Akhenatón (1364-1347 a.C.): El faraón hereje que revolucionó la religión egipcia
Akhenatón, también conocido como Amenofis IV, fue el décimo rey de la XVIII dinastía egipcia. Nació alrededor del año 1364 a.C. y gobernó Egipto entre los años 1353 y 1336 a.C. Su reinado es uno de los más controvertidos de la historia del antiguo Egipto debido a su reforma religiosa radical que buscó imponer el culto exclusivo a Atón, el dios del disco solar. Este faraón ha pasado a la historia como el «faraón hereje», siendo uno de los primeros reformadores religiosos con claras tendencias monoteístas.
Orígenes y contexto histórico
Akhenatón fue hijo del faraón Amenofis III y de la gran esposa real Tiyi. Su ascendencia y posición como príncipe heredero lo colocaron en una situación privilegiada desde su nacimiento. Sin embargo, poco se sabe sobre sus primeros años. Se cree que debido a la avanzada edad y enfermedad de su padre, Akhenatón pudo haber sido nombrado corregente durante los últimos años del reinado de Amenofis III. Su ascenso al trono se produjo después de la muerte de su padre, cuando fue coronado en Karnak, adoptando el nombre de Nefer-kheperure Uaenre.
En cuanto a sus influencias, es probable que Akhenatón recibiera enseñanzas de su preceptor Amenhotep, hijo de Hapu, una figura destacada en la corte egipcia, así como de su madre Tiyi y su esposa Nefertiti, quien también jugó un papel importante en la corte. Su decisión de transformar el sistema religioso y político egipcio fue sin duda una consecuencia de estas influencias y de la situación interna del país en aquel momento.
La revolución religiosa y la ciudad de Akhetatón
El cambio más significativo en el reinado de Akhenatón fue su radical reforma religiosa. A los pocos años de su ascenso al trono, el faraón cambió su nombre de Amenhotep IV a Akhenatón, que significa «Útil para el disco». Esta reforma fue acompañada de una serie de medidas que despojaron de poder al clero tradicional de Amón, una de las principales deidades egipcias, y en su lugar promovió la adoración exclusiva de Atón, el dios del disco solar.
Akhenatón no solo cambió su nombre, sino que también trasladó la capital de Egipto a una nueva ciudad que él mismo ordenó construir. Esta ciudad, conocida como Akhetatón (hoy Tell el-Amarna), fue diseñada como un centro religioso dedicado exclusivamente a Atón. La ciudad estaba ubicada entre Menfis y Tebas y se convirtió en el núcleo del nuevo Estado teocrático del faraón, con Akhenatón como la figura central de la religión.
En Akhetatón se construyeron numerosos templos dedicados a Atón, entre ellos los de Menfis, Heliópolis, Elefantina y Nubia. Además, el faraón promovió la construcción de más de 50.000 bloques de talata, un tipo de bloque que facilitaba la edificación rápida de los templos. El cambio hacia el culto a Atón y la construcción de esta ciudad son dos de los principales legados de Akhenatón.
Decadencia del gobierno y tensiones internas
A pesar de su dedicación religiosa, el gobierno de Akhenatón comenzó a deteriorarse. Su obsesión por el culto a Atón y su dedicación a la construcción de su ciudad y templos hicieron que descuidara las funciones gubernamentales tradicionales. Esto provocó que se produjeran revueltas internas y la sublevación de algunas regiones periféricas del imperio, como el País de Ikayta. Sin embargo, las cartas encontradas en Akhetatón demuestran que Egipto seguía siendo una potencia internacional, con relaciones diplomáticas activas, especialmente con los países vecinos, como los hititas y Mitanni.
A pesar de esta aparente estabilidad internacional, Akhenatón no mostró interés en resolver los conflictos en Siria y Fenicia, lo que permitió que los hititas consiguieran que Mitanni rompiera su alianza con Egipto. Las tensiones con los enemigos extranjeros, sumadas a la creciente inestabilidad interna, marcaron la decadencia del gobierno de Akhenatón.
