Burhan Alawiya (1941–VVVV): El cineasta libanés que inmortalizó la historia de Palestina desde la mirada crítica del arte
Infancia, formación y primeras inquietudes artísticas
Nacimiento en Arnun y el contexto libanés de los años 40
Burhan Alawiya nació el 1 de abril de 1941 en Arnun, un pequeño pueblo del sur del Líbano. Esta región, marcada por la diversidad religiosa y cultural, fue también escenario de conflictos latentes que influirían profundamente en la identidad y sensibilidad del joven Alawiya. En esa década, el Líbano acababa de obtener su independencia del mandato francés (1943), pero seguía siendo un país con una estructura social frágil y vulnerable a las tensiones regionales, especialmente las vinculadas al conflicto árabe-israelí.
Desde temprana edad, Alawiya se vio influenciado por una realidad cargada de injusticias y contradicciones. Este entorno no solo le dio una comprensión profunda del sufrimiento colectivo, sino que también sembró en él el deseo de documentar y denunciar esas realidades desde una óptica artística.
Formación cinematográfica en Bruselas: I.N.S.A.S. y la apertura al mundo europeo
En 1968, Burhan Alawiya viajó a Bélgica para estudiar en el Institut National Supérieur des Arts du Spectacle et des Techniques de Diffusion (I.N.S.A.S.) en Bruselas. Permaneció allí hasta 1973, absorbiendo una educación cinematográfica profundamente influenciada por el cine europeo de autor, la estética neorrealista italiana y las corrientes de pensamiento político y filosófico del mayo francés.
Durante sus años en Europa, Alawiya no solo se formó técnicamente como cineasta, sino que también consolidó una mirada ideológica: comprendió el poder del cine como arma crítica, como espacio de resistencia y como herramienta de preservación de la memoria. Esta etapa resultó esencial para su evolución artística, dotándolo de un lenguaje visual y narrativo que pronto aplicaría a los conflictos del mundo árabe, especialmente el palestino.
Primeros cortometrajes y el inicio de una mirada crítica
Al terminar sus estudios, Burhan Alawiya comenzó su carrera con una serie de cortometrajes que revelaban ya su estilo documental y su interés por el testimonio directo. Su primer trabajo relevante fue Fourrière (1971), donde empieza a abordar temas sociales desde un enfoque realista y observacional.
Con estos primeros ejercicios fílmicos, Alawiya comenzó a construir un cine de resistencia, orientado a capturar el sufrimiento colectivo y la dignidad de los pueblos oprimidos. Esta etapa inicial le permitió afinar su técnica, fortalecer su ética narrativa y posicionarse como un joven cineasta con voz propia en un panorama cinematográfico que apenas comenzaba a reconocer su papel como instrumento de transformación social.
Consolidación como cineasta político
“Kafr Qassem” (1974): Documentar la masacre, denunciar la opresión
El salto cualitativo y político en la carrera de Burhan Alawiya llegó con el largometraje Kafr Qassem, estrenado en 1974. Esta producción sirio-libanesa reconstruye la masacre de Kafr Qassem, ocurrida en 1956, en la cual el ejército israelí asesinó a 48 civiles palestinos en una aldea situada dentro de los territorios ocupados. Alawiya se propuso recuperar este hecho trágico no solo como denuncia, sino como acto de justicia visual y memoria histórica.
Lo notable de la película no fue solo su contenido, sino su forma. Evitando la sentimentalización o el maniqueísmo, Alawiya optó por un enfoque cercano al documental, utilizando recursos como la recreación objetiva de los hechos, testimonios directos y una fotografía austera que acentuaba el dramatismo del relato. Esta aproximación sobria, alejada del espectáculo, logró impactar al espectador desde la dignidad de la verdad, lo que convirtió a Kafr Qassem en una obra de referencia del cine político árabe.
Estética realista y rigor histórico: el estilo Alawiya
El estilo visual y narrativo de Burhan Alawiya en Kafr Qassem marcó una pauta clara en su filmografía posterior. Su compromiso con los hechos históricos, la ética documental, y la denuncia social sin concesiones se volvieron sus principales señas de identidad. En lugar de centrarse en grandes figuras o relatos heroicos, su cine visibilizó a los invisibles: campesinos, exiliados, mujeres, víctimas civiles.
