Alexander, Samuel (1859-1938).
Filósofo neorrealista inglés. Nació en Sydney (Australia). Fue profesor durante algún tiempo en Oxford y desde 1893 hasta 1923 en la Universidad de Manchester, ciudad en la que murió. Como filósofo realizó un gran esfuerzo de construcción racional y sistemática de la filosofía, abriéndose a ideas nuevas dentro del marco tradicional. Sus obras más importantes son: Space, Time and Deity (1927) y Spinoza and Time (1921).
Pensamiento moral
De este tema se ocupó en su primer trabajo intelectual, con la obra Moral order and Progress (1889). Entiende el orden moral como un justo equilibrio entre individuo y sociedad por una parte, y tendencias e intereses del individuo por otra. Más adelante, en 1892, tratará el tema de los valores definiéndolos como «formas de sana vida social». Treinta años después publicará su segundo libro. Mientras tanto van apareciendo los elementos fundamentales de su sistema en artículos, primero en «Proceedings of the Aristotelian Society» (1908-1911), y luego en «Mind» (1912). En ellos se ocupa de la actividad mental del hombre -que según él guarda una cierta analogía con las reacciones de cualquier ser vivo ante determinados estímulos del medio ambiente-, y sobre la conciencia -que es la cualidad de algunos procesos orgánicos distendida en el espacio «como el verde está extendido en una hoja»-. En su gnoseología diferencia el poseer (enjoy) inmediato que la conciencia tiene de sí misma y el contemplar desde fuera las cosas. El yo es «un experimentador que se experimenta».
Realidad espacio-tiempo
El punto de partida es que los espíritus no tienen ningún poder condicionante, sino que simplemente son «los miembros más dotados de una democracia de cosas». No admite la concepción kantiana de que la razón condiciona la realidad a partir de sus formas a priori; por eso, para explicar las categorías parte del principio de que toda realidad está hecha de espacio-tiempo, y las categorías son precisamente las características fundamentales del espacio-tiempo. A partir de los temas del evolucionismo de Spencer, reconsiderados a la luz de las teorías de la relatividad de Einstein y del desarrollo de la geometría de H. Minkowski, sostuvo que el espacio y el tiempo son características constitutivas de la realidad misma. En el universo el tiempo es el devenir mismo, y el espacio es el origen de la materia. En el hombre el espíritu está determinado por el tiempo; y el cuerpo, por el espacio. Esta relación tiempo-espacio es la relación fundamental. De ella surgen todas las cualidades: toda cualidad superior presupone una inferior de la cual «emerge» y no simplemente se «deriva». La primera cualidad es el movimiento, como síntesis del espacio-tiempo. De ella emergen la materia con sus cualidades primarias (inercia, masa, etc.) y sus cualidades secundarias (color, etc.). Luego viene la cualidad «vida» que posibilita los procesos físico-químicos, y la cualidad «mente» que da conciencia a los procesos vitales. Cuando se realiza una cualidad, se concretiza en los individuos y tiende después a la cualidad inmediatamente superior.Se puede decir que la recíproca tensión evolucionista entre hombre y cosmos, Alexander, la concibe como búsqueda eterna de la «deidad». En este sentido la divinidad nunca es algo realizado. Más bien representa el impulso creativo del universo. Desde esta perspectiva podría decirse que Dios crea el universo, pero dado que él mismo emerge del espacio-tiempo, Dios debe ser considerado más propiamente como una criatura del mundo.
Concepción de la estética
A partir de 1920 se dedica intensamente al estudio de este tema. Su pensamiento lo expone en sus escritos: Art and Instinct, Beauty and other Forms of Value, Art and the Material. La belleza tiene un componente subjetivo y otro objetivo. Sin la presencia de un cuerpo físico, no puede darse la experiencia estética. El arte, además de ser creatividad, debe ser descubrimiento, pues el artista debe ser capaz de realzar un valor que ya existe en la realidad.