La caída de Nefertiti y la llegada de nuevos gobernantes
Hacia el final de su reinado, Akhenatón enfrentó tensiones con su esposa Nefertiti, quien en un momento dado fue reemplazada por Kiya, su segunda esposa, con quien algunos egiptólogos identifican con Tadu-Khepa, una princesa mitannia. Algunos historiadores sugieren que Nefertiti pudo haber alcanzado la titulatura real y que incluso pudo haber gobernado bajo el nombre de Ankh(et)kheperure. Sin embargo, la relación entre Akhenatón y Nefertiti parece haber sufrido un punto de quiebre, y Nefertiti desapareció de la escena política hacia el final del reinado del faraón.
Durante esta época, Akhenatón también se vio obligado a asociar a su trono a Smenkhkare, una figura de la que se desconocen sus orígenes, pero que fue vinculado a la familia real por matrimonio con la hija primogénita de Akhenatón, Meritatón. Smenkhkare gobernó brevemente tras la muerte de Akhenatón, pero su reinado fue aún más corto y envuelto en misterio.
La sucesión de Akhenatón llevó a la llegada de Tutankhamón, quien inicialmente fue conocido como Tutankhatón. Su reinado marcó el regreso al culto tradicional de Amón, y su reinado fue influenciado por su esposa Ankhesenpaatón, otra hija de Akhenatón. El cambio de nombre de Tutankhamón y la restauración de las antiguas costumbres religiosas fueron parte de un proceso de retorno a la estabilidad política y religiosa.
El legado de Akhenatón: arte y religión
El legado artístico y religioso de Akhenatón ha perdurado hasta nuestros días. En el ámbito artístico, durante su reinado, el arte egipcio experimentó una transformación significativa. El estilo artístico cambió hacia representaciones más realistas, con una tendencia hacia figuras de proporciones más naturales, especialmente en los bustos de su esposa Nefertiti, que se ha convertido en una de las obras más emblemáticas del arte egipcio. También se destacan otros elementos artísticos como el coloso osírico de Karnak y el torso de la princesa, que reflejan los nuevos cánones estéticos promovidos por Akhenatón.
Además, Akhenatón es conocido por haber compuesto un «Himno a Atón», una de las obras literarias más destacadas de su reinado. Este himno fue grabado en los templos de Tell el-Amarna y también se encontró en la tumba de Ay, el padre de Nefertiti y más tarde rey de Egipto. El himno es una de las primeras expresiones de un monoteísmo religioso en la historia del mundo, siendo un testimonio del fervor religioso de Akhenatón hacia el dios Atón.
Un final misterioso
El final de la vida de Akhenatón sigue siendo un misterio. Su momia nunca ha sido encontrada, y las circunstancias exactas de su muerte siguen sin esclarecerse. Tras su fallecimiento, su sucesor fue Smenkhkare, quien también tuvo un reinado efímero. Finalmente, el trono fue ocupado por Tutankhamón, cuyo reinado marcó el fin de la era de Akhenatón y el regreso a las antiguas tradiciones religiosas.
A pesar de la controversia y el abandono de su culto tras su muerte, Akhenatón sigue siendo una figura clave en la historia de Egipto, no solo por su reforma religiosa, sino también por su influencia en el arte y la política de su época.
Momentos clave del reinado de Akhenatón:
-
Cambio de nombre de Amenhotep IV a Akhenatón.
-
Traslado de la capital a Akhetatón (Tell el-Amarna).
-
Reforma religiosa y promoción del culto a Atón.
-
Tensión con el clero de Amón y declive de la influencia de los sacerdotes.
-
La construcción de numerosos templos dedicados a Atón.
-
La aparición de la figura de Nefertiti como una figura clave en la corte.
-
La asociación al trono de Smenkhkare y las tensiones internas en el reinado.
Akhenatón sigue siendo una figura fascinante, cuya vida y legado continúan siendo objeto de estudio y debate.
MCN Biografías, 2025. "Akhenatón (1364-1347 a.C.): El faraón hereje que revolucionó la religión egipcia". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/akhenaton [consulta: 11 de julio de 2025].