Anselmo de Canterbury, San (1033-1109). El filósofo y teólogo que reconciliaba fe y razón

San Anselmo de Canterbury, también conocido como Anselmo de Aosta, nació en Aosta (Italia) en el año 1033 y falleció en Canterbury, Inglaterra, en 1109. Es reconocido como uno de los pensadores más influyentes de la Edad Media y uno de los grandes padres de la filosofía medieval. Su obra se distingue principalmente por su intento de armonizar la fe con la razón, una tarea que abordó a través de un enfoque profundamente racional. Su famoso lema «Credo ut intelligam», que puede traducirse como «Creo para entender», encapsula su visión de que la fe es el punto de partida necesario para el entendimiento racional de los misterios divinos. San Anselmo es especialmente conocido por sus contribuciones a la teología y la filosofía cristiana, desarrollando un conjunto de pruebas racionales para demostrar la existencia de Dios y teorizando sobre temas complejos como la libertad humana, la moralidad y la predestinación.

Orígenes y contexto histórico

Anselmo nació en el seno de una familia noble en Aosta, una ciudad ubicada en el norte de Italia, que en aquel entonces formaba parte del Reino de Italia. Su juventud estuvo marcada por un fuerte deseo de conocimiento, que lo llevó a abandonar su hogar y viajar a Francia para estudiar. En su peregrinaje intelectual, Anselmo llegó a la abadía benedictina de Bec, en Normandía, donde su vida tomaría un rumbo definitivo. Fue allí donde se unió al monasterio, atraído por la vida de recogimiento y estudio que ofrecía el lugar.

La abadía de Bec era conocida por ser un centro de aprendizaje filosófico y teológico, y Anselmo se convirtió en discípulo de Lanfranco de Pavía, quien fue una figura clave en su formación intelectual. Con el tiempo, Anselmo sucedió a Lanfranco como abad de la abadía, un cargo que ocupó entre 1062 y 1078, periodo en el que su pensamiento comenzó a tomar forma, y sus escritos comenzaron a circular. Durante este tiempo, Anselmo cultivó una profunda relación con la iglesia y desarrolló su interés por los grandes temas filosóficos y teológicos, que definirían su legado.

En 1093, Anselmo fue nombrado arzobispo de Canterbury, uno de los puestos más influyentes de la Iglesia en Inglaterra. Sin embargo, su lealtad al papado y su enfrentamiento con el rey Guillermo II de Inglaterra le causaron serios conflictos políticos. Estos conflictos lo llevaron a vivir la mayor parte de su vida en el exilio, siendo forzado a abandonar Inglaterra en varias ocasiones. Fue solo en 1106 que pudo regresar a Canterbury, donde murió tres años después, dejando tras de sí un legado teológico y filosófico que perduraría a lo largo de los siglos.

Logros y contribuciones

San Anselmo de Canterbury es recordado principalmente por su trabajo en la filosofía medieval y en la teología cristiana. Su enfoque filosófico partió siempre de la fe, y su intento por demostrar la existencia de Dios mediante la razón fue una de sus principales contribuciones. A lo largo de su vida, Anselmo escribió una serie de obras fundamentales que sentaron las bases para el desarrollo posterior de la teología escolástica. Entre sus obras más destacadas se encuentran:

  1. Monologion (1076): En esta obra, Anselmo desarrolla una argumentación a posteriori para demostrar la existencia de Dios. Parte de la idea de que existe una gradualidad en las perfecciones de las cosas del mundo y que todas ellas deben ser referidas a un supremo Bien, que es Dios.

  2. Proslogion (1077-1078): Aquí presenta su famoso argumento ontológico para la existencia de Dios, una prueba a priori que parte de la idea de que si podemos concebir a Dios como el ser del que nada puede pensarse mayor, entonces necesariamente debe existir, pues de lo contrario, sería contradictorio.

  3. Cur Deus Homo (1098): En este libro, Anselmo aborda uno de los temas más complejos de la teología cristiana: la razón de la Encarnación de Cristo. Este tratado se convierte en un pilar de la teología medieval al intentar explicar la necesidad de que Dios se hiciera hombre para la salvación de la humanidad.

  4. De veritate y De libertate arbitrii (1080-1085): En estos escritos, Anselmo explora cuestiones sobre la verdad y la libertad humana, temas que también tratará en sus reflexiones sobre la predestinación.

Además de estas obras fundamentales, Anselmo dejó una profunda huella en la filosofía medieval con sus reflexiones sobre la naturaleza del conocimiento y la relación entre razón y fe.

Elementos filosóficos de su doctrina

El conocimiento

Para Anselmo, el conocimiento comienza con los sentidos, a través de los cuales percibimos las cosas tal como son. Sin embargo, los sentidos no nos proporcionan un juicio de verdad; ese juicio proviene de la inteligencia. La verdad es la adecuación de la mente humana a las cosas tal como son en la realidad. Sin embargo, Anselmo argumenta que las cosas no podrían ser la causa de la verdad si no tuvieran en sí mismas una verdad absoluta, que es atribuida únicamente a Dios, quien es la summa veritas.

Relaciones entre razón y fe

Un aspecto crucial de la doctrina de Anselmo es su intento de reconciliar la razón y la fe. En sus primeros escritos, como el Monologion y el Proslogion, Anselmo intentó probar la existencia de Dios mediante argumentos puramente racionales. Sin embargo, las objeciones que surgieron a sus argumentos lo llevaron a reconocer que, para llegar a una comprensión más profunda de las realidades superiores, el ser humano necesita un acto previo de fe. Este enfoque se refleja especialmente en su obra Cur Deus Homo, en la que sostiene que la comprensión de los misterios divinos solo es posible a través de la fe.

Las pruebas de la existencia de Dios

El argumento ontológico de Anselmo, presentado en su Proslogion, es quizás uno de sus legados más conocidos. Según este argumento, la existencia de Dios puede deducirse a priori de la misma noción de un ser supremo, el cual no puede existir solo en la mente, sino también en la realidad. La razón es que si existiera solo en la mente, sería menor que un ser que existiera tanto en la mente como en la realidad.

Doctrina moral

Anselmo también contribuyó significativamente a la doctrina moral cristiana, subrayando que la perfección de las cosas es un reflejo de la idea divina según la cual fueron creadas. Para él, la perfección del ser inteligente reside en querer ser lo que debe ser, es decir, querer hacer el bien, ya que Dios nos ha creado con la capacidad de elegir el bien, no el mal. Esta concepción de la moral está estrechamente ligada a su visión de la libertad y la predestinación.

Relevancia actual

La influencia de Anselmo de Canterbury perdura en la filosofía y teología contemporáneas, especialmente en el ámbito de la teología cristiana y la filosofía medieval. Su intento de armonizar fe y razón sigue siendo una de las discusiones más relevantes en el pensamiento cristiano. Su argumento ontológico sigue siendo objeto de debate y reflexión, y sus escritos continúan siendo estudiados tanto en seminarios teológicos como en facultades de filosofía en todo el mundo. Su influencia se extiende también a la filosofía escolástica y al pensamiento de otros grandes filósofos y teólogos, como Tomás de Aquino.

San Anselmo, al igual que otros grandes pensadores medievales, dejó una marca indeleble en la historia del pensamiento occidental, demostrando que la fe y la razón no solo pueden coexistir, sino que se necesitan mutuamente para alcanzar la comprensión plena de la verdad divina.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Anselmo de Canterbury, San (1033-1109). El filósofo y teólogo que reconciliaba fe y razón". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/anselmo-de-canterbury-san [consulta: 28 de septiembre de 2025].