Ardigó, Roberto (1828-1920).
Filósofo italiano, principal representante del positivismo en Italia, nacido en Casteldidone (Cremona) en 1828 y muerto en Mantua en 1920.
Realizó los estudios clásicos en su ciudad natal y se hizo sacerdote católico. Pero en 1871 dejó el hábito eclesiástico por incompatibilidad con sus nuevas ideas naturalistas y positivistas. Ocupó la cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad de Padua, donde enseñó con absoluto respeto hacia todas las ideas hasta el año 1909, en que se retiró para seguir su actividad de estudioso. En los últimos años de su vida, sufrió una profunda depresión psíquica que lo llevó dos veces al intento de suicidio.
Sus obras principales son: Psicologia come scienza positiva (1870), La fomazione naturale nel fatto del sistema solare, La morale dei positivisti (1885), Sociologia (1886), Il vero, La ragione, L’unitá della coscienza (que forman una especie de trilogía), Natura naturans y L’idealismo e la scienza.
Pensamiento
Ardigó fue el representante más significativo del positivismo en Italia durante las últimas décadas del siglo XIX. Éstos son los puntos más interesantes de su doctrina:
-El concepto de filosofía como ciencia general (peratología) y complejo de ciencias especiales: para Spencer, y para los positivistas en general, la filosofía no tendría un objeto propio, sino que se reduciría a la síntesis de los resultados de las ciencias particulares. Ardigó, sin apartarse totalmente de esta concepción, la modifica en dos sentidos: primero, tratando de encontrar un puesto para algunas ciencias filosóficas especiales que tienen como objeto el hecho psíquico, sea tomado como hecho individual (lógica, gnóstica, estética), sea hecho social (ética, diceica o «ciencia de la justicia» , economía); y, segundo, porque cree que la filosofía no se limita a recoger los resultados de las otras ciencias particulares, sino que trata de impulsar el proceso inductivo hasta el último límite, peras, recogiendo así el principio supremo del ser: peratología.
-La crítica de la doctrina de Spencer sobre el Incognoscible: el Todo sí es cognoscible, aunque inexhaurible y, por lo tanto, también siempre desconocido. Ardigó es uno de los representantes del «optimismo romántico» del siglo XIX. Este Todo es Indiferenciado, cada vez se va mostrando más como es, aunque no pueda mostrarse completamente, y da lugar a una serie de relaciones cognoscitivas que son verdaderas y que nunca agotan su cognoscibilidad.
-La doctrina de lo Indiferenciado: la evolución es concebida por él como un indefinido proceso de autodistinción. Pero esto no debe hacernos olvidar que uno de los más constantes esfuerzos de Ardigó ha sido precisamente el de unir proceso psíquico y proceso físico, y fundamentalmente la sensación con la naturaleza. La identificación, o identificación intentada, entre sensación (en sentido amplio) y ser.
-El concepto de contingencia: aunque niega el libre albedrío en la forma tradicional, Ardigó se esfuerza por mitigar el rígido determinismo predominante en el positivismo de su época, y admite también un cierto indeterminismo universal.
En moral, sigue a Comte y a Spencer, con fuerte acento en los sentimientos altruistas. La sociedad, con sus normas jurídicas, produce en el individuo el sentimiento de obligatoriedad moral y una creciente aspiración por la justicia, que, por otro lado, trasciende su propia causa. Esto lo afirma él con gran decisión, como una fuerza que realiza la inserción del hombre en la civilización.