José Vicente Álvarez Perera (1798-1854). El poeta y político asturiano que desafió la historia entre versos y guerras
José Vicente Álvarez Perera fue un personaje singular del siglo XIX español, cuya vida combinó la pluma de la sátira con la espada de la guerra civil. Poeta, jurista, político reaccionario y militar carlista, su trayectoria atravesó algunos de los momentos más convulsos de la historia contemporánea de España. Nacido en Oviedo en 1798 y fallecido en Valladolid en 1854, este personaje representa una de las figuras más peculiares de la lucha entre el absolutismo y el liberalismo, con una vida marcada por el exilio, la literatura y la convicción ideológica.
Orígenes y contexto histórico
Hijo de Andrés Álvarez Perera y de Josefa Muñiz Lorenzana, José Vicente nació en una Asturias aún imbuida por las tensiones del Antiguo Régimen. Estudió en su ciudad natal, Oviedo, donde se licenció en Jurisprudencia en 1820. En ese mismo año se matriculó como abogado, iniciando una carrera jurídica que se vería interrumpida por su activismo político y su inclinación hacia la poesía satírica.
La España del primer tercio del siglo XIX era un hervidero político. Tras la invasión napoleónica y la restauración borbónica, el país vivió una permanente oscilación entre el absolutismo y el liberalismo. Álvarez Perera se posicionó decididamente en el bando absolutista, lo cual lo llevó al intento subversivo de Pola de Lena en 1822, por el que tuvo que huir y ocultarse tras el fracaso de su causa.
Su adhesión a la monarquía absoluta le valió la protección del rey Fernando VII, quien en enero de 1825 le ofreció diversos cargos oficiales que marcaron el inicio de su carrera administrativa.
Logros y contribuciones
A lo largo de su vida, José Vicente Álvarez Perera ocupó puestos clave dentro de la administración militar y judicial durante el absolutismo, y posteriormente dentro del movimiento carlista. Su carácter combativo y su lealtad a las ideas tradicionales le hicieron merecedor tanto de reconocimientos como de persecuciones.
En 1825, en plena restauración absolutista, fue nombrado:
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Asesor de la Comisión Militar de Castilla la Vieja
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Relator de la Sala de Hijosdalgo en la Chancillería de Valladolid
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Fiscal de la Audiencia de guerra en la Capitanía General
Posteriormente, en 1829, fue designado auditor interino, aunque fue destituido en 1832 y desterrado a Sevilla y Burgos. Su vida cambió radicalmente con la llegada de la Primera Guerra Carlista, donde se convirtió en uno de los principales referentes legales y militares del bando legitimista.
Durante este periodo fue:
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Segundo alcalde carlista de Valladolid
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Auditor de guerra nombrado por Don Carlos
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Capitán del batallón de Segovia
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Jefe de Estado Mayor en la columna del general Balmaseda
En esta etapa fue herido de gravedad, lo que llevó a la amputación de una pierna, pero también obtuvo la Cruz de San Fernando, una de las máximas distinciones al valor militar.
En el ámbito literario, destacó como poeta satírico, con varias obras publicadas que reflejan tanto su ideología como su talento artístico. También exploró el teatro y el periodismo, aunque no llegó a estrenar ninguna pieza dramática.
Momentos clave
La vida de Álvarez Perera puede entenderse a través de una serie de momentos decisivos que marcaron su evolución como figura pública y como individuo comprometido con sus ideas:
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1820: Se licencia en Jurisprudencia y se matricula como abogado en Oviedo.
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1822-1823: Participa en actividades subversivas absolutistas, lo que lo obliga a esconderse.
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1825: Recibe diversos nombramientos oficiales gracias al apoyo de Fernando VII.
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1832: Es destituido y desterrado, en un periodo de creciente hostilidad hacia el absolutismo.
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1836: Es encarcelado como sospechoso de colaborar con los carlistas.
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1837: Se une a los carlistas tras la toma de Valladolid.
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1838-1839: Participa activamente en la guerra, pierde una pierna y recibe la Cruz de San Fernando.
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1839: Rechaza el Convenio de Vergara y se exilia en Francia.
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1847: Regresa a España.
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1854: Muere en Valladolid por complicaciones de su herida de guerra.
Relevancia actual
La figura de José Vicente Álvarez Perera ha quedado parcialmente eclipsada por otros personajes más conocidos de su época. Sin embargo, su vida es representativa de un tipo de intelectual comprometido, profundamente ideologizado, que no dudó en pasar de los versos a la pólvora en defensa de sus convicciones.
Desde una perspectiva histórica, su legado ofrece una ventana única al conflicto entre tradición y modernidad que definió la España del siglo XIX. Su trayectoria muestra cómo la literatura, la política y la guerra se entrelazaban en un contexto de fuerte polarización ideológica.
Su producción literaria, aunque escasa, refleja el pensamiento de un católico reaccionario que encontró en la poesía una herramienta de expresión y resistencia. Las siguientes obras constituyen el cuerpo principal de su legado literario:
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Calendario del año 1823 para la ciudad de Oviedo (Oviedo, 1823): obra satírica que refleja su estilo mordaz.
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Palabras de un cristiano (Clermont-Ferrand, 1839): publicada en Francia, fue traducida al francés por M. Auf-La Sombière.
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Ciencia de la vida, o Recreaciones morales en verso por un católico español (sin lugar ni fecha): reimpresa en el Semanario religioso de Segovia en 1853.
Además, su labor como director del Hospicio provincial de Clermont-Ferrand y presidente honorario de la Sociedad Musical Santa Cecilia durante su exilio en Francia muestra su capacidad de adaptación y su constante búsqueda de impacto social, incluso en el extranjero.
Un legado entre la espada y la pluma
La historia de José Vicente Álvarez Perera no puede entenderse sin tener en cuenta el profundo entrelazamiento entre su vocación artística y su activismo político-militar. Fue un personaje que vivió intensamente cada uno de los contextos en los que se vio inmerso: desde las aulas universitarias en Oviedo, hasta los campos de batalla carlistas, pasando por el exilio y los círculos culturales de Clermont-Ferrand.
Representó la cara más intelectual del carlismo y del tradicionalismo, en un siglo donde las ideas políticas se defendían con la misma pasión en las páginas de un poema que en las trincheras. Su resistencia a aceptar el Convenio de Vergara muestra su coherencia, aunque también la inflexibilidad que lo mantuvo apartado de la reconciliación nacional.
La amputación de su pierna, consecuencia directa de su participación militar, simboliza de forma trágica su compromiso hasta las últimas consecuencias con una causa que finalmente no triunfó. Su fallecimiento en 1854 como resultado de esa misma herida pone punto final a una vida atravesada por el conflicto, la convicción y el arte.
Bibliografía
SUÁREZ, Constantino: Escritores y artistas asturianos. Madrid, 1936.