en Bien está lo que bien acaba para la Royal Shakespeare Company. Esta última actuación fue un testamento a su talento y a su habilidad para interpretar personajes complejos y fascinantes hasta el final de su carrera.
El legado de Peggy Ashcroft, quien falleció en 1991, sigue siendo un faro de excelencia en el mundo del teatro y del cine. Su capacidad para mezclar la fuerza dramática con la sutileza emocional hizo de ella una de las más grandes actrices británicas de todos los tiempos.
MCN Biografías, 2025. "Peggy Ashcroft (1907-1991). La talentosa actriz británica que brilló en el teatro y el cine". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/ashcroft-peggy [consulta: 28 de septiembre de 2025].