Además, su uso del lenguaje cinematográfico se caracterizó por la contención emocional, el ritmo pausado y el respeto por el silencio y el tiempo. Estos elementos, lejos de restar fuerza a sus películas, reforzaban su autenticidad y dotaban a sus obras de una atmósfera profundamente humana.
Recepción crítica y posicionamiento internacional en el cine árabe
Kafr Qassem fue ampliamente reconocida por la crítica especializada. En los círculos intelectuales árabes, la película fue aclamada como un ejemplo de cómo el cine podía representar la tragedia palestina sin caer en estereotipos o panfletarismo. La obra también tuvo repercusión internacional, siendo proyectada en diversos festivales y seminarios sobre cine del Tercer Mundo, memoria histórica y derechos humanos.
Gracias al impacto de esta película, Burhan Alawiya pasó a ser considerado uno de los cineastas más importantes del cine árabe contemporáneo, al nivel de otros grandes como Michel Khleifi o Youssef Chahine. Pero, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, Alawiya mantuvo un perfil bajo, rehusándose a participar en la industria comercial y centrando su carrera en proyectos comprometidos, muchas veces autofinanciados o realizados con el apoyo de instituciones culturales independientes.
Diversificación temática y controversias
“La yakfi an yakun Allah maa al-fuqaraa” (1976): Arquitectura, tradición y censura
Tras el éxito de Kafr Qassem, Burhan Alawiya continuó explorando nuevas dimensiones del cine comprometido. En 1976, codirigió el documental La yakfi an yakun Allah maa al-fuqaraa (“No basta con que Dios esté con los pobres”), una obra centrada en la figura del arquitecto egipcio Hassan Fathi, defensor de la arquitectura vernácula en contraposición al modernismo impuesto por la globalización.
Este filme representó un giro temático en la obra de Alawiya. Abandonando momentáneamente el conflicto palestino, se adentró en la crítica cultural, cuestionando el modelo de desarrollo urbano y arquitectónico en el mundo árabe. El documental señalaba cómo la modernización indiscriminada arrasaba con las técnicas ancestrales y con un modo de vida que respetaba el entorno y la identidad local.
La obra fue bien recibida en ciertos sectores académicos y cineclubes, pero también generó un fuerte rechazo institucional, especialmente en Egipto, donde la UNESCO prohibió su proyección por considerarla polémica y subversiva. Este hecho marcó un punto de inflexión en la carrera de Alawiya, quien comprendió que incluso los organismos internacionales podían ser cómplices de la censura y del silenciamiento cultural.
Beirut al-liqaa (1982): La guerra civil desde lo cotidiano
En 1982, en plena guerra civil libanesa, Burhan Alawiya dirigió su segundo largometraje de ficción: Beirut al-liqaa (“Beirut: Encuentro”). A diferencia de su trabajo anterior, esta película optó por un enfoque intimista y poético, alejándose de las narrativas épicas o históricas. El film exploraba la vida cotidiana de personas comunes atrapadas en la devastación de Beirut, con una narrativa fragmentada y sensible.
La elección de este enfoque fue objeto de crítica por parte de algunos intelectuales árabes, que esperaban una denuncia política más frontal. No obstante, Alawiya defendió su visión, argumentando que “la política también está en los gestos mínimos, en el dolor del día a día, en la mujer que espera a su hijo”. Así, Beirut al-liqaa se consolidó como un retrato profundamente humano del conflicto, captando no la gran historia, sino la historia íntima de quienes la sufren.
Participación en proyectos colectivos: la Guerra del Golfo (1991)
A inicios de los años 90, Alawiya participó en una experiencia colectiva: Harb al-Jalyj… wa baad (“La guerra del Golfo… y después”), una serie de episodios dirigidos por cineastas árabes que reflexionaban sobre el impacto del conflicto del Golfo en la diáspora intelectual. Alawiya fue codirector del episodio Al-jusuf fi layla dalmaaa, centrado en cómo un intelectual árabe expatriado en Europa vivía la guerra a través de los medios y los recuerdos.
Este proyecto demostró su capacidad para adaptarse a nuevas narrativas, combinando la autorreflexión con la crítica geopolítica. En este contexto, Alawiya reiteró su compromiso con una cinematografía que no solo narra, sino que interroga y dialoga con el presente.
