Alberto Alonso (1917-2013). El legado del coreógrafo cubano que revolucionó el ballet clásico
Alberto Alonso, nacido el 22 de mayo de 1917 en La Habana, Cuba, y fallecido en su ciudad natal el 27 de julio de 2013, fue uno de los pilares más importantes del ballet cubano y mundial. Su carrera se extendió por más de seis décadas, durante las cuales no solo deslumbró como bailarín, sino que también dejó un profundo impacto como coreógrafo, maestro y director de ballet. Hermano del también célebre bailarín Fernando Alonso, Alberto fue una figura clave en la historia del ballet cubano, con contribuciones que siguen siendo estudiadas y admiradas por nuevas generaciones.
Orígenes y contexto histórico
El contexto en el que Alberto Alonso comenzó su carrera fue crucial para su desarrollo artístico. A principios del siglo XX, Cuba vivía un ambiente de efervescencia cultural que favoreció el florecimiento de las artes. En este entorno, la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical en La Habana, fundada en 1931, se convertiría en el primer lugar donde Alonso daría sus primeros pasos en la danza. A lo largo de su vida, la influencia de la cultura europea, especialmente la de los grandes maestros del ballet ruso, sería una constante en su obra.
En 1933, a tan solo 16 años, comenzó sus estudios de ballet con Nicolai Yavorsky, quien fue uno de los maestros más influyentes en la formación de los bailarines cubanos de la época. Esta etapa fue fundamental para su desarrollo técnico y artístico, pues le permitió adquirir los conocimientos necesarios para, más tarde, destacarse como bailarín y coreógrafo.
Logros y contribuciones
A lo largo de su carrera, Alberto Alonso no solo se destacó como bailarín, sino que también demostró su capacidad para crear obras que marcaron un hito en la historia del ballet. En 1935, debutó con los prestigiosos Ballets Russes de Monte Carlo, una de las compañías más importantes del mundo en ese entonces, donde permaneció durante cinco años. En este periodo, se destacó como bailarín de carácter, demostrando su versatilidad y su capacidad para interpretar diversos roles, lo que cimentó su reputación como un bailarín de talento excepcional.
Tras su paso por Monte Carlo, en 1941 regresó a La Habana para asumir la dirección de la Escuela del Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical, cargo que utilizó para desarrollar la formación de nuevos talentos. Fue en este periodo donde creó su primera coreografía, Preludios (1942), una pieza que marcaría el inicio de su carrera como coreógrafo. Su capacidad para fusionar la técnica del ballet clásico con influencias de la música y la cultura cubana le permitió crear obras memorables para la escena.
Entre las obras más destacadas que coreografió para el Ballet Nacional de Cuba se encuentran piezas como Sinfonía Clásica (Prokofiev, 1955), Romeo y Julieta (Prokofiev, 1956), y Cumbres Borrascosas (1981), entre muchas otras. Estas coreografías demostraron su habilidad para mezclar la tradición del ballet con un enfoque moderno y dinámico, reflejando la profundidad emocional y la complejidad de las historias que interpretaba a través de la danza.
Momentos clave en la carrera de Alberto Alonso
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Debut en los Ballets Russes de Monte Carlo (1935): La oportunidad de bailar en una de las compañías más importantes de la época marcó el inicio de su carrera internacional.
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Creación de Preludios (1942): La primera coreografía de Alonso que consolidó su reputación como creador de ballet.
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Fundación del Ballet Alicia Alonso (1948): Un hito en la historia del ballet cubano, al formar parte de la creación de la compañía que se convertiría en el Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección de su hermana Alicia Alonso.
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La creación de Carmen (1967): Una de sus obras más icónicas, inspirada en la ópera de Georges Bizet y con adaptación de Rodion Shchedrin. Esta obra fue estrenada con la bailarina rusa Maya Plisetskaya en el Ballet Bolshoi de Moscú, consolidándose como una de las piezas más representativas del ballet clásico moderno.
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Premio en el IV Concurso Internacional de Ballet de Varna (1968): Su obra Espacio y Movimiento (1966) fue premiada, reconociendo su maestría y creatividad en la coreografía.
La obra de Alberto Alonso
La obra de Alberto Alonso se caracteriza por su capacidad para explorar nuevos horizontes dentro del ballet clásico. No solo abordó obras de compositores clásicos como Vivaldi, Bach, Prokofiev y Stravinsky, sino que también incorporó la música contemporánea y popular cubana en muchas de sus coreografías. Obras como El Güije (1967), Raíces Nuestras (1976) y Un día… el 2 de Diciembre (1976) son ejemplos de cómo fusionó la danza clásica con los ritmos y sonidos de su tierra natal.
Su influencia no solo se limitó al ámbito artístico, sino que también fue un educador destacado, transmitiendo sus conocimientos a nuevas generaciones de bailarines. Su legado como maestro de ballet y director de compañías es incuestionable, habiendo formado parte del desarrollo de muchas figuras del ballet cubano y mundial.
Relevancia actual
El legado de Alberto Alonso sigue vigente en la actualidad, tanto en el Ballet Nacional de Cuba como en la escena internacional. Su estilo innovador y su enfoque único para la creación coreográfica lo han convertido en una figura clave para entender la evolución del ballet en el siglo XX. La influencia de sus obras, especialmente las que creó para la compañía cubana, sigue siendo una fuente de inspiración para bailarines y coreógrafos contemporáneos.
A pesar de los cambios en la danza y las nuevas tendencias, el trabajo de Alonso sigue siendo relevante debido a su capacidad para integrar la técnica clásica con un enfoque emocional y expresivo que perdura hasta el día de hoy. El Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección de su hermana Alicia Alonso, sigue interpretando muchas de sus obras, manteniendo vivo el legado de este genio de la danza.
Algunas de sus obras más conocidas
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La Valse (Ravel, 1948)
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Sinfonía Clásica (Prokofiev, 1955)
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Romeo y Julieta (Prokofiev, 1956)
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Carmen (Bizet, 1967)
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Espacio y Movimiento (Stravinsky, 1966)
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Un Retablo para Romeo y Julieta (Vázquez Millares, 1969)
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Raíces Nuestras (Taño y Casas, 1976)
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Cumbres Borrascosas (1981)
Alberto Alonso dejó una marca imborrable en la historia del ballet y sigue siendo una figura admirada en todo el mundo. Su legado como bailarín, coreógrafo y maestro continúa inspirando a generaciones de artistas que encuentran en su obra una fuente inagotable de creatividad y belleza.
MCN Biografías, 2025. "Alberto Alonso (1917-2013). El legado del coreógrafo cubano que revolucionó el ballet clásico". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/alonso-alberto [consulta: 28 de septiembre de 2025].