Álvarez y Manrique, Baltasar (1533-1580).
Venerable jesuita nacido el día 15 de mayo de 1533 en la calle de la Balija número 3 de la villa riojana de Cervera del Río Alhama. Fue bautizado en la parroquia de San Gil de dicha villa el día 17 del mismo mes y año. Hijo de Antonio Álvarez y Catalina Manrique, sus padres eran labradores y, según testimonio que al mismo P. Baltasar interesó destacar especialmente, teniendo en cuenta el haber nacido en un pueblo habitado por alta proporción de moriscos, «cristianos viejos que vivían de su hacienda«.
Según su biógrafo, el P. Lapuente, aprendió sus primeras letras y latín en su mismo pueblo y, «como hubiese aprovechado bien«, lo enviaron a la Universidad de Alcalá, donde oyó las Artes y se graduó como maestro. En esta misma universidad asistió durante dos años más a las clases de Teología. El 3 de mayo de 1555 fue admitido en el noviciado de los jesuitas de esa misma ciudad. Posteriormente continuó su noviciado en Simancas, donde mantuvo relación con el futuro San Francisco de Borja, y luego fue trasladado a un colegio, que su biógrafo no determina, pero que con probabilidad sería el de Medina del Campo, fundado en 1551, y al de Valladolid, que existía desde 1546. Enviado a Burgos para retomar los estudios de Artes, a los pocos días, en 1556, sus superiores lo enviaron al colegio de Ávila para acabar de oír los dos años de Teología que le faltaban en el convento de Santo Tomás de los dominicos, ya que eran los inicios de la Compañía de Jesús y los miembros de esta orden no contaban entonces con maestros de Teología propios.
Ordenado sacerdote en 1558, pasó su vida ocupando cargos importantes dentro de la Compañía de Jesús. En 1566, fue rector del colegio de Medina del Campo; en 1571, procurador provincial en Roma; en 1574, rector del Colegio de Salamanca y posteriormente rector del noviciado de Villagarcía, visitador de la provincia jesuítica de Aragón, provincial de Perú y, en 1580, provincial de Toledo. Murió el día 15 de julio de 1580 en Belmonte.
Los cuatro aspectos más importantes en la biografía de Baltasar Álvarez son su actividad captadora de jóvenes ricos para la incipiente Compañía de Jesús, su relación como confesor con Santa Teresa de Jesús, sus escritos y la proyección internacional de su espiritualidad.
Julio Caro Baroja en su obra Las formas complejas de vida religiosa (Akal, 1978) entronca la actividad persuasiva del P. Baltasar Álvarez, en la captación de vocaciones para su orden, en la última fase del esquema de la dinámica generacional de la burguesía comercial castellana del siglo XVI: «el abuelo judío tornadizo, el hijo tintorero, el nieto banquero potentísimo, las bisnietas monjas y los bisnietos jesuitas«. Caro Baroja cita la obra del jesuita Luis de la Puente: «Con esta misma eficacia hizo otras mudanzas en algunos mozos ricos y gallardos de Medina, y los movió a entrar en la Compañía, estando ellos tan lejos destos pensamientos, que más se ocupaban en jugar cañas y otros ejercicios de caballeros que no en imaginar en ser religiosos. De aquí sacó Nuestro Señor al Padre Gabriel de Dueñas y después a su hermano Bernardo de Dueñas, que edificaron notablemente aquella villa con su nueva mudanza y entrada en la Compañía (…) escogiendo más vivir en la casa de Dios con dolores y tormentos, mezclados con hartos desprecios, que vivir en los palacios del mundo, con deleites y descansos» (op. cit. 17, 1). Los hermanos Dueñas eran hijos de Rodrigo de Dueñas, calificado por Ramón Carande en su obra Carlos V y sus banqueros como «un Médicis castellano», quien enriquecido con el comercio gozaba de todos los comportamientos ostentosos propios de su condición de «nuevo rico» y de las ventajas e influencias de su estado social de prestamista al emperador Carlos V. La especialización del P. Baltasar Álvarez fue la de atraer a la burguesía castellana hacia la Compañía de Jesús: «También rindió y aprovechó allí a muchos de los mercaderes y personas de negocios que entonces florecían en Medina, persuadiéndoles que en medio de sus ocupaciones, tan exteriores, tomasen algún tiempo para interiores, ejercitándose algún rato en oración y en tratar con Dios nuestro Señor del bien de sus almas. Uno destos fue Asensio Galiano, de los más ricos y poderosos que allí había» (op. cit. 17, 1).
Además de la importancia para el desarrollo y acrecentamiento de su orden, la actividad espiritual del P. Baltasar Álvarez tuvo una proyección decisiva en la espiritualidad española a partir de la relación que mantuvo, y la influencia que ejerció como confesor, con Santa Teresa de Jesús. No puede referirse en esta nota biográfica la dinámica de estas relaciones espirituales entre la santa Doctora y el venerable jesuita, pero sí es obligado destacar el aprecio que la santa abulense reconocía a su maestro espiritual. Así cuando una monja preguntó a la santa sobre su relación con él le respondió: «Haríaos Dios grande misericordia, porque es la persona a quien más debe mi alma en esta vida y la que más me ha ayudado para caminar a la perfección«. Esta excelente opinión sobre Baltasar Álvarez la ratificó en una carta fechada en Toledo el día 8 de abril de 1580 dirigida a Doña Isabel de Osorio: «Díceme estará ahí presto -si no lo está ya- un provincial de la Compañía. Sepa vuestra merced que es de los mejores amigos que tengo. Hame confesado algunos años. Procure vuestra merced hablarle, que es un santo...». También en el relato de una de sus frecuentes visiones insistía en la santidad de Baltasar Álvarez:Dios «le mostró el aventajado lugar que había de tener en el cielo, y le dio a entender que estaba en tan alto grado de perfección en la tierra, que no había entonces en ella quien le tuviera mayor...». Finalmente digamos, como muestra del aprecio de la santa hacia el jesuita, que cuando recibió en Medina del Campo la noticia de su muerte lloró sin consuelo «porque sé, decía, la falta que hace y ha de hacer en la Iglesia de Dios este siervo«.
Como escritor Baltasar Álvarez es autor de las obras siguientes: Relación que dio de su modo de oración al Padre General de la Compañía, Relación ampliada de su modo de oración al Padre General de la Compañía, Tratado de la oración de silencio, Sentimientos Espirituales, Ejercicios espirituales varios, Meditaciones sobre los Ejercicios de la Primera Semana, Instrucciones y pláticas, Algunos avisos espirituales, Cartas espirituales, Pláticas y Exposición de las Reglas Generales de la Compañía de Jesús.
La proyección de la obra del P. Baltasar Álvarez trasciende los límites geográficos e institucionales eclesiásticos de España para adquirir un renombre e influencias internacionales a través de la obra que sobre su vida y espiritualidad escribiera su compañero de orden Luis de la Puente. La obra de este jesuita Vida del Padre Baltasar Álvarez fue traducida a varios idiomas y editada en toda Europa. Primeramente fue traducida al latín y se publicó en Colonia (1616), en Lyon (1664) y en Amberes y Roma (1670). En francés se tradujo y editó en 1618, se reeditó en 1628 y reimprimió cuatro veces en los siglos XIX y XX. En 1635 la tradujo al italiano Luis Flori, y apareció en 1692 la cuarta impresión, además de dos ediciones en Venecia (1793 y 1795) y otras dos en Bolonia (1665 y 1700). En inglés se conocen dos ediciones, ambas del siglo XIX, otras dos en alemán del mismo siglo y una en flamenco de 1639.
Aunque sea imposible precisar la influencia que sobre la espiritualidad de la Edad moderna hayan podido ejercer las doctrinas de Baltasar Álvarez a través de la obra de Luis de la Puente debe mencionarse su destacada presencia en dos de los más importantes tratadistas católicos de temas espirituales. Así el más importante de los moralistas católicos, San Alfonso María de Ligorio, cita a Baltasar Álvarez al menos treinta y seis veces y resume su pensamiento de forma concisa y expresiva como, por ejemplo, cuando sentencia: «Decía el P. Baltasar Álvarez que quien se resigna en los trabajos con el querer divino corre a Dios por la posta«.
Pero quizás el testimonio más significativo de la estima que en el siglo XVII alcanzó en Europa la obra de este jesuita cerverano sea el texto que Bossuet escribiera en su célebre obra Introducción sobre los estados de oración (7, 8). Al exponer las diversas maneras como entendían la pasividad de la oración mística los quietistas y semiquietistas y los verdaderos místicos, después de invocar la autoridad de San Juan de la Cruz, de su «más sabio intérprete» el P. Nicolás de Jesús María y de Santa Teresa de Jesusa, escribe: «Lo mismo responde también el P. Baltasar Álvarez, una de las lumbreras de la Compañía y uno de los confesores de Santa Teresa de quien la santa vio cosas más grandes«, a continuación le califica como «santo varón, uno de los más sublimes contemplativos de su siglo» y termina: «Esto es lo que de su oración dice el P. Álvarez, en dos excelentes relaciones que el P. Luis de la Puente, como él uno de los más grandes maestros del espíritu de su Compañía y de su siglo, nos ha conservado en la Vida de este admirable jesuita» (op. cit. pág. 526).
Bibliografía
-
ABAD, C. M.: Vida y escritos del V. P. Luis de la Puente, de la compañía de Jesús (1554-1624), Editorial de la Universidad Pontificia, Comillas, 1957.
-
ASTRAIN, A.: Historia de la Compañía de Jesús, en la Asistencia de España, I-VII, Editorial Sucesores de Rivadeneira y Razón, Madrid, 1902-1925,
-
BAYLE, C.: «El espíritu de Santa Teresa y el de San Ignacio», Razón y fe, 62, 1922, pp. 294-434; 63, 1922, pp 5-21.
-
BOADO VÁZQUEZ, F.: «Baltasar Álvarez S. J., en la historia de la espiritualidad del siglo XVI», Miscelánea de Comillas, 1964, pp. 173-230.
-
BOSSUET, J. B.: Ouvres complétes de Bossuet, Edición Lachat, París, 1872.
-
CARO BAROJA, J.: Las formas complejas de vida religiosa, Editorial Akal, 1978.
-
JORGE PARDO, E.: «Santa Teresa de Ávila y la Compañía de Jesús en el siglo XVI», Razón y fe, 778, 1962, pp. 293-306.
-
LA PUENTE, L.: Vida del V. P. Baltasar Álvarez, de la compañía de Jesús, Editorial Apostolado de la Prensa, Madrid, 1943.
-
PINTADO, G.: Vida del P. Baltasar Álvarez, S. J., Editorial Mensajero, Bilbao, 1933.
-
RISCO, A.: «Los tres primeros confesores de Santa Teresa», Boletín de la Academia de la Historia, 80, 1922, pp. 446 ss.
-
SANTA TERESA DE JESÚS: Obras completas, Editorial B. A. C, Madrid, 1962.