Legado y trascendencia cultural
Influencia en nuevas generaciones del cine árabe
A pesar de no contar con una filmografía extensa, el impacto de Burhan Alawiya en el cine árabe contemporáneo es profundo. Su obra sirvió como modelo de ética narrativa y como ejemplo de cómo el cine puede ser una herramienta de resistencia, de documentación y de interpretación del trauma colectivo.
Diversos cineastas de la generación posterior —incluyendo a Elia Suleiman, Annemarie Jacir y Mahdi Fleifel— han citado a Alawiya como influencia directa o indirecta, especialmente en su tratamiento de la cuestión palestina desde una perspectiva personal y poética.
Un cine humanista frente a la propaganda
Uno de los mayores aportes de Burhan Alawiya ha sido su rechazo sistemático a la instrumentalización política del cine. Mientras muchos directores se inclinaban hacia la propaganda o el cine didáctico, Alawiya apostó por una mirada humanista, donde el dolor y la dignidad de los pueblos hablaban por sí mismos, sin necesidad de consignas.
Esta postura ética se mantuvo constante incluso en los momentos de mayor presión política o censura. Su capacidad para narrar el sufrimiento sin explotar emocionalmente al espectador constituye una de las claves de su vigencia como autor.
Vigencia de su obra en el contexto actual
En pleno siglo XXI, marcado por nuevas guerras, migraciones forzadas y tensiones culturales, el cine de Burhan Alawiya cobra renovada actualidad. Sus películas no solo conservan valor histórico, sino que ofrecen claves interpretativas sobre el presente del mundo árabe y la lucha de los pueblos por conservar su identidad frente a la destrucción.
Numerosas universidades, cineclubes y festivales continúan programando sus obras, y su figura se estudia en el marco de las corrientes críticas del cine poscolonial, del documental de denuncia y del arte comprometido.
Filmografía esencial de Burhan Alawiya
Cortos, medios y largometrajes: un recorrido creativo integral
La filmografía de Burhan Alawiya es breve pero densa en significados. Entre sus cortometrajes, destacan Fourrière (1971) y su participación en Harb al-Jalyj… wa baad (1991). En el formato de mediometraje, destacan Affiche contre affiche (1972), Risala min zaman al-harb (1985), Risala min zaman al-manfaa (1988) y Assouan, un haut barrage sur le Nil (1990).
Sus largometrajes más conocidos son:
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Kafr Qassem (1974): Sobre la masacre de 1956.
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La yakfi an yakun Allah maa al-fuqaraa (1976): Documental sobre arquitectura y tradición.
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Beirut al-liqaa (1982): Visión intimista de la guerra civil libanesa.
Cada uno de estos trabajos representa una etapa distinta de su evolución ideológica y artística, articulando siempre una crítica lúcida y valiente.
Temas recurrentes y evolución estética
En toda su obra se detectan temas constantes: la memoria, la identidad, el desplazamiento, la dignidad frente a la violencia. Estéticamente, Alawiya pasó de una narrativa más documental y lineal en sus primeros años a una poética más compleja y fragmentaria en sus últimos trabajos.
Este tránsito refleja su madurez artística y su capacidad para adaptarse a los cambios culturales sin perder la coherencia de su discurso.
El cine como trinchera ética y memoria histórica
Compromiso político sin renunciar a lo poético
La obra de Burhan Alawiya demuestra que es posible hacer cine político sin caer en la rigidez ideológica. Su enfoque combina precisión histórica con sensibilidad estética, logrando que cada imagen no solo informe, sino también emocione y resista al olvido.
Su filmografía puede leerse como una trinchera ética, desde donde se enfrenta a la desmemoria, la manipulación mediática y la pérdida de identidad cultural.
Narrar desde la verdad para resistir al olvido
Burhan Alawiya no buscó nunca el reconocimiento fácil. Su cine, difícil de clasificar en géneros convencionales, constituye una crónica íntima del sufrimiento árabe, una meditación visual sobre la dignidad humana, y una llamada a la responsabilidad ética del arte.
En un mundo donde la verdad es muchas veces la primera víctima de la guerra, su legado cinematográfico se alza como un testimonio resistente, necesario y profundamente humano.
MCN Biografías, 2025. "Burhan Alawiya (1941–VVVV): El cineasta libanés que inmortalizó la historia de Palestina desde la mirada crítica del arte". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/alawiya-burhan [consulta: 29 de septiembre de 